Fiesta del Espíritu

Este viernes, en la Velaria de las Instalaciones de la Feria, con la Ordenación Episcopal de Mons. Enrique Sánchez Martínez, la Arquidiócesis vivió una gran fiesta cargada de unción espiritual, en que pudimos experimentar que el Espíritu Santo es huésped, consejero, consuelo, fortaleza, alma y santificador de la Iglesia.
Empecemos porque el Sacramento del Orden es un Sacramento especial que transmite la presencia y los dones del Espíritu Santo. En la Ordenación de Diácono las palabras centrales incluyen esta invocación: “Señor, envía sobre él el Espíritu Santo”; en la Ordenación de Presbítero, las palabras centrales incluyen esta invocación: “renueva en su corazón el Espíritu de Santidad”; y en la Ordenación Episcopal, las palabras centrales incluyen esta invocación: “infunde sobre este tu elegido, la fuerza que de Ti procede, el Espíritu de gobierno que diste a tu amado Hijo Jesucristo”.
Este viernes, el Espíritu de fiesta resplandeció en la participación de unos siete u ocho mil fieles: religiosos/as, seminaristas, presbíteros, autoridades civiles y obispos de toda la Arquidiócesis y de otras partes. Los elementos culturales de Cuencamé, pueblo de origen de Mons. Enrique, como la Pintura de la Imagen del Señor de Mapimí, Buen Pastor que da la vida, presidiendo la grandiosa asamblea, sus alabanzas, las chímiles o flores de ornato elaboradas con pencas de la cabeza del maguey, la danza del barrio de Santiago, el rostro del Sr. de Mapimí en la mitra de Mons. Enrique, elementos religiosos y culturales que pusieron un toque de autenticidad, de arraigo popular y de frutos del Espíritu.
La presencia del Sr. Gobernador y de la Sra. Gaby, de la Sra. Gobernadora de Zacatecas y otras Autoridades civiles, formando una sola Asamblea y un solo pueblo con el Sr. Nuncio Apostólico y autoridades eclesiásticas, destacando los feligreses originarios de Cuencamé y de Rió Grande, como en una amplia comunión de corazones en la armonía y la paz que proceden del Espíritu.
Todo este marco dio paso a la unión de los corazones en los aplausos, en las plegarias y en los cantos de voces unidas en symphonía elevada al Creador.
La efusión del Espíritu subió en intensidad en la postración de Mons. Enrique cantando todos las Letanías de los Santos, en la polifonía del Veni Creator Spiritus (Ven, Espíritu Santo) en latín entonado por los alumnos de los Seminarios Mayor y Menor. La efusión del Espíritu Santo, alcanzó su mayor intensidad cuando los Obispos, uno a uno, impusieron sus manos sobre la cabeza de Mons. Enrique. Era el momento fuerte acompañado de la formula consecratoria pronunciada por el Sr. Nuncio y acentuada en las palabras centrales con la extensión de las manos de los demás Obispos hacia el ordenando. Y después de ese momento, bajo el silencio expectante de los asistentes, ya estaba cumplida la obra del Espíritu Santo en la persona de Mons. Enrique como Obispo de la Iglesia Católica y Auxiliar de Durango, no como una destinación exterior, sino como una obra interior del Espíritu Santo consagrado a Mons. Enrique como pertenencia de Dios.
La convivencia posterior compartiendo el pan y la sal, obsequiados por los cinco Decanatos de la Ciudad, igualmente nos sensibilizan a la convivencia fraterna y a la comunicación cristiana de los bienes, como los cristianos de los primeros siglos, para renovar en el Espíritu la convivencia social de los pueblos, obra urgente al quebrantarse la economía mundial sustentada en el liberalismo económico.
Durango, Dgo. 12 de octubre del 2008.
Héctor González Martínez
Arz. De Durango

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