La Iglesia ha tenido siempre un interés muy especial por los medios de comunicación social, y ahora hacia el internet. Tiene la convicción de que los medios de comunicación son “maravillosos inventos de la técnica”; son “dones de Dios”, ya que, según designio de la divina Providencia, unen fraternalmente a los hombres para que colaboren así con su voluntad salvífica.
La Iglesia busca un doble objetivo con respecto a los medios de comunicación. Uno de ellos consiste en fomentar su correcto desarrollo y uso con vistas al progreso humano, la justicia y la paz, para la construcción de la sociedad y de la comunidad, a la luz del bien común y con espíritu de solidaridad. El otro se refiere a la comunicación en y por la Iglesia misma. Para la Iglesia la comunicación es más que un ejercicio de técnica, pues se basa en la comunicación entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y en su comunicación con nosotros; y la realización de esta comunicación trinitaria llega hasta la humanidad: el Hijo es la Palabra, pronunciada eternamente por el Padre; y en Jesucristo y por Jesucristo, Hijo y Palabra hecha carne, Dios se comunica a sí mismo y comunica su salvación a los hombres y mujeres.
Dios sigue comunicándose con la humanidad a través de la Iglesia, portadora y depositaria de su revelación, a cuyo ministerio de enseñanza viva ha confiado la tarea de interpretar de modo auténtico su palabra. Además, la Iglesia misma es una comunión de personas y comunidades eucarísticas que nacen de la comunión de la Trinidad y se reflejan en ella; por tanto, la comunicación es la esencia de la Iglesia.
El Papa Pablo VI afirmó que la Iglesia “se sentiría culpable ante Dios”, si dejara de usar los medios de comunicación para la evangelización. El beato Papa Juan Pablo II los definió como “el primer areópago de la edad moderna”, y declaró que “no basta usarlos para difundir el mensaje cristiano y el Magisterio auténtico de la Iglesia, sino que conviene integrar el mensaje mismo en esta nueva cultura creada por la comunicación moderna”.
Todo esto se aplica a Internet. Parece que internet da la impresión de oponerse al mensaje cristiano, pero nos es así. Ofrece oportunidades únicas para proclamar la verdad salvífica de Cristo a la entera familia humana. Ofrece grandes posibilidades para difundir información y enseñanza de carácter religioso, superando obstáculos y fronteras. Hoy la Iglesia necesita comprender Internet. Esto es necesario para una comunicación eficaz con la gente, de manera especial con los jóvenes, que están sumergidos en la experiencia de esta nueva tecnología, y también para usarla bien.
Internet ofrece importantes beneficios y ventajas desde una perspectiva religiosa y eclesial: Transmite noticias e información de acontecimientos, ideas y personalidades del ámbito religioso, y es un vehículo para la nueva evangelización y la catequesis. “Para la Iglesia, el nuevo mundo del espacio cibernético es una exhortación a la gran aventura de la utilización de su potencial para proclamar el mensaje evangélico. Este desafío está en el centro de lo que significa, al inicio del milenio, seguir el mandato del Señor, de “avanzar”: ¡Duc in altum! (Lc. 5,4)” (Juan Pablo II, 36º Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales). Proporciona inspiración, aliento y oportunidades de participar en funciones litúrgicas a personas obligadas a permanecer en sus hogares o en instituciones. Ofrece un acceso directo e inmediato a importantes recursos religiosos y espirituales: grandes bibliotecas, museos y lugares de culto, documentos del Magisterio, y escritos de los Padres y Doctores de la Iglesia, y la sabiduría religiosa de todos los tiempos. Se tiene acceso a las noticias y la información; la apologética, el gobierno y la administración; y algunas formas de asesoría pastoral y dirección espiritual.
Un número creciente de parroquias, diócesis, congregaciones religiosas, instituciones relacionadas con la Iglesia, programas y todo tipo de organizaciones hacen ahora uso efectivo de Internet con estas y otras finalidades. La Santa Sede ha estado activa en esta área durante muchos años, y sigue difundiendo y desarrollado su presencia en Internet. El beato Juan Pablo II, fue y lo es aún, un gran evangelizador a través los medios y del internet.
La educación y la formación son áreas de oportunidad. La educación para el uso de los medios de comunicación social, debe ayudar a la gente a formarse criterios de buen gusto y juicios morales verdaderos; se trata de un aspecto de la formación de la conciencia. Esto se podría implementar a través de sus escuelas y de sus programas de formación. La planificación pastoral de los medios de comunicación debería prever esta formación para los seminaristas, los sacerdotes, los religiosos y el personal pastoral laico como maestros, padres y estudiantes.
Los jóvenes necesitan que se les enseñe al usar todas las ayudas para la comunicación que ofrece internet. Pero tal enseñanza implica mucho más que meras enseñanzas técnicas; los jóvenes necesitan aprender cómo funcionar bien en el mundo del ciberespacio, cómo hacer juicios maduros, según sólidos criterios morales, sobre lo que encuentran en él, y cómo usar la nueva tecnología para su desarrollo integral y en beneficio de los demás.
Cristo es el perfecto comunicador, es la norma y el modelo de la Iglesia del enfoque sobre la comunicación, así como del contenido que debe comunicar. Que los católicos comprometidos en el mundo de las comunicaciones sociales prediquen desde las azoteas la verdad de Jesús con mucho más valor y alegría, de forma que todos los hombres y mujeres puedan oír hablar del amor que es el centro de la autocomunicación de Dios en Jesucristo, el mismo ayer, hoy y siempre.
Durango, Dgo., 8 de Mayo del 2011.
+ Mons. Enrique Sánchez Martínez
Obispo Auxiliar de Durango