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El sacerdote y la actividad política

El “Mensaje Pascual con motivo del proceso electoral 2010” de la Arquidiócesis, dedica un número especial para orientar a la comunidad y en especial recordar a los sacerdotes su papel en este proceso electoral y en general en la vida pública (cfr. num. 10). Los sacerdotes, “… testigos de las realidades terrenas, no pueden permanecer ajenos a los aconteceres humanos, tienen por ello una específica obligación de no conformarse con este mundo… como persona consagrada a Cristo y llamado a identificarse de una manera especial al Señor, tiene como una función especial de llevar la luz del Evangelio entre sus hermanos los hombres… por su especial dedicación a la cosas divinas, deben ser especialmente sensibles a las injusticias de este mundo y a la pobreza y demás lacras sociales”.
La “caridad en la verdad” llevará al sacerdote a ayudar activamente a luchar contra alguna situación de injusticia que se le presente; así lo ha hecho la Iglesia Católica a lo largo de la historia: ha creado hospitales para los más necesitados; ha iniciado y dirigido escuelas y centros de enseñanza para gente sin recursos; ha promovido la constitución de cooperativas laborales, de ahorro y crédito; también ha iniciado diversas Organizaciones No Gubernamentales para el desarrollo, etc.
Pero no es misión de la Iglesia dar respuestas concretas a los problemas sociales de cada momento o de cada lugar, pues esta es misión del Estado. “La sociedad justa no puede ser obra de la Iglesia, sino de la política”. La Iglesia puede ayudar a la consecución de los objetivos de justicia social a través de orientaciones morales, de la difusión de la Doctrina Social de la Iglesia o de la sensibilización de las conciencias en los graves problemas de la sociedad. Pero no debe emprender por cuenta propia la empresa política de realizar la sociedad más justa posible.
Es a los laicos a quienes compete la transformación de las estructuras temporales de la sociedad, les “corresponde iluminar y organizar todos los asuntos temporales a los que están estrechamente vinculados, de tal manera que se realicen continuamente según el espíritu de Jesucristo y se desarrollen y sean para la gloria del Creador y del Redentor”. Es vocación de los laicos “descubrir o idear los medios para que las exigencias de la doctrina y de la vida cristiana impregnen las realidades sociales, políticas y económicas”.
Los fieles laicos actuarán según competencia, y propondrán diversas soluciones a los problemas sociales y políticos. Sin duda habrá muchas propuestas de soluciones para los diferentes problemas. La Iglesia en cuanto tal no prefiere ninguna solución política de entre las que proponen los ciudadanos. Sin embargo, la Iglesia tiene derecho a “dar su juicio moral, incluso sobre materias referentes al orden político, cuando lo exijan los derechos fundamentales de la persona o la salvación de las almas, utilizando todos y solos aquellos medios que sean conformes al Evangelio y al bien de todos según la diversidad de tiempos y de situaciones”. Estos juicios morales, no se deben entender como una intromisión en la legítima libertad de los católicos o en la organización del Estado, sino como una orientación moral a los laicos que les ayuda en su misión de transformar las estructuras temporales a la luz de la doctrina del Evangelio.
El sacerdote que pretenda participar activamente de la vida política, en cierto sentido traiciona su peculiar vocación, puesto que ellos “no son del mundo”, según la palabra del Señor, nuestro Maestro. Los sacerdotes son promovidos para servir a Cristo Maestro, Sacerdote y Rey, y su misión principal consiste en ofrecer el sacrificio, perdonar los pecados y desempeñar públicamente, en nombre de Cristo, la función sacerdotal en favor de los hombres. El pueblo necesita sacerdotes entregados a sus funciones, no sacerdotes que intenten ocupar el espacio de los laicos.
Si esto se puede decir de los sacerdotes, con mayor motivo se puede afirmar de los Obispos, los cuales, puestos por el Espíritu Santo, ocupan el lugar de los Apóstoles como pastores y tienen como misión principal la de enseñar, santificar y regir. Su solicitud se debe extender a todos los fieles confiados a su ministerio, a todas las personas incluso las no católicas. Los pastores, cuando se dedican al cuidado de su grey, atienden también al bien y a la prosperidad civil, uniendo su obra a la de las autoridades públicas, en razón de su ministerio episcopal y aconsejando la obediencia a las leyes justas y el respeto a las autoridades legítimamente constituidas.
El Estado no puede prohibir que un Obispo o un sacerdote participe en la vida política, pues sería una intolerable discriminación de una persona por razón religiosa, lo cual sería radicalmente contrario a la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Los sacerdotes se abstienen de participar en la vida política de modo voluntario ante la autoridad civil, esto es por que el motivo por el que actúan así es la obediencia a la autoridad eclesiástica y la consideración de la excelencia de su vocación. Con la dedicación de los Obispos y sacerdotes a su ministerio, se fomenta el desarrollo de la sociedad civil sin que sea necesario ni conveniente que participen activamente en la vida política.
“Como pastores, estamos llamados a ser factores de unidad y de comunión, de reconciliación y de paz, hemos de respetar la libertad de los fieles laicos en sus opciones políticas, dentro de un sano pluralismo de partidos. De hecho, ningún partido representa a la Iglesia y los católicos pueden militar o dar su voto libremente al partido o al candidato que mejor responsa a sus convicciones personales”.

Durango, Dgo., 27 de junio del 2010.
+ Enrique Sánchez Martínez
Ob. Aux. de Durango

email:episcopeo@hotmail.com

Existe la grave responsabilidad de elegir correctamente a nuestros gobernantes

La historia nos muestra que en todas las épocas y en todos los países, el sufragio ha sido utilizado normalmente como instrumento de selección de las autoridades políticas. Es un modo de poner en acto el derecho natural del ciudadano de participar en la vida pública de su sociedad. La forma de una república representativa de gobierno, que fija nuestra Constitución, implica la periódica elección de autoridades, y la obligación moral de votar.
A pocos días de las elecciones en nuestro Estado, decir que es inútil ejercer el voto, pues “todos los candidatos son malos y todos los programas defectuosos”, revela una apreciación equivocada de la actividad política. Precisamente en estos momentos de problemas sumamente complejos y una gran confusión de ideas, se hace más necesario que nunca acudir a la política para procurar resolver los problemas. Rehusarnos a intervenir en la vida comunitaria porque “no nos gusta lo que vemos”, equivale a avalar la continuidad de lo existente. Destaca Santo Tomás Moro: “Si no conseguís realizar todo el bien que os proponéis, vuestros esfuerzos disminuirán por lo menos la intensidad del mal”.
Tampoco es correcto decir que la política necesariamente conduce a la corrupción. Puesto que la autoridad ha sido creada por Dios, su ejercicio no puede ser malo en sí mismo. Son las personas quienes están frente a ocasiones de peligro moral y son quienes con su comportamiento han degradado la actividad política. Otros toman la decisión de votar o no, como una “obligación de conciencia”. Pero la conciencia debe estar iluminada por los principios y ayudada por el consejo de los prudentes. El abstenerse de hacer algo por objeción de conciencia es válido, si es la única manera de no afectar el principio en que se funda: no dañar. Antes de invocar la obligación de conciencia, cada persona debe procurar disponer de la información necesaria para evaluar correctamente a los partidos y a los candidatos que se presentan a una elección.
Santo Tomás de Aquino afirma: “Cuando es forzoso escoger entre dos cosas, que en cada una de ellas hay peligro, aquélla se debe elegir de que menos mal se sigue”. Por cierto que nunca es lícito, ni aún por razones gravísimas, hacer el mal para conseguir el bien, es decir, hacer objeto de un acto positivo de voluntad lo que es intrínsecamente desordenado, pero sí es lícito tolerar un mal moral menor a fin de evitar un mal mayor o de promover un bien más grande. Aplicando la doctrina, al tema de las elecciones: «En el caso concreto de una elección, al votarse por un representante considerado mal menor, no se está haciendo el mal menor, sino permitiendo el acceso de alguien que posiblemente, según antecedentes, lo hará».
En ocasiones, el ciudadano no tiene la posibilidad de elegir entre varios partidos o candidatos, pues ninguno le ofrece garantías mínimas, al presentar plataformas que permiten prever acciones perjudiciales para la sociedad, o declaraciones de principios que contradicen la ley natural. Aunque no le satisfaga totalmente, debe votar por el partido y el candidato que parezca menos dañino. Al proceder así, no está avalando aquellos aspectos cuestionables de su plataforma electoral, sino, simplemente, eligiendo el mal menor.
Un ejemplo de mal menor es el llamado “voto útil”, y consiste en que “el elector otorgue su voto a un partido que tiene posibilidades de ganar, aunque no sea el que más le atrae, para que el voto no se desperdicie”. El mal menor no se vincula con el maquiavelismo político, que admite “hacer un mal para obtener un bien”, lo cual es siempre ilícito. El mal menor consiste en tolerar un mal, no realizarlo.
Votar por un partido que carece de posibilidades de obtener algún puesto (gobernador, presidente municipal, diputado local), no es una acción inútil. Si el partido satisface las expectativas, pues defiende principios sanos y presenta una plataforma que convendría aplicarse, y además postula a dirigentes capaces y honestos, merece ser apoyado. El voto, en este caso, servirá de estímulo para quienes se dedican a la política en esa institución, les permitirá ser conocidos, y facilitará una futura elección con mejores perspectivas.
En Sacramentum Caritatis, el Papa Benedicto XVI, señala la grave responsabilidad social de decidir correctamente, cuando están en juego valores que no son negociables para los bautizados: como la Defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural; La familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer; La libertad de educación de los hijos; La promoción del bien común en todas sus formas (núm. 83). Esta orientación puede servir de guía para el análisis de las plataformas electorales y decidir el voto, ya que se concentra en los temas esenciales. Nuestra fe y “el culto agradable a Dios nunca es un acto meramente privado, sin consecuencias en nuestras relaciones sociales: al contrario, exige el testimonio público de la propia fe”.
La participación en la vida cívica incluye varias acciones, pero el modo más simple y general de participar es el ejercicio del voto, y ninguna causa justifica el abstencionismo político pues equivale a no estar dispuesto a contribuir al bien común de la propia sociedad. Afirma Aristóteles, “es imposible que esté bien ordenada una polis que no esté gobernada por los mejores sino por los malos”, por esto es imprescindible la participación activa de los ciudadanos para procurar seleccionar a los más aptos y honestos para el desempeño de las funciones públicas.
El papel de la Iglesia y de sus pastores, en estos momentos de elección de nuestros gobernantes, es orientar nuestra conciencia hacia los valores fundamentales, los valores del Reino que no son negociables, y en base a ellos elegir a nuestros gobernantes.

Durango, Dgo., 20 de junio del 2010.

+ Enrique Sánchez Martínez
Ob. Aux. de Durango
email:episcopeo@hotmail.com

Compromiso y conducta de los católicos en la vida política

El compromiso del cristiano en el mundo, se ha expresado en diferentes modos. Uno de ellos ha sido el de la participación en la acción política. La Iglesia venera entre sus Santos a numerosos hombres y mujeres que han servido a Dios a través de su generoso compromiso en las actividades políticas y de gobierno. Entre ellos, Santo Tomás Moro, proclamado Patrón de los Gobernantes y Políticos, que supo testimoniar hasta el martirio la “inalienable dignidad de la conciencia”. Fue sometido a diversas formas de presión psicológica, y rechazando toda componenda, y sin abandonar su “fidelidad a la autoridad y a las instituciones” afirmó con su vida y su muerte que “el hombre no se puede separar de Dios, ni la política de la moral”.
Las actuales sociedades democráticas, exigen nuevas y más amplias formas de participación en la vida pública por parte de los ciudadanos, cristianos y no cristianos. En efecto, todos pueden contribuir por medio del voto a la elección de los legisladores y gobernantes y, a través de varios modos, a la formación de las orientaciones políticas y las opciones legislativas que tengan como finalidad favorecer el bien común. La vida en un sistema político democrático no podría desarrollarse sin la activa, responsable y generosa participación de todos.
Recientemente han surgido fuerzas y movimientos políticos que han expresado posiciones contrarias a la enseñanza moral y social de la Iglesia en cuestiones de ética fundamental. Tales opciones y posiciones, siendo contradictorios con los principios básicos de la conciencia cristiana, son incompatibles con la ética cristiana-católica.
La fe en Jesucristo, que se ha definido a sí mismo “camino, verdad y vida” (Jn 14,6), exige a los cristianos el esfuerzo de entregarse con mayor diligencia en la construcción de una cultura que reproponga el patrimonio de valores y contenidos en el cristianismo.
La fe nunca ha pretendido encerrar los contenidos socio-políticos en un esquema rígido, consciente de que la dimensión histórica en la que el hombre vive, existen situaciones imperfectas y a menudo rápidamente mutables. Por esto, deben ser rechazadas las posiciones políticas y los comportamientos que se inspiran en una visión utópica, la cual instrumentaliza el mensaje religioso, dirigiendo la conciencia hacia una esperanza solamente terrena, que anula o redimensiona la tensión cristiana hacia la vida eterna.
También la Iglesia enseña que la auténtica libertad no existe sin la verdad. “Verdad y libertad, o van juntas o juntas perecen miserablemente”; y la verdad sin la caridad tampoco tendría sentido. En una sociedad donde no se llama la atención sobre la verdad ni se la trata de alcanzar, se debilita toda forma de ejercicio auténtico de la libertad, abriendo el camino al libertinaje y al individualismo, perjudiciales para la tutela del bien de la persona y de la entera sociedad. Y por otro lado la caridad sin la verdad se convertiría en solo un asistencialismo.
Es bueno recordar una verdad que hoy no siempre se percibe, o no se formula con exactitud: El derecho a la libertad de conciencia, y en especial a la libertad religiosa, que se basa en la dignidad ontológica de la persona humana, y menos en una inexistente igualdad entre las religiones y los sistemas culturales. En esta línea, la Iglesia ha afirmado que de ningún modo funda este derecho a la libertad religiosa sobre el supuesto hecho de que todas las religiones y todas las doctrinas, incluso erróneas, tendrían un valor más o menos igual; lo funda en cambio sobre la dignidad de la persona humana, la cual exige no ser sometida a contradicciones externas, que tienden a oprimir la conciencia en la búsqueda de la verdadera religión y en la adhesión a ella.
La conducta de los fieles laicos en la actividad política o de gobierno, deberá ser orientada por los principios fundamentales que no son negociables, partiendo desde luego del primero: la dignidad de la persona humana y sus derechos inalienables..

Durango, Dgo., 13 de junio del 2010.

+ Enrique Sánchez Martínez
Ob. Aux. de Durango
email:episcopeo@hotmail.com

¿Quién garantiza que no habrá fraude electoral el 4 de julio?

Falta aproximadamente menos de un mes para las elecciones en el Estado de Durango, donde los ciudadanos acudirán a las urnas para elegir gobernador, presidentes municipales y diputados locales. Pero está listo nuestro pueblo para votar y elegir? Nuestra democracia, garantiza unas elecciones libres? Se respetará la voluntad del pueblo? Aun se siente y se escucha el fantasma de elecciones pasadas, ¡fraude electoral!, ¡se inflaron las urnas!, ¡se cayó el sistema!, dicen que esto ya no es posible, sin embargo, hay más posibilidades de ello. Es verdad que hoy existen instituciones que deben velar por que se respete la voluntad de los votantes. Pero también existen argumentos para poder pensar en un fraude a través del sistema electrónico, a donde llegan los resultados de las casillas. ¡En el mundo cibernético todo se puede! ¿Está garantizado de que no habrá tal fraude electoral?
Los ciudadanos lo esperan, porque es su derecho. Hay cierto progreso democrático, pero se ve con preocupación el acelerado avance de diversas formas de “regresión autoritaria por vía democrática y electoral”. Esto quiere decir que “no es suficiente una democracia puramente formal, fundada en la limpieza de los procedimientos electorales, sino que es necesaria una democracia participativa y basada en la promoción y respeto de los derechos humanos”.
Se han constatado importantes transformaciones en las instituciones representativas del país, y del Estado, como el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana del Estado de Durango (IEPC), existe una legislación estatal en esta materia: la Ley electoral del Estado de Durango; Ley de Medios de Impugnación en materia electoral y de participación ciudadana; en el Código Penal Estatal, una lista de delitos electorales; Tribunal electoral del Poder Judicial del Estado de Durango; en lo federal, un Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y una Fiscalía especializada para la Atención de Delitos Electorales, etc.
Pero, si el análisis que se hace en todos los campos de la vida social y política, lo que más resalta es la impunidad y la corrupción, empezando con los mismos funcionarios y servidores públicos, ¿cómo creer que solo la existencia de leyes garantiza elecciones libres y democráticas?
Es importante señalar que “aún existen deficiencias graves en el reconocimiento efectivo del derecho político al voto libre y secreto. En efecto, aún en ciertos ambientes se realizan prácticas intimidatorias y coercitivas que disminuyen gravemente la libertad en el ejercicio del voto… existe el «voto del miedo», la compra del voto, cuando la ignorancia y las múltiples pobrezas de nuestro pueblo son aprovechadas de un modo deshonesto para promover formas diversas de fraude electoral”.
Los obispos mexicanos afirman “con toda claridad que colaborar directa o indirectamente con el fraude electoral es un pecado grave que vulnera los derechos humanos y ofende a Dios”. En gobiernos democráticos no siempre son respetados totalmente estos derechos. Existen cuestiones que la sociedad plantea (como la corrupción e impunidad), y que no son examinados con criterios de justicia, legalidad y moralidad, sino más bien de acuerdo con la fuerza electoral o financiera de los grupos que los sostienen. Estas desviaciones de la actividad política producen desconfianza y apatía, con lo cual disminuye la participación y el espíritu cívico entre la población, que se siente perjudicada y desilusionada.
Con el fortalecimiento y unidad de los partidos, la honestidad de los candidatos y contiendas electorales más transparentes y legítimas, se puede constatar que es posible el cambio del poder político, e incluso la alternancia, sin que prevalezca siempre la anticultura del fraude electoral.
La participación de la Iglesia es impulsar la construcción de una cultura democrática promoviendo distintas actividades de formación que promuevan la participación ciudadana, insistiendo en los valores que fundamentan la democracia, en sus elementos sustanciales, estructurales y de procedimiento y en la importancia del principio de representatividad.

Durango, Dgo., 6 de junio del 2010.

+ Enrique Sánchez Martínez
Ob. Aux. de Durango

email:episcopeo@hotmail.com

¿Votar o no votar?

Es importante la participación electoral, porque votar es derecho elemental de cada ciudadano a participar en política. ¿Por qué algunas personas votan y otras no? Aunque existe en el mundo una expansión de la democracia, hay países con una democracia más avanzada, también existe una tendencia a la disminución de la participación en las elecciones a través del voto. Existen diversas causas que lo explican. En algunos países existen incentivos administrativos para que la gente salga a votar. Cuidan sobre como a la gente le convendría votar, dándoles facilidades para ello, votaciones en dos días, el día de la elección es festivo y se hacen concesiones en las costos de transporte para los que tengan que trasladarse para votar. Esto ha aumentado la participación electoral. En otros se puede votar de forma adelantada por correo, se colocan casillas especiales en hospitales, casas de asilos, embajadas, etc. El hecho de registrarse y tener una credencial para poder votar, exige un esfuerzo mayor, registrarse o renovar la credencial y después acudir a votar.
En estas próximas elecciones, en nuestro país, se podrían quedar muchos ciudadanos sin votar porque no renovaron su credencial a tiempo, otros no tuvieron tiempo de hacerlo, otros simplemente les implica un esfuerzo y no quisieron hacerlo, parecen que en las elecciones federales de 2012, serán millones los que no votarían ya que no se registraron o no renovarán su credencial.
¿Cuáles son las causas que inclinan a los electores a votar por un partido, por un candidato y no por otro? Existen varias explicaciones. Algunas características sociales de los individuos influyen para que existan niveles altos de participación electoral, y son: altos niveles de ingreso y educación, género masculino y edad madura; las personas con estatus social alto tienen el tiempo, la información, el conocimiento y el dinero para involucrarse en política. En general los jóvenes son quienes menos intenciones tienen de acudir a votar.
Otra explicación de la participación política se explica por el sentimiento de adhesión a un partido político o, como se ha constatado en estos últimos procesos, a un candidato. La identificación partidista que se origina dentro de la familia y posteriormente, en la vida adulta, ayuda a juzgar no sólo si es útil votar sino también por cuál partido o candidato hacerlo. La afinidad partidista es la norma que define lo bueno, lo malo, lo aceptable e inaceptable del mundo político. Generalmente, aquellos ciudadanos que han creado lazos fuertes con algún partido político tienden a participar más que aquellos que no sienten afinidad partidista alguna.

Hoy los ciudadanos tienen una mejor perspectiva acerca de por qué y por quién votar. Se concentran sobre todo en la satisfacción de sus necesidades elementales, la necesidad de terminar con la inseguridad y la violencia, de obtener un trabajo; salvaguardar sus valores, especialmente los familiares. Pero en la práctica, no se está bien informado sobre los partidos y candidatos, tampoco en los beneficios de ir a votar.
La realidad que se vive en estos momentos, es que existe una gran desconfianza en las instituciones y en los procesos electorales; ya no se cree ni se acepta a los partidos políticos ni su ideología; en las campañas se siguen haciendo gastos excesivos. Los ciudadanos no encuentran, en los candidatos, personas que puedan asegurarles una vida más democrática, trabajo digno y solución a los problemas de inseguridad y violencia que se viven. Muchos optan por no participar y no votar. Se sabe del daño que hace a la representatividad una insuficiente participación en las elecciones, porque cuando son pocos los que votan, es el voto de unos cuantos el que define la elección. Quienes resultan electos tienen que enfrentar, además del descontento y la sospecha de quienes no obtuvieron la mayoría, la falta de legitimidad, pues ejercerán legalmente la representación que se les confía, pero sin la necesaria aceptación y el respaldo de la ciudadanía.
Tenemos la oportunidad de ejercer nuestro derecho y nuestro deber como ciudadanos libres de votar por quien pueda ser el mejor gobernador, el mejor diputado/a, el mejor presidente/a municipal. La participación con el voto es una efectiva contribución para una vida más democrática.

Durango, Dgo., 30 de Mayo del 2010.

+ Enrique Sánchez Martínez
Ob. Aux. de Durango
email:episcopeo@hotmail.com

La organización de la sociedad civil y la democracia

Otro tema que asume el “Mensaje Pascual con Motivo del proceso electoral 2010”, es el de las instituciones civiles, que “constituyen el armazón sobre el que se construye el Estado democrático…la salud democrática se mide muchas veces por el funcionamiento de sus instituciones…en la búsqueda de esta buena democracia, las instituciones tienen que estar a la altura de lo que se espera de ellas….tan necesarias para la solidez de la sociedad, representan por mucho un garante en la consecución del valor de la democracia”. Pero ¿qué son las instituciones civiles? Son los grupos organizados de la sociedad que tienen una existencia formal y que no tienen un interés de política partidista y además persiguen objetivos de organización, promoción de sus derechos fundamentales y ayuda a la misma sociedad. Estas instituciones siempre han estado presentes en la sociedad, incluso son anteriores al Estado, como la familia, el pueblo, la nación, etc., además de los nuevos grupos intermedios que han ido apareciendo. Los obispos mexicanos en su Carta Pastoral “Del encuentro con Jesucristo a la solidaridad con todos”, afirman “… es necesario insistir que una democracia, sin un entramado institucional y cultural fundado en valores y principios basados en la dignidad humana, fácilmente degenera en demagogia y en fórmulas políticas contrarias a la libertad y la justicia” (num. 261).
Hoy es muy común oír hablar sobre la Sociedad Civil o de las Organizaciones no gubernamentales, y no se puede negar su existencia, sobre todo por el rol que juegan en la vida democrática de un país. Para garantizar una participación democrática en las elecciones para gobernador, diputados locales y presidentes municipales, es necesaria la presencia de estas organizaciones civiles, sobre todo para promover la participación y ejercer el derecho a votar, además la vigilancia del proceso electoral y evitar posibles fraudes.
La realidad es que constatamos que no hay una conciencia arraigada de participación a través de estas sociedades civiles, pero ante la poca confianza que se tiene en los partidos políticos, el camino más viable es la organización civil. Es el tiempo de la sociedad civil.
El “Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia”, propone una reflexión de valoración de la sociedad civil, haciendo una distinción entre la comunidad política y la sociedad civil. La comunidad política se constituye para servir a la sociedad civil, de la cual deriva. La sociedad civil es un conjunto de relaciones y de recursos, culturales y asociativos, autónomos del ámbito político y del económico, los fines que persigue la sociedad civil alcanza a todos, en cuanto persigue el bien común, del cual es justo que participen todos y cada uno. Se caracteriza por su capacidad de iniciativa, orientada a favorecer una convivencia social más libre y justa, en la que los diversos grupos de ciudadanos se asocian y se movilizan para elaborar y expresar sus orientaciones, para hacer frente a sus necesidades fundamentales y para defender sus legítimos intereses (num. 417).
La comunidad política y la sociedad civil, aun cuando estén recíprocamente vinculadas y sean interdependientes, no son iguales en la jerarquía de los fines. La comunidad política está esencialmente al servicio de la sociedad civil y, como consecuencia, está al servicio de las personas y de los grupos que la componen. “La sociedad civil, por tanto, no puede considerarse un mero apéndice o una variable de la comunidad política: al contrario, ella tiene la preeminencia, ya que es precisamente la sociedad civil la que justifica la existencia de la comunidad política” (num. 418).
El Estado debe aportar un marco jurídico adecuado para el libre ejercicio de las actividades de los nuevos sujetos sociales que van apareciendo (de la sociedad organizada) y estar preparado a intervenir, cuando sea necesario y respetando el principio de subsidiaridad, para orientar al bien común, la relación entre las libres asociaciones activas en la vida democrática.
Si no simpatizas con algún partido político o candidato, puedes organizarte y asociarte con otros para participar activamente en la vida democrática de nuestro país.

Durango, Dgo., 23 de Mayo del 2010.

+ Enrique Sánchez Martínez
Ob. Aux. de Durango
email:episcopeo@hotmail.com

El mundo digital (blogs, sitios web, gadgets, redes sociales) al servicio del Evangelio

Hoy es casi imposible imaginar la existencia de la familia humana sin la presencia de los medios de comunicación social. El Papa Benedicto XVI en “Caritas in veritate” (num. 73), nos invita a hacer una “seria reflexión”, sobre su influjo en la vida social, en la cultura de la globalización y en el desarrollo de los pueblos, porque éstos hoy son capaces de determinar los cambios en el modo de percibir y de conocer la realidad y la misma persona humana. Hay que buscar su fundamento antropológico para hacer una correcta reflexión sobre su sentido y su finalidad. Desde esta perspectiva, los medios pueden ser ocasión de humanización, ya que pueden ofrecer mayores posibilidades para la comunicación y la información y además, se pueden orientar y organizar bajo la luz de la persona y el bien común, reflejando sus valores universales.
“El mero hecho de que los medios de comunicación social multipliquen las posibilidades de interconexión y de circulación de ideas, no favorece la libertad ni globaliza el desarrollo y la democracia para todos. Para alcanzar estos objetivos se necesita que los medios de comunicación estén centrados en la promoción de la dignidad de las personas y de los pueblos, que estén expresamente animados por la caridad y se pongan al servicio de la verdad, del bien y de la fraternidad natural y sobrenatural”. En este sentido los medios están llamados a ser instrumentos en la búsqueda de la justicia, de la libertad y de la unidad de la familia humana.
Los medios no sustituyen las relaciones personales ni la vida comunitaria, jamás podrán sustituir a la familia. Pero nos ofrecen posibilidades inimaginables para promover los valores cristianos. “Nos ofrecen la posibilidad de extender casi sin límites el campo de audición de la Palabra de Dios, haciendo llegar la Buena Nueva a millones de personas”. Por otro lado es uno de los “areópagos” (grupo de personas ajenas al Evangelio) que, como misioneros, debemos evangelizar (Aparecida num. 491).
Este domingo celebramos la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. El Papa Benedicto XVI ha titulado su mensaje: “El sacerdote y la pastoral en el mundo digital: los nuevos medios al servicio de la Palabra”. En el marco del “Año sacerdotal”, “Pone en primer plano la reflexión sobre un ámbito pastoral vasto y delicado como es el de la comunicación y el mundo digital, ofreciendo al sacerdote nuevas posibilidades de realizar su particular servicio a la Palabra y de la Palabra”. Desde hace tiempo, un buen número de sacerdotes ha hecho el esfuerzo de utilizar los medios para desempeñar mejor el servicio pastoral. Es muy común el uso de “periódicos parroquiales”, de “revistas”, de “programas o mensajes en las “estaciones de radio”; también ha aumentado la presencia de los sacerdotes en “programas de televisión”; lo mismo ha sucedido con el uso del “internet”, varias parroquias tienen su sitio en la web. Pero desafortunadamente, aún no hemos entrado de lleno a este mundo digital.
Las nuevas vías de comunicación que se han abierto son un instrumento indispensable para responder a las situaciones que hoy requieren el anuncio del Evangelio, especialmente a los jóvenes. Estos nuevos caminos de comunicación ofrecen la oportunidad de una capacidad de expresión casi ilimitada y abre importantes perspectivas. Ante estas oportunidades nuestra responsabilidad del anuncio del Evangelio no solamente aumenta, sino que se hace más acuciante y reclama un compromiso más intenso y eficaz.
El compromiso de nuestros sacerdotes es adquirir la capacidad de participar en el mundo digital en constante fidelidad al mensaje del Evangelio, solo así podrán ser efectivos animadores de sus comunidades. Deben anunciar el Evangelio valiéndose no sólo de los medios tradicionales, sino también de los que aporta la nueva generación de medios audiovisuales (foto, vídeo, animaciones, blogs, sitios web, redes sociales), que son ocasiones inéditas de diálogo e instrumentos útiles para la evangelización y la catequesis.
El sacerdote podrá dar a conocer la vida de la Iglesia y ayudar a las personas de hoy a descubrir el rostro de Cristo mediante estos medios, esto será posible si aprenden a manejarlos y, sobre todo, con una sólida preparación teológica y una honda espiritualidad sacerdotal, alimentada por la oración. En el contacto con el mundo digital, el presbítero debe trasparentar, más que la mano de un simple usuario de los medios, su corazón de consagrado que da alma no sólo al compromiso pastoral que le es propio, sino al continuo flujo comunicativo de la “red”.
La pastoral en el mundo digital debe mostrar a las personas de nuestro tiempo y a quienes están desorientados que “Dios está cerca, que en Cristo todos nos pertenecemos mutuamente” y ¿Quién mejor que un hombre de Dios, el sacerdote, puede desarrollar y poner en práctica, a través de los nuevos medios digitales, una pastoral que haga vivo y actual a Dios en la realidad de hoy? Es a ellos a quienes les corresponde ofrecer a quienes viven éste mundo “digital” los signos necesarios para reconocer al Señor, darles la oportunidad de educarse para la espera y la esperanza, y de acercarse a la Palabra de Dios que salva y favorece el desarrollo humano integral.
Los nuevos medios ofrecen sobre todo a los presbíteros perspectivas pastorales siempre nuevas y sin fronteras, que los invitan a valorar la dimensión universal de la Iglesia para una comunión amplia y concreta; a ser testigos en el mundo actual de la vida renovada que surge de la escucha del Evangelio de Jesús, el Hijo eterno que ha habitado entre nosotros para salvarnos.
Hermanos sacerdotes ¡no tengamos miedo de este nuevo mundo digital¡ mas bien, tengamos miedo a quedarnos rezagados y no aprovechar lo que estas nuevas vías de comunicación nos ofrecen para cumplir el mandato del Señor. No tengamos miedo de echar las redes en el mar del mundo digital. Además, tenemos a nuestro lado a nuestros fieles laicos, que son expertos en este campo y que siempre estarán dispuestos a navegar, junto con nosotros, por estos nuevos océanos.

Durango, Dgo., 16 de Mayo del 2010.
+ Enrique Sánchez Martínez
Ob. Aux. de Durango
email:episcopeo@hotmail.com

Colaboremos con el censo.

AL PRESBITERIO, A LOS RELIGIOSOS, A LAS RELIGIOSAS, Y FIELES DE LA ARQUIDIÓCESIS.

Les saludo en estos días de la alegría pascual, en Cristo que ascendió glorioso y nos concede el don del Espíritu Santo.

Está próxima la jornada del Censo de Población y Vivienda, a partir del 31 de éste mes al 25 de junio de éste año.

Es importante dar los datos que se nos piden sobre nuestra vivienda, los nombres de quienes ahí habitamos, sus edades, la escolaridad, el trabajo, el estado civil, y otras cosas. Los entrevistadores se presentarán en los domicilios bien identificados, y además nos asegurarán que los datos que se recabe serán confidenciales y no se usarán con fines ilegítimos. Confiamos que así sea.

Pero algo que debo recomendar es cuando se refiere a la pregunta: ¿Cuál es la religión de cada uno de los que viven en la Casa?. Nuestros fieles deben responder con claridad su identidad como Católico Romano, debido a que en la clasificación de las religiones en el Censo, viene una lista de 12 religiones católicas, pero la nuestra es Católico Romano. Es trascendental que se responda adecuadamente, de lo contrario, al hacer el vaciado de las encuestas pueden ser sumadas a otras denominaciones que poco tienen que ver con nuestra Iglesia.

El Censo pretende conocer en estadística la situación nacional, y esto nos ayudará a valorar lo que tenemos en nuestra querida Patria, y a superar las deficiencias y a luchar por más justicia social, solidaridad y libertad. Invito a toda la población de la Arquidiócesis a colaborar con responsabilidad en este acontecimiento tan importante.

Con fe y caridad pastoral, les ofrezco mi oración.

Durango, Dgo., a 14 de mayo de 2010.

+Héctor González Martínez
Arzobispo de Durango.

José de la Luz Guerrero Haro.
Secretario Canciller.

¿En Durango, se vive una auténtica democracia?

La democracia en nuestro Estado, es apenas incipiente, lo que señala el Mensaje de la Arquidiócesis de Durango, nos revela algunos datos de la poca participación y de la poca cultura democrática que vivimos. El campo de la democracia es muy amplio y no se reduce a la sola participación de unos comicios electorales. En el episcopeo del 25 de abril, cité la Encíclica “Centesimus annus” (num. 46), en donde se encuentra una exposición clara y explícita de lo que es la democracia: “La Iglesia aprecia el sistema de la democracia, en la medida en que asegura la participación de los ciudadanos en las opciones políticas y garantiza a los gobernados la posibilidad de elegir y controlar a sus propios gobernantes, o bien la de sustituirlos oportunamente de manera pacífica…Una auténtica democracia es posible solamente en un Estado de derecho y sobre la base de una recta concepción de la persona humana…”
Es oportuno que tengamos claro, cuales son los elementos que contiene un sistema democrático, porque es a donde nos debemos dirigir como sociedad, es de lo que deben hablar y exponer en sus propuestas de gobierno los candidatos y hacia donde nos deben conducir quienes sean elegidos. En una democracia los gobernados deben tener asegurada su participación política (1), es decir debe garantizar la organización de la elección de sus gobernantes a través del voto secreto y libre; pero también la participación de los gobernados en la actuación de quienes ejercen el poder (2) para “controlar” a quienes no cumplan como autoridades, una especie de auditoría ciudadana en la que se le de seguimiento a quienes gobiernan. “El acceso a la información y la liberalización de los medios masivos de comunicación, permiten que la ciudadanía se informe de los errores, excesos, abusos, atropellos, irregularidades y hasta delitos cometidos por sus gobernantes, pero no existe forma de sancionarlos, lo que provoca sentimientos de decepción y frustración. La difusión pública de los escándalos y la ausencia de vías para sancionar a los malos gobernantes, acrecienta la percepción de impunidad, una de las grandes debilidades del Estado mexicano (Conferencia del Episcopado Mexicano. No hay democracia verdadera y estable sin participación ciudadana y justicia social, num. 14).
Otro elemento importante es el Estado de derecho (3) en el que debe estar cimentada la democracia; esto es, que exista una real procuración, impartición y ejecución de la justicia. Si no existe esto, tendrá como efecto la impunidad y las deficiencias en la administración de la justicia, que lleva a incapacidad, irresponsabilidad, corrupción social y hasta infiltración de la delincuencia organizada en las instituciones del Estado, que genera violencia e inseguridad como desde hace años, lo estamos viviendo. Otro pilar de la democracia es una recta concepción de la persona humana (4), y requiere de condiciones, estructuras que garanticen la promoción de las personas, entre otras la educación, la formación de los verdaderos ideales, etc.
El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, afirma: “Una auténtica democracia no es sólo el resultado de un respeto formal de las reglas, sino que es el fruto de la aceptación convencida de los valores que inspiran los procedimientos democráticos: la dignidad de toda persona humana, el respeto de los derechos del hombre, la asunción del «bien común» como fin y criterio regulador de la vida política. Si no existe un consenso general sobre estos valores, se pierde el significado de la democracia y se compromete su estabilidad (num. 407). Tendremos que ser exigentes con los candidatos respecto a estos valores, de si están dispuestos a asumirlos o no. Por eso no solo hay que elegirlos, sino también vigilarlos, es en base a ello como se podrá establecer una vivencia de la democracia.
El Mensaje señala en cuanto a: “El ejercicio de la democracia, fundamentalmente, es un «ordenamiento» y, como tal, un instrumento y no un fin. Su carácter «moral» no es automático, sino que depende de su conformidad con la ley moral a la que, como cualquier otro comportamiento humano debe someterse; esto es, depende de la moralidad de los fines que persigue y de los medios de que se sirve…. Nos encontramos ante una realidad plural, muy desafiante, que tiene distintos orígenes y que nos presentan las variadas actitudes y comportamientos frente a los procesos democráticos, concretamente a las elecciones, que son sólo una de las varias expresiones democráticas…. sin embargo es necesario que se promueva una democracia participativa, basada en la promoción y respeto de los derechos humanos, pues una democracia sin valores, como los mencionados, se vuelve fácilmente una dictadura y termina traicionando al pueblo” (num. 3).
Para los católicos el camino para tomar una decisión y elegir a nuestros gobernantes está claro. Hay que ver a quien de los candidatos realmente le interesa la democracia, quién habla de los derechos de las personas, a quien le interesa la dignidad de los más pobres, de los que no tienen trabajo, de la corrupción en las esferas de gobierno, de la impunidad, de los que han sufrido la violencia e inseguridad, especialmente de esto último nuestro pueblo quiere propuestas y respuestas concretas.

Durango, Dgo., 9 de Mayo del 2010.

+ Enrique Sánchez Martínez
Ob. Aux. de Durango
email:episcopeo@hotmail.com

Peregrinación a la Basílica de Guadalupe

A TODOS EN LA ARQUIDIÓCESIS.

Teniendo como marco el año Sacerdotal reciban un saludo deseando que Santa María de Guadalupe Madre de los Sacerdotes les cubra con su manto.

Ser agradecidos, desde antiguo ha sido una virtud muy apreciada entre los hombres.

En medio de tiempos difíciles como los que vive el pueblo cristiano siempre ha tenido en la Virgen María seguro Refugio en sus penas. Este año la comunidad ha sufrido a causa de la violencia motivo por el cual es necesario hacer un acto de fe y solidaridad.

Es por eso que hacemos una atenta invitación a los Presbíteros y fieles en general a que asistan a la CXVII Peregrinación de la Arquidiócesis a la Basílica de Guadalupe. En algunas Parroquias, los fieles junto con sus pastores ya se están organizando para dicho evento; ojalá que más hermanos sacerdotes animen a sus fieles a conformar una nutrida comitiva a visitar a nuestra Madre del Tepeyac, temiendo presente las palabras de consuelo dirigidas a nuestro amado Juan Diego «No estoy yo aquí que soy tu Madre» .

Para mayores informes dirigirse con el P. Manuel Ramírez Retana Tel. 618 813-79-66 Cel. 618/299-98-50, Correo electrónico mrrdurango@hotmail.com

Durango, Dgo. 04 de mayo del 2010.

Aftmo. en Xto.

+Héctor González Martínez
Arz. De Durango

Pbro. José de la Luz Guerrero Haro
Secretario-canciller