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Cristo, Templo del culto al Padre

Domingo III; 11-III-2012

Cristo, Templo del culto al Padre

Subiendo Jesús a Jerusalén, “encontró en el templo, gente que vendía bueyes, ovejas y palomas; y cambistas de valores… arrojó a todos del templo con las ovejas y los bueyes; y tiró por tierra las mesas de los cambistas”; les dijo “no hagáis de la casa de mi Padre un lugar de mercado”. Leer más

II domingo de Cuaresma B, 4-III.2012

Abraham y Jesucristo

El camino de la Fe, tiene siempre una referencia a Abraham, como ejemplo de obediencia a Dios, por lo que es llamado padre de los creyentes.

Pero  ¿Cómo distinguir la auténtica voz de Dios? Abraham, observando a sus contemporáneos, se da cuenta que ellos, a tal punto aman a sus dioses, que les sacrifican a sus primogénitos. Le parece entonces, que el amor a Dios exige de él el sacrificio de su hijo Isaac. Leer más

La alianza, el desierto y las tentaciones

 

El escritor sagrado del Génesis, afronta los grandes problemas de la humanidad: ¿cuál es el plan de Dios para el hombre; de donde viene el mal que atormenta a la humanidad?: hoy, la primera lectura narra que el Señor Dios dijo a Noé y a sus hijos: “yo establezco mi alianza con ustedes: no será destruido ningún viviente por las aguas del diluvio, ni el diluvio devastará más la tierra”. Después del diluvio nace una humanidad nueva; como al principio Dios quiere entrar en relación con el hombre y le ofrece su alianza. Para el Señor, esta alianza con el hombre debe ser universal y eterna. No será Dios a infringir este pacto; pero el hombre lo observará.

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Reflexión dominical Domingo IV de Adviento: Jesús hijo de David

Sucedió que cuando el rey David se estableció en su casa y el Señor le dio tregua de sus enemigos de los alrededores, dijo al profeta Natán: “mira, yo habito en una casa de cedro, mientras que el arca de la Alianza está bajo una tienda. Natán le respondió: ve y haz cuanto tienes pensado hacer”.
David pensaba que la construcción de una casa a Dios aseguraría de modo definitivo los favores divinos y lo haría habitar establemente en medio del pueblo. Pero, rechazando Dios el ofrecimiento de David, que había derramado demasiada sangre humana, Samuel es forzado a decir a David que será Dios quien le construya una casa, es decir una dinastía que dure para siempre: le dice: “¿acaso tú me construirás una casa para que yo habite?”, y anuncia: “el Señor te hará grande, porque con tu descendencia te hará una casa”.
Los Evangelios y S. Pablo se preocupan de afirmar claramente que Jesús desciende de la familia real de David. Pero, durante su vida Jesús no se atribuyó el título de “hijo de David”; sin embargo, María, su madre desposó con José descendiente de David, legitimando así el nacimiento de Jesús de estirpe real; su nacimiento de una mujer virgen resalta la fuerza de la intervención de Dios.
Identificándose con los pobres que esperaban una salvación espiritual, Él confirma que la carne no sirve para salvar y que todo poder humano no tiene consistencia. Para realizar el misterio oculto por siglos y siglos, pero ahora revelado a todas las gentes, Dios se inserta en un cuadro humano que se venía organizando y modificando en el curso de los años. Y no actúa sólo, pide la colaboración consciente y libre de la madre, como lo hará después con los Apóstoles y con todos los creyentes; lo cual ahora nos alcanza y apremia.
Pero, el que nace de la carne como hijo de David, es constituido y revelado por el poder del Espíritu como hijo del Altísimo. Esta es la fe que la Iglesia expresa en su oración colecta de hoy: “Padre, Tú que por el anuncio del ángel nos has revelado la Encarnación de tu Hijo, por su Pasión y su Cruz, guíanos a la gloria de la Resurrección”.
Dios no rechaza el templo; pero, afirma que el futuro del pueblo y de la dinastía se apoyará más sobre la Alianza entre Dios y el hombre, que no sobre el mismo templo; la fidelidad mutua entre Dios y el hombre será más importante que los sacrificios del templo.
El templo es el signo visible del único verdadero templo que es el cuerpo personal de Cristo y su cuerpo místico, la Iglesia. Es pues, un lugar sagrado no porque sean sagradas las piedras materiales que lo componen, sino porque son santos los cristianos que ahí se reúnen; y también nosotros somos templos.

Domingo III Adviento; Dios viene para gozo de los pobres

Vino un hombre mandado por Dios llamado Juan, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de Él. Juan no era la luz ni Elías ni el profeta; “Jesús es el Cristo y el profeta”.
Los judíos esperaban el nuevo Mesías, como el profeta por excelencia que renovaría los prodigios del Éxodo. Juan bautiza con agua; Jesús, desconocido, pero más grande en dignidad, bautiza en el Espíritu. Esta expresión define la obra primaria del Mesías: regenerar la humanidad en el Espíritu Santo.
El Dios que viene en Adviento quiere ser pobre; contrasta con las imágenes que espontáneamente nos hacemos de Él. Este Dios distinto resulta más creíble para cualquiera que busca una religión auténtica. Toda una línea profética había presentado a los hebreos el Mesías según las categorías de poder, de la victoria, del dominio universal: esto correspondía a la experiencia de la esclavitud de Israel en Egipto y su liberación.
Pero sobre todo con la experiencia del exilio, que favorece la reflexión sobre la Alianza y su interiorización, el Dios de Israel y su interiorización y Aquel que Él consagra para la misión de salvador de pueblo son vistos bajo una luz nueva, más espiritual , también más simbólica; y del mismo modo es vista la misión y sus destinatarios.
Los pobres son los más disponibles al anuncio alegre de la salvación; son aquellos que nos se hacen fuertes de su propia suficiencia personal o de la seguridad material; que están atentos a la escucha de la Palabra de Dios y son capaces de una fidelidad sencilla y sólida a su ley.
Ciertamente, hay el peligro de idealizarla suerte de los miserables de la tierra, mientras nosotros estamos bien y nos hacemos nada por cambiar la suerte de la gente necesitada de todo; sería cómodo limitarnos a hablar de la alegría mesiánica frente a personas necesitadas de todo; sería cómodo limitarse a hablar de la alegría mesiánica ante personas que a duras penas consiguen el pan cotidiano, mientras Cristo mostró entrañas de compasión curando enfermedades y multiplicando el pan.
En realidad, para los hermanos más necesitados, la esperanza mesiánica se concretizará en una presencia fraterna de quien tiende una mano para socorrer; más aún, se concretizará en compartir su suerte, haciendo así creíble y tangible el anuncio de un mundo mejor.
Pero todavía no basta. El secreto de la personalidad del Hombre-Dios revela una atención especial a los pobres y a los humildes que tienen fe y se abandonan a Dios y subraya el cambio que la llegada del “día del Señor” traerá consigo en las estructuras humanas.

Domingo II de Adviento; seguir a Jesús

“Juan Bautista estaba con dos de sus discípulos, y fijándose en Jesús que pasaba, dijo: este es el Cordero de Dios. Los dos discípulos, oyéndolo hablar así, siguieron a Jesús”.
Como estaba anunciado Juan Bautista vino para dar testimonio de la luz; y su testimonio es este: “he aquí el Cordero de Dios”. Aceptar esta indicación significa buscar y seguir a Jesús, y activar el mismo testimonio como en una reacción en cadena: si Juan Bautista orientó a Andrés y a su compañero hacia Jesús, y Andrés conquista a su hermano Simón; hay ahí una secuencia vocacional.
El buscar a Jesús, el ir hacia Él, el ver donde habita, el quedarse con él y el ver su gloria, caracterizan experiencialmente una vocación en continua profundización de fe. Las escenas del llamamiento de Isaías y de Jeremías, están entre las páginas más vivas de la Biblia. Nos revelan a Dios en su majestad y en su misterio; y nos muestran al hombre en toda su verdad, en su miedo, en su generosidad y en sus actitudes de resistencia y de aceptación.
Todo hombre por el hecho de estar en este mundo está en situación de vocación. A través de los caminos misteriosos de los acontecimientos humanos muy ordinarios y oscuros, Dios los llama a la existencia por un particular proyecto de amor. De hecho la vocación, como la existencia es siempre una llamada personal. Dios no crea a los hombres en serie, con un cliché: habla personalmente a casa uno.
La vida de soltería puede ser una verdadera vocación, pero no todos los que viven solos tienen vocación para ello; muchos se casan, pero de ellos no todos tienen vocación al matrimonio; hay muchas personas que profesan en la vida religiosa o se ordenan Sacerdotes, pero no todas tienen vocación para la vida religiosa o para el estado sacerdotal.
Porque la iniciativa es siempre de Dios, descubrir la propia vocación, significa descubrir el proyecto de vida que Dios tiene sobre cada uno de nosotros. Podremos observar la actitud que no enseña la primera lectura de hoy: “Habla Señor que tu siervo escucha”, en consecuencia, nuestra actitud ha de ser como dice el salmo responsorial: habla Señor, que tu siervo escucha: (1libro de Samuel, 4-10).
Acoger la iniciativa que proviene de Dios comporta todo un proceso de interiorización y de descubrimiento progresivo de las exigencias sociales, morales y espirituales que comporta la propia vocación. La llamada y el seguimiento de Cristo representa una categoría fundamental de la vida cristiana de estilo dialogal, esto es, de llamada y de respuesta; de exigencias que nos vienen de los acontecimientos y de respuestas expresadas no solo en profesiones de fe o plegarias, también en elecciones de vida y disponibilidad del corazón.

Reflexión dominical XXXIV Domingo; Jesucristo, Rey del universo

El profeta Ezequiel, en el c. 34, reclama a los pastores, reyes y jefes del pueblo su mal gobierno y luego anuncia que Yahvé mismo “cercará a sus ovejas y las cuidará. Como un pastor pasa revista a su rebaño cuando está en medio de las ovejas que andaban dispersas, así revisare yo a mis ovejas y las reuniré de todos los lugares donde andaban dispersas”.
En el Evangelio Jesús anuncia a sus discípulos: “cuando el Hijo del hombre venga en su gloria con todos sus ángeles, se sentará en el trono de su gloria. Y serán reunidas delante de Él todas las gentes… y pondrá las ovejas a su derecha y los cabritos a su izquierda; y dirá a los de la derecha: vengan, benditos de mi Padre, a recibir en herencia, el reino preparado para ustedes desde la fundación del mundo”. Leer más

Reflexión dominical Domingo I de Adviento; vigilar a la espera del Mesías.

Estamos empezando las cuatro semanas de Adviento, preparando la Navidad. Hoy mismo, iniciamos la primera semana, como una invitación a estar atentos y vigilantes a la llegada del Señor en todo momento. Entre los fenómenos que sufriría el pueblo elegido, está la destrucción de Jerusalén y de su templo. S. Marcos, en el discurso escatológico del c.13 de su Evangelio presagia fenómenos en la tierra y en el cielo que sufrirá la humanidad a la última llegada del Señor. En ello piensa S. Marcos.
Pero también piensa en la venida del Hijo del hombre en poder y gloria: Hijo del hombre, como persona individual y sobrehumana con poder y gloria celestiales, para heredar su Reino; visión del Hijo del hombre y afirmación crucial de toda esta narración.
Pero el día o la hora de la última venida nadie lo sabe; ni siquiera el Hijo lo sabe, solo el Padre. Afirmación clave para exhortar a la vigilancia. Y es que no se puede recurrir a la ciencia que Jesús tiene para cumplir su misión, teología que no es del dominio de S. Marcos; en la cristología de S. Marcos, Jesús es solamente el Hijo, no es el Padre, Quien ciertamente sabe el día y la hora de la última venida. Leer más

Mensaje Personal

Amados hermanos, amigos, fieles y ciudadanos:
Les saludo con amor de oblación y de expiación en estos días en que el Señor Jesús me ha participado con el sabor de su Pasión por medio de limitaciones y enfermedades, experimentando en mi naturaleza humana mermas de salud física. Con ello Dios me muestra claramente que el hombre no es autosuficiente y que no todo lo alcanza por su solo esfuerzo, natural o espiritual.
Durante toda mi vida he pretendido responder a Dios con mi mejor esfuerzo y al parecer en buena parte lo he logrado, como fruto de la gracia que viene de Él mismo. Pero Dios permite que el hombre sea sometido a crisis, como me lo permitió en un día del Novenario de Expiación, caído toda una noche sobre el suelo frío, sin poderme enderezar.
Noche de gracia, sintiéndome asociado a los padecimientos del Redentor y aplicándolos por todos en la Arquidiócesis. De ahí en adelante, todo ha sido un Vía Crucis, cada vez más demandante. Leer más

Reflexión Dominical Domingo XIX A; 7-VIII-2011 El Dios cercano

Ya hemos visto antes que Dios tiene muchas maneras de manifestarse al hombre, para que el hombre aprenda a conocerlo en todas las cosas. Así lo reconoce en los grandes eventos de la creación y en los fenómenos de la naturaleza; pero no sólo, ahora también vemos que lo reconoce en las cosas simples, sencillas y bondadosas de Dios como el átomo y en la suave brisa en las mejillas de los profetas. Las lecturas presentan dos escenas de una teofanía: Dios, se manifiesta al profeta Elías a la entrada de la caverna del Oreb; sin embargo a los apóstoles y a Pedro se les manifiesta en la persona de Jesús que, como lo dice la primera lectura y el santo Evangelio, domina el mar. Al mismo tiempo, el salmo responsorial, nos muestra cuál es el mensaje contenido en estas dos revelaciones de Dios: “la salvación ya próxima”, expresada en los términos de misericordia, paz, fidelidad y Justicia. Leer más