LA CARIDAD EN LA VERDAD IV

Estamos todavía en la Introducción de la Encíclica de Benedicto XVI. El Sumo Pontífice expone su enseñanza en armonía y en dinamismo con la gran Tradición de la enseñanza social de la Iglesia, particularmente del Concilio Vaticano II y de Pablo VI.
La Encíclica Populorum Progressio de Pablo VI de 1967, recién terminado el Concilio Vaticano II, ilumina el desarrollo de los pueblos con el esplendor de la verdad y la luz de la caridad de Cristo. Afirma que el anuncio de Cristo es el primero y principal factor de desarrollo y deja la consigna de caminar por la vía del desarrollo con el ardor de la caridad y la sabiduría de la verdad. El amor de Dios, es lo que abre nuestra vida al don y hace posible esperar en su desarrollo de todo el hombre y de todos los hombres. En el tránsito de condiciones menos humanas a condiciones más humanas.
A más de cuarenta años de la Encíclica Populorum Progressio, y habiendo otras Encíclicas publicadas, Benedicto XVI hace honor a Pablo VI, considerando a Populorum Progressio como la Rerum Novarum de la época contemporánea que ilumina los tiempos.
El amor en la verdad es un gran desafío para la Iglesia en un mundo en progresiva y expansiva globalización. El riesgo es que la interdependencia de hecho entre los hombres y los pueblos no se corresponda con la interacción ética de la conciencia y el intelecto, de la que pueda resultar un desarrollo realmente humano. Solo con la caridad, iluminada por la luz de la razón y de la fe, es posible conseguir objetivos de desarrollo con un carácter más humano y humanizador.
El compartir los bienes y recursos, de lo que proviene el auténtico desarrollo, no se asegura sólo con el progreso técnico y con meras relaciones de conveniencia, sino con la fuerza del amor que vence el mal con el bien y abre la conciencia del ser humano a relaciones reciprocas de libertad y de responsabilidad.
La publicación de Populorum Progressio fue poco después de la conclusión del Concilio Vaticano II; la misma Encíclica lo resalta en los primeros párrafos. También Juan Pablo II lo resalta en Sollicitudo Rei Socialis. Igualmente Benedicto XVI resalta la importancia del Concilio para todo el magisterio posterior. El Concilio profundizó en lo que pertenece desde siempre a la verdad de la fe, es decir, que la Iglesia, estando al servicio de Dios, está al servicio del mundo en términos de amor y verdad.
Pablo VI, parte de aquí para decirnos, primero: “que toda la Iglesia, en todo su ser y obrar, cuando anuncia, celebra y actúa en la caridad, tiende a promover el desarrollo integral del hombre. Segundo nos dijo: que el auténtico desarrollo del hombre, concierne de manera unitaria a la totalidad de toda la persona en todas sus dimensiones. Sin la perspectiva de una vida eterna, el progreso humano en este mundo se queda sin aliento. Encerrado dentro de la historia, queda expuesto al riesgo de reducirse sólo al riesgo del tener; así la humanidad pierde la valentía de estar disponible para los bienes más altos, para las iniciativas grandes y desinteresadas que la caridad universal exige.
La doctrina social de la Iglesia ilumina con una luz que no cambia los problemas siempre nuevos que van surgiendo. La doctrina social está construida sobre el fundamento transmitido por los Apóstoles a los Padres de la Iglesia, acogido y profundizado después por los grandes Doctores cristianos.
Por todo esto, con la Populorum Progressio insertada en la gran corriente de la Tradición, puede Benedicto XVI hablarnos todavía hoy a nosotros.
Durango, Dgo. 9 de agosto del 2009. Héctor González Martínez
Arz. de Durango

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