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Convocatoria Encuentro Sacerdotal de Provincia

AL PRESBITERIO DIOCESANO.

Deseo que sus actividades sacerdotales estén bendecidas por Cristo Sacerdote y tenga vida en Él.

El Encuentro Sacerdotal de Provincia tiene varios objetivos, uno de ellos pretende estrechar los lazos de fraternidad sacerdotal con los Hermanos de las Diócesis a las cuales pertenecemos; y el otro es profundizar en un tema teológico o pastoral dentro de las actividades de la formación permanente.

Por la presente les estoy recordando el compromiso que tenemos como Presbiterio Diocesano de asistir cada año al Encuentro Sacerdotal de Provincia, y que en ésta ocasión se va a realizar en la Cd. de Mazatlán, Sinaloa, los días del 20 al 22 de septiembre próximo.

Les estoy avisando con tiempo, para que aparten en su agenda, esos días, y a través de los Decanos, se vayan anotando con entusiasmo por participar, ya que en la Diócesis que nos recibe requieren hacer algunas previsiones, así como también nuestra Comisión del Clero está buscando presupuestos en las líneas de autobuses para viajar todos en éste medio de transpone, ya que tiene la ventaja de que nos sentiremos más seguros, más cómodos y con más eficiencia en los traslados. Por tal motivo, requerirnos que con tiempo aparten su lugar.

Su presencia, y la de todos los Presbíteros, en tomo a nuestros Obispos, representará la comunión eclesial, y tendrá el beneficio de la formación permanente de nuestros respectivos cleros y nos motivará a visualizar la belleza del Sacerdocio de Cristo.

De Ustedes Afmo. en Xto.

+Héctor González Martínez
Arzobispo de Durango

José de la Luz Guerrero Haro
Secretario Canciller

Pastoral de la salud: respuesta al sufrimiento y la muerte

Desde la perspectiva de la Iglesia, que es el Evangelio, y observando la realidad que vivimos, descubrimos los signos de la cultura de la muerte y los signos de la vida que se nos manifiestan a diario, que nos interpelan, nos cuestionan y nos impulsan a llevar la vida plena que nos ha revelado Jesucristo. El compromiso y la solidaridad de la Iglesia en la afirmación de la vida son signos de la acción liberadora y salvífica de Dios en la historia. Jesús, el Buen Pastor, quiere comunicarnos su vida y ponerse al servicio de la vida: «Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia».
La Iglesia Latinoamericana ha identificado algunos de los “rostros sufrientes” de los hombres y mujeres de nuestros pueblos. Destacan las personas que viven en la calle en las grandes ciudades; los migrantes; los adictos dependientes; los detenidos en las cárceles; los enfermos (Cfr. Conferencia General del Episcopado Latinoamericano. Documento Conclusivo. Nums. 407-430). Éstos, los encontramos a diario en nuestros pueblos y ciudades; y podríamos añadir los nuevos “rostros sufrientes”, como las familias que sufren las consecuencias de la violencia y la inseguridad, los secuestros, los desaparecidos, los pobres, etc. Aquí es donde la Palabra de Dios se hace realidad, donde el pueblo “tiene hambre y sed”, que está enfermo y nos llama a comprometernos en la defensa y el cuidado de la vida y de la salud.
Jesús es la ex¬presión visible del amor del Padre, El asume nuestra condición y se solidariza con toda situación humana. Jesús no sólo es sensible a todo dolor humano sino que se identifica con el que tiene hambre, con el que tiene frío, con el que está enfermo… Jesús sufrió la pasión y la muerte de cruz para liberarnos del pecado y de la muerte; por eso brilla como Palabra de Vida (Cfr. CELAM. Discípulos Misioneros en el mundo de la Salud, nums. 51-54).
Jesús se acercó a los enfermos, a los pobres, a las mujeres y a todos los excluidos, a los marginados de las instituciones religiosas y políticas de su época, no para reforzar su situa¬ción de exclusión, de marginación, de dolor, sino para hacerlos sentir dignos, valorarlos, acompañarlos, para invitarlos a levantarse de su postración, sacarlos de su condición de pecado y reinsertarlos en la comunidad.
En medio de la enfermedad, del dolor, del sufri¬miento, Jesús anuncia la esperanza y es fuente de vida. Para Jesús los pobres, los olvidados, los enfermos, no son solamente objeto de com¬pasión o de curación, sino protagonistas del Reino, anunciadores del Evangelio. Es en esta perspectiva en que aparece el Jesús de la Cruz como clave de lectura pascual y generadora de esperanza, que nos ayuda a descubrir el sentido del dolor y del sufrimiento.
Como Jesús, la Iglesia con¬tinúa el anuncio de la Buena Nueva liberadora del Evangelio y ese anuncio la compromete radical e integralmente. El mandato de Jesús a sus seguidores y a la Iglesia incluye una atención preferencial a los enfermos y afligidos. En el envío misionero y apostólico a los discípulos, les dice expresa¬mente: «Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca. Curad enfermos…». Así lo realizaron los apóstoles y las primeras comunidades cristianas. El poder de curar, de restablecer la salud es un carisma y un ministerio dentro de la comu¬nidad y es un signo de la proclamación de la Buena Nueva de vida y salvación en Cristo.
El espíritu del samaritano debe impulsar el quehacer de la Iglesia; como madre amorosa debe acercarse a los enfermos, a los débiles, a los heridos, a todos los que se encuentran tirados en el camino para acogerlos, cuidarlos, curarlos, infundirles fortaleza y esperanza. En el restablecimiento de la salud física está en juego algo más que la victoria inmediata sobre la enfermedad. Cuando nos acercamos a los enfermos nos acercamos a todo el ser humano y al universo de sus relaciones, porque la en¬fermedad lo afecta integralmente.
La Iglesia en su misión profética está llamada a anunciar el Reino a los enfermos y a todos los que sufren, velando para que sus derechos sean reconocidos y respetados, así como también a denunciar el pecado y sus raí¬ces históricas, sociales, políticas y económicas que producen males como la enfermedad y la muerte. Sin esta preocupación especial por los pobres y marginados, la Iglesia pierde su identidad; sin un acercamiento bondadoso, servicial y liberador a los enfermos y a todos los que sufren, pierde su razón de ser.
El mundo de la salud, en sus múltiples expresiones, ha ocupado siempre un lugar pri-vilegiado en la acción caritativa de la Iglesia. A través de los siglos no sólo ha favorecido entre los cristianos el nacimiento de diversas obras de misericordia, sino que ha hecho surgir de su seno muchas instituciones religiosas con la finalidad específica de promover, organizar, perfeccionar y extender la asistencia a los en¬fermos, a los débiles y a los pobres.
En nuestra Iglesia existe un verdadero ejército de servidores de la vida que trabajan en situaciones difíciles y precarias, que ayudan a hermanos afectados por la enfermedad, el dolor y la muerte, a buscar y encontrar el sen¬tido humano y cristiano de esta realidad. Los religiosos y religiosas desde su consagración, sirven a los enfermos y a los que sufren. Los lai¬cos como fieles discípulos misioneros hacen visible el amor misericordioso del Padre.
«Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de toda clase de afli¬gidos, son también gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo, y nada hay verdaderamente humano que no tenga resonancia en su corazón. La comunidad que ellos forman está compuesta de hombres que, reunidos en Cristo y guiados por el Espíritu Santo… la hace sentir y ser en realidad ínti¬mamente solidaria con la humanidad y con su historia» (Concilio Vaticano II. Gaudium et spes 1).
Para los cristianos, «los enfermos son verdaderas catedrales del encuentro con el Señor Jesús», desde ellos el Señor nos llama para hacer realidad histórica su promesa de consuelo a los enfermos y de protección a los desamparados, como primicia de una vida más plena.
“La Pastoral de la salud es la acción evangelizadora de todo el Pueblo de Dios comprometido en promover, cuidar, defender y celebrar la vida, haciendo presente la misión liberadora y salvífica de Jesús en el mundo de la salud”.

Durango, Dgo., 12 de junio del 2011.

+ Mons. Enrique Sánchez Martínez
Obispo Auxiliar de Durango

Homilía de Pentecostés; Basílica de Guadalupe 12 de junio del 2011

1.- Con gozo y alegría saludo a ustedes, estimados Presbíteros, Seminaristas y Laicos de Parroquias de la Arquidiócesis de Durango que peregrinan hoy a la Casita de Santa María de Guadalupe. De igual manera saludo a todos los hermanos presentes venidos de distintas partes. Les saludo con las mismas palabras de Cristo a sus discípulos en la tarde de la Resurrección: “la paz esté con ustedes”, (Jn 20, 21).

Este saludo, hoy es muy significativo ante la grave descomposición que estamos viviendo en las instituciones públicas o privadas, gubernamentales o eclesiales, familiares o individuales; pues bajo diferentes síntomas representan el mal, aumenta el nerviosismo, se alteran las costumbres y se ponen en riesgo la paz y la estabilidad como país. Leer más

La era digital: un nuevo modo de aprender, de pensar y de relacionarse

La Iglesia sigue realizando una valoración correcta y amplia de lo que significa el nuevo mundo digital, especialmente porque es un ambiente donde se mueven los jóvenes. Se puede decir que estamos siendo testigos de un cambio profundo de la sociedad, equiparado al que se produjo en la Primera Revolución Industrial del siglo XVIII, estamos ante una profunda transformación cultural. Es una época nueva la era digital. Hoy las nuevas tecnologías han modificado la comunicación en sí misma, no solo se difunden conocimientos, sino que ha nacido un nuevo modo de aprender y de pensar a través del internet. Existen “nuevas formas de establecer relaciones y construir lazos de comunión”. Las posibilidades que se han abierto son impensables y exigen de nosotros una seria reflexión.
En las redes sociales (twitter, You tube, facebook, messenger, metroflog, etc.), en las que prácticamente están conectados la mayoría de los jóvenes, concreta esta nueva manera de establecer relaciones entre las personas. En ellas se comparten conocimientos como intercambios personales. No solo son intercambio de datos, sino que “se desea compartir”. Esto ha contribuido a una revaloración del arte de comunicar. En la red son diálogos, intercambios, existe solidaridad, se dan relaciones positivas entre las personas.
Quienes están constantemente en este espacio virtual buscan sinceramente un encuentro personal con el otro, evitando que sea una fuga de la realidad. Existe un anhelo de compartir, de establecer “amistades”, y esto conlleva el reto de ser auténticos, de ser fieles a sí mismos. Esta nueva manera de comunicarse, permite a las personas encontrarse más allá de las fronteras del espacio y de las propias culturas, inaugurando así un mundo nuevo de amistades potenciales. En la red cada uno siente la necesidad de ser una persona auténtica y reflexiva. La persona misma está implicada en aquello que comunica. Cuando se intercambian informaciones, las personas se comparten a sí mismas, su visión del mundo, sus esperanzas, sus ideales.
En este sentido puede decirse que existe un estilo cristiano de presencia también en el mundo digital, ¿Cómo es? Se caracteriza por una comunicación franca y abierta, responsable y respetuosa del otro. Comunicar el Evangelio a través de los nuevos medios significa no sólo poner contenidos abiertamente religiosos en las plataformas de los diversos medios, sino también dar testimonio coherente en el propio perfil digital y en el modo de comunicar preferencias, opciones y juicios que sean concordes con el Evangelio. En los nuevos contextos y con las nuevas formas de expresión, el cristiano está llamado de nuevo a responder a quien le pida razón de su esperanza (1 P 3,15).
Aunque es un mundo de oportunidades, el mundo digital tiene riesgos. Es importante recordar siempre que el contacto virtual no puede y no debe sustituir el contacto humano directo, en todos los aspectos de nuestra vida. Por otro lado la comunicación digital tiene sus límites: una interacción parcial, la tendencia a comunicar sólo algunas partes del propio mundo interior, el riesgo de construir una cierta imagen de sí mismos que suele llevar a la autocomplacencia.
Como todo fruto del ingenio humano, las nuevas tecnologías de comunicación deben ponerse al servicio del bien integral de la persona y de la humanidad entera. Si se usan con sabiduría, pueden contribuir a satisfacer el deseo de sentido, de verdad y de unidad que sigue siendo la aspiración más profunda del ser humano.
El compromiso de ser testigos del Evangelio en la era digital exige a todos el estar muy atentos con respecto a los aspectos de ese mensaje, sobre todo cuando debemos compartir en internet y las redes sociales la verdad del Evangelio. Debemos darla a conocer en su integridad. Debe transformarse en alimento cotidiano de las redes sociales y no en atracción de un momento.
La verdad del Evangelio no puede ser objeto de consumo ni de disfrute superficial, sino un don que pide una respuesta libre. Esa verdad, incluso cuando se proclama en el espacio virtual de la red, está llamada siempre a encarnarse en el mundo real y en relación con los rostros concretos de los hermanos y hermanas con quienes compartimos la vida cotidiana. Por eso, siguen siendo fundamentales las relaciones humanas directas en la transmisión de la fe.
La Iglesia, en esta Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales (5 de junio del 2011), en la persona de su Santidad Benedicto XVI, nos invita a todos a “unirse con confianza y creatividad responsable a la red de relaciones que la era digital ha hecho posible, no simplemente para satisfacer el deseo de estar presentes, sino porque esta red es parte integrante de la vida humana”. La red está contribuyendo al desarrollo de nuevas y más complejas formas de conciencia intelectual y espiritual, de comprensión común.
También en este campo estamos llamados a anunciar nuestra fe en Cristo, que es Dios, el Salvador del hombre y de la historia, Aquél en quien todas las cosas alcanzan su plenitud (Ef 1,10). La proclamación del Evangelio supone una forma de comunicación respetuosa y discreta, que incita el corazón y mueve la conciencia. La Verdad, que es Cristo, es la respuesta plena y auténtica a ese deseo humano de relación, de comunión y de sentido, que se manifiesta también en la participación masiva en las diversas redes sociales.
Invitamos especialmente a los jóvenes a hacer buen uso de su presencia en el espacio digital, en el internet, en las redes sociales.

Durango, Dgo., 5 de junio del 2011.

+ Mons. Enrique Sánchez Martínez
Obispo Auxiliar de Durango

Reflexión dominical La Ascensión del Señor; 5-VI-2011

Los Hechos de los Apóstoles presentan a Jesús “mostrándose vivo, después de su Pasión, apareciéndose por cuarenta días y hablando del Reino de Dios”. Y estos contenidos permanecerán como el gran tema de la predicación apostólica. Y, precisamente, previo a la Ascensión, Jesús ordena a los discípulos: “vayan pues, y enseñen a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo lo que yo he mandado”.

Las dos narraciones describen la Ascensión en un estilo espacio-temporal, es decir la elevación al cielo del Señor resucitado y los cuarenta días después de la Pascua; son solamente un modo para indicar la conclusión de una fase de la historia y el comienzo de una nueva. Aquel Jesús con quien convivieron y comieron los Apóstoles, continúa su presencia invisible en la Iglesia. Leer más

Cómo pensar la violencia y la inseguridad

En nuestro Estado ya nos hemos acostumbrado a las noticias diarias sobre la inseguridad y violencia. Pero también ya nos hemos acostumbrado a las balaceras constantes en nuestra ciudad y nuestros pueblos. Nos hemos acostumbrado a refugiarnos en nuestras casas temprano, no por buena costumbre para descansar o para convivir, sino por temor. Los hechos los comenta la gente, no porque lo hayan escuchado en los medios (radio, televisión), sino porque lo ha visto, y quizá le haya tocado estar en medio de un operativo, o una balacera, o sea vecino del lugar donde en 7 narcofosas se han encontrado 223 muertos aquí en Durango, o porque haya desaparecido o secuestrado un familiar, o porque tiene familiares en el CERESO, o porque lo han asaltado, o porque le han robado su auto o su casa, o porque le han llamado para extorsionarlo, etc.
Un hecho que se vive prácticamente en todo el país. La seguridad es la preocupación más importante de los ciudadanos, según nos lo revela el INEGI en sus continuos informes sobre las Encuestas del Índice de percepción sobre la Seguridad Pública. Existe un mayor temor y disminuye la confianza sobre si la situación va a mejorar. A nosotros como pastores, que vivimos cerca de nuestro pueblo, nos consta este temor y desconfianza. Lo escuchamos constantemente. El Estado de Durango está clasificado como uno en los que se registran mas hechos de violencia, asesinatos, desaparecidos, balaceras, secuestros, narcofosas.
En lo personal me preocupa la visión que se tiene sobre lo que estamos viviendo y sobre como enfrentar este hecho. He escuchado decir que la violencia y la inseguridad se solucionarán creando puestos de trabajo, trayendo empresas para que generen más riqueza y trabajo. Buscando mayores inversiones económicas. Que con trabajo y educación viviremos más en paz. Se afirma que una mayor presencia de las fuerzas armadas del Ejército mexicano será la solución, pero la realidad es que ya no infunde seguridad y confianza en el pueblo. Y la organización de una policía capacitada, bien pagada, y sin conexiones con el crimen organizado, todavía no la tenemos. Pienso que estas afirmaciones, en ves de animarnos, crean una mayor frustración, desesperanza, indiferencia, y resignación. Y si estas afirmaciones vienen de parte de los gobernantes, pues qué espera nuestro pueblo?
La inseguridad y la violencia no son hechos aislados, es “…una situación que se ha vuelto habitual, estructural, que tiene distintas mani¬festaciones y en la que participan diversos agentes; se ha convertido en un signo de nuestro tiempo que debemos discernir…”, dicen los obispos mexicanos, en la Exhortación Pastoral, “Que en Cristo nuestra paz México tenga vida digna”. La violencia cau¬sada por organizaciones criminales tiene sus propias características, sus causas y sus circunstancias.
La violencia, que tiene su origen en las actividades de la delincuencia or¬ganizada, es una realidad comple¬ja, difícil de explicar en una sencilla relación de causalidad; es una realidad multidimensional, que toca distintos ámbitos de la vida, en los que debemos descubrir los factores que contribuyen a su existencia y sobre los que se debe intervenir, para prevenirla, atenuar sus efectos y atender a las personas más vulnerables.
La inseguridad y la violencia la han generado diversos factores: la cuestión económica, sin duda, la desigualdad, la pobreza, el desempleo, los bajos salarios, la discriminación, los niveles inhumanos de vida, el abandono del campo en nuestra entidad, generan violencia. En el mundo de la política: la corrupción y la impunidad, que no han desaparecido; la procuración de justicia; el sistema penitenciario; la presencia de las fuerzas armadas para combatir al crimen organizado que ha sido cuestionada fuertemente. En la vida social: la violencia intrafamiliar; violencia contra las mujeres; la violencia infantil, los adolescentes y jóvenes, un sector al que más ha afectado; la vida comunitaria, la convivencia, ha sido afectada, las personas y las familias, para protegerse, se refugian, se encierran, se aíslan, encerrándose en el individualismo y la desconfianza, en el enojo, en el resentimiento y en el deseo de venganza. Las familias han emigrado de sus comunidades para buscar lugares más seguros. También en el ámbito de la cultura: “Ambiente vital que permite a la persona humana crecer en su ser, crecer en humanidad”; en el “modo de ser” de los mexicanos existen antivalores y actitudes negativas que generan violencia. La crisis de valores éticos, el predominio del hedonismo, del indivi¬dualismo y competencia, la pérdida de respeto de los símbolos de autoridad, la desvalorarización de las instituciones (educativas, religiosas, políticas, judi¬ciales y policiales) los fanatismos, las actitudes discriminatorias y machistas, son factores que contribuyen a la adquisición de actitudes y comportamientos violentos. La emergencia educativa que se vive en México, la influencia de los Medios de comunicación social, la pérdida de los valores religiosos.
Es un fenómeno complejo y multidimensional. No se puede atribuirla a una sola causa, hacerlo sería inge¬nuo y nos llevaría a pretender, también con ingenuidad, tener una única solución a una problemática tan vasta y complicada. Es un problema de salud pública. Esto implica reconocer que el esfuerzo por erradicarla debe ser multidimensional; que se requiere un diagnóstico interdisciplinar que identifique los principales factores de ries¬go sobre los que hay que intervenir y que es necesaria la cooperación de todos los sectores públicos y sociales para abordar el problema de la vio¬lencia mediante la acción colectiva, con estrategias diversas adoptadas por todos, cada quien, según el ámbito de la propia competencia.
Son tres los aspectos que se deben atacar para erradicar la violencia e inseguridad: primero, la crisis de legalidad que vivimos: La impunidad que existe en todos los ámbitos de gobierno. Debemos respetar las leyes para una mejor convivencia social. Existe una corrupción generalizada. La pregunta es ¿existe un proyecto para erradicar la corrupción y la impunidad? Segundo, El debilitamiento del tejido social: La fragmentación social, la frágil cohe¬sión social, el individualismo y la apatía han introducido en distintos ambien¬tes de la convivencia social la ausencia de normas, que tolera que cualquier persona haga lo que le venga en gana, con la certeza de que nadie dirá nada. Cual es la estrategia que se está siguiendo para lograr una mejor cohesión social, iniciando desde la familia? Tercero, La crisis de moralidad: Cuando se debilita o relativiza la experiencia religiosa de un pueblo, se debilita su cultura y entran en crisis las instituciones de la sociedad con sus consecuencias en la fundamentación, vivencia y educación en los valores morales.
El próximo viernes 4 de junio iniciamos en esta ciudad de Durango, Sede de la Arquidiócesis de Durango, un NOVENARIO DE EXPIACIÓN, para pedir perdón y hacer penitencia por nuestros pecados, ya que hemos alejado a Dios de nuestras vidas, de nuestras familias, del mundo económico, del mundo político, de la educación…

Durango, Dgo., 29 de Mayo del 2011.

+ Mons. Enrique Sánchez Martínez
Obispo Auxiliar de Durango

Reflexión dominical Domingo VI de Pascua, 29-V-2011 Testimonio cristiano del amor

Hoy dice Jesús por el Evangelio de S. Juan: “si me aman, observarán mis mandamientos; yo rogaré al Padre y les dará otro consolador que permanezca siempre con ustedes…quien acepta mis mandamientos y los cumple ese me ama”.

En este Evangelio se nos anuncia la venida del Espíritu Santo en relación estrecha al tema del amor. De hecho el Espíritu que el Señor promete y que viene del Padre, es Espíritu de amor y de ello los cristianos son llamados a dar testimonio.

Un testimonio visible y convincente será aquel amor intercambiable que debe caracterizar a las comunidades cristianas, como decían los paganos acerca de la Iglesia primitiva: “miren como se aman”. Preguntémonos si hoy los nuevos paganos post-cristianos pueden decir lo mismo mirándonos a nosotros los cristianos de ahora. Leer más

50º Aniversario de la Encíclica Mater et Magistra del Papa Juan XXIII

El beato Juan XXIII regala al mundo el 15 de mayo de 1961 la Encíclica Mater et Magistra (Iglesia Madre y Maestra). Un Papa que era hijo de campesinos, humilde y alegre, convocó el Concilio Ecuménico Vaticano II y con dos extraordinarias Encíclicas Sociales (son pronunciamientos oficiales del Papa sobre temas sociales dirigidos a los obispos, creyentes y a toda la humanidad): Pacem in Terris y Mater et magistra, le da un giro a la historia de la Iglesia. Un papa reconciliador, optimista, profético.
El contexto histórico: la humanidad vivía tensiones y temores de la guerra fría, la mejor expresión de ésta, fue la construcción del muro de Berlín en 1961, por orden de Nikita Kruscev. Emerge el Tercer Mundo o países subdesarrollados, después del proceso de descolonización iniciado a partir del fin de la II guerra mundial. Los pueblos de África y Asia van naciendo con alegría y sangre. La ONU (Organización de las Naciones Unidas) se fortalece. Surge la tensión entre pueblos del norte desarrollado y el sur subdesarrollado, entre el bloque capitalista occidental y el bloque comunista del este de Europa (junto con China); los signos de la crisis es la división entre ricos y pobres, el hambre de los pueblos pobres agravada por el crecimiento demográfico, el analfabetismo, las enfermedades, el empobrecimiento, el trabajo mal pagado y la explotación de la mujer y los niños, la desesperanza, la miseria… Contrastando con la gran prosperidad económica de los países capitalistas y la creación del Mercado Común Europeo.
En América Latina Fidel Castro entraba a la Habana en 1959, en 1961 se declaró marxista-leninista. La crisis de los misiles instalados en Cuba en 1962, hacía inminente una nueva conflagración mundial. Kennedy (Presidente de USA), logra superar el conflicto con Rusia. En México el crecimiento económico se mantenía estable, pero las reformas sociales y políticas se iban retrasando, iniciaba el descontento en el pueblo.
Aporte doctrinal: El Papa Juan XXIII enriquece la forma de entender la Doctrina Social de la Iglesia, tenía una “visión de Iglesia puesta al servicio de la familia humana sobre todo mediante su específica misión evangelizadora, pensó en la doctrina social como en un elemento esencial de esta misión, por ser parte integrante de la concepción cristiana de la vida”, afirma el Papa Benedicto XVI (Mensaje para el Congreso Internacional para celebrar el 50º de la Encíclica Mater et magistra). Un elemento importante es el sujeto comunitario y plural de la Doctrina social. Los fieles laicos,”..no pueden ser sólo usufructuarios y ejecutores pasivos sino que son protagonistas del mismo en el momento vital de su actuación, como también colaboradores preciosos de los Pastores en su formulación, gracias a la experiencia adquirida sobre el terreno y a sus propias competencias específicas”.
Para el beato Juan XXIII, la Doctrina social de la Iglesia “tiene como luz la Verdad, como fuerza propulsora el Amor, como objetivo la Justicia… La verdad, el amor, la justicia, señalados por la Mater et magistra, junto al principio del destino universal de los bienes, como criterios fundamentales para superar los desequilibrios sociales y culturales, siguen siendo los pilares para interpretar y poner en vías de solución también los desequilibrios internos a la globalización actual. Frente a estos desequilibrios es necesario restablecer una razón integral que haga renacer el pensamiento y la ética”.
Otras aportaciones de la Encíclica: La empresa. Es concebida como una comunidad de personas en la cual deben abrirse espacios cada vez más amplios a la participación de los trabajadores, para que estos se sientan verdaderamente personas, salvaguardando la necesaria unidad de una dirección eficiente. La iniciativa privada: la gran palanca del sistema económico es la iniciativa privada, pero al Estado le corresponde animar, estimular, coordinar e integrar, actuando siempre dentro del espíritu del principio de subsidiariedad y considerando todas las exigencias del bien común. El Bien común: es la meta de todo el esfuerzo societal mancomunado. Propone una definición “El conjunto de condiciones que permiten a la persona alcanzar mejor y más fácilmente su propio desarrollo”. La propiedad privada: el ser humano actual pone más confianza en el trabajo, la especulación o la profesión, que en la propiedad privada. Ésta sigue siendo un derecho natural que todo ordenamiento jurídico-político debe respetar. La remuneración debida al trabajo humano: como principio importante, el salario no puede entregarse al libre juego de la oferta y la demanda en el mercado laboral. Lo primordial es que el trabajo permita al trabajador, mantener un nivel de vida verdaderamente humano y hacer frente a sus obligaciones familiares. El Proceso de socialización: es un “signo de los tiempos” que viven los pueblos y se aprecia en la múltiple red de asociaciones a las cuales pertenecen los seres humanos. Esto es algo positivo si contribuye al desarrollo integral y negativo cuando acarrea la despersonalización.
La cuestión social: “actualmente es sin duda una cuestión de justicia social mundial. Es una cuestión de distribución equitativa de los recursos materiales e inmateriales, de globalización de la democracia sustancial, social y participativa. Por esto, en un contexto en el que se vive una progresiva unificación de la humanidad, es indispensable que la nueva evangelización de lo social ponga en evidencia las implicaciones de una justicia que debe realizarse a nivel universal. Pero ésta no podrá fundarse en el mundo solo con un consenso social, éste, para ser duradero, debe estar arraigado en el bien humano universal. En cuanto concierne al plano de la realización, la justicia social debe llevarse a cabo en la sociedad civil, en la economía de mercado, pero también por parte de una autoridad política honrada y transparente proporcionada a ella”.
Uno de los grandes desafíos actuales, además de que la Iglesia confía en primer lugar en el Señor Jesús y en su Espíritu, que la conducen a través de las vicisitudes del mundo, es la difusión de la Doctrina social, “a través de sus instituciones culturales, con los programas de instrucción religiosa y de catequesis social de las parroquias, con los mass media y con la obra de anuncio y de testimonio de los christifideles laici (fieles lacios). Estos deben estar preparados espiritual, profesional y éticamente. La Mater et magistra insistía no sólo en la formación, sino sobre todo en la educación que forma cristianamente la conciencia y lleva a una acción concreta, según un discernimiento sabiamente guiado. La educación a actuar cristianamente también en el campo económico y social difícilmente será eficaz si los propios sujetos no toman parte activa en educarse a sí mismo, y si la educación no se lleva a cabo también mediante la acción”.

Durango, Dgo., 22 de Mayo del 2011.

+ Mons. Enrique Sánchez Martínez
Obispo Auxiliar de Durango

Reflexión dominical V Domingo de Pascua; 22-V-2011 Yo soy el camino, la verdad y la vida

Hoy, dice Jesús en el Evangelio: “en la casa de mi Padre hay muchas moradas; cuando me vaya les prepare un lugar, regresaré para tomarlos conmigo, para que estén donde yo esté. Y el lugar a donde voy, conocen el camino… Le dice Tomás: no sabemos a donde vas, ¿como podemos saber el camino? Jesús responde, yo soy el camino, la verdad y la vida… si me conocen a mí, conocen al Padre… yo estoy en el Padre y el Padre está en mí… créanlo por las obras… también el que cree en mí, hará las obras que yo hago”. Leer más

Internet: área de oportunidad para la Iglesia Católica

El Internet plantea algunos problemas a los cristianos y en general a la Iglesia. A veces el mundo de los medios de comunicación puede parecer indiferente e incluso hostil a la fe y a la moral cristiana. Esto se debe a la mentalidad postmoderna que ha impregnado a los medios y según la cual la única verdad absoluta es que no existen verdades absolutas o, en caso de que existieran, serían inaccesibles a la razón humana y, por tanto, irrelevantes.
En el Internet existen sitios llenos de odio dedicados a difamar y atacar a los grupos religiosos y étnicos. Algunos de ellos toman como blanco a la Iglesia católica. Sitios llenos de pornografía y violencia, que evidencian la componente más turbia de la naturaleza humana, dañada por el pecado. Y aunque el respeto a la libertad de expresión exige a veces tolerar hasta cierto punto incluso las voces de lo negativo, la aplicación de la autorregulación y, cuando sea necesario, la intervención de la autoridad pública, deberían establecer y hacer respetar algunos límites razonables acerca de lo que se puede decir.
La proliferación de sitios web que se autodefinen católicos plantea un serio problema. Se publican interpretaciones doctrinales desviadas, prácticas arbitrarias de devociones y posturas ideológicas que se autocalifican “católicas”, de las posiciones auténticas de la Iglesia. Esto origina confusión. Con respecto al material de índole catequética o específicamente doctrinal, podría ser útil un sistema de certificación voluntaria a nivel local y nacional bajo la supervisión de representantes del Magisterio. No se trata de censura, sino de ofrecer a los usuarios de Internet una guía segura sobre lo que expresa la posición auténtica de la Iglesia.
La realidad virtual del ciberespacio tiene algunas implicaciones preocupantes tanto para la religión como para otras áreas de la vida. Ésta, no sustituye la presencia real de Cristo en la Eucaristía, ni la realidad sacramental de los otros sacramentos, ni tampoco el culto compartido en una comunidad humana de carne y hueso. No existen los sacramentos en Internet; e incluso las experiencias religiosas posibles ahí por la gracia de Dios son insuficientes si están separadas de la interacción del mundo real con otras personas de fe. La programación pastoral debería considerar cómo llevar a las personas desde el ciberespacio hasta una auténtica comunidad y cómo podría luego usarse Internet, mediante la enseñanza y la catequesis, para apoyarlos y enriquecerlos en su compromiso cristiano.
Es importante que en todos los sectores de la Iglesia se use Internet de modo creativo para asumir sus responsabilidades y realizar la obra de la Iglesia. No podemos quedarnos atrás tímidamente por miedo a la tecnología, considerando las numerosas posibilidades positivas que ofrece Internet. El acceso inmediato a la información le da a la Iglesia la posibilidad de ahondar en su diálogo con el mundo contemporáneo. La Iglesia tiene más facilidades para informar al mundo acerca de sus creencias y explicar los motivos de su actitud sobre cualquier problema o acontecimiento concretos. También puede escuchar con más claridad la voz de la opinión pública y estar en el centro de un debate continuo con el mundo, comprometiéndose así más a fondo en la búsqueda común por resolver los problemas más urgentes de la humanidad.
Cuales son los retos de Internet para la Iglesia Católica? Los responsables de los diversos ámbitos de la Iglesia necesitan conocer las características de los medios de comunicación social y del internet, para hacer un uso adecuado de los mismos y orientados a los planes pastorales. Es necesaria una formación específica. Es indispensable que las personas que tienen cargos y cumplen funciones en nombre de la Iglesia se formen en el uso de los medios y del internet.
Todos los agentes de pastoral de la Iglesia: Sacerdotes, diáconos, religiosos y agentes pastorales laicos, deben formarse en los medios de comunicación y del Internet, para saber hacer buen uso de las posibilidades de las comunicaciones sociales sobre las personas y la sociedad. Los padres de familia por el bien de sus hijos, así como por el suyo propio, deben aprender y poner en práctica su capacidad de discernimiento como telespectadores, oyentes y lectores, dando ejemplo en sus hogares de un uso prudente de los medios de comunicación social. Aunque los niños y los jóvenes están más familiarizados con el internet que sus padres, éstos tienen la grave obligación de guiar y supervisar a sus hijos en su uso. No debería permitírseles el uso de internet sin supervisión. Los padres y los hijos deberían discutir juntos lo que se ve y experimenta en el ciberespacio. También es útil compartir con otras familias que tienen los mismos valores y preocupaciones. Aquí, el deber fundamental de los padres consiste en ayudar a sus hijos a llegar a ser usuarios juiciosos y responsables de Internet, y no adictos a ella.
Para los niños y a los jóvenes, Internet es una puerta abierta a un mundo atractivo y fascinante, con una fuerte influencia formativa; pero no todo lo que está al otro lado de la puerta es saludable, sano y verdadero. Internet pone al alcance de los jóvenes en una edad inusualmente temprana una inmensa capacidad de hacer el bien o el mal, a sí mismos y a los demás. Puede enriquecer su vida y capacitarlos para que, a su vez, enriquezcan la vida de los demás. También puede arrastrarlos al consumismo, a la pornografía, a fantasías violentas y a un aislamiento patológico.
Para un adecuado uso del internet es necesario practicar algunas virtudes: La Prudencia para ver claramente las implicaciones (el potencial para el bien y para el mal) y responder creativamente a sus desafíos y oportunidades. La Justicia en el trabajo de cerrar la brecha digital, la separación entre ricos y pobres en información en el mundo actual. Se necesita Fortaleza y Valentía para defender la verdad frente al relativismo religioso y moral, el Altruismo y la Generosidad frente al consumismo individualista, y la Decencia frente a la sensualidad y el pecado. Se necesita Templanza y Autodisciplina ante este formidable instrumento tecnológico que es Internet, para usarlo con sabiduría y exclusivamente para el bien.

Durango, Dgo., 15 de Mayo del 2011.

+ Mons. Enrique Sánchez Martínez
Obispo Auxiliar de Durango