Hoy, día de ayuno y oración
La Arquidiócesis ha declarado como “Día de ayuno y Oración” el día de hoy, viernes, primer día del Triduo de desagravio por los hechos violentos que se vienen suscitando en poblaciones de Durango y Zacatecas, pertenecientes a esta Arquidiócesis. Antes, el ayuno consistía en disminuir el alimento en ciertas fechas. Entre muchas cosas por hacer, el día de hoy, la Arquidiócesis sugiere a todos ayuno y oración.
El profeta Joel, proclama: “toquen la trompeta en Sión, promulguen un ayuno sagrado y llamen a consejo. Congreguen al pueblo, reúnan a los ancianos y que todos se purifiquen. Traigan también a los pequeños, y a los niños de pecho, y que los recién casados dejen su cama. En el patio del santuario lloren los sacerdotes ministros de Yavé y dígan: ¡Yavé, perdona a tu pueblo, y no lo entregues al desprecio y a la burla de las naciones! ¿Acaso permitirás que los paganos digan: dónde está tu Dios?” (Joél 15, 17). Cercano a Jesús en el sentido de las cosas, Joel establece ayuno para todos; es el sufrimiento por algo de que no se es responsable, pero que afecta como individuo o como sociedad. Todo esto, finalmente se convierte en encuentro con Dios. En este encuentro toma sentido el sufrimiento hecho ayuno. También S. Mateo en su Evangelio abre el sentido y el horizonte del ayuno: “cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como los que dan espectáculo y aparentan palidez, para que todos noten sus ayunos. Yo se los digo: ellos ya recibieron su premio. Cuando tú ayunes, lávate la cara y perfúmate el cabello. No son los hombres los que notarán tu ayuno, sino tu Padre que ve en lo secreto y te premiará”. (Mt 6, 16- 18).
Ahora nosotros estamos ante la inseguridad de la violencia propiciada por múltiples factores como la pobreza, la baja educación y la falta de oportunidades para muchos, la falta de una buena justicia y de colaboración binacional; la falta de fe, esperanza y caridad; la falta de una mejor evangelización misionera; la falta de ética y moralidad. Ante estas carencias, parece más fácil a muchos sembrar o comerciar droga en vez de maíz; hay una gran desproporción económica y moral entre una cosa y otra. Se hace pues necesario propiciar caminos de superación. En nuestras circunstancias, ayunar, no será sólo disminuir el alimento; sino la capacidad de renunciar a algo legítimo a lo que se tenga derecho; y hacerlo por generosidad, para compartir con el prójimo. Este compartir con los demás es el criterio evangélico que nos ayuda a entender el ayuno.
Hoy, el ayuno nos reclama: el despilfarro de bienes utilizados para cosas banales o las riquezas aplicadas en la carrera armamentista y en la guerra, en vez de usarlas para afrontar el hambre en el mundo; la injusta acumulación de capitales en pocas manos ante la penuria de las mayorías; el aprovechamiento de los recursos naturales en beneficio de capitales extranjeros; la inequidad para unos y otros; la crisis mundial alimenticia.
Hoy, ayunar es pues, una llamada: a la sobriedad y a la austeridad como estilo de vida en el modo de vivir y en el compartir; a la mística en la administración de la riqueza, no sólo en función de uno mismo; a la dimensión ecológica, pues el Creador destinó la mesa de la creación para el bien de todos; a compartir los conocimientos, los avances tecnológicos y las técnicas para ayudar a la tierra a producir mejor; sobre todo, en nuestras circunstancias, llamada al respeto de la dignidad humana.
También hoy, a las tres de la tarde recemos la Coronilla de la Misericordia.
Durango, Dgo. 20 de junio del 2008.
Héctor González Martínez
Arz. de Durango
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