La violencia intrafamiliar favorece la violencia en la vida social

Existen algunos factores en la vida social que han influido en el crecimiento de la inseguridad y la violencia. La violencia social tiene muchas manifestaciones: hay violencia de grupos por razones políticas; en las relaciones laborales; la discriminación por cuestiones étnicas y también quienes sufren maltrato por su orientación sexual; en las escuelas; la que se da entre generaciones y entre las comunidades, etc. Para superar la violencia la sociedad necesita verse a sí misma.
La seguridad de las personas también corresponde a la sociedad. El principal responsable es el Estado, pero también la sociedad misma tiene responsabilidad, ésta debe ser asumida de manera proporcional, cada quien de acuerdo a su situación, a su posición y a sus capacidades. Los ciudadanos, quienes tienen derechos y que exigen respeto a los mismos, también tienen obligaciones que deben asumir. Una sociedad responsable requiere de condiciones para establecer en la sociedad relaciones de confianza.
Cuando no hay confianza en la vida social, los grupos se mueven por intereses privados y las situaciones que les afectan se deciden por lógicas de poder; esto tiene efectos disgregadores en la sociedad. Para tener una sociedad responsable que responda a los desafíos de la inseguridad y la violencia es necesario recuperar la confianza y credibilidad social. Hoy no se puede excluir sin más, la visión de las cosas que tienen los demás sólo por que contrastan con las propias. Una sociedad responsable tiene que aprender el arte del diálogo, de la mediación, de la negociación y la búsqueda del bien común.
Hay quienes criminalizan la pobreza y a los pobres, pero hay que señalar que no hay correlación directa entre violencia y pobreza, pero sí la hay entre violencia y desigualdad. Hay ricos que son promotores de injusticia y violencia. La convivencia democrática se estrella con la realidad de desigualdad. Esto produce profunda insatisfacción y rencor social, que abonan la violencia y da base social a los grupos de delincuentes organizados, ya que propicia condiciones que favorecen que haya personas dispuestas a “engancharse” con ellos.
La seguridad de los ciudadanos tiene que ver con el tejido social, cuando éste existe hay control social en sentido positivo. “El tejido social es más fuerte en las comunidades pequeñas que en las grandes urbes, por lo cual es importante crearlo y fortalecerlo en las ciudades, ya que a mayor tejido social, mayor seguridad. Para generar acciones que permitan la reconstrucción del tejido social, es necesario fomentar la responsabilidad social y el diálogo real, honesto y fértil entre sociedad y Gobierno para la construcción de la paz”.
Un actor importante de la sociedad lo es, sin duda, la familia. Desgraciadamente se constata que la crisis de la familia, ha generado un clima que ha favorecido la violencia social. Las relaciones familiares explican la predisposición a una personalidad violenta. La familia favorece la violencia cuando: no existe comunicación y diálogo entre ellos; cuando hay actitudes defensivas y sus miembros no se apoyan entre sí; cuando no hay actividades familiares que propicien la participación; cuando la relación de los padres es conflictiva y violenta cuando hay hostilidad en la relación padre-hijo. La violencia intrafamiliar es escuela de resentimiento y odio en las relaciones humanas básicas. Además hay que señalar el daño que hace en la familia cuando uno de sus miembros cae en la adicción a las drogas o al alcohol.
Esta violencia intrafamiliar se constata en todos sus componentes: en especial la violencia contra la mujer, que en nuestra cultura es muy común. Además de la violencia intrafamiliar muchas mujeres sufren violencia en distintos contextos sociales, por ejemplo en el trabajo, en donde no existen condiciones laborales adecuadas a la situación de la mujer.
También es un hecho el crecimiento de la violencia a los niños. “Quien ha sufrido malos tratos y violencia, o haber sido testigo de la violencia dentro de su familia incrementa el riesgo de violencia en la edad adulta. Es frecuente que los padres de familia que maltratan a sus hijos o que son agresores de pareja y que quienes hacen daños a los niños en las instituciones o realizan pedofilia, hayan sido, en su momento, víctimas de maltrato infantil. El niño que es maltratado sufre una pérdida notable de su autoestima y se refugia en sus fantasías, muchas de ellas violentas, con probabilidad de que las materialice en la adolescencia o en la vida adulta. Desgraciadamente en las familias violentas la violencia se vive como algo normal”.
Los adolescentes y jóvenes también viven situaciones familiares y sociales que los convierten en víctimas y actores de hechos violentos. “La violencia del crimen organizado afecta especialmente a los jóvenes que se han convertido en vidas utilitarias de poco valor, en herramientas de un engranaje criminal, fácilmente renovables ante la muerte de miles de ellos. Cada vez más la violencia forma parte de la vida de los jóvenes y adolescentes, se trata de un problema grave, se está agudizando y está presente en distintos ámbitos sociales. La drogadicción y la delincuencia asociadas al pandillerismo son síntomas que muestran la profundidad de este problema que es resultado de la fuerte carga de violencia y agresividad que reciben los jóvenes diariamente de los medios de comunicación. A esto se agrega la falta de oportunidades de trabajo y de crecimiento personal sin contar con el contrapeso de criterios de discernimiento y de valores éticos que tendrían que ser recibidos en la familia o en la escuela”.
La violencia y la inseguridad social depende de todos los actores de la sociedad. Todos somos responsables.

Durango, Dgo., 29 de Agosto del 2010.

+ Enrique Sánchez Martínez
Obispo Auxiliar de Durango

email:episcopeo@hotmail.com

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