Entradas

Homilía Domingo XXIX ordinario; 21-X-2012

DOMUND

Este domingo será el Domingo Mundial de las Misiones. Nos guíe para meditar, sobre todo la lectura del Evangelio de S. Mateo. Después de su Resurrección, Jesús citó a los once Apóstoles a un monte y le dijo: “me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo le he mandado. Y sepan que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”. Leer más

Episcopeo: «Reunión de sacerdotes de la Provincia Eclesiástica de Durango»

            En días pasados nos reunimos en la cd. De Gómez Palacio, Dgo., los obispos y sacerdotes de la Provincia eclesiástica de Durango. En México existen 18 provincias eclesiásticas.

Las diócesis se agrupan, según del Código de Derecho Canónico (cc 431-446), en provincias eclesiásticas delimitadas territorialmente, bajo la presidencia de una de las sedes. La sede que preside la provincia es la metropolitana y la ocupa el Arzobispo Metropolitano; las demás sedes son sufragáneas de la metropolitana y están confiadas a obispos diocesanos. Tienen la finalidad de promover una acción pastoral común y fomentar, de manera más adecuada, las recíprocas relaciones entre los obispos diocesanos. Para ello, conforme al espíritu del decreto conciliar Christus Dominus  (39-40), ayudan las características sociológicas, históricas y geográficas, comunes a las distintas diócesis.

            La Provincia Eclesiástica de Durango está formada por las diócesis de Torreón, Mazatlán, Gómez Palacio, la Prelatura de El Salto, y la Arquidiócesis de Durango.

            Con este objetivo, nos hemos reunido en varias ocasiones y también en asamblea provincial para designar algunos desafíos y líneas de acción pastorales, para trabajar en la provincia. Uno de los puntos que tratamos los obispos, en esta ocasión, fue el impulso de la Pastoral Familiar. Ahí se les presentó a los obispos el resultado de la reunión de los equipos diocesanos de pastoral familiar de la provincia, en la que se comprometen en varias líneas de acción para trabajar en cada una de las diócesis y en la provincia.

            Una de nuestras preocupaciones ha sido siempre la Pastoral Sacerdotal. Por éste motivo y  por quinta ocasión, los obispos de la provincia han convocado a los presbiterios de nuestras diócesis a reunirnos en la sede de Gómez Palacio, para promover entre nosotros la fraternidad sacerdotal y convivir, conocernos, estudiar y profundizar sobre nuestra espiritualidad sacerdotal.

            Este año reflexionamos sobre la Carta Apostólica “Porta Fidei”, con la que el Papa Benedicto XVI convoca a la Iglesia universal al “Año de la fe”. Y en especial es una invitación a los sacerdotes para realizar “…una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo. Dios, en el misterio de su muerte y resurrección, ha revelado en plenitud el Amor que salva y llama a los hombres a la conversión de vida mediante la remisión de los pecados… Con su amor, Jesucristo atrae hacia sí a los hombres de cada generación: en todo tiempo, convoca a la Iglesia y le confía el anuncio del Evangelio, con un mandato que es siempre nuevo».

            Cada una de estas reuniones ha sido una gran oportunidad para fomentar entre los obispos de la provincia, lo que Pastores Gregis afirma acerca de los obispos: “.. si debe decirse que un obispo nunca está solo, puesto que está siempre unido al Padre por el Hijo en el Espíritu Santo, se debe añadir también que nunca está solo porque está unido siempre y continuamente a sus hermanos en el episcopado y a quien el Señor ha elegido como Sucesor de Pedro” (p. 25).

 

Durango, Dgo., 30 de Septiembre del 2012              + Mons. Enrique Sánchez Martínez

Obispo Auxiliar de Durango

Email: episcopeo@hotmail.com

Episcopeo: «Emergencia educativa: cambio de época y globalización»

            Los obispos de México hemos publicado unas reflexiones y orientaciones sobre la educación en México “Educar para una nueva sociedad”. Es una invitación “a todos a participar con la mayor seriedad y prontitud en la respuesta a este gran desafío que a nivel mundial se reconoce como una emergencia educativa” (Cfr. p. 9).

            Ya en otras ocasiones hemos hablado sobre la “emergencia educativa”. La Iglesia, “describe el tema de la emergencia educativa y las consecuencias de transmitir la fe y los valores a las nuevas generaciones; transmisión que en sociedades tradicionales como la nuestra, se daba por un hecho y que no se está produciendo: …ya no somos capaces de ofrecer a los jóvenes, a las nuevas generaciones, lo que es nuestro deber transmitirles. Nosotros estamos en deuda en relación a ellos también en lo que respecta a aquellos verdaderos valores que dan fundamento a la vida. Así termina descuidado y olvidado el objetivo esencial de la educación, que es la formación de la persona, para hacerla capaz de vivir en plenitud y de dar contribución al bien de la comunidad. Por ello crece… la demanda de una educación auténtica y el redescubrimiento de la necesidad de educadores que sean verdaderamente tales” (Cfr. p. 10).

México padece esta emergencia educativa. Los signos que describen esta realidad en México nos invitan a involucrarnos a todos. La tarea educativa es responsabilidad de todos.

Vivimos una realidad social compleja en la que hay signos positivos de esperanza y signos negativos. Al contemplar esta realidad como creyentes, la observamos con la mirada que nos da Jesucristo. Él nos lleva a “…leer los acontecimientos, por más dolorosos que sean, como signos de los tiempos; es decir, hechos significativos y esperanzadores que nos interpelan para vencer el mal con el bien.  La presencia del resucitado en su Iglesia es garantía de triunfo sobre el mal, el pecado y la muerte” (Cfr. P. 19).

Vivimos un cambio de época y tiene un impacto a nivel global en todos los órdenes: tecnológicos, sociales, políticos, éticos, científicos, religiosos, ideológicos económicos, culturales, educativos, y modifica valores y comportamientos en todo el planeta, impactando en las tradiciones y en la identidad de los pueblos. Se dilata de manera exponencial a través del desarrollo de las tecnologías y los medios de comunicación, como es el internet.  Si tomáramos altura los árboles no nos ocultarían el bosque y nos daríamos cuenta de que lo que estamos viviendo no es una suma de cambios sino un auténtico cambio de época, cambio de cultura, de especie. Una transformación mayúscula que, tarde o temprano, va afectando al conjunto de sociedades del planeta, porque ninguna puede ya vivir de espaldas al conjunto. Aunque cada una lo asuma desde su propia particularidad y reaccione y construya desde ella. Sin olvidar, tampoco, que en un mismo territorio pueden estar conviviendo, de forma entrelazada, realidades culturales bien distintas.

El nivel más profundo del cambio de época es el cultural. La cultura, por naturaleza se comunica, se crea y se recrea a través de la educación. Hoy debemos preguntarnos acerca de estos cambios culturales profundos que vive México. Vivimos un período acelerado de cambios.

El cambio de época lleva consigo una fuerza transformadora que impacta en las más profundas dimensiones de la vida cotidiana de las personas y de las comunidades. “La novedad de estos cambios, a diferencia de los ocurridos en otras épocas, es que tienen un alcance global que, son diferencias y matices, afectan al mundo entero. Habitualmente, se los caracteriza como el fenómeno de la globalización” (Cfr. Aparecida 34). La historia se ha acelerado y los cambios se vuelven vertiginosos, puesto que comunican con gran velocidad a todos los rincones del planeta.

“Esta nueva escala mundial del fenómeno humano trae consecuencias en todos los ámbitos de la vida social, impactando la cultura, la economía, la política, las ciencias, la educación, el deporte, las artes y también, naturalmente, la religión. Como pastores de la Iglesia, nos interesa cómo este fenómeno afecta la vida de nuestros pueblos y el sentido religioso y ético de nuestros hermanos que buscan infatigablemente el rostro de Dios” (Aparecida 35).

 

Durango, Dgo., 23 de Septiembre del 2012              + Mons. Enrique Sánchez Martínez

Obispo Auxiliar de Durango

Email: episcopeo@hotmail.com

Episcopeo: «Pastoral Familiar: eje transversal de la obra evangelizadora de la Iglesia»

Hace dos semanas nos reunimos en esta ciudad de Durango los equipos diocesanos de la pastoral familiar de toda la Provincia de Durango: Mazatlán, Torreón, Gómez Palacio, El Salto y Durango. El objetivo de la Reunión fue: “Profundizar sobre la realidad de la familia en México y en nuestra Provincia. Analizar la realidad de la pastoral familiar en la Provincia y revisar los acuerdos anteriores. Proponer nuevas iniciativas pastorales a favor de la pastoral familiar. Asumir como urgencia la Pastoral familiar”. Leer más

Episcopeo «El servicio de la Iglesia en el mundo de la salud»

            Esta próxima semana se llevará a cabo la Reunión Anual de los agentes de la Pastoral de la Salud, con el fin de continuar la formación y fortalecer la organización de esta Dimensión de la Pastoral Social del Episcopado Mexicano. El punto de encuentro es Catemaco, Veracruz, de la Diócesis de San Andrés Tuxtla. De nuestra Arquidiócesis participarán los coordinadores diocesanos.

La sociedad actual y en especial en el mundo de la salud, ha experimentado numerosos y profundos cambios que nos llaman a estar en actitud de escucha y de búsqueda para actuar pastoralmente como Iglesia con eficacia y realismo.

            La persona sufriente es motivo de preocupación y solicitud en la acción misionera de la Iglesia. El sufrimiento y el dolor afectan a la persona no solo en su aspecto físico, sino que repercuten en su integridad y en su entorno familiar y social; son compañeros inseparables de la humanidad.  Para aliviar el dolor se necesitan medicamentos y analgésicos, para aliviar el sufrimiento necesitamos encontrar respuestas sobre el sentido y la trascendencia de la vida humana. Leer más

Homilía Domingo XXII ordinario; 2-IX-2012

Conservar o cambiar   

             Algunos fariseos y escribas, viendo que los discípulos de Jesús comían sin lavarse las manos, le preguntan: “¿porqué, tus discípulos no guardan la tradición de los antiguos y comen con manos impuras?”; Jesús explica: “nada que entre en el hombre, puede contaminarlo… son las cosas que salen de dentro las que contaminan al hombre: las males intenciones: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraudes, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez; todas estas cosas malas salen de dentro y contaminan al hombre”.

            Es este, un desencuentro entre Jesús y los judíos, sobre las tradiciones calificadas por Jesús como inventadas por quienes están lejos de Dios, aunque crean que están cerca. En efecto, una tradición puede ser válida sólo si ayuda  a observar los mandamientos; este es el criterio que ofrece Jesús: las tradiciones inventadas por los hombres, sólo son válidas si sirven para mantener el corazón unido a Dios. Aunque, el objetivo de S. Marcos es resaltar la reacción de los discípulos ante Jesús que se revela; tal intención queda expresada en la frase “su mente estaba embotada” (Mc 6,52); y no entendían que Jesús es el Mesías, bajado como nuevo Moisés para inaugurar un orden nuevo.

             Desde el principio de la vida pública, Jesús afirma su autonomía en relación a la tradición judía de su tiempo. Esto fue uno de los puntos de fricción y de contraste entre Jesús y el judaísmo farisaico. Si, por una parte, Jesús afirma que la Ley y los Profetas no son abolidos, sino llevados a plenitud (Mt 5,17); por otra, entabla una lucha cerrada contra ciertas tradiciones de los antiguos, que son el resultado de preocupaciones puramente humanas y amenazan de anular la Ley.

             Pero, originalmente el fariseísmo era sinónimo de piedad y de perfección, luego en base a la polémica de Jesús contra el fariseísmo rígido se llegó a dar al fariseísmo, originalmente sinónimo de piedad y de perfección, el significado de hipocresía, de observancia exterior y vacía de convicciones. Aunque  esto también llevaba a hacer un extrañamiento a personas que eran sinceras en los orígenes y en sus intenciones. De hecho, Cristo tenía amigos entre los fariseos; S. Pablo es uno de ellos. Severos guardianes de la observancia, en una época de fortísima influencia pagana, ellos fueron los salvadores del alma del pueblo. Para conservar esta alma, los fariseos atenuaron notablemente las expectativas y las esperanzas mesiánicas del pueblo, consideradas políticamente peligrosas; acentuando en cambio, las prácticas cultuales, con preferencia sobre los deberes de la fraternidad humana y de la justicia social.

             La adhesión a la Ley, que hizo grande el judaísmo y que en ocasiones salvó a Israel, incluía graves peligros: como colocar al mismo nivel todos los preceptos religiosos y morales, civiles y culturales abandonándolos a las sutilezas de los casuistas. El culto a la Ley llegaba a imponer un yugo imposible de soportar. De signo de alianza y de libertad, la Ley llegó a ser una cadena de esclavitudes. Otro peligro, aún más grave y radical era el fundar la justicia del hombre ante Dios, no sobre la gracia y sobre la iniciativa divina, sino en la obediencia a los mandamientos y en la práctica de las obras buenas, como si el hombre fuera capaz de salvarse él sólo.

             El fariseísmo y el formulismo no son actitudes sólo del pasado; son una tentación continuamente recurrente, aún entre las personas y las instituciones que empiezan con  intenciones puras y rectas. Se pueden exagerar y absolutizar la legalidad, el precepto, la exterioridad; aún hoy, se puede vivir un Cristianismo legalista, exterior, periférico, más preocupado de obedecer pasivamente normas recibidas, más que de dar una respuesta personal y responsable a la llamada de Dios y a los reclamos de los hermanos. Una mal entendida fidelidad a la tradición, que se manifiesta en oposición a toda forma de renovación, es índice de esterilidad y de infecundidad espiritual. Al contrario, la fidelidad al Espíritu Santo es fidelidad dinámica no pasiva, conquistadora no apologética, misionera no cerrada en sí misma.

Episcopeo domingo 26 de agosto del 2012

Los laicos son corresponsables del ser y del actuar de la Iglesia

            En esta V Etapa de la Misión Diocesana “La iniciación Cristiana”, como en toda la Misión de la Iglesia es de suma importancia la participación de los laicos. En todos los ámbitos de la vida de la Iglesia los laicos participan de manera que no se podría cumplir el mandato del Señor sin la participación de ellos. Especialmente en la planeación y organización de los planes de pastoral diocesanos y parroquiales, los laicos son los que llevan la mayor parte. Leer más

Episcopeo 19 de agosto del 2012

La tarea educativa de la Iglesia es fundamental, es un reto

            Pese a las condiciones de inseguridad en distintos puntos del territorio nacional, todo está listo para el regreso a clases de poco de 25.7 millones de alumnos de educación básica que vuelven a las aulas el próximo lunes para iniciar el ciclo escolar 2012-2013. Los problemas de inseguridad no van a detener el inicio de clases. En los lugares donde últimamente se han registrado actos violentos las autoridades reforzarán la protección de los recintos escolares y de los alumnos.

Este lunes millones de niños en todo México inician cursos y volverán a clases después de más de 7 semanas de vacaciones del verano 2012. El calendario oficial de la Secretaría de Educación Pública de México vigente para las escuelas oficiales y particulares incorporadas a la SEP, marca diferentes fechas importantes. Los padres de familia deben de tener muy presentes estas fechas para poder hacer una buena planeación de las actividades familiares a lo largo del ciclo escolar 2012-2012.

Aunque el sistema educativo en nuestro país ha mejorado, existen algunos temas pendientes que no se han resuelto, por ejemplo, muchos jóvenes abandonan la escuela por la falta de gusto por los estudios. La educación proporcionada resulta poco significativa al no responder a las características culturales y a las necesidades concretas de cada región; el nivel de aprendizaje de los alumnos es bajo en habilidades de lectura, matemáticas y ciencias.

La distribución de la calidad educativa es desigual, pues hay fuertes diferencias en resultados dependiendo de las zonas del país y las condiciones en las que se encuentran las escuelas. La escuela no promueve una educación ni significativa ni atractiva de tal manera que el rezago educativo aumenta año con año. Una tercera parte de la población mayor de 15 años no ha concluido su educación básica (34 millones de personas). El 60% de los jóvenes entre 25 y 32 años no han completado la educación media superior.

Nuestro sistema educativo está agobiado por los problemas de preparación magisterial como consecuencia de prácticas viciosas de control. La capacitación que se ofrece a los maestros de educación básica y media superior, generalmente no responden a las dificultades que ellos enfrentan en su contexto específico. Y otros problemas pendientes en torno a la educación.

La educación también nos afecta directamente como Iglesia, ya que nuestra misión es “transmitir” la experiencia de Jesucristo y de su Evangelio. En este “mundo nuevo” esta transmisión del Evangelio no funciona como antes… hay que replantear la tarea esencial de la educación.

El Papa Benedicto XVI nos ha hecho un llamado a que enfrentemos la situación de la educación como una “emergencia educativa”: ésta consiste en la “creciente dificultad que se encuentra para transmitir a las nuevas generaciones los valores fundamentales de la existencia y de un correcto comportamiento”. Esta crisis de la educación es inevitable  “en una sociedad y en una cultura que con demasiada frecuencia tienen el relativismo como su propio credo, y donde el relativismo se ha convertido en una especie de dogma, falta la luz de la verdad, más aún, se considera peligroso hablar de verdad, se considera autoritario y se acaba por dudar de la bondad de la vida”.

La educación es un reto para nosotros como Iglesia: Cómo podemos contribuir, desde nuestra identidad eclesial a la educación. Este reto no lo hemos enfrentado.

 

Durango, Dgo., 19 de Agosto del 2012                    + Mons. Enrique Sánchez Martínez

Obispo Auxiliar de Durango

Email: episcopeo@hotmail.com

Homilía Domingo XX ordinario

El banquete de vida

             Como en domingos pasados, otra vez volvemos a escuchar a Jesús en el Evangelio de S. Juan: “yo soy el pan vivo, bajado del cielo, Quien come de este pan, vivirá eternamente, pues el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo”.

Una vez aceptado que Jesús es una persona, esto es carne que se da como alimento por la vida del mundo, estamos dispuestos a entender aquel hablar duro que los judíos y muchos discípulos no querían entender: quien quiere tener vida, tiene la necesidad absoluta de comerlo y beberlo. Las palabras carne y sangre significan toda la persona en su debilidad y pasibilidad y sirven para entender que este comer y beber significa unirse por medio del signo sacramental a la pasión y muerte de Jesús; significa entrar en el misterio de Cristo para recibir y donar la vida. Leer más

EPISCOPEO

Casa Sacerdotal “San Luis Bátis” para sacerdotes ancianos y enfermos

            Esta semana el Sr. Arz. Dn. Héctor González Mtz., bendijo e inauguró la primera etapa de la Casa Sacerdotal “San Luis Bátis”. Una Casa que ya alberga a los primeros sacerdotes enfermos de nuestra Arquidiócesis, con todas las comodidades y atenciones que ellos necesitan. Un grupo de religiosas, un sacerdote y un buen grupo de fieles laicos los atienden.

            Lo ha hecho posible la solidaridad de nuestro presbiterio y el cariño y generosidad de los laicos. Un patronato formado por laicos comprometidos seguirá con la construcción de lo que falta hasta terminarla.

Es una institución de la Arquidiócesis de Durango que, de acuerdo a la pastoral sacerdotal, tiene como objetivo atender las necesidades de los sacerdotes, humanas y  espirituales   (de la salud,  acompañamiento en la ancianidad y la invalidez), de quienes, siguiendo el llamado del Señor, han entregado su vida al servicio de los demás en el ejercicio de su ministerio. Un hogar sacerdotal ubicado en el corazón mismo de la diócesis, un lugar de encuentro y de fraternidad que permita a los mayores sentir de cerca el reconocimiento y el afecto de aquellos a quienes sirvieron con alegría y entrega. Es una verdadera casa de todos.

Es el lugar o el espacio donde los sacerdotes que lo necesiten, encuentren el ambiente de una espiritualidad sacerdotal adecuada, de acogida, reposo y atención, que les ayuden a vivir esa nueva etapa de su vida uniéndose y testimoniando así a la pasión de nuestro Señor.

Se brindará apoyo y acompañamiento en la última etapa de su vida: la tercera edad, su ancianidad. Ahí podrán recibir atención y cuidados médicos, proporcionándoles acompañamiento después de alguna intervención quirúrgica. Recibirán atención y acompañamiento en alguna enfermedad incurable o degenerativa. Reconocemos en ellos a Cristo sacerdote que ofrece su vida como una oblación agradable al Padre y que es señal de bendición y de presencia sacramental (pues el sacerdote es sacramento de Cristo) para nuestra comunidad Arquidiocesana.

No hay dos personas que respondan del mismo modo a los retos de la tercera edad, y esto  es importante considerarlo cuando hay que cuidar a los ancianos. El dolor que experimenta el enfermo se describe como una experiencia con varios aspectos cruzados entre sí y esto es, de tipo físico, psicológico, social y espiritual.

Todo esto nos muestra claramente que el sufrimiento espiritual, o “sufrimiento del alma” es real y que es importante que seamos conscientes de esto. El sufrimiento interesa todos los aspectos de nuestra personalidad: físico, emotivo, intelectual, espiritual. Un sufrimiento diagnosticado de naturaleza física no se refiere sólo al cuerpo, sino a todas las demás dimensiones de nuestro ser. El dolor es provocado no sólo por el disturbio, sino también por una ruptura con el normal funcionamiento del cuerpo, del intelecto, de las emociones y del  espíritu. Esto es más importante aún en la tercera edad.

Como cristianos cuando pensamos en el dolor espiritual, pensamos inmediatamente a Jesús en el huerto del Getsemaní, o en la cruz, o en San Juan de la Cruz y en la “Noche oscura del alma”. Se experimenta dolor espiritual cuando hay rechazo, desarmonía y desintegración. Nada tiene sentido. Los valores en los que habíamos basado nuestra vida parecen que ya no tienen importancia y que se desintegran antes de esta experiencia de vida tremenda y actual. El dolor espiritual nace, por tanto, cuando los principios más importantes en los cuales hemos basado nuestra existencia ya no concuerdan con nuestra actual experiencia de vida y en realidad están en un estado de conflicto.

No es fácil pasar de ser un sacerdote activo y darse cuenta que se está enfermo o que ha llegado al final. El esfuerzo que hacemos para comprender y ayudar a las personas a redescubrir el significado de la vida puede restituir la voluntad de vivir. El amor en la forma de asistencia puede volver a dar significado a la vida.

Como es obvio, el dolor no gusta a nadie, y los agentes sanitarios tratan admirablemente de eliminarlo, pero esto no vale necesariamente también para el dolor espiritual. No se puede suministrar una aspirina para el dolor espiritual. El dolor espiritual no es un problema que puede resolverse, sino “un interrogante que debe ser vivido”. Debemos caminar junto  con la persona, incluso si no tenemos respuestas, pero debemos ayudarla más bien a encontrarse consigo misma.

La oración en la vida del sacerdote es fundamental, lo hacemos a todas horas. Sin embargo, cuando se está enfermo todo cambia. Escuchemos al cardenal Bernardin: “He transcurrido  una sola noche en la unidad de terapia intensiva; luego me han llevado mi cuarto, donde he experimentado las dificultades que moralmente encuentran las personas después de la cirugía intensiva. Quería orar, pero el sufrimiento físico me oprimía. Recuerdo haber dicho a los amigos que me visitaban: Oren mientras están bien, porque cuando os enfermaréis podrías no estar en condiciones de hacerlo. Ellos me miraban estupefactos y yo les repetía: Estoy sufriendo tanto que no puedo concentrarme en la oración. Mi fe está siempre presente, pero estoy demasiado preocupado por el sufrimiento. Me recordaré que debo decir a los sacerdotes y a los parroquianos que desarrollen cada vez más una fuerte vida de oración en los momentos mejores de su vida, de manera que puedan recibir apoyo en los momentos más tristes”. ¡Qué enseñanza!

 

Durango, Dgo., 12 de Agosto del 2012                    + Mons. Enrique Sánchez Martínez

Obispo Auxiliar de Durango

Email: episcopeo@hotmail.com