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Episcopeo «La santería es incompatible con la fe cristiana»

He querido comentar sobre este tema porque muchos católicos, y muchos de ellos comprometidos en la Iglesia, practican la santería y muestran todo un sincretismo religioso. Hice una síntesis de un artículo en www.conoze.com, y de una Carta Pastoral de Mons. Eduardo Boza Masvidal, Obispo Cubano, que nos ayudará a entender este fenómeno.

Busque en internet sobre éste término y existen cientos de sitios donde se informa y se ofrecen servicios  de esta práctica de culto proveniente de las islas del Caribe y las Antillas. La santería ha causado curiosidad, extrañeza y fascinación al conocer que ahí se usan imágenes de santos y vírgenes a quienes se atribuyen poderes sobrenaturales, se invocan a las divinidades para lograr las causas imposibles, el éxito en los negocios, la adivinación del futuro, la solución de problemas amorosos o bien la curación de enfermedades imposibles para la medicina.

En México los santeros tienen un éxito considerable al recibir a personas necesitadas de sus servicios. Promocionan sus poderes y supuestos milagros en periódicos, sitios web y redes sociales y garantizan el trabajo mientras el cliente, desde luego, muestre los billetes y, al final, la fe requerida para conseguir lo imposible.

¿Qué es la santería? En síntesis, este culto pudo tener su origen en reinos del norte de África en los siglos XVII y XVIII. Desde 1810, las crisis de los reinos yorubas africanos fueron aprovechadas por las potencias imperialistas facilitando la esclavitud que llegó a territorio americano. Entre 1800 y 1840, miles de yorubas fueron enviados a posesiones urgidas de mano de obra esclava: Brasil y Cuba.

Los misioneros evangelizaron y sembraron en nuestro pueblo la semilla de la fe cristiana. Cuando vinieron de África negros como esclavos, aquellos hombres no pudieron ser debidamente evangelizados. Ni los sacerdotes sabían sus lenguas africanas ni ellos entendían el español. Se les hacia ir a la iglesia y practicar la religión católica, pero sin que hubiera habido una verdadera conversión. En su interior ellos seguían pensando en sus dioses paganos, y cuando veían en los templos católicos las imágenes de los santos cristianos, los identificaban con alguno de sus dioses, con los que les encontraban algún parecido o algún punto de contacto. Así nació y fue creciendo esa mezcla y confusión religiosa que después se extendió aún a personas de otro origen y raza.

La santería cree en un ser supremo, olorun, creador del universo, un ser omnisciente y justo, en su poder es totalmente distinto y apartado; para el contacto con los humanos se requieren deidades intermedias que conceden los favores solicitados. Los santeros, quienes tienen que ser iniciados, se relacionan con los orishas o santos, emanaciones de olurum. Los orishas son intérpretes del destino y necesitan ser honrados y complacidos con rituales, oraciones y sacrificios; velas, comida o elementos naturales en su honor. A ellos se les dedica una especie de altar, cuya imagen se asocia con la de los santos y vírgenes católicos como Obatalá, la virgen de la Merced; Yemayá, la virgen de la Regla; Orúnla, san Francisco de Asís; Changó, santa Bárbara; Eleguá, san Antonio de Padua; Oyá, la virgen de la Candelaria; Obá, santa Catalina; Oshún, la virgen de la Caridad del Cobre; Babalú Ayé, san Lázaro; Ogún, san Pedro;  Orisha Oko, san Isidro Labrador; etc.

¿Por qué no se pueden conciliar el cristianismo y la Santería? Existen diferencias importantes que hay que señalar. El cristianismo es monoteísta, cree en un solo Dios. El Dios cristiano es el Dios de la Biblia, uno en naturaleza y trino en personas, Creador y Señor de todas las cosas. Esta creencia en un solo Dios es fundamental en nuestra fe. En el Antiguo Testamento, el pueblo de Israel tenía constantemente la tentación de volverse hacia los dioses de los pueblos paganos vecinos y los profetas les hacían una crítica dura e irónica haciéndoles ver que esos eran dioses falsos, hechura de manos humanas, que tienen ojos y no ven, tienen oídos y no oyen, tienen boca y no hablan y es por eso que la ley de Moisés les prohibía hacerse imágenes para apartarlos de esa tentación. Jesucristo es ese único y verdadero Dios hecho hombre por amor a nosotros.

La Santería, en cambio, es politeísta, cree en muchos dioses, cuyos nombres ha dado a las imágenes de la Virgen María y de los santos cristianos. Pero la Virgen María y los santos cristianos no son dioses; son solo criaturas humanas, personas reales que han existido, y en su vida han dado ejemplo de fidelidad a Dios y de santidad de vida. Es algo completamente distinto.

El cristianismo es una religión de amor. Ese único Dios verdadero es un Padre que nos ama y al que nosotros amamos. En la oración acudimos a Él con confianza de hijos y en su Providencia descansamos confiados. La Santería, en cambio, es la religión del temor, del miedo. Hay que hacer cosas para librarse de males y apartar poderes maléficos, o para tener suerte y hacer propicios los dioses. Se teme más que se ama.

El cristianismo nos lleva a hacernos mejores, a transformar nuestra vida. En la medida en la que vayamos viviendo de verdad tenemos que hacernos mejores, vencer nuestros defectos y adquirir más virtudes, más dominio de nosotros mismos, más caridad, más humildad, más espíritu de servicio, en una palabra, más santidad. La Santería, en cambio, se queda en prácticas externas, en ritos y ceremonias que no nos transforman por dentro y que adquieren cierto sentido mágico cuyo efecto depende de los actos en sí, sin que cambiemos interiormente.

            En nuestra sociedad duranguense, en general, pero especialmente entre la “alta sociedad”, empresarios, políticos, profesionistas y personas con medios económicos altos, ha proliferado la creencia y la práctica de la santería.

            Esto nos revela que no hemos tenido un proceso serio de Evangelización y Catequesis, y que existen vacíos de formación cristiana en nuestro pueblo. Esto hace más urgente y necesaria la Iniciación Cristiana en nuestra Arquidiócesis.

 

Durango, Dgo., 16 de Junio del 2013                      + Mons. Enrique Sánchez Martínez

                                                                                         Obispo Auxiliar de Durango

                                                                                      Email: episcopeo@hotmail.com

Episcopeo «Urge un esfuerzo común ético para lograr una gran estrategia en favor de la vida.»

            La Encíclica Evangelium Vitae del Papa Juan Pablo II, se refiere a la bioética, a la cultura de la muerte, así como a temas específicos algunos de ellos: aborto, eutanasia, anticoncepción y sexualidad, y nos ofrece la oportunidad de reflexionar

            Uno de los grandes eventos del Año de la fe es la Jornada de la Evangelium Vitae, con el Lema: “Creyendo tenemos la vida”, convocado por el Santo Padre Francisco a través de Mons. Rino Fisichella, quien es el presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización.

El encuentro que tendrá lugar en Roma el 15 y 16 de junio es muy importante por cuanto ofrecerá a los fieles de todo el mundo la oportunidad de reunirse, junto al Santo Padre, en torno al testimonio común sobre el valor sagrado de la vida: la vida de los ancianos, de los enfermos, de los agonizantes, de quienes todavía no han nacido, de aquellos que viven afligidos física y mentalmente, y de todos los que viven situaciones de sufrimiento.

Este evento será también la ocasión para celebrar, afirmar y alentar a cuantos con tanta dulzura se abandonan a seguir los pasos del Buen Pastor, dedicándose a las necesidades físicas, emocionales y espirituales de quien es anciano, discapacitado, enfermo, no nacido o sufriente. Leer más

Episcopeo «Para evangelizar el Espíritu Santo nos da unidad y comunión, oración, valentía y confianza»

En nuestra Arquidiócesis de Durango, iniciamos un proceso de renovación personal y pastoral, al que nos ha convocado nuestro Pastor y Arzobispo Don Héctor González Martínez, quien nos  ha hecho un fuerte llamado a comenzar el proceso de Iniciación Cristiana en todas las parroquias , capellanías y templos de nuestra iglesia diocesana. Un llamado a iniciar “un proceso serio de Evangelización y catequesis como valor fundamental para lograr nuevos cristianos. Y así construir en serio el Reino de Dios”.

            “La Iniciación cristiana no es una moda optativa ni un entretenimiento. Será tarea ardua que nos pedirá cambios personales y pastorales; requerirá entusiasmo y empeño de parte de todos para ser y formar discípulos de Cristo y Misioneros del Evangelio”

            Ante este reto que se nos presenta a todos: obispos, sacerdotes, fieles laicos, movimientos y grupos eclesiales, religiosas y religiosos, es bueno que reflexionemos en las palabras del Papa Francisco.

Evangelizar es la misión de la Iglesia, no solo de unos pocos, sino la mía, la tuya, nuestra misión (porque) todo el mundo debe ser evangelizador, ¡sobre todo con la vida!  El Papa Pablo VI, aseguraba que «el Espíritu Santo, hoy igual que en los comienzos de la Iglesia, actúa en cada evangelizador que se deja poseer y conducir por Él, y pone en los labios las palabras que por sí solo no podría hallar»(Evangelii nuntiandi, 75) Leer más

Episcopeo «En qué se reconoce a un discípulo de Jesús: en el amor a la manera del crucificado»

El tema del discipulado vuelve al primer plano en este domingo: “En esto conocerán todos que sois discípulos míos” (Juan 13,35). La clave es “el amor”: “Si os tenéis amor los unos por los otros” (Juan 13,35b). Respuesta clara y contundente. Sin embargo: se habla tanto de amor hoy, ¿de qué tipo de amor estamos hablando? ¿Dónde está la novedad? ¿Cuál es su fundamento? ¿Es posible amar de esa manera?

Nos pueden motivar las palabras del Papa Benedicto XVI: “La fe, que hace tomar conciencia del amor de Dios revelado en el corazón traspasado de Jesús en la cruz, suscita a su vez el amor. El amor es una luz (en el fondo la única) que ilumina constantemente a un mundo oscuro y nos da la fuerza para vivir y actuar. El amor es posible, y nosotros podemos ponerlo en práctica porque hemos sido creados a imagen de Dios” (“Dios es Amor” No.39). Leer más

Episcopeo «Las vocaciones sacerdotales y religiosas, signo de la esperanza fundada sobre la fe»

Hoy la Iglesia universal se une en la oración para invocar a Dios Padre para que continúe enviando obreros a su Iglesia (Mt 9,38).

La esperanza es espera de algo positivo para el futuro, pero que, al mismo tiempo, sostiene nuestro presente, marcado frecuentemente por insatisfacciones y fracasos. ¿Dónde se funda nuestra esperanza?

En todo momento, sobre todo en los más difíciles, la fidelidad del Señor, auténtica fuerza motriz de la historia de la salvación, es la que siempre hace vibrar los corazones de los hombres y de las mujeres, confirmándolos en la esperanza de alcanzar un día la Tierra prometida. Aquí está el fundamento seguro de toda esperanza: Dios no nos deja nunca solos y es fiel a la palabra dada. Por este motivo, en toda situación gozosa o desfavorable, podemos nutrir una sólida esperanza. Tener esperanza es confiar en el Dios fiel, que mantiene las promesas de la alianza. Fe y esperanza están estrechamente unidas. Leer más

Episcopeo «Debemos comprometernos más en promover la reconciliación y la paz a todos los niveles»

Hace 50 años, el 11 de abril de 1963, en el tiempo en que desarrollaba el Concilio Vaticano II en Roma, el Papa Juan XXIII, escribió un documento, una Encíclica llamada Pacem in Terris, cuyo tema principal es la Paz. Para los jóvenes de hoy quizá esto no les interese o no les llame la atención, pero es necesario saber que la Iglesia ha sido una de las primeras de hablar y defender los derechos del hombre, porque este es un documento que habla principalmente de los “derechos de los seres humanos”, importantes para lograr construir la paz en el mundo.

Al final de la década de los años 50s y el inicio de los 60s, la situación mundial era la postguerra y estaba cargada de grandes tensiones entre los países que ganaron la 2da. Guerra Mundial, encabezados por Estados Unidos de Norteamérica (boque occidental) y la Unión Soviética (bloque oriental). El mundo se encontraba dividido y sometido por las dos grandes ideologías: el Socialismo Marxista y el Capitalismo Liberal. Los países se alinearon a uno u otro bloque. Por otro lado era también el tiempo del surgimiento de los países del así llamado Tercer Mundo (la mayoría los no alineados), caracterizados por el subdesarrollo, la pobreza, la opresión y el dominio ideológico de los grandes.

Esta división desencadenó la llamada “Guerra Fría”, aunque no hubo un enfrentamiento armado total, cada uno se equipó con armamento nuclear, químico y se desafiaban uno a otro. Al repartirse Europa entre los dos bloques (Pacto de Varsovia y la OTAN Organismo del Tratado Atlántico Norte), Rusia desencadenó golpes de Estado en varios países europeos (Rumania, Checoslovaquia, etc.) sometiéndolos, el desenlace fue la división territorial de Alemania y de Europa. En cuba aparece la revolución en 1959, con un personaje principal Fidel Castro.

No se puede entender el documento sin este antecedente. La Encíclica empieza así: “La paz en la tierra, suprema aspiración de toda la humanidad a través de la historia, es indudable que no puede establecerse ni consolidarse si no se respeta fielmente el orden establecido por Dios»

El documento ofrece 4 líneas principales para proceder por el camino de la paz:
La centralidad de la persona, inviolable en sus derechos; la universalidad del bien común; el fundamento moral de la política; la fuerza de la razón y el faro de la fe. Juan XXIII no dirigió la encíclica a los católicos, a los creyentes o a los cristianos, la extendió a “todos los hombres de buena voluntad”. Después subrayó que la paz es el “anhelo profundo del ser humano de todos los tiempos y puede ser instaurada y consolidada solo en el respeto del orden establecido por Dios”.

El documento sugiere criterios de acción a todos, también para los que no son cristianos. Es una clara exhortación a vivir bajo el amparo de la paz. Pero para respetar el orden establecido por Dios, se ha de reconocer el plan de Dios y las leyes de la naturaleza del hombre. La base de toda ley humana es la dignidad, la personalidad natural del hombre, con sus derechos y deberes.

La paz puede darse en la sociedad, si primero se da en el interior de cada persona, es ahí donde se empieza a respetar el orden que Dios ha establecido. Con esta verdad el hombre está obligado a respetar a sus semejantes (seres humanos). Se debe establecer el bien común tanto nacional como internacional, esto se logra uniendo la justicia con el amor. Tiene que haber una autoridad pública de nivel mundial para promover el bien común universal. Lo es, a partir de ese tiempo, la Organización de las Naciones Unidas.

            Aunque el escenario político mundial haya cambiado en el último medio siglo, nos dijo El papa Emérito Benedicto XVI, la visión de Juan XXIII tiene mucho que enseñarnos aún ahora, cuando nos enfrentamos a nuevos retos para la paz y la justicia en la era de la posguerra fría, en medio de la continua proliferación de armas. La encíclica ofrece un mensaje de esperanza a un mundo hambriento de ella. Se trata de un mensaje que puede llegar a la gente de todas las creencias y de ninguna porque su verdad está al alcance de todos.

Después de los atentados terroristas que sacudieron el mundo en septiembre de 2001, el Papa Juan Pablo II insistió en que no puede haber paz sin justicia, ni justicia sin perdón. La noción de perdón tiene que abrirse camino en el discurso internacional sobre la resolución de conflictos, para transformar el lenguaje estéril de la recriminación mutua que no lleva a ninguna parte. Si la criatura humana está hecha a imagen de Dios, un Dios de justicia pero rico en misericordia, estas cualidades deben reflejarse en la resolución de los asuntos humanos. El perdón no es una negación del error sino una participación en la curación y el amor transformador de Dios que reconcilia y restaura.

Luchemos por la paz y la justicia en el mundo de hoy, confiando en que nuestra búsqueda común del orden establecido por Dios, en un mundo en el que todo ser humano goce del respeto que le es debido, puede dar y dará frutos.

Que la enseñanza de esta gran Encíclica, “sea un incentivo para comprometerse siempre más en promover la reconciliación y la paz a todos los niveles”, nos augura su Santidad Papa Francisco.

            Una gran enseñanza y un reto para el mundo de hoy que ha visto un aumento de guerra y enfrentamientos entre naciones en casi todas partes del mundo. La crisis que se vive entre Corea del Norte y Corea del Sur implica a muchos, nos implica a todos. ¡Oremos por la Paz!

Durango, Dgo., 14 de Abril del 2013                                  + Mons. Enrique Sánchez Martínez

                                                                                          Obispo Auxiliar de Durango

                                                                                      Email: episcopeo@hotmail.com

Episcopeo «Corrupción: hierba mala de nuestro tiempo. Infecta la política, la economía, la sociedad.»

Un libro que el entonces Cardenal Bergoglio escribió en 2005 “Corrupción y Pecado”, ahora se está publicando en otros idiomas. Es un texto de carácter moral que analiza la difusión de la corrupción en la sociedad argentina, en el mundo y en el individuo, y establece una diferencia del fenómeno de la corrupción del pecado.

La corrupción es la mala hierba de nuestro tiempo que se nutre de apariencia y de aceptación social, se erige como la medida de la actuación moral, y puede consumir el interior, con conductas de “mundanidad espiritual” cuando no “esclerosis del corazón”, incluso a la misma Iglesia. Y si para el pecado existe el perdón, para la corrupción no. Por esto, la corrupción debe ser curada. Leer más

Episcopeo «Qué es la Iniciación Cristiana»

Qué es la Iniciación Cristiana

La realidad de nuestra Iglesia y concretamente de nuestras parroquias es que hay muchos bautizados, muchos creyentes que no participan normalmente en la Eucaristía de los domingos, tampoco reciben los demás sacramentos con regularidad. El grupo de los alejados es  considerable. Existe un alto porcentaje de católicos fieles laicos que no tienen conciencia de su misión de ser sal y fermento en el mundo, en los ambientes de la sociedad, de la política, de la economía, de la cultura, de la educación, etc.; muchos otros tienen una conciencia cristiana débil y vulnerable, fácilmente sucumben ante los embates de otras religiones o espiritualidades, de otras creencias, y ante las demás confesiones cristianas protestantes.

La realidad, que es más cruda, nos interpela, nos desafía, ya que nos muestra la manera de cómo hemos evangelizado, de cómo hemos educado en la fe, la iniciación cristiana que se ha impartido en nuestras parroquias ha sido pobre, no hemos evangelizado ni catequizado convenientemente, no la hemos implementado como un proceso.

En nuestra Arquidiócesis hemos estado reflexionando desde hace tiempo sobre el qué,  de la iniciación cristiana, ahora es tiempo de precisar el cómo y el dónde se debe realizar.

Pero ¿Qué es la Iniciación Cristiana? “Es la manera práctica de poner en contacto con  Jesucristo e iniciar en el discipulado. Nos da también la oportunidad de fortalecer la unidad de los tres sacramentos de la iniciación y profundizar en su rico sentido. La iniciación cristiana  se refiere a la primera iniciación en los misterios de la fe, en la forma de catecumenado, y está íntimamente unido a los sacramentos de la iniciación: bautismo, confirmación y eucaristía. Leer más

Episcopeo «Su Santidad el Papa Francisco»

Su Santidad el Papa Francisco

Hemos vivido en nuestra Iglesia un acontecimiento trascendental, algo que ya sabemos todos, católicos y no católicos, aún los no creyentes. Los cardenales reunidos en cónclave han elegido, iluminados por el Espíritu Santo, como obispo de Roma y pastor supremo de la Iglesia Católico dispersa por todo el mundo.

Jorge Mario Bergoglio, 77 años, argentino nacido en Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936. Tras estudiar como técnico químico eligió el sacerdocio y entró en la Compañía de Jesús (Jesuitas). Estudio filosofía y teología en ambas facultades del Colegio Máximo San José. Fue maestro de novicios y profesor universitario en teología, provincial de los Jesuitas en su país y presidente de la Conferencia episcopal del 2005 al 2011. El 13 diciembre de 1969 fue ordenado sacerdote. Cumplió un postgrado en la Universidad de Alcalá de Henares y en 1986 concluyó su tesis doctoral en Alemania. Juan Pablo II lo creó cardenal en el 2001.

Tiene una fuerte experiencia pastoral, se ha caracterizado por decir verdades siempre de manera clara. Su página en Facebook cuenta más de 37.000 “me gusta”. Viaja normalmente en metro o autobús. No da entrevistas por lo que los periodistas toman sus declaraciones de las homilías. Se enfrentó fuertemente con las autoridades locales en temas como aborto, matrimonio homosexual y liberalización de drogas.

Como cardenal primado de Argentina tomó siempre una posición cercana a las clases menos favorecidas, los pobres. A los religiosos le pidió «salir a dar testimonio e interesarse por el hermano» porque la cultura del encuentro «nos hace hermanos, nos hace hijos, y no socios de una ONG (organización no gubernamental) o prosélitos de una multinacional».

En diversas oportunidades criticó fuertemente la corrupción y la trata de personas con imágenes fuertes: «Se cuida mejor a un perro que a estos esclavos nuestros». O “la esclavitud está a la orden del día, hay chicos en situación de calle desde hace años”. Se “sigue fracasando en librarnos de la esclavitud estructural». También ha dicho «hay chicas que dejan de jugar a las muñecas para entrar en tugurios de la prostitución, porque fueron robadas, vendidas o traicionadas». Criticó fuertemente el “limitar y eliminar el valor supremo de la vida e ignorar los derechos de los niños por nacer». Y aseveró: «el aborto nunca es una solución». Se opuso a la liberalización de drogas y exhortó a los jóvenes a no creerles a «los mercaderes de la muerte”. Leer más

Episcopeo: «Comenzamos la Iniciación Cristiana en Durango»

            En nuestra Arquidiócesis de Durango desde el año 2006 iniciamos la Misión Diocesana con el lema “Conocer, amar e imitar a Jesucristo”. Las etapas de la Misión han sido: I Predicación Kerygmática, II Iniciación Bíblica, III La Familia, IV Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, V La Iniciación Cristiana. Para esta última Etapa, hemos tenido un tiempo considerable de preparación, concientizando a los sacerdotes, a los agentes de pastoral y a la comunidad cristiana de lo que significa la Iniciación Cristiana. Ahora es el tiempo de concretar de comenzar.

            Hemos dado pasos firmes en lo que se refiere a los sacramentos de la iniciación cristiana. El año pasado en una “Instrucción sobre la iniciación cristiana” nuestro pastor, el Sr. Arz. Héctor González Martínez le dio formalidad: “.. por el presente instrumento establecemos en la Arquidiócesis de Durango la Institución Pastoral de la Iniciación Cristiana para formar y hacer cristianos, con obligatoriedad a todos los niveles pastorales y para todos los agentes de pastoral… queremos trabajar por el Reino imitando la valentía de evangelizadores que nos precedieron y respondiendo a nuestros desafíos, desde el encuentro con Jesucristo en su Palabra, para ser y hacer cristianos, discípulos y misioneros para nuestro tiempo”.

            En este año, en la fiesta de la Cátedra de San Pedro (22 de enero), el Sr. Arzobispo en un documento “Comencemos ya el proceso de la Iniciación cristiana” declara inaugurado este proceso de la Iniciación Cristiana en toda la Arquidiócesis. En él se señalan las normas y disposiciones de la Iglesia universal y que son ahora las que necesita nuestra Arquidiócesis de Durango. “.. nos ayuda a descubrir la belleza de la fe y la hermosa figura de Jesús de Nazareth, para seguir su camino. Más aún, nos ayuda a renovar nuestra vida y lograr ser cristianos en serio”.

Debemos tener claro que la iniciación cristiana es un proceso serio de evangelización y catequesis que estamos implementando en nuestra Arquidiócesis. No es una moda ni algo pasajero. Implementarla en nuestras parroquias, nos pide a todos (obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas, movimientos y grupos, agentes de pastoral y a todo el pueblo de Dios) cambios personales y pastorales. Requiere de todos nosotros entusiasmo y empeño para hacerlo real en nuestras comunidades.

Ante todo la Iniciación Cristiana es un proceso desde el nacimiento hasta la edad en que se puede recibir el Evangelio y asimilar los valores cristianos. No se trata solo de pedir y recibir los Sacramentos iniciales (Bautismo, Confirmación y Eucaristía), así nada más, sino que los padres de familia y padrinos, entren también en un proceso de vida cristiana para iniciar a sus hijos en ella. Así, estos Sacramentos, serán momentos importantes de crecimiento cristiano y no solo una obligación a cumplir.

La Iniciación Cristiana tiene cuatro etapas importantes: Kerygma o Pre-catecumenado, Catecumenado, Celebración de los Sacramentos y Mistagogia. Esto es para los adultos no bautizados y lo es para todos, especialmente para los bautizados y que no han recibido los demás sacramentos. Pero también para todos quienes quieran renovar su vida cristiana.

A partir de esta fecha todos debemos entrar en un proceso de Iniciación Cristiana y organizarlo en nuestras parroquias. Esto quiere decir que debemos dejar de hacer actividades que antes realizábamos, o hacer lo que antes no hacíamos.

Una primera disposición que debemos implementar en todas las parroquias acerca del Bautismo, es que los papás y padrinos deben vivir el Kerygma y una catequesis bautismal, por un período de tres meses, con temas semanales, como preparación para el bautismo de sus hijos. Este nos llevará a hacer cambios importantes en las parroquias.

¿Tendremos la disposición de emprender este proceso de Evangelización y Catequesis? ¿Estamos dispuestos a ser mejores cristianos, disponiéndonos al encuentro con Jesucristo vivo?

Durango, Dgo., 10 de Marzo del 2013                     + Mons. Enrique Sánchez Martínez

                                                                                        Obispo Auxiliar de Durango

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