Agradecimientos

Es de corazones bien nacidos el ser agradecidos. Por lo cual, quiero reconocer y agradecer a muchas personas, sus participaciones para el éxito de la Eucaristía y del convivio por la ordenación del Sr. Obispo Auxiliar.
Me refiero en primer lugar al P. Héctor Frías y a su Equipo de apoyo con que previó y coordinó todos los aspectos del evento; a mí me tocó participar en algunas reuniones; del resto ellos previeron y gestionaron todo.
Deseo referirme a los cuatro ceremonieros y a sus equipos de sacristía, de pontifical, de lectores, de edecanes y de servicios varios que, con suma diligencia ensayaron y dirigieron la celebración, previendo infinidad de detalles para cada momento.
Me fijo en los Rectores y en los alumnos de los Seminarios, quienes con tiempo prepararon el canto, barrieron, acomodaron mesas y sillas para más de siete mil comensales y volvieron a recoger.
Me refiero a los encargados de hospedaje, quienes, con diligencia y esmero, y con la colaboración de otros, previeron y brindaron los medios para quienes nos honraron con su presencia en evento eclesial tan sobresaliente.
Resalto la participación de los cinco Decanatos de la Ciudad a quienes correspondió aportar la comida hecha y calientita para todos los asistentes. Ha sido una muestra de disponibilidad y desprendimiento; descubro en ello un signo fraternal de solidaridad de hombre a hombre en Cristo.
Los principales actores del evento, fueron los casi ocho mil asistentes a la celebración llegados de cerca y de lejos; resalto a quienes vinieron de Cuencamé tierra de origen de Mons. Enrique, y de Río Grande, Zac. ciudad en que Monseñor sirvió con dedicación y afecto. Gastando y cansándose, todos pusieron el corazón por delante para congregarse a festejar el Sacerdocio de Cristo y para llenarse de gozo espiritual con qué seguir bregando en el mar de nuestras preocupaciones.
Quiero mencionar, mirándoles como a distancia, pero con atención y mirándoles desde el corazón, a los voluntarios de la Cruz Roja, a los agentes de seguridad, a veladores y vigilantes; la intención y la acción de cada uno, son altamente constructivos de una sociedad cristiana, fermento del Reino de Dios.
Hago mención especial de la voluntad eficaz del Sr. Presidente Municipal y del Sr. Gobernador del Estado, con apoyos de distintas dependencias municipales y estatales, incluyendo avisos por los medios de comunicación; personalizo la representación del Sr. Edgar…. y la técnica profesional del Sr. Barajas….
En las personas mencionadas, englobo a tantas otras que no alcanzo a mencionar en esta lista de reconocimientos, pero cuyas acciones son altamente importantes en el fondo de su corazón y altamente constructivas de un mundo mejor.
Doy pues, muy rendidas gracias a cada uno de ustedes, por los signos de participación que cada quien ha puesto para edificar la Iglesia y la sociedad. Como el bien moral o espiritual que hagamos edifica la sociedad y como el bien social que hagamos tiende a la trascendencia, auguro que sigamos en armonía y colaboración. Doy gracias, a Dios Padre de nuestro Señor Jesucristo y Padre nuestro; le doy gracias, por el bien que cada uno hace para satisfacción personal, para bien común y para gloria de Dios.
Durango, Dgo. 19 de octubre del 2008.
Héctor González Martínez
Arz. de Durango

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