Procesión en Gómez Palacio

1.- Saludos.
Saludo con mucho afecto a los Presbíteros, las Religiosas y los laicos de los Decanatos Regina Coeli y S. Juan Ma. Vianney de esta noble y cristiana Ciudad de Gómez Palacio.
Saludo a todos ustedes que se han congregado religiosa y eclesialmente para peregrinar por la calle, recordando que cuando Dios contemplo la naturaleza obra de sus manos, dijo que era buena; y cuando contempló a los primeros padres dijo que era muy buena.

2.- Primera lectura.
Estando en el Año Santo por el 2000 aniversario del nacimiento de S. Pablo, les invito a meditar en la primera lectura de hoy tomada de su segunda carta a los Corintios.
Ante la grandeza del ministerio que se le confió, S. Pablo no pierde el ánimo, ni se deja vencer por el cansancio o cualquier otra dificultad y reconoce humildemente: “llevamos este tesoro en vasijas de barro, para que se vea que esta fuerza tan extraordinaria proviene de Dios y no de nosotros mismos”. S. Pablo pone de manifiesto, que el tesoro del ministerio apostólico, descansa en él, débil y pobre instrumento, para que, sobre la debilidad personal, resplandezca el poder, la gloria y la santidad de Dios. Por eso sufrimos toda clase de pruebas, pero no nos angustiamos; nos abruman las preocupaciones, pero no nos desesperamos; nos vemos perseguidos, pero no desamparados; derribados, pero no vencidos. A nosotros pequeños y modestos agentes actuales de evangelización, tampoco nos doblega toda clase de contrariedades de la inseguridad y de la violencia actuales; porque mantenemos en alto nuestra fe en Cristo Jesús; esta es nuestra fuerza y nuestra arma, pues confiamos con seguridad que nuestro Dios es grande, poderoso y santo.
Continúa S. Pablo: “llevamos siempre y por todas partes la muerte de Cristo en nuestro cuerpo, para que en este mismo cuerpo se manifieste también la vida de Jesús. Nuestra vida es un estar expuestos a la muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal”. La vida del Apóstol como la vida de Cristo en la tierra, tiene una doble faceta: una primera faceta de muerte continua, por la que todo apóstol, incluyéndonos nosotros, contribuye a la realización de la muerte redentora de Cristo entre los hombres; otra faceta de éxitos religiosos, espirituales y pastorales que ponen de manifiesto la eficacia de la redención, y como consecuencia, la difusión de la gracia entre los justificados, que ya esperan la gloria futura. El peligro de la muerte física, sea a manos de sus enemigos o a causa de los afanes del ministerio, afecta al Apóstol o a ti que te entregas al ministerio a favor de los prójimos, para que la vida de Cristo sea una realidad en ellos; sea más fuerte esta confianza, que el miedo a las armas de los violentos.
Dice aún S. Pablo: “y como poseemos el mismo espíritu de fe, que se expresa en aquel texto de la Escritura: ‘creo, por eso hablo’, también nosotros creemos y por eso hablamos, sabiendo que aquel que resucitó a Jesús, nos resucitará también a nosotros con Jesús y nos colocará a su lado con ustedes. Y todo esto es para bien de ustedes de manera que, al extenderse la gracia a más y más personas, se multiplique la acción de gracias para gloria de Dios”. S. Pablo dice todo esto, no excluyendo nada de lo que ha hecho o sufrido como Apóstol; todo ello, inmediatamente busca la salvación de los que tienen fe, pero última y principalmente busca la gloria de Dios. Así debemos entender y entendernos en lo que hemos hecho en esta tarde frente a los estragos del narcotráfico.
3.- Algunas clases de drogas y algunos efectos.
Incluyo así el motivo que nos ha congregado en esta tarde. Droga es toda sustancia química introducida en un organismo vivo, capaz de alterar o modificar una o varias funciones psíquicas o motrices del funcionamiento del ser vivo. Hay muchas clases de drogas; inserto aquí un esquema sencillo pero suficiente para motivarles a no descuidar este renglón social: pecado grave contra uno mismo, contra el prójimo y contra Dios.
Según se originan, hay drogas vegetales, animales y minerales, sintéticas y semisintéticas. Por su situación jurídica son legales e ilegales. Por su uso, son folklóricas, terapéuticas, sociales o de abuso. Por sus efectos, son estimulantes, depresivas, anestésicas o alucinógenas.
Sustancias depresoras del sistema nervioso central, como el alcohol, la heroína, la morfina, los inhalantes y la marihuana inhiben el funcionamiento del sistema nervioso central produciendo relajación, sedación, somnolencia, sueño, analgesia o coma.
Sustancias estimulantes del sistema nervioso central como la cocaína, la nicotina, la cafeína y las anfetaminas producen una activación general del sistema nervioso central, dando lugar a un incremento de las funciones corporales.
Sustancias alucinógenas o perturbadoras, como el LSD, el peyote y las drogas sintéticas producen un estado de conciencia alterado, deforman la percepción y evocan imágenes sensoriales sin entrada sensorial.
También se usa distinguir drogas duras, altamente adictivas y con serios daños a la salud, como la cocaína, la morfina, la heroína, el alcohol y las anfetaminas; y drogas blandas que no presentan un cuadro grave de comportamiento social desadaptado.
Especifico luego los efectos de algunas drogas más comunes. La planta del tabaco tiene varias especies; pero está entre las drogas que produce más muertes en el mundo. La nicotina desencadena una serie de trastornos en todos los mecanismos del organismo y fundamentalmente en el área cardiocirculatoria. El conjunto de sus efectos puede culminar en tensión cardiaca irreversible, infarto al miocardio o muerte súbita.
La cafeína, la teofilina y la teobromina son principios activos de las hojas de te, semilla de café, nuez de cola, hierba mate, cacao, etc. Síntomas inmediatos son: mareos, vómitos, sed, temblores, excitación, aumento del ritmo cardiaco y aumento de la eliminación de orina. Síntomas graves por abuso: trastornos gástricos con acidez y ardor, estados nerviosos caracterizados por insomnio y excitabilidad.
El alcohol, adicción entre las principales causas de muerte en el mundo, es un depresor tranquilizante de acción intermedia de características especiales. Sus calorías carecen de vitaminas, minerales o proteínas alimenticias. El gran volumen a consumir para obtener su efecto, lo hacen muy tóxico para hígado, páncreas, corazón y cerebro. Dosis altas producen desinhibición, disminución del nivel de la conciencia, pérdida de la coordinación y manifestación de emociones normalmente reprimidas.
La marihuana, se obtiene de las flores y hojas jóvenes de la planta femenina de la cannabis sativa, hierba de la familia del cáñamo que se produce sin necesidad de un cultivo especial; su resina contiene los 421 ingredientes activos de la planta, especialmente el tetrahidrocannabinol, que puede ser retenido en el organismo hasta por cuarenta y cinco días después de su consumo, localizándose en el hígado, pulmones y testículos. Además de muchos otros efectos, afecta al ritmo cardiaco y la presión sanguínea; congestiona la conjuntiva y altera el desempeño psicomotor.
Inhalantes, son productos que comúnmente se encuentran en casa y en el trabajo, como aerosoles de pinturas pulverizadas, pegamentos y líquidos de limpieza, que contienen sustancias que se pueden inhalar. Los niños, los adolescentes y los jóvenes tienen mayor probabilidad de abusar de estas sustancias pues fácilmente los pueden obtener. Entre otros efectos están mareos, somnolencia, pérdida del equilibrio, falta de coordinación, embriaguez, temblores, falta de concentración y de memoria, lentitud de movimientos, lenguaje lento e incoherente.

4.- Pecados connexos.
Junto a estos efectos y pecados, se anexan otros pecados como la avaricia de los narcotraficantes por enriquecerse rápida e ilícitamente. Luego de profanar la tierra plantando estupefacientes, viene el afán de acaparar rápidamente riqueza, dinero en dólares, inmuebles, vehículos último modelo y armas de alto poder.
Todos estamos moralmente obligados a construir la paz social. Es pues, un pecado contra la moral social provocar la inseguridad pública y la violencia con ataques directos a personas concretas o alterando el orden con fintas, escaramuzas, correos electrónicos, balaceras y ejecuciones. Nadie tiene derecho a quitar la vida a otra personas creada a imagen y semejanza de Dios y por tanto con dignidad personal, irrepetible e irrenunciable.
También es pecado, mirar a Durango como tierra de nadie que cualquiera puede apropiarse. Durango no es tierra de nadie o disponible para quien lo quiera tomar.

5.- Consideración iluminativa.
El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que “la vida y la salud física son bienes preciosos confiados por Dios” (2288) a cada uno. “Debemos cuidar de ellos racionalmente teniendo en cuenta las necesidades de los demás y el bien común… La virtud de la templanza conduce a evitar toda clase de excesos, el abuso de la comida, del alcohol, del tabaco y de las medicinas.… El uso de la droga inflige muy graves daños a la salud y a la vida humana; fuera de los casos en que se recurre a ella por prescripciones estrictamente terapéuticas, es una falta grave” (2290-2291).
Una explicación básica aquí insinuada de su inmoralidad es la estimulación o exitación artificial de las facultades físicas o mentales de la persona para actuar con poder sobrehumano. De ahí que el narcotráfico es un comercio inmoral de drogas en pequeña o en grande escalas, porque enferma y destruye la persona, la familia y la sociedad; los narcotraficantes, en pequeño y en grande, están invadiendo el territorio durangueño y apoderándose de el, como nuevos colonizadores, enfermando el ambiente social.
Ofrecemos perdón a los actores de tanta inseguridad y de tanta violencia; también rogamos que Dios les perdone; pero se requiere que los actores del narcotráfico, del narcomenudeo, de la inseguridad y de la violencia, se arrepientan y cambien de vida. Dios, que es compasivo y misericordioso, no quiere la muerte del pecador, sino que convierta y viva; Dios perdona siempre; pero el perdón no elimina la justicia y por tanto, evitando la impunidad, las autoridades pueden y deben investigar y juzgar los hechos y promover lo que corresponda a cada quien.

6.- Desafío al testimonio cristiano.
Nos hemos congregado muchos en encuentro eclesial y hemos realizado una procesión religiosa de desagravio a Dios por los pecados públicos que otros y nosotros mismos cometemos; procesión de testimonio cristiano, contra el cáncer del mundo que se instala más y más en los ambientes sofocando la respiración social; procesión pública por la calle, porque el narcomenudeo se apodera de los espacios públicos; procesión pacífica contra la inseguridad y la violencia, oponiendo la oración, el silencio y la intercesión a la prepotencia de las armas.
Pero la manifestación de nuestro testimonio cristiano no termina aquí, apenas comienza. Por muchos años nos hemos quedado sorprendidos, pasmados y callados ante la aparición y el desarrollo del narcotráfico y recientemente del consumo interno o local de hombres y mujeres, de adolescentes y jóvenes, de trabajadores y desempleados. Esas actitudes de sorprendidos y pasmados no pueden seguir así.
Desde el año antepasado cantamos en nuestra Misión Arquidiocesana: “Jesucristo me dejó inquieto”, también “Iglesia bonita, semilla del Reino” y así mismo cantamos ahora “los hijos del trueno no tienen miedo” o “seremos testigos por todo el mundo”. Testigos en el hogar y en la familia, en la escuela, en la Iglesia y en la vida pública; testigos educando, formando y corrigiendo; testigos evitando o controlando salidas a antros y discoteques.

7.- En la fiesta del Apóstol Santiago.
Hoy, fiesta litúrgica del Apóstol Santiago, la antífona de entrada a nuestra Eucaristía dice: “caminando Jesús por la ribera del mar de Galilea, vio a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que estaban remendando las redes, y los llamó” (Mt 4, 18.21). Este texto inspira un hermoso canto que entonamos en nuestra Misión Arquidiocesana: “en el lago trabajaban con la barca, Santiago y Juan; en el lago meditaban sus palabras, testigo el mar; Él le hablaba de madrugada, les animaba y al viento gritó: seréis mis testigos por todo el mundo; seréis mis testigos por todo el mundo”.
Santiago a quien veneramos hoy, era hermano de Juan Apóstol y Evangelista. Los dos, eran pescadores en el lago de Genesaret y discípulos de Juan Bautista. Apodados “los hijos del trueno”, junto con S. Pedro fueron testigos de la transfiguración y de la agonía del Señor. ¿Quiénes han de ser los “hijos del trueno”, ahora, en las circunstancias que atravesamos? Todos nosotros; y si aún tenemos miedo recordemos que el Espíritu Santo quitó el miedo a los Apóstoles encerrados en el Cenáculo por miedo a los judíos; o cantemos: “los hijos del trueno no tienen miedo (2). A tu lado lucharemos, a tu lado venceremos: ¿podréis beber el cáliz que yo he de beber”? Y asumamos que después que Jesús educó a sus Apóstoles con su amistad, ellos y nosotros cantemos: “seremos testigos por todo el mundo (2). A tu lado viviremos, a tu lado venceremos. Seremos los testigos de la Redención”.
Y hoy, en la fiesta del Apóstol Santiago, la liturgia de la Iglesia ora y canta así: “Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que Santiago fuera el primero de entre los Apóstoles en derramar su sangre por el Evangelio, fortalece a tu Iglesia con el testimonio de su martirio y defiéndela con su valiosa protección”.
La procesión que realizamos tiene finalidad de dar testimonio cristiano, llamando la atención de la ciudadanía y de la feligresía, de que todos hemos de colaborar a sanear el ambiente que sorprendidos y callados respiramos.
Fervorosos, nos ponemos de pié para retroalimentarnos de optimismo y esperanza apocalíptica, cantando todo el canto “Seréis mis testigos”.
Gómez Palacio, Dgo. 25 de julio del 2008.
Héctor González Martínez
Arz. de Durango

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