LA CARIDAD EN LA VERDAD V
11.- A lo largo de la historia, se ha creído que la creación de instituciones basta para garantizar a la humanidad el ejercicio del derecho al desarrollo; como si las instituciones pudieran conseguir el objetivo deseado de manera matemática. Las instituciones no bastan por sí solas, porque el desarrollo humano integral es ante todo vocación, comporta que libre y solidariamente, se asuman responsabilidades por parte de todos.
Este desarrollo exige además una visión trascendente de la persona, necesita a Dios. Sin Él, o se niega el desarrollo, o se le deja únicamente en manos del hombre, que cede a la pretensión de la autosalvación y termina por promover un desarrollo deshumanizado.
Sólo el encuentro con Dios permite no “ver siempre en el prójimo solamente al otro, sino reconocer en él la imagen divina, llegando así a descubrir verdaderamente al otro y a madurar un amor que es ocuparse y preocuparse por el otro.
12.- No hay dos tipos de doctrina social, una preconciliar y otra postconciliar, diferentes entre sí, sino una única enseñanza coherente y al mismo tiempo siempre nuevo. Ante las características de cada Encíclica o de cada Papa, no perder de vista la coherencia de todo el conjunto doctrinal.
Pues la doctrina social de la Iglesia está construida sobre el fundamento transmitido por los Apóstoles a los Padres de la Iglesia, acogido y profundizado por los grandes Doctores cristianos.
Esta enseñanza se remite al nuevo Adán y al Espíritu que da vida, y que es principio de la caridad que no pasa nunca. Ha sido atestiguada por los Santos y por cuantos han dado la vida por Cristo en el campo de la justicia y de la paz. En ella se expresa la tarea profética de los Papas de guiar la Iglesia y de discernir las exigencias de la evangelización.
13.- Su enseñanza es de gran relevancia: la importancia imprescindible del Evangelio para la construcción de la sociedad en libertad y justicia, en la perspectiva ideal a histórica de una civilización animada por el amor. Entendió claramente que la cuestión social se había hecho mundial. Captó la relación entre el impulso hacia la unificación de la humanidad y el ideal cristiano de una única familia de los pueblos, solidaria en la común hermandad. Indicó en el desarrollo, humana y cristianamente entendido, el corazón del mensaje social cristiano y propuso la caridad cristiana como fuerza principal al servicio del desarrollo.
14.- En la Carta Octogesima Adveniens, Pablo VI trató el sentido de la política y el peligro que representan las visiones utópicas e ideológicas que comprometan su cualidad ética y humana. Lamentablemente, las ideologías negativas surgen siempre. Pablo VI puso en guardia sobre la tecnología tecnocrática, consciente del riesgo de confiar todo el éxito del desarrollo a la técnica.
16.- En la Populorum Progressio, Pablo VI dice ante todo, que el progreso en su fuente y en su esencia, es una vocación. Esto es lo que legitima la intervención de la Iglesia en la problemática del desarrollo. Si el desarrollo afectara sólo a los aspectos técnicos de la vida del hombre, y no al sentido de su caminar en la historia junto con sus otros hermanos, ni el descubrimiento de la meta de este camino, la Iglesia no tendría porqué hablar de el. La Iglesia siempre ha entendido que es deber propio de su ministerio proyectar la luz del Evangelio sobre las cuestiones sociales de los tiempos.
Durango, Dgo. 16 de agosto del 2009. Héctor González Martínez
Arz.de Durango
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