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LA CARIDAD EN LA VERDAD XV

La autoridad política, la iniciativa empresarial y la globalización

La iniciativa empresarial, debe asumir cada vez más un significado polivalente. Nos hemos acostumbrado a pensar exclusivamente en el empresario privado de tipo capitalista y en el directivo estatal. La iniciativa empresarial se ha de entender de modo articulado. El ser empresario tiene un significado humano, no solo como algo profesional. Es propio ver el trabajo como “actus personae”, así todo trabajador tiene la posibilidad de dar la propia aportación a su labor. Pablo VI decía, “todo trabajador es un creador”. Por lo mismo existen varios tipos de empresas, más allá de la pura distinción entre “privado” y “público” y cada una requiere y manifiesta una capacidad de iniciativa empresarial específica. Pero, hay que tener en cuenta el significado amplio de iniciática empresarial. De manera amplia ésta favorece el intercambio y la mutua configuración entre los diversos tipos de iniciativa empresarial.
También la autoridad política tiene un significado polivalente que no se puede olvidar. Se debe promover una autoridad política repartida y que ha de actuar en diversos planos. El mercado no elimina el papel de los estados, más bien obliga a los gobiernos a una colaboración recíproca más estrecha. Hoy no se puede hablar de la desaparición del Estado. En la situación de crisis actual el Estado está destinado a crecer, recuperando muchas competencias, Hay naciones donde el Estado sigue siendo un elemento clave para se desarrollo. En el plano internacional, en la búsqueda de soluciones a los problemas actuales, se debe, apoyar en primer lugar, la consolidación de los sistemas constitucionales, jurídicos y administrativos en los países en donde sea necesario. Las ayudas económicas deberían ir acompañadas de medidas destinadas a reforzar las garantías propias de un Estado de derecho, un sistema de orden público y de prisiones, respetuoso de los derechos humanos y consolidar instituciones verdaderamente democráticas. La autoridad política en el ámbito local, nacional e internacional, es uno de los cauces privilegiados para poder orientar la globalización económica.
La globalización. Hay que rechazar una actitud fatalista de éste fenómeno. Ha de entenderse como un proceso socioeconómico, aunque no es su única dimensión. Atrás de este proceso existe una humanidad cada vez más interrelacionada, hay personas y pueblos para los que la globalización debe ser de utilidad y desarrollo. La superación de las fronteras no es sólo un hecho material sino también cultural. Hay que rechazar una visión determinista de la globalización. Es una realidad humana y puede ser fruto de diversas corrientes culturales que hay que discernir. La verdad de la globalización como proceso y su criterio ético fundamental vienen dados por la unidad de la familia humana y su crecimiento en el bien. En este sentido hay que favorecer una orientación cultural personalista y comunitaria, abierta a la trascendencia, del proceso de integración planetaria. A priori, la globalización no es ni buena ni mala, será lo que la gente haga de ella. Debemos ser sus protagonistas, no las víctimas, guiados por la Caridad y la verdad. Este proceso, ofrece la posibilidad de una gran redistribución de la riqueza a escala planetaria como nunca se había visto antes; si se gestiona mal puede incrementar la pobreza y la desigualdad. Se deben corregir las disfunciones que causan nuevas divisiones entre los pueblos y en su interior.
La transición que el proceso de globalización comporta, conlleva grandes dificultades y peligros, que solo se podrán superar si se toma conciencia del espíritu antropológico y ético que en el fondo impulsa la globalización hacia metas de humanización solidaria. La globalización es un fenómeno multidimiensional y polivalente, que exige ser comprendido en la diversidad y en la unidad de todas sus dimensiones, incluida la teológica.

Durango, Dgo. 25 de octubre del 2009.

+ Héctor González Martínez
Arz. de Durango

LA CARIDAD EN LA VERDAD XIV

La gratuidad fomenta la solidaridad, la justicia y el bien común
Juan Pablo II hablaba de la problemática de la economía y advertía de la necesidad de un sistema basado en tres instancias: el mercado, el Estado y la sociedad civil. La sociedad civil es el ámbito apropiado para una economía de la gratuidad y de la fraternidad. La vida económica debe ser comprendida como una realidad de múltiples dimensiones, en todas ellas, debe haber respeto a la reciprocidad fraterna.
En la época de la globalización, la actividad económica no puede prescindir de la gratuidad, que fomenta y extiende la solidaridad y la responsabilidad por la justicia y el bien común. Es una forma concreta y profunda de democracia económica. Solidaridad es que todos se sientan responsables de todos y no se puede dejar solo en manos del Estado. Se requiere un mercado en el cual puedan operar libremente, con igualdad de oportunidades, empresas que persiguen fines institucionales diversos. Deben participar la empresa privada y los diferentes tipos de empresas públicas, también organizaciones productivas que persiguen fines mutualistas y sociales. De la interacción de las diferentes empresas se espera una combinación de comportamientos y una atención más sensible a una civilización de la economía. Aquí Caridad en la verdad significa la necesidad de dar forma y organización a las iniciativas económicas que quieren ir más allá de la lógica del intercambio.
Cuando la lógica del mercado y la lógica del Estado mantienen el monopolio de sus respectivos ámbitos de influencia, se debilita la participación y el sentido de pertenencia de los ciudadanos. La victoria sobre el subdesarrollo requiere una apertura progresiva en el contexto mundial a formas de actividad económica caracterizada por la gratuidad y la comunión. El binomio mercado-Estado corroe la sociabilidad, mientras que las formas de economía solidarias crean sociabilidad. El mercado de la gratuidad no existe y las actitudes gratuitas no se pueden prescribir por ley. Tanto el mercado como la política tienen necesidad de personas abiertas al don recíproco.
Las actuales dinámicas internacionales requieren cambios profundos en el modo de entender la empresa. El riesgo más importante es que la empresa responsa casi exclusivamente a las expectativas de los inversores en detrimento de su dimensión social. Cada vez son menos las empresas que dependen de un único empresario y de un único territorio.
La deslocalización de la actividad empresarial ha modificado en el empresario varias cosas: la responsabilidad respecto a los trabajadores, los proveedores, los consumidores, el medio ambiente, a la sociedad más amplia, enfocándose más a favor de los accionistas. Se va difundiendo cada vez más la convicción según la cual la gestión de la empresa no puede tener en cuenta únicamente el interés de los propietarios sino también el de todos los otros sujetos que contribuyen a la vida de la empresa.
Se ha notado el crecimiento de una clase cosmopolita manager, que en la mayoría de los casos responde solo a las pretensiones de los accionistas. Pero existen muchos managers que se percatan cada vez más de los profundos lazos de su empresa con el territorio en que desarrolla su actividad.
Pablo VI invitaba a valorar el daño que la transferencia de capitales al extranjero, por puro provecho personal, ocasiona a la propia nación. Juan Pablo II advertía que invertir tiene siempre un significado moral, además de económico. Esta doctrina mantiene hoy su validez aunque se piense que invertir solo es un hecho técnico y no humano ni ético. Se ha de evitar que el empleo de recursos financieros esté motivado por la especulación y ceda a la tentación de buscar únicamente un beneficio inmediato. La deslocalización puede hacer el bien, ya que lleva consigo inversiones y formación, en la población del país que la recibe. No es lícito deslocalizar solo para aprovechar condiciones favorables o para explotar sin aportar a la sociedad local una verdadera contribución a un sólido sistema productivo y social.

Durango, Dgo. 18 de octubre del 2009.

+ Héctor González Martínez
Arz. de Durango

LA CARIDAD EN LA VERDAD XIII

La lógica mercantil no es suficiente para resolver todos los problemas sociales de la actividad económica, debe estar ordenada a la consecución del bien común, éste es responsabilidad de la comunidad política. Por tanto, separar la gestión económica de la acción política, es causa de graves desequilibrios.
La actividad económica no es antisocial, por esto el mercado no es el campo donde el más fuerte destruye o domine al más débil. La sociedad no debe protegerse del mercado. Cuando el mercado se orienta en sentido negativo, no es por sí mismo, sino por cierta ideología que lo guía hacia allá. Así, la economía y las finanzas pueden ser mal utilizadas cuando quien los gestiona lo hace de manera egoísta. Así se transforman medios de por si buenos en perniciosos. Esto lo produce la razón oscurecida del hombre, no el medio en cuanto tal.
Se pueden vivir relaciones auténticamente humanas de amistad y de sociabilidad, de solidaridad y de reciprocidad, dentro de la actividad económica, esto lo ha afirmado constantemente la Doctrina Social de la Iglesia. El sector económico no es ni éticamente neutro ni inhumano o antisocial por naturaleza. Es una actividad el hombre, y por esto, debe ser articulada e institucionalizada éticamente.
El gran desafío que tenemos es mostrar que no solo no se pueden olvidar o debilitar los principios tradicionales de la ética social, como la transparencia, la honestidad y la responsabilidad, sino que en las relaciones mercantiles el principio de gratuidad y la lógica del don, pueden y deben tener espacio en la actividad económica ordinaria. Es una exigencia del hombre en el momento actual, pero también es una exigencia de la caridad y de la verdad al mismo tiempo.
La Doctrina Social de la Iglesia ha sostenido que la justicia afecta a todas las fases de la actividad económica y tiene que ver con el hombre y sus derechos. Toda la actividad económica tiene consecuencias de carácter moral. Es necesario que en el mercado se dé cabida a actividades económicas de sujetos que optan libremente por ejercer su gestión movidos por principios distintos al del mero beneficio, sin renunciar por ello a producir valor económico. Muchas iniciativas de este tipo vienen son de grupos religiosos y laicos y demuestran que en verdad esto es posible.
En la globalización, la economía refleja modelos competitivos vinculados a culturas muy diversas entre si, esto lleva a que el comportamiento económico y empresarial que se desprende de ello, tiene en común el respeto de la justicia conmutativa. Sin dudad, para ello, es necesario el contrato para regular las relaciones de intercambio. Pero también necesita leyes justas y formas de redistribución guiadas por la política, además de obras caracterizadas por el espíritu del don.

Durango, Dgo. 11 de octubre del 2009.

+ Héctor González Martínez
Arz. de Durango

LA CARIDAD EN LA VERDAD XII

“Fraternidad, Desarrollo Económico y Sociedad Civil”.

La caridad en la verdad pone al hombre ante la sorprendente experiencia del don. La gratuidad está en la experiencia del hombre de muchas maneras pero no la percibe. El ser humano está hecho para el don que desarrolla su dimensión trascendente. El hombre moderno cae en el error de considerar que él es el único autor de sí mismo, de su vida y de la sociedad, esto es fruto del egoísmo que procede del pecado de los orígenes. No hay que olvidar el pecado original, ni siquiera en la interpretación de los fenómenos sociales y en la construcción de la sociedad. “Ignorar que el hombre posee una naturaleza herida, inclinada al mal, da lugar a graves errores en el dominio de la educación, de la política, de la acción social y en la construcción de la sociedad”. Creerse autosuficiente y capaz de eliminar por sí mismo el mal de la historia, ha inducido al hombre a confundir felicidad y la salvación con formas inmanentes de bienestar material y de actuación social. En la economía se manifiestan los efectos perniciosos del pecado, cuando exige autonomía y no estar sujeta a injerencias de tipo moral, esto ha llevado a abusar de los instrumentos económicos y a veces de manera destructiva. Todo esto ha desembocado en sistemas económicos, sociales y políticos que han tiranizado la libertad de la persona y de los organismos sociales. De esta forma se elimina de la historia la esperanza cristiana, no hay que olvidar que es un poderoso recurso social al servicio del desarrollo humano integral, en la libertad y en la justicia. La esperanza sostiene la razón y le da fuerza para orientar la voluntad, la fe la suscita. La caridad en la verdad se nutre de ella y la manifiesta. La verdad, que como la caridad es don, nos supera. Nuestra propia verdad, nuestra conciencia personal, nos han sido dadas. La verdad no es producida por nosotros, se encuentra, se recibe.
Como don, al caridad en la verdad es una fuerza que funda la comunidad, unifica a los hombres. Nunca podrá ser organizada solo por las solas fuerzas del hombre. La unidad del género humano, la comunión fraterna, nace de la Palabra de Dios-Amor que nos convoca. El desarrollo económico, social y político, si quiere ser auténticamente humano, necesita dar espacio al principio de gratuidad como expresión de la fraternidad.
Cuando en la sociedad exista confianza recíproca, el mercado será: “la institución económica que permite el encuentro entre las personas, como agentes económicos que utilizan el contrato como norma de sus relaciones y que intercambian bienes y servicios de consumo para satisfacer sus necesidades y deseos”. Pero debe estar sujeto a los principios de la justicia conmutativa, que regula la relación entre dar y recibir entre iguales. La Iglesia en su Doctrina Social ha subrayado siempre la importancia de la justicia distributiva y de la justicia social para la economía de mercado; si el mercado se rige únicamente por el principio de equivalencia del valor de los bienes que se intercambian, no llega a producir la cohesión social que necesita para su buen funcionamiento. Sin formas internas de solidaridad y de confianza recíproca, el mercado no puede cumplir plenamente su propia función económica. Hoy la pérdida de confianza es grave.
Pablo VI afirmó que el sistema económico se habría aventajado con la práctica generalizada de la justicia, ya que los primeros beneficiados del desarrollo de los países pobres hubieran sido los países ricos. No fue así. Es equivocada la visión de quienes piensan que la economía de mercado tiene necesidad estructural de una cuota de pobreza y de subdesarrollo para funcionar mejor.

Durango, Dgo. 04 de octubre del 2009.

+ Héctor González Martínez
Arz. de Durango

LA CARIDAD EN LA VERDAD XI

31-33.- La Doctrina Social de la Iglesia (DSI) puede desempeñar una función extraordinaria en lo que se refiere la búsqueda de una interdisciplinariedad de las distintas ciencias, la fe, la teología, la metafísica, y colaborar eficazmente al desarrollo humano integral. Una de las causas del subdesarrollo es una falta de sabiduría, de reflexión, de pensamiento capaz de elaborar una síntesis orientadora y requiere una clara visión de todos los aspectos económicos, sociales, culturales y espirituales, la DSI puede ejercer esta dimensión sapiencial. Cuando no hay diálogo, apertura entre las ciencias y la fe, dañan el desarrollo del saber y también el desarrollo de los pueblos. Ampliar nuestro concepto de razón y de su uso, para conseguir ponderar todos los términos de la cuestión del desarrollo y de la solución a los problemas socioeconómicos.
Las grandes novedades que hoy plantea el desarrollo de los pueblos exigen nuevas soluciones. Éstas deberán buscarse en el respeto de las leyes propias de cada cosa y a la luz de una visión integral de la persona humana. La justicia y la dignidad de la persona humana exigen detener las desigualdades y buscar como prioridad el acceso al trabajo por parte de todos. Cuando aumentan las desigualdades, es decir la pobreza relativa, se erosiona la cohesión social y tiene un impacto económico negativo, ya que se desgasta el capital social, es decir, las relaciones de confianza, fiabilidad y respeto de las normas, indispensables en toda convivencia civil.
Hay que recordar que rebajar la cultura a la dimensión tecnológica, a la larga obstaculiza el enriquecimiento y las dinámicas de colaboración. Se debe valorar las consecuencias que tienen sobre las personas las tendencias hacia una economía de corto plazo. Esto exige una nueva y más profunda reflexión sobre el sentido de la economía y sus fines. Hay que revisar el modelo de desarrollo, para corregir, sus disfunciones y desviaciones. Esto lo exige el estado de salud ecológica del planeta, lo requiere la crisis cultural y moral del hombre.
La crisis económico-financiera que se está produciendo ha revelado que el argumento de fondo de la Populorum Progressio siga siendo un problema actual y más profundo. Es cierto que ha habido crecimiento económico en algunas zonas del planeta, pero en otras partes sigue habiendo miseria. Algunas causas de esta problemática Pablo VI ya las habías señalado: altos aranceles aduaneros que impedían a los productos de los países pobres llegar a los mercados de los ricos; la valoración del proceso de descolonización que ha tenido un camino difícil, ya que han aparecido nuevas formas de colonialismo y dependencia en los países poderosos, y graves irresponsabilidades internas en los países que se han independizado.
La novedad principal ha sido el estallido de la interdependencia planetaria: globalización, que parcialmente Pablo VI ya lo había previsto. Ha sido sorprendente el alcance y su auge; surgió en los países económicamente desarrollados y ha implicado, por su naturaleza, a todas las economías; ha sido el motor principal para que regiones enteras superaran el subdesarrollo, ha sido una gran oportunidad. Pero sin la guía de la caridad en la verdad, este impulso planetario puede contribuir a crear riesgos de daños hasta ahora desconocidos y nuevas divisiones en la familia humana. La caridad en la verdad nos plantea un compromiso inédito y creativo: se trata de ensanchar la razón y hacerla capaz de conocer y orientar estas nuevas e imponentes dinámicas animándolas en la perspectiva de la civilización del amor, de la cual Dios ha puesto la semilla en cada pueblo y en cada cultura
Así terminamos el capítulo segundo que partió del análisis de la Populorum Progressio sobre la realidad del desarrollo humano, reconociendo la realidad actual y los retos y perspectivas que implica en nuestro tiempo el desarrollo humano desde la “caridad en la verdad”.
Durango, Dgo. 27 de septiembre del 2009. + Héctor González Martínez
Arz. de Durango

LA CARIDAD EN LA VERDAD X

28.- El respeto a la vida es otro tema que ha tomado mayor relieve y que tiene mucho que ver con el tema del desarrollo de los pueblos: la pobreza y el subdesarrollo están vinculados con las formas de cómo la vida se ve impedida de diversas formas. La pobreza provoca un alto índice de mortalidad; existen prácticas de control demográfico por parte los gobiernos que difunden la contracepción e imponen el aborto; en algunos países existen legislaciones contrarias a la vida y han condicionado la praxis y costumbres difundiendo una mentalidad antinatalista: organizaciones no gubernamentales difunden el aborto promoviendo en los países pobres la adopción de la práctica de la esterilización a mujeres sin su consentimiento; las ayudas al desarrollo se condicionan a determinadas políticas sanitarias que implican un fuerte control de la natalidad; es preocupante las legislaciones que aceptan la eutanasia y exigen reconocimiento jurídico.
La apertura a la vida está en el centro del verdadero desarrollo, si se pierde la sensibilidad personal y social para acoger la vida se marchitan otras formas de acogida para la vida social; forja las energías morales y capacita para la ayuda recíproca.
29.- También la negación del derecho a la libertad religiosa está ligada al desarrollo. Esto se manifiesta no solo en los conflictos y luchas que se producen por motivos religiosos; hoy se mata en el nombre sagrado de Dios; la violencia frena el desarrollo auténtico e impide la evolución de los pueblos hacia un bienestar socioeconómico y espiritual; un ejemplo de ello es el terrorismo de inspiración fundamentalista que causa dolor, devastación, muerte, bloquea el diálogo entre las naciones, desvía recursos de su empleo pacífico y civil, impide el ejercicio del derecho a la libertad de religión; la indiferencia religiosa y el ateísmo práctico de muchos países contrasta con las necesidades de desarrollo de los pueblos. Dios es el garante del verdadero desarrollo del hombre ya que funda su dignidad trascendente y alimenta su anhelo de ser más. Cuando el Estado promueve, enseña o impone formas de ateísmo práctico, priva a sus ciudadanos de la fuerza moral y espiritual indispensable para comprometerse en el desarrollo humano e integral.
30.- El desarrollo humano integral es complejo ya que sus múltiples elementos están correlacionados y exigen un esfuerzo para que los diferentes ámbitos del saber humano sean interactivos para promover el verdadero desarrollo. No es suficiente aplicar ciertas medidas socioeconómicas, se necesita una doctrina, así las diferentes disciplinas deben colaborar en una interdisciplinariedad ordenada. La caridad no excluye el saber, lo exige, lo promueve, lo anima desde dentro. El saber nunca es sólo obra de la inteligencia. Sin el saber, el hacer es ciego, el saber es estéril sin el amor. Así el que está animado de verdadera caridad es ingenioso para descubrir las causas de la miseria, combatirla y vencerla.
La caridad en la verdad exige conocer y entender la competencia de cada ámbito del saber. La caridad no es una añadidura o un apéndice de las diferentes disciplinas, dialoga con ellas desde el principio. Las exigencias del amor no contradicen las de la razón. El saber humano en insuficiente, las ciencias no podrán indicar por sí solas la vía hacia el desarrollo integral del hombre, existe el amor rico en inteligencia y la inteligencia llena de amor.

Durango, Dgo. 20 de septiembre del 2009.
+ Héctor González Martínez
Arz. de Durango

LA CARIDAD EN LA VERDAD IX

25.- En el plano social otros aspectos han cambiado y se manifiestan diferentes que en tiempos de Pablo VI, son: los sistemas de protección y previsión; el mercado aunque ha estimulado nuevas formas de competencia con el fin de atraer centros productivos de empresas extranjeras, ha adoptado medidas de fiscalización favorable a ellas y con pocos beneficios al mundo del trabajo; se ha reducido la red de seguridad social a cambio de buscar mayores ventajas competitivas en el mercado con grave peligro para los derechos de los trabajadores y dejarlos impotentes ante riesgos antiguos y nuevos debido a los recortes del gasto social; las organizaciones sindicales tienen mayores dificultades para su tarea de representación de los intereses de los trabajadores, también porque los gobiernos limitan las libertades sindicales o la capacidad de negociación de los mismos sindicatos.
La invitación de la Doctrina Social de la Iglesia a dar vida a las asociaciones de trabajadores para defender sus propios derechos ha de ser respetada, hoy mas que ayer, dando una respuesta pronta a la urgencia de establecer nuevas sinergias en el ámbito internacional y local; el fenómeno de la movilidad laboral ha sido importante porque estimula la producción de nueva riqueza y el intercambio entre culturas diferentes, sin embargo cuando hay incertidumbre sobre las condiciones de trabajo y la desregulación se hace endémica, surgen otros problemas, se producen situaciones de deterioro humano y de desperdicio social. Quisiera recordar a todos, en especial a los gobernantes que el primer capital que se ha de salvaguardar y valorar es el hombre, la persona en su integridad: “pues el hombre es el autor, el centro y el fin de toda la vida económico-social”.
26.- Actualmente en el plano cultural, las posibilidades de interacción entre las culturas, ha aumentado dando nuevas perspectivas de dialogo intercultural. Pero la progresiva mercantilización de los intercambios culturales implica un doble riesgo: a un eclecticismo cultural donde se piensa en las culturas como superpuestas unas a otras, sustancialmente equivalentes e intercambiables, lo que conduce a un relativismo; el otro peligro es el de rebajar la cultura y homologar los comportamientos y estilos de vida, así se pierde el sentido profundo de la cultura de una nación, de las tradiciones de los pueblos. Una y otra cosa puede terminar por reducir al hombre a mero dato cultural, cuando esto ocurre, la humanidad corre nuevos riesgos de sometimiento y manipulación.
27.- Otra amenaza importante en muchos países pobres es la extrema inseguridad de vida a causa de la falta de alimentación. Dar de comer a los hambrientos es un imperativo ético para la iglesia universal, que responde a las enseñanzas de su fundador sobre la solidaridad y el compartir. El hambre se debe a la falta de un sistema de instituciones económicas capaces de asegurar que se tenga acceso al agua y a la comida de manera regular y adecuada desde el punto de vista nutricional. El problema de la inseguridad alimentaria debe ser planteado en perspectiva de largo plazo promoviendo el desarrollo agrícola de los países pobres mediante inversiones en infraestructuras rurales, sistemas de riego, transportes, organización de los mercados, formación y difusión de técnicas agrícolas apropiadas, etc. No se debe descuidar una adecuada reforma agraria. Es necesario que madure una conciencia solidaria que considere la alimentación y el acceso al agua como derechos universales de todos los seres humanos, sin distinciones ni discriminaciones. La vía solidaria hacia el desarrollo de los países pobres puede ser un proyecto de solución de la crisis global actual, apoyando a los países pobres mediante planes de financiación inspirados en la solidaridad.
Durango, Dgo. 13 de septiembre del 2009.

+ Héctor González Martínez
Arz. de Durango

LA CARIDAD EN LA VERDAD VIII

22.- El cuadro del desarrollo se despliega en múltiples ámbitos: son variados los actores y las causas; las culpas y los méritos son muchos y diferentes. Algo que con frecuencia ha simplificado de manera artificiosa la realidad y limita ver la realidad social y humana de manera objetiva son las ideologías, es tiempo de liberarse de ellas. Juan Pablo II señaló esta realidad tan diferente y compleja hoy: la riqueza mundial crece, pero aumentan las desigualdades; en los países ricos nuevas categorías sociales se empobrecen y nacen nuevas pobrezas; en las zonas más pobres es grave el contraste de algunos que gozan de un superdesarrollo derrochador y consumista con la miseria deshumanizadora de la mayoría. Entre ricos y pobres existe la corrupción e ilegalidad; falta de respeto de los derechos humanos de los trabajadores; las ayudas internacionales se desvían con frecuencia de su finalidad. En el ámbito de las causas inmateriales o culturales del desarrollo también existe excesiva protección de los conocimientos de parte de los países ricos; el derecho a la propiedad intelectual es excesiva, lo mismo en el campo sanitario; existen modelos culturales y normas de comportamiento que frenan el proceso de desarrollo sobre todo en los países pobres.
23.- No basta progresar solo desde el punto de vista económico y tecnológico. El desarrollo necesita ser ante todo auténtico e integral. Varios países han entrado a formar parte del grupo de las grandes potencias, aún en ellos, el salir del mismo atraso económico no soluciona la problemática compleja del hombre, menos aún en los países pobres, los cuales sufren las consecuencias negativas de un crecimiento marcado por desviaciones y desequilibrios.
El derrumbe de los sistemas comunistas de Europa Oriental y el fin de los llamados “bloques contrapuestos”, hubiera sido el punto del inicio del replanteamiento total del desarrollo. Juan Pablo II señaló que la existencia de estos bloques era una de las principales causas del subdesarrollo. También pidió que el fin de los bloques se correspondiera con un nuevo modo de proyectar globalmente el desarrollo. Esto ha ocurrido solo en parte y sigue siendo un deber llevarlo a cabo.
24.- El mundo que Pablo VI tenía ante sí, estaba aún mucho menos integrado que el actual, por esto la Populorum Progressio asignó un papel central, aunque no exclusivo a los poderes públicos. Hoy el Estado enfrenta las limitaciones que el nuevo contexto económico-comercial y financiero internacional le impone. Este nuevo contexto ha modificado el poder político de los estados. Dentro de la crisis económica actual los poderes públicos se limitan casi a corregir errores y disfunciones. Ante esto, se necesita una renovada valoración del papel y del poder del Estado. Hay que revalorizar y reexaminar el Estado de manera que sean capaces de afrontar los desafíos del mundo actual.
Es necesario fortalecer la actuación en la política nacional e internacional nuevas formas de participación ciudadana, esta se da a través de la actuación de las organizaciones de la sociedad civil. Es necesaria una mayor atención y participación en la res publica por parte de los ciudadanos. Con un papel mejor ponderado de los poderes públicos, es previsible que se fortalezca esta participación ciudadana.

Durango, Dgo. 6 de septiembre del 2009.
+ Héctor González Martínez
Arz. de Durango

LA CARIDAD EN LA VERDAD VII

19.- En la “Populorum Progressio”, se señaló que las causas del subdesarrollo no son principalmente de orden material, se deben buscar en otras dimensiones del hombre: en la voluntad, en el pensamiento; pero existe una causa más importante del subdesarrollo: la falta de fraternidad entre los hombres y entre los pueblos. ¿Alguna vez se podrá lograr esta fraternidad? La sociedad globalizada, nos hacer más cercanos, pero no más hermanos. La razón, por sí sola, es capaz de aceptar la igualdad entre los hombres y de establecer una convivencia cívica entre ellos, pero no consigue fundar la hermandad. Esta nace de una vocación trascendente de Dios Padre y que nos ha enseñado mediante el Hijo lo que es la caridad fraterna. La visión del desarrollo comporta que su centro sea la caridad, y en el proceso de desarrollo del hombre, está en lo más alto, la unidad de la caridad de Cristo, que nos llama a todos a participar, como hijos, en la vida del Dios vivo….
20.- Estas perspectivas siguen siendo fundamentales para dar vida y orientación a nuestro compromiso por el desarrollo de los pueblos. Es urgente llevar a cabo las reformas y actuar con valor y sin demora. Esta urgencia viene impuesta también por la caridad en la verdad. Es la caridad de Cristo la que nos impulsa “Charitas Chriti urget nos”, a alcanzar una auténtica fraternidad, solo con ella se podrán cambiar los procesos económicos y sociales actuales hacia metas plenamente humanas.
Capítulo Segundo
El Desarrollo Humano en nuestro tiempo
21.- Pablo Vi tenía una visión articulada del desarrollo: ante todo el objetivo era de los pueblos salieran del hambre, la miseria, las enfermedades endémicas y el analfabetismo. En lo económico: participación actica y condiciones de igualdad en el proceso económico; lo social: evolución hacia sociedades solidarias y buen nivel de formación; lo político: consolidación de regímenes democráticos capaces de asegurar libertad y paz. Hasta que punto se han cumplido las expectativas de Pablo VI? En las últimas décadas se ha adoptado un modelo de desarrollo meramente económico. Es verdad que éste, ha sido y sigue siendo un factor apositivo que ha sacado de la miseria a miles de millones de personas y países. Pero también hay que reconocer que ha estado y está aún, aquejado por desviaciones y problemas dramáticos, la crisis actual lo ha puesto aún mas de manifiesto.
Esta crisis nos pone ante decisiones importantes que afectan mas el destino mismo del hombre: decisiones sobre la misma naturaleza del hombre; la técnica; las interrelaciones planetarias; la actividad financiera mal utilizada, especulativa; los flujos migratorios; la explotación sin reglas de los recursos de la tierra; nos inducen a reflexionar sobre las medidas necesarias para solucionar problemas nuevos, diferentes a los que afrontó el papa Pablo VI; estos, tienen un efecto decisivo para el bien presente y futuro de la humanidad; los aspectos de la crisis y sus soluciones están interrelacionados, requieren además nuevos esfuerzos de comprensión unitaria y una nueva síntesis humanística. Nos preocupa la complejidad y gravedad de la situación económica actual; hemos de asumir con realismo, confianza y esperanza las nuevas responsabilidades que nos reclama la situación de un mundo que necesita una profunda renovación cultural y el descubrimiento de valores de fondo sobre los cuales construir un futuro mejor. Revisar nuestro camino, darnos nuevas reglas, encontrar nuevas formas de compromiso, apoyarnos en experiencias positivas; ocasión de discernir y proyectar de un modo nuevo; a esto nos obliga la crisis económica actual.

Durango, Dgo. 30 de agosto del 2009.

Héctor González Martínez
Arz. de Durango

LA CARIDAD EN LA VERDAD VI

14.- La técnica considerada en sí misma, es ambivalente: de un lado, hay quien confía completamente a ella el proceso de desarrollo; por otro lado surgen ideologías que niegan del todo la utilidad del desarrollo, como completamente inhumano y que sólo comporta degradación. La idea de un mundo sin desarrollo significa desconfianza en el hombre y en Dios; y es un grave error despreciar las capacidades humanas de controlar las desviaciones del desarrollo o ignorar que el hombre tiende constitutivamente a ser más.
También considerar ideológicamente como absoluto el progreso técnico y soñar con la utopía de una humanidad que retorna a su estado de naturaleza originario, son dos modos opuestos de eximir al progreso de su valoración moral y de nuestra responsabilidad.
16.- En el fondo pues. Pablo VI ha querido decirnos que ,en su fuente y en su esencia, el progreso es una vocación. Decir que el desarrollo es vocación nuestra, equivale a aceptar que el progreso nace de una llamada trascendente y que por otra parte, es incapaz de darse significado por si mismo.
La palabra vocación aparece de nuevo en otra parte de la Encíclica, afirmando: no hay, pues, más que un humanismo verdadero, que se abre al Absoluto en el reconocimiento de una vocación que da la idea verdadera de la vida humana.
Esta visión del progreso es el corazón de la Populorum Progressio y motiva las reflexiones de Pablo VI sobre la libertad, la verdad, y la caridad en el desarrollo. Es también la razón principal por lo que aquella enseñanza es todavía actual en nuestros días.
17.- La vocación es una llamada que requiere una respuesta libre y responsable; por lo que el desarrollo humano integral supone la libertad responsable de la persona y de los pueblos; en consecuencia, ninguna estructura puede garantizar dicho desarrollo desde fuera y por encima de la responsabilidad humana
Loa dinamismos prometedores, llenos de ilusiones, creyendo tenerlo todo a disposición, basan sus propuestas negando la dimensión trascendente del desarrollo Esta falsa seguridad se convierte en debilidad, porque comporta el sometimiento del hombre, reducido a un medio para el desarrollo; mientras que la humildad de quien acoge una vocación se transforma en verdadera autonomía, porque hace libre a la persona.
Pablo VI no tiene duda de que hay obstáculos y condicionamientos que frenan el desarrollo, pero tiene la certeza de que, cualesquiera que sean los influjos que se sufran,
Cada uno permanece el artífice principal de su éxito o de su fracaso.
Esta libertad se refiere al desarrollo que tenemos ante nosotros y también ante las situaciones de subdesarrollo, que dependen de responsabilidad humana. Por eso, hoy los pueblos hambrientos interpelan, con acento dramático, a los pueblos opulentos También esto es vocación, en cuanto llamada de hombres libres a hombres libres para asumir una responsabilidad común.
18.- El desarrollo humano integral como vocación, además de la libertad, exige que se respete la verdad, El auténtico desarrollo debe afirmar y justificar el valor incondicional de la persona humana y el sentido de su crecimiento; buscar la promoción de todos los hombres y de todo el hombre. El Evangelio es un elemento fundamental del desarrollo. Porque Dios pronunció el sí más grande al hombre, el hombre ha de abrirse a la vocación divina, para realizar el propio desarrollo; requiere autentificación en un humanismo trascendental: el desarrollo humano integral se mueve en los niveles natural y sobrenatural.

Durango, Dgo. 23 de agosto del 2009.

Héctor González Martínez
Arz. de Durango