La Iglesia como Madre y Maestra: su Doctrina Social

Este año en diferentes Estados de la República se van a realizar elecciones en las que se podrá elegir gobernador, presidentes municipales y diputados locales. Los Estados de Durango y de Zacatecas, donde está ubicada nuestra Arquidiócesis, también renovarán el gobierno en todos sus niveles. Serán los ciudadanos quienes votarán y elegirán a quienes los gobiernen en los próximos años. La Iglesia como Madre y Maestra, ha tratado siempre de guiar a sus hijos para que tomen decisiones adecuadas especialmente al elegir a sus gobernantes y a quienes los representen. Frente a este proceso de elecciones, es necesario que los católicos recibamos y profundicemos en esta enseñanza de la Iglesia.
La Doctrina Social de la Iglesia tiene esa función: una atenta reflexión sobre las complejas realidades de la vida del hombre en la sociedad, a la luz de la fe y de la tradición de la Iglesia. De ésa reflexión surge como objetivo principal: “interpretar esas realidades, examinando su conformidad o diferencia con lo que el Evangelio enseña acerca del hombre y su vocación terrena y, a la vez, trascendente, para orientar en consecuencia la vida cristiana”.
Se trata de una doctrina que debe orientar la conducta de las personas, por lo tanto es de naturaleza moral, ética. Que significa esto? Es una orientación que está encaminada a la conciencia de la personas. ¿Cómo actuar cristianamente frente a las situaciones del mundo, ante la problemática social, política, económica que se me presenta? Los principios orientadores de ésta doctrina surgen de los esfuerzos que realizan los individuos, las familias, quienes se dedican a la cultura, a la política, los empresarios, los gobernantes, que como católicos tratan de vivir esos principios y aplicarlos en el mundo y en la historia.
Esta doctrina social tiene su fundamento esencial en la Revelación bíblica y en la Tradición de la Iglesia. De ellas recibe la inspiración y la luz para comprender, juzgar y orientar las situaciones de la vida humana. En primer lugar está el Proyecto de Dios sobre la creación y, en particular sobre la vida y el destino del hombre. La fe, que acoge la palabra divina y la pone en práctica, interacciona eficazmente con la razón. La fe y la razón son las dos vías de conocimiento de la doctrina social, siendo dos las fuentes de las que se nutre: la Revelación y la naturaleza humana. Creer en Cristo, no debilita ni excluye el papel de la razón. El misterio de Cristo ilumina el misterio del hombre, la razón da plenitud de sentido a la comprensión de la dignidad humana y de las exigencias morales que la tutelan. La doctrina social es un conocimiento iluminado por la fe, por lo tanto, al recibirla da al ser humano una mayor capacidad de entendimiento.
La Doctrina Social de la Iglesia se sirve de todas las aportaciones del conocimiento y de la ciencia, es interdisciplinar, ya que entra en diálogo con las diversas disciplinas que se ocupan del hombre, e incorpora sus aportaciones, tanto de la filosofía como de las ciencias humanas y sociales. Esto da a la Iglesia, en este campo, competencia, concreción y actualidad. Gracias a éstas aportaciones, la Iglesia puede comprender de forma más precisa al hombre en la sociedad, hablar a los hombres de su tiempo de modo más convincente y cumplir más eficazmente su tarea de encarnar, en la conciencia y en la sensibilidad social de nuestro tiempo, la Palabra de Dios y la fe.
El objeto de la doctrina social es el hombre llamado a la salvación, y que fue confiado por Cristo al cuidado y a la responsabilidad de la Iglesia. Con esta doctrina social, la Iglesia se preocupa de la vida humana en la sociedad, con la conciencia que de la calidad de vida social, es decir de las relaciones de justicia y de amor que la formen, depende en modo decisivo el cuidado y la promoción de las personas y sus comunidades.
La doctrina social realiza una tarea de anuncio y denuncia. Anuncia lo que le es propio a la Iglesia, “una visión global del hombre y de la humanidad”; no ofrece solamente significados, valores y criterios de juicio, sino también las normas y las directrices de acción, para la vida social. Esta doctrina está orientada hacia la dirección y formación de las conciencias y no persigue fines de estructuración y organización de la sociedad. Su tarea de denuncia es frente al pecado, sobre todo los pecados de injusticias y de violencia que afectan a la sociedad y a la misma Iglesia. Es una denuncia que es un juicio y defensa de los derechos ignorados y violados, especialmente de los pobres, de los pequeños, de los débiles.
La finalidad de la doctrina social es de orden religioso y moral. Religioso porque la misión evangelizadora y salvífica de la Iglesia alcanza la hombre en toda su existencia, en su ser personal y su ser comunitario y social. Moral, porque la Iglesia mira hacia un “humanismo pleno”, es decir, a la liberación de todo lo que oprime al hombre, y al desarrollo integral de todo el hombre y de todos los hombres. La doctrina social traza caminos que hay que recorrer para edificar una sociedad reconciliada y armonizada en la justicia y en el amor.
La Iglesia nos orienta en el aquí y en el ahora de la historia, de nuestro tiempo, nos orienta frente al mundo convulsionado, por la violencia, la corrupción, las injusticias, el odio, el egoísmo, la mentira; ella es el signo del Buen Pastor que busca y encuentra a cada ser humano allí donde está y en la situación en que se encuentra, y lo hace con el Evangelio que es mensaje de liberación y de reconciliación, de justicia y de paz. El conocer y profundizar la Doctrina Social de la Iglesia, en este momento de decisiones importantes para la vida social y política, es un reto y un deber para los creyentes.

Durango, Dgo. 31 Enero del 2010. + Enrique Sánchez Martínez
Ob. Aux. de Durango

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