“Es el momento de un cambio de mentalidad efectivo, que nos lleve a adoptar nuevos estilos de vida”

El inicio del año 2010 hace surgir en nosotros una mirada sobre la historia con la fe en la presencia del Señor en ella misma. Por eso iniciamos el año invocando a Dios como “Señor”: como creador providente, como Padre de todos, “Que el Señor te bendiga y te proteja; que el Señor te mire con agrado y te muestre su bondad; que el Señor te mire con amor y te conceda la paz”. Pero también dirigimos la mirada a María, sierva de la Palabra y lugar maravilloso de la Encarnación del Hijo de Dios, que se nos ofrece como modelo para una actitud que los seguidores de su Hijo han de seguir a lo largo del año, es decir, una disposición a conservar en el corazón las maravillas que Dios nos revelará cada día de nuestra vida.
El tiempo humano es tiempo de salvación, como lo expresa el apóstol Pablo “el momento de la salvación es ahora”, hemos entrado en un tiempo que Dios nos ha dado, es el tiempo mejor y definitivo para restaurar la situación humana herida por el pecado. La salvación está en medio de nosotros, ha tomado nuestra condición de vida, para estar sujeto a la limitación humana, para liberarnos de ella y hacerse en todo semejante a nosotros para poder salvarnos.
Pero también al inicio del año la Iglesia nos invita a reflexionar sobre la Paz. Recibamos el mensaje del Papa Benedicto XVI en esta jornada: “si quieres promover la paz, protege la creación”. A causa de la crueldad del hombre con el hombre, hay muchas amenazas a la paz y al auténtico desarrollo humano integral: guerras, conflictos internacionales y regionales, atentados terroristas, violaciones de derechos humanos; en nuestro México no cesa la violencia, los secuestros, asesinatos, la pobreza, la impunidad, etc. Pero también debe preocuparnos los peligros causados por el descuido y el abuso que se hace de la tierra y de los bienes naturales que Dios nos ha dado.
Hoy la Iglesia nos llama la atención con energía sobre la relación entre el Creador, el ser humano y la creación. La crisis ecológica que hoy vivimos “está estrechamente vinculada al concepto mismo de desarrollo y se necesita hacer una revisión profunda y con visión de futuro del modelo de desarrollo, reflexionando además sobre el sentido de la economía y su finalidad para corregir sus disfunciones y distorsiones. Esto lo exige el estado de salud ecológica del planeta, y sobre todo lo requiere la crisis cultural y moral del hombre. La humanidad necesita una profunda renovación cultural; necesita redescubrir esos valores que constituyen el fundamento sólido sobre el cual construir un futuro mejor para todos”. La crisis que el mundo vive nos está obligando a replantear el camino común de los hombres, obligan a un modo de vivir caracterizado por la sobriedad y la solidaridad, con nuevas reglas y formas de compromiso.
Debemos partir del designio del Creador de que todo lo que existe le pertenece y lo ha confiado s los hombres, para ejercer un gobierno responsable sobre la creación, protegiéndola y cultivándola. El ser humano la ha explotado arbitrariamente y el resultado ha sido el deterioro ambiental. Los causantes han sido muchos gobernantes negligentes que no han sido responsables con el medio ambiente, dejándose llevar solo por intereses económicos, sin que existan proyectos políticos que protejan el medio ambiente. Somos testigos de cómo se han contaminado nuestros ríos desde hace muchos años, la ciudad de Durango está contaminada por la emisión de gases sin control, en un futuro no muy lejano vamos a tener serios problemas por el agua, los asentamientos humanos sin planeación ni control, etc.
Para llevarnos a una gestión del medio ambiente y para que los recursos sean sostenibles, estamos llamados a emplear la inteligencia en el campo de la investigación científica y tecnológica y en la aplicación de los descubrimientos en este campo. Necesitamos una “Solidaridad Global”, esencial para orientar el compromiso de cuidar la creación. Es necesario favorecer la investigación orientada hacia el modo más eficaz de aprovechar la potencialidad de la energía solar; se ha de explorar estrategias apropiadas de desarrollo rural centradas en los pequeños agricultores y sus familias; políticas para gestión de los bosques; para el tratamiento de los desperdicios; para contrarestar los cambios climáticos; la lucha contra la pobreza. Para superar la lógica del mero consumo se ha de buscar una auténtica solidaridad, inspirada en los valores de la caridad, la justicia y el bien común.
El deterioro ambiental cuestiona nuestros comportamientos, estilos de vida, modelos de consumo y producción dominantes, que ya son insostenibles. Ha llegado el momento de un cambio de mentalidad efectivo, que nos lleve a adoptar nuevos estilos de vida. Se ha de educar cada vez más para construir la paz a partir de toma de decisiones en el ámbito personal, familiar, comunitario y político. Es tiempo de que la sociedad civil, las organizaciones no gubernamentales y los medios de comunicación social, se sensibilicen y se formen en esta conciencia y se muevan con generosidad y determinación a favor de la ecología.
La responsabilidad de la Iglesia debe ejercerla en el ámbito público, defendiendo la tierra, el agua, el aire, dones de Dios y para proteger al hombre frente al peligro de la destrucción de sí mismo. “Cuando se respete la ecología humana en la sociedad, también la ecología ambiental se beneficia. No se puede pedir a los jóvenes que respeten el medio ambiente, si no se les ayuda en la familia y en la sociedad a respetarse a sí mismos. Los deberes respecto al ambiente se derivan de los deberes para con la persona, considerada en sí misma y en su relación con los demás”.
Para los cristianos proteger el entorno natural para construir un mundo de paz, es un deber irrenunciable y un desafío urgente que hemos de afrontar con renovado empeño.

Durango, Dgo. 03 de Enero del 2010. + Héctor González Martínez
Arz. de Durango

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