Ante la introducción de la iniciativa de ley en el Congreso del Estado de Durango de la “Ley de Voluntad Anticipada” es necesario hacer un profundo discernimiento ético entre los “conocimientos que se conjugan con la sabiduría de la vida y los conocimientos que nos desvían de esa sabiduría, poniéndose al servicio de la muerte”. Nuestro desafío es realizar tal discernimiento ético a la luz de los valores cristianos en relación con la persona humana, los avances de las ciencias biomédicas y las situaciones de las personas especialmente en el sufrimiento y la muerte. Los valores cristianos son una luz de esperanza y de afirmación de la vida para la humanidad.
En esta iniciativa de ley entran en juego los conceptos de Eutanasia, Distanasia y Ortotanasia, que debemos conocer. Quienes proponen la ley dicen: “…en ningún momento se asemeja a la eutanasia, tema polémico que incluso es considerado como homicidio, pero tampoco es la distanacia, que es el procedimiento para prolongar la vida del paciente terminal con todos los dolores que esto implica y el consecuente desgaste para la familia, sino que es una figura intermedia conocida como ortotanasia”. Pero por otro lado, y en los lugares donde ya se ha aprobado una ley como ésta dicen: “…es una puerta abierta a la eutanasia.. Se deja camino abierto a ciertas omisiones voluntarias que pueden causar la muerte o que buscan de modo directo su aceleración.. existen algunas conductas eutanásicas a las que se daría cobertura legal, como la posible sedación inadecuada, el abandono terapéutico o la omisión de los cuidados paliativos.. una ley donde se confunden los términos.. ya que se carece de una adecuada definición de eutanasia”.
La Distanasia (conocida como encarnizamiento o ensañamiento terapéutico, pues no tiene en cuenta los sufrimientos del moribundo) es el empleo de todos los medios posibles, sean proporcionados o no, para retrasar el advenimiento de la muerte, a pesar de que no haya esperanza alguna de curación. Es lo contrario a la eutanasia. Se conoce como antidistanasia a la actitud de rechazo a la distanasia, compartido por la mayoría de la sociedad, y que en unos casos se convierte en un apoyo a la eutanasia y en otros en defensa de la ortotanasia.
Eutanasia, es la acción u omisión que, para evitar sufrimientos a los pacientes enfermos o terminales, acelera su muerte con su consentimiento o sin él. Eutanasia es la muerte sin sufrimiento físico. Consiste en provocar la muerte de otro por su bien, lo cual conduce necesariamente a acotar las circunstancias y supuestos (mayoritariamente ligados al contexto médico-asistencial) que dan sentido a esta actuación humanitaria, piadosa y compasiva. La eutanasia tiene por finalidad evitar sufrimientos insoportables o la prolongación artificial de la vida a un enfermo. Para que la eutanasia sea considerada como tal, el enfermo ha de padecer, necesariamente, una enfermedad terminal o incurable, y en segundo lugar, el personal sanitario ha de contar expresamente con el consentimiento del enfermo
La ortotanasia o muerte digna, designa la actuación correcta ante la muerte por parte de quienes atienden al que sufre una enfermedad incurable o en fase terminal. Se afirma que es el derecho del paciente a morir dignamente, sin el empleo de medios desproporcionados y extraordinarios para el mantenimiento de la vida. En este sentido se deberá procurar que ante enfermedades incurables y terminales se actúe con tratamientos paliativos (son las atenciones, cuidados y tratamientos médicos y tratamientos farmacológicos que se dan a los enfermos en fase avanzada y enfermedad terminal con el objetivo de mejorar su calidad de vida y conseguir que el enfermo esté sin dolor), para evitar sufrimientos, recurriendo a medidas razonables hasta que la muerte llegue. La ortotanasia nunca pretende deliberadamente el adelanto de la muerte del paciente.
El Beato Papa Juan Pablo II en su Encíclica “Evangelium vitae” afirma: “Se da ciertamente la obligación moral de curarse y de hacerse curar, pero tal obligación debe confrontarse con las situaciones concretas; es necesario valorar si los medios terapéuticos a disposición son objetivamente proporcionados a las prospectivas de mejora. La renuncia a medios extraordinarios o desproporcionados no equivale al suicidio o a la eutanasia; más bien expresa la aceptación de la condición humana ante la muerte” (65).
Un camino adecuado que propone la Iglesia para tal discernimiento es la Bioética. Es un campo prioritario y crucial en la lucha cultural entre el absolutismo de la técnica y la responsabilidad moral. La bioética es la rama de la ética que se dedica a proveer los principios para la correcta conducta humana respecto a la vida, tanto de la vida humana como de la vida no humana (animal y vegetal), así como del ambiente en el que pueden darse condiciones aceptables para la vida. En su sentido más amplio, la bioética no se limita al ámbito médico, sino que incluye todos los problemas éticos que tienen que ver con la vida en general, extendiendo de esta manera su campo a cuestiones relacionadas con el medio ambiente y al trato debido a los animales. Es un “ámbito muy delicado y decisivo donde se plantea con toda su fuerza dramática la cuestión fundamental: si el hombre es un producto de sí mismo o se depende de Dios”.
Durango, Dgo., 10 de Julio del 2011.