¡Feliz Pascua!
Es común que en Navidad nos felicitemos de varias maneras, un saludo, un abrazo, una tarjeta, un regalo, una cena, etc. En cambio, no es tan divulgado el uso de felicitarnos por la Pascua de Resurrección.
Y, sin embargo, el Misterio Pascual es el Misterio central del Cristianismo. La segunda parte del Catecismo de la Iglesia Católica, se intitula: la “Celebración de los misterios Cristianos”; y estos Misterios que celebramos en la Liturgia, son los mismos que profesamos en el Credo, a saber: Santísima Trinidad, Misterio Pascual e Iglesia.
Cada religión tiene elementos distintivos y característicos. El Pueblo elegido en el Antiguo Testamento, por la comida de un cordero sin mancha acompañado de hierbas amargas y rociando su sangre en los dinteles de las casas, tuvo la experiencia de Dios Salvador en la Pascua judía, como paso de la mano de Dios castigando con la muerte a todo primogénito de los egipcios, dejando vivos a los hijos de los hebreos. A ello se le llama Pascua, es decir paso de la muerte para los primogénitos de los egipcios, o salto, como pasando de largo sobre las casas de los hebreos, dejando con vida a sus primogénitos. Ello trajo una liberación política y social, saliendo Israel de la esclavitud en Egipto.
Ello dio pie a la conmemoración anual en una cena el 14-15 del mes de Nisán, en que cada familia comía un cordero de un año mezclado con hierbas amargas en recuerdo de la esclavitud en Egipto. La memoria histórica de Israel celebra estos hechos hasta el presente, cada sábado, pero sobre todo anualmente.
En el marco de esa cena, Jesucristo instituyó una nueva Pascua, ya no por el derramamiento de la sangre de animales, sino en su propia persona por el Misterio Pascual de Pasión, Muerte y Resurrección; elevó la conmemoración y transformó la Pascua antigua por la entrega de Sí mismo como nuevo Cordero, instaurando una nueva y más perfecta liberación. Esta nueva liberación pascual no sólo tiene alcance político-social; tiene además poder transformador para romper las ataduras internas del egoísmo y del pecado que se adueñan del corazón humano y que son las raíces del mal personal y social..
Para el Cristianismo pues, el Misterio Pascual es el Misterio central. Nuestra Pascua nos trae un liberación integral que abarca lo personal y lo comunitario, lo interior y lo exterior, lo individual y lo social, lo temporal y lo espiritual, las potencias, pasiones e inclinaciones humanas.
De manera que, si los israelitas tienen aún clara conciencia de la obra liberadora de Dios por Moisés en el Antiguo Testamento, cuanta más clara conciencia hemos de tener los cristianos por nuestra Pascua en Cristo. Si fue admirable la intervención de Dios en la pascua judía, más admirable es la obra de la pascua en la Nueva Alianza.
La Pascua pues, es Misterio de Cristo y del Cristianismo, es Misterio central de la religión católica y de cada bautizado; a el fuimos injertados por los Sacramentos de la Iniciación Cristiana; en el vivimos, el es nuestra energía espiritual para hacer el bien y evitar el mal cada día; a el nos reintegramos por el Sacramento de la Penitencia, al experimentar la victoria pascual venciendo toda clase de pasiones y tentaciones, al superar las obras de la carne y vivir en el Espiritu.
Es pues justo y necesario que celebremos y hagamos fiesta por nuestra liberación pascual. Así, con sano regocijo, felicito a todos diciéndoles: ¡Feliz Pascua de Resurrección!
Durango, Dgo. 23 de marzo del 2008.
Héctor González Martínez
Arz. de Durango
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