Reflexión dominical Domingo V Ordinario; 6-II-2011 Los cristianos: luz del mundo
Dice el profeta Isaías: “tu luz surgirá como la aurora… brillará entre las tinieblas”. ¿Cuándo?: “cuando compartas tu pan con el hambriento, cuando introduzcas en tu casa a los sin techo, cuando vistas al desnudo…cuando apartes de ti la opresión, apartes de tí señalar con el dedo y el hablar impío… entonces brillará tu luz entre las tinieblas”. Reaccionando contra una religión de puro formulismo, Isaías explica cuáles sean las prácticas religiosas agradables a Dios; sólo en este caso la gloria del Señor estará con el creyente y este será como luz en las tinieblas.Por su parte, hoy, dice Jesús en el Evangelio de S. Mateo: “ustedes son las luz del mundo; no se puede esconder una ciudad situada sobre un monte, ni se enciende una luz para ponerla bajo una tapadera, sino sobre el lucernario para que alumbre a todos en la casa. Así alumbre su luz delante de los hombres”. El creyente fiel es luz porque camina en la gloria del Señor, y la manifiesta al mundo mediante las obras; así el cristiano es luz del mundo, porque sigue a Cristo luz del mundo y como Cristo hace las obras de la luz para gloria del Padre. Esto es posible al cristiano, porque Cristo ha subido al Padre.
Esta enseñanza está en el contexto de las bienaventuranzas, en las que, quienes son declarados dichosos, no lo son sólo para sí mismos sino también en relación con el mundo. Jesús dijo este mensaje evangélico, en primer lugar para los discípulos que son pobres de espíritu, mansos, que tienen hambre y sed de justicia. Ellos, son luz, no tanto porque pertenezcan a la Iglesia y tengan una doctrina de salvación qué comunicar; tampoco porque son hombres de oración y son fieles al culto; los discípulos, son luz porque ante todo son pobres de espíritu, mansos, limpios de corazón y trabajan por la paz y la justicia.
Al pueblo hebreo, preocupado por practicar externa e irreprensiblemente el culto, afanado en reconstruir el templo destruido, Dios le recuerda que a Él más que el esplendor del culto le agrada hospedar a los sin techo y compartir el pan con hambrientos. Entones sí “tu luz surgirá como la aurora”. No basta con orar y ayunar; la oración y el ayuno deben ir unidos a la acción “para hacer brillar la luz entre las tinieblas”; la abstinencia de alimento cuenta poco, si nos es para nutrir al hambriento.
En el rito del Bautismo, el ministro confía a papás y padrinos una luz encendida en el Cirio pascual. Porque Cristo Resucitado es la luz; y el bautizado es iluminado que se inserta en la muerte-resurrección de Cristo: vivir la luz es el empeño que le espera: el Espíritu lo mueve y lo arrastra; las acciones de la luz son acciones del Espíritu; y en ello no hay lugar para la presunción, la vanidad o la soberbia personal.
¿Dónde está hoy la luz que salva? Hoy, los hambrientos del mundo se cuentan por millares de millones, y van siempre en aumento porque así lo pide la férrea lógica de un sistema económico inhumano que acumula riquezas siempre mayores en la casa de quien está saciado y despoja inexorablemente a quien está en la miseria. Disgusta lanzar una mirada al mapa del hambre, de la miseria y de la opresión. Los países tradicionalmente cristianos están en la orilla de la riqueza y la opulencia. ¿Dónde está pues, la luz que salva?
Cristo Resucitado es la luz; y el bautizado es el iluminado que se inserta en la muerte-resurrección de Cristo: vivir la luz es el empeño que le espera: el Espíritu lo mueve y lo arrastra a las acciones de la luz.
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