REUNIÓN PROVINCIAL DE JORNADAS DE VIDA CRISTIANA

El movimiento de “Jornadas de Vida Cristiana” En nuestra Arquidiócesis participará en la reunión de los grupos de JVC de cada diócesis que conforman la  Provincia Durango (Torreón, Gómez Palacio, Durango, El salto y Mazatlán). En la cual se buscara unificar los métodos y planes de trabajo de este movimiento. Dicho encuentro se llevará a cabo el 11 y 12 de agosto, en la comunidad parroquial de San Juan Bautista de Sombrerete, Zacatecas.

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Homilía Domingo XIX ordinario; 12-VIII-2012

Jesús, Pan de vida

Ya escuchamos en domingos pasados que Jesús “tomó el pan, lo bendijo y lo distribuyó”; más aún,  escuchamos a Jesús, decir que Él es “el pan de vida”. Hoy, Jesús ratifica: “yo soy el pan de la vida; vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; este es el pan que desciende del cielo, para que quien lo come, no muera”.   

             El domingo pasado, las reacciones de los judíos ante la revelación que Jesús hace de sí mismo, no se hicieron esperar, pero no fue una decisión de fe; al contrario: “murmuraban de Él, porque había dicho: Yo soy el pan bajado del cielo. Y decían: ¿que este no es el hijo de José?; conocemos su padre y su madre; ¿cómo puede decir: descendí del cielo?”.  De esta reacción Jesús concluye que ellos no le pertenecían, que su Padre no se los había dado. Ellos no se dejaban amaestrar del Padre, pues no escuchaban a Aquel que ha venido de Dios, el único que puede dar la vida eterna. Leer más

EPISCOPEO

Casa Sacerdotal “San Luis Bátis” para sacerdotes ancianos y enfermos

            Esta semana el Sr. Arz. Dn. Héctor González Mtz., bendijo e inauguró la primera etapa de la Casa Sacerdotal “San Luis Bátis”. Una Casa que ya alberga a los primeros sacerdotes enfermos de nuestra Arquidiócesis, con todas las comodidades y atenciones que ellos necesitan. Un grupo de religiosas, un sacerdote y un buen grupo de fieles laicos los atienden.

            Lo ha hecho posible la solidaridad de nuestro presbiterio y el cariño y generosidad de los laicos. Un patronato formado por laicos comprometidos seguirá con la construcción de lo que falta hasta terminarla.

Es una institución de la Arquidiócesis de Durango que, de acuerdo a la pastoral sacerdotal, tiene como objetivo atender las necesidades de los sacerdotes, humanas y  espirituales   (de la salud,  acompañamiento en la ancianidad y la invalidez), de quienes, siguiendo el llamado del Señor, han entregado su vida al servicio de los demás en el ejercicio de su ministerio. Un hogar sacerdotal ubicado en el corazón mismo de la diócesis, un lugar de encuentro y de fraternidad que permita a los mayores sentir de cerca el reconocimiento y el afecto de aquellos a quienes sirvieron con alegría y entrega. Es una verdadera casa de todos.

Es el lugar o el espacio donde los sacerdotes que lo necesiten, encuentren el ambiente de una espiritualidad sacerdotal adecuada, de acogida, reposo y atención, que les ayuden a vivir esa nueva etapa de su vida uniéndose y testimoniando así a la pasión de nuestro Señor.

Se brindará apoyo y acompañamiento en la última etapa de su vida: la tercera edad, su ancianidad. Ahí podrán recibir atención y cuidados médicos, proporcionándoles acompañamiento después de alguna intervención quirúrgica. Recibirán atención y acompañamiento en alguna enfermedad incurable o degenerativa. Reconocemos en ellos a Cristo sacerdote que ofrece su vida como una oblación agradable al Padre y que es señal de bendición y de presencia sacramental (pues el sacerdote es sacramento de Cristo) para nuestra comunidad Arquidiocesana.

No hay dos personas que respondan del mismo modo a los retos de la tercera edad, y esto  es importante considerarlo cuando hay que cuidar a los ancianos. El dolor que experimenta el enfermo se describe como una experiencia con varios aspectos cruzados entre sí y esto es, de tipo físico, psicológico, social y espiritual.

Todo esto nos muestra claramente que el sufrimiento espiritual, o “sufrimiento del alma” es real y que es importante que seamos conscientes de esto. El sufrimiento interesa todos los aspectos de nuestra personalidad: físico, emotivo, intelectual, espiritual. Un sufrimiento diagnosticado de naturaleza física no se refiere sólo al cuerpo, sino a todas las demás dimensiones de nuestro ser. El dolor es provocado no sólo por el disturbio, sino también por una ruptura con el normal funcionamiento del cuerpo, del intelecto, de las emociones y del  espíritu. Esto es más importante aún en la tercera edad.

Como cristianos cuando pensamos en el dolor espiritual, pensamos inmediatamente a Jesús en el huerto del Getsemaní, o en la cruz, o en San Juan de la Cruz y en la “Noche oscura del alma”. Se experimenta dolor espiritual cuando hay rechazo, desarmonía y desintegración. Nada tiene sentido. Los valores en los que habíamos basado nuestra vida parecen que ya no tienen importancia y que se desintegran antes de esta experiencia de vida tremenda y actual. El dolor espiritual nace, por tanto, cuando los principios más importantes en los cuales hemos basado nuestra existencia ya no concuerdan con nuestra actual experiencia de vida y en realidad están en un estado de conflicto.

No es fácil pasar de ser un sacerdote activo y darse cuenta que se está enfermo o que ha llegado al final. El esfuerzo que hacemos para comprender y ayudar a las personas a redescubrir el significado de la vida puede restituir la voluntad de vivir. El amor en la forma de asistencia puede volver a dar significado a la vida.

Como es obvio, el dolor no gusta a nadie, y los agentes sanitarios tratan admirablemente de eliminarlo, pero esto no vale necesariamente también para el dolor espiritual. No se puede suministrar una aspirina para el dolor espiritual. El dolor espiritual no es un problema que puede resolverse, sino “un interrogante que debe ser vivido”. Debemos caminar junto  con la persona, incluso si no tenemos respuestas, pero debemos ayudarla más bien a encontrarse consigo misma.

La oración en la vida del sacerdote es fundamental, lo hacemos a todas horas. Sin embargo, cuando se está enfermo todo cambia. Escuchemos al cardenal Bernardin: “He transcurrido  una sola noche en la unidad de terapia intensiva; luego me han llevado mi cuarto, donde he experimentado las dificultades que moralmente encuentran las personas después de la cirugía intensiva. Quería orar, pero el sufrimiento físico me oprimía. Recuerdo haber dicho a los amigos que me visitaban: Oren mientras están bien, porque cuando os enfermaréis podrías no estar en condiciones de hacerlo. Ellos me miraban estupefactos y yo les repetía: Estoy sufriendo tanto que no puedo concentrarme en la oración. Mi fe está siempre presente, pero estoy demasiado preocupado por el sufrimiento. Me recordaré que debo decir a los sacerdotes y a los parroquianos que desarrollen cada vez más una fuerte vida de oración en los momentos mejores de su vida, de manera que puedan recibir apoyo en los momentos más tristes”. ¡Qué enseñanza!

 

Durango, Dgo., 12 de Agosto del 2012                    + Mons. Enrique Sánchez Martínez

Obispo Auxiliar de Durango

Email: episcopeo@hotmail.com

CASA SACERDOTAL SAN LUIS

La comunidad católica de nuestra Arquidiócesis de Durango,  se llena de júbilo por la inauguración de la primera etapa de la “Casa Hogar Sacerdotal San Luis Batis”. Este magno importante se llevará a cabo en las instalaciones de la nueva Casa Sacerdotal (a un costado del Seminario Mayor), hoy 10 de agosto del 2012, en punto de las 12:00 horas.

El Sacerdote Manuel Bernardo Aguirre Márquez, Director de la Casa Sacerdotal,  comentó que “… es una gran bendición para el Presbiterio, contar con un lugar como este. Desde hace tres años, se colocó la primera piedra, a un costado del Seminario Mayor, para construir una Casa cuyo principal objetivo era convertirse en refugio para Sacerdotes enfermos y ancianos. Desde que el Excmo. Sr. Arzobispo Don Héctor González Martínez llegara a nuestra Arquidiócesis, este proyecto fue una de sus principales prioridades. Por eso, de inmediato se conformó un patronato y se empezó a trabajar en ello. Este lugar será de gran beneficio, pues de 180 sacerdotes que conforman el presbiterio de Durango, 42 son  mayores de 70 años. La Solemne bendición de la Casa Sacerdotal estará a cargo del Arzobispo Don Héctor González Martínez”.

EJERCICIOS ESPIRITUALES DEL PRESBITERIO DE DURANGO

Del lunes 6 al viernes 10 de agosto, nuevamente un numeroso grupo de sacerdotes de toda la Arquidiócesis, se concentran en las instalaciones del Seminario Mayor de Durango para realizar los EJERCICIOS ESPIRITUALES, los cuales serán impartidos por el Excmo. Ruy Rendón Leal, Obispo de la Diócesis de Matamoros, Tamaulipas. Se trata de un mérito especial de gracia, que implica un esfuerzo personal en cada sacerdote para tratar de romper la inercia de los modos ordinarios  de vivir. Se trata también, de abrir el corazón para estar atentos a la escucha de la Palabra del Señor; meditarla, reflexionarla y vivirla.  Los Ejercicios Espirituales son una actividad del Espíritu del hombre creyente, que lo disponen humildad, a examinar la propia conciencia, son momentos profundos de encuentro personal con el Dios del amor.

Encontrarnos con nosotros mismos en total sinceridad y honestidad, en el silencio apacible que nos da la oportunidad de dialogar con nuestro propio Yo y, sobre todo, para dialogar con Dios. Se trata, de dejarse moldear como el jarro en manos del alfarero; es ponernos en sus manos (Dios), en la confianza plena de su amor. Los Ejercicios Espirituales sirven además para preparar y disponer el alma, para quitar las afecciones desordenadas  y encontrar la voluntad divina para cumplirla con alegría en el servicio de nuestro ministerio. La voluntad de Dios sobre cada uno de nosotros, se constituye a partir de nuestra fidelidad y generosidad para responder a los impulsos del Espíritu Santo.

A la comunidad católica en general se invita a orar por los Sacerdotes, para que el Señor les conceda conseguir abundantes frutos en este momento especial de gracia que viven ejercitando el espíritu.

COLECTA A FAVOR DEL SACERDOTE ANCIANO Y ENFERMO

Este domingo 5 de agosto, en todos los templos y parroquias de nuestra Arquidiócesis, se realiza la colecta anual en favor del Sacerdote enfermo y aciano, por lo cual se hace un llamado  a la generosidad de todos los fieles católicos de nuestra comunidad. El Sacerdote como un instrumento humano de Dios, va desgastando su vida en el servicio de sus hermanos, tal y como lo exige la naturaleza de su vocación. Esto es un acto de amor permanente, que va configurando la imagen de Jesucristo Buen Pastor, que a través de las debilidades de un hombre, transmite y dispensa la multiforme gracia de su presencia y de su salvación.

 La colecta en favor de los Sacerdotes Ancianos y Enfermos, es un apoyo que nos motiva al valor de la corresponsabilidad, y nos permite aquilatar la entrega de quienes han desgastado su vida en la Iglesia.  Es por eso, que nuestra generosidad, comprensión y ayuda económica, serán siempre importantes para seguir creando las condiciones en las que estos hombres puedan tener una vida digna y sus últimos momentos en la curva de la vida los pasen con la  más alta dosis de calidad. Reconocimiento y gratitud a todos estos héroes de la Fe, que han sabido abrir la brecha de la esperanza, que hoy recibimos en la responsabilidad de mantenerla vigente y hacer realidad en el hoy de nuestra historia, el don Dios que nos apremia. Colaboremos pues en esta noble causa; que el Señor retribuya cien veces más, en lo que hacemos por esta obra de Dios en su Iglesia.

 

Episcopeo domingo 5 de julio del 2012

            El dia 4 de agosto celebramos a San Juan María Vianney, modelo y ejemplo de los sacerdotes y del párroco. Este domingo pedimos a los fieles de nuestra Arquidiócesis una Colecta a favor de nuestros sacerdotes ancianos y enfermos. Esta es nuestra realidad, también nosotros tenemos las mismas necesidades de cualquier otra persona, también nos enfermamos y envejecemos.

Hemos visto sacerdotes que han afrontado los sufrimientos y enfermedades típicas de la tercera edad con gran valentía y estado de ánimo; otros han luchado antes de resignarse y aceptar su condición. Los sacerdotes padecen el mismo trauma como los demás enfermos, pero con matices que son propios de nuestra condición.

La enfermedad y el aumento de los años comportan siempre algunas formas de pérdidas: La pérdida de una parte de sí a nivel físico; también una pérdida de sí a nivel de identidad. Nuestras capacidades disminuyen y nuestra debilidad aumenta, llevando a un constante estado de cansancio.

La pérdida de sí a nivel relacional. Muchos son abandonados por los amigos, por los miembros de su comunidad e incluso por sus parientes. La pérdida de sí a nivel existencial. Esto acontece cuando no se logra dar mayor significado a lo que se hace, cuando parece que nuestros valores ya no nos ayudan, cuando nos preguntamos: “por qué a mí” ? Una pérdida de espacio, ya que pasamos de una situación en la que todo el mundo era nuestra casa, a estar confinados en un área estrecha para movernos; una pérdida de movilidad si dependemos, por ejemplo, de la silla de ruedas o estamos obligados a ser ayudados por alguien para hacer incluso las cosas más simples, como ir al baño; una pérdida del control sobre lo que invade nuestros espacios limitados.

Una pérdida del control sobre el tiempo ya que los medicamentos se suministran en horarios que son más adecuados a los demás y no a mí; una pérdida del control sobre lo que se hace a mi cuerpo, ya que para las personas que están en buena salud la piel es una especie de barrera, y en cambio ahora la agujas, los tubos y los líquidos que se introducen son considerados como intrusos indeseados; una pérdida de contacto con los amigos, ya que no es posible ir a visitarlos y ellos puedan venir a visitarte.

Se pierde la propia independencia: como dijo una vez un sacerdote anciano, “cuando te quitan los pantalones te das cuenta que ya no puedes ir a ninguna parte”. Esta pérdida de independencia comporta una experiencia de separación de las estructuras de la vida, del trabajo, y del tiempo libre, lo que hace  que el enfermo se convierta en “la persona más triste del mundo”; una experiencia de fragmentación, ya que no se puede cumplir más con el propio papel de sacerdote, pastor, maestro, administrador; una experiencia que los hace sentir desvalorados, pues ahora sólo se puede recibir y ya no se puede brindar el propio aporte a la sociedad.

La gran mayoría de laicos se jubilan alrededor de los sesenta y cinco/setenta años. Los sacerdotes realmente nunca se jubilan, pues nos ordenamos para toda la vida. Un sacerdote, dado que es sacerdote para siempre, no se adapta fácilmente al “ser” como concepto diferente del “hacer”. Por esto, cuando son ancianos, los sacerdotes pueden vivir una gran soledad, allí donde habían puesto una escasa atención durante su vida a desarrollar una verdadera comunidad, y como resultado de esto tienden a identificarse con el trabajo.

Durante la formación inicial (Seminario) se pone gran énfasis en la formación intelectual y pastoral, y en un “trabajo” que de todos modos es de tipo mental, y no se pone la atención suficiente en el desarrollo de una verdadera vida espiritual. Se tienen en gran consideración las prácticas devocionales externas, y la oración discursiva, con una orientación poco atenta sobre cuestiones referentes a la vida interior. Al final de la vida el sacerdote anciano y enfermo experimenta una gran dificultad para dejar el ministerio cuando los años avanzan. Por eso se debe iniciar a aceptar la enfermedad y la ancianidad desde los primeros años del sacerdote.

La asistencia a los sacerdotes ancianos no es una preocupación sólo de su obispo, también de sus hermanos sacerdotes jóvenes y de la comunidad/es a las que ha servido el sacerdote durante años, ellos deben tener un papel en esta asistencia. A menudo el sacerdote ha permanecido en una parroquia por largo tiempo y está más cercano a los parroquianos y no a los sacerdotes.

En la tercera edad, los sacerdotes tienen el temor de no haber practicado plenamente la vida espiritual, en su ministerio siempre habían exhortado para que lo hicieran los demás. Un famoso teólogo lloraba cuando recibió el sacramento de los enfermos, decía: “He administrado el sacramento de los enfermos muchas veces, siempre reservando una meticulosa atención al ritual, pero sin orar realmente por la situación o por la persona que estaba delante de mí”.

¡Oremos por nuestros sacerdotes! ¡Oremos por nuestros sacerdotes enfermos! ¡Oremos por nuestros sacerdotes ancianos!

Durango, Dgo., 05 de Agosto del 2012                    + Mons. Enrique Sánchez Martínez

                                                                                         Obispo Auxiliar de Durango

                                                                                      Email: episcopeo@hotmail.com

homilía Domingo XVIII ordinario 5 de agosto del 2012

Fortalecerse en la fe

              Hoy, en el Evangelio de S. Juan, Jesús dice a sus discípulos de todos los tiempos: “ustedes me siguen no porque han visto signos, sino porque han comido de aquel pan y se saciaron”. Pero, Jesús realizó aquel signo para revelar el sentido de su persona; aunque la multitud lo comprendió sólo en la línea de sus necesidades materiales. Y, eso es aún muy frecuente entre las grandes mayorías de los bautizados  católicos; muchas expresiones de la religiosidad católica tienen trasfondo de interés por resolver necesidades de seguridad y paz, de pan y de pescado, de trabajo,  salud, techo, vestido, agua y comida, etc.

             En cambio, Jesús quiere conducirnos a la comprensión de su persona. Dice a los discípulos: “crean en Aquel que el Padre les ha enviado”. Pues, sólo comprendiendo en la fe quien es Él, le será posible darse a nosotros como alimento; pero, para que esto suceda, es necesario preocuparnos por un alimento y una vida  que no terminan y que son un don del Hijo del hombre. Los judíos luego le preguntan: “¿qué debemos hacer para cumplir las obras de Dios?; Jesús contesta: “creer en Aquel que el Padre ha enviado”, o sea reconocer que tenemos necesidad de él, así como tenemos necesidad de alimento material; la exigencia de Jesús era grande y su identificación no les parecen suficiente; por ello, le piden una señal a la medida de Moisés que dio de comer al pueblo en el desierto. Jesús responde afirmando que es mayor que Moisés; y replica que es mayor, porque en El (que es el Cristo), se realiza el don de Dios que no perece: la comida del desierto se acababa, el pan de Cristo perdura y alcanza vida eterna.

            En el desierto, por las tardes una nube de perdices cubría el campamento. El fenómeno de las perdices, que proviniendo del norte se posaban sobre el Sinaí para reposar de su transmigración hacia el sur, puede ser explicable como del todo natural, pero en el momento crítico de Israel en el desierto toma un significado providencial. Lo mismo se puede decir del maná, producto vegetal de tamarisco de alto valor nutritivo traído por el viento, que por las mañanas cubría el campamento.  Aunque no interesa tanto definir la naturaleza esencial del alimento, sino captar el significado religioso. Es la visión religiosa de los hebreos que hacen decir a Moisés: “yo haré llover del cielo pan para ustedes” (Es 16,4). La inquietud de los hebreos preguntando ¿“qué cosa es?”, expresa el carácter misterioso del maná.

                       El fondo religioso de la narración manifiesta la certeza adquirida por el pueblo de una intervención especial de Dios. En esta coyuntura sucede un fenómeno en que ellos ven un signo de la presencia de Dios destinado a asegurarlos. Ante la condición de precariedad en que se encuentra en el desierto el pueblo incrédulo casi desafía a Dios a obrar y a manifestarse: “Yahvé, ¿está en medio de nosotros o no? (Es 17,7). Dios responde manifestando su poder, entre otras maneras con el don de las perdices y del maná.

            El maná, a su vez, es una interrogación que Dios pone a su pueblo: (“en hebreo: man hu=¿qué es?: maná) interrogación que Dios pone a su pueblo para educarlo poniéndolo a prueba: “para ver si camina según mi ley o no”(Es 16, 4). Dando a Israel este medio de subsistencia, Dios le comunica su presencia eficaz, pero invita al hombre a no fijarse sólo en los nutrientes terrenos, que como el maná, pronto cansan y resultan insípidos. Hay otro alimento misterioso que viene del cielo, del cual el maná es símbolo: la palabra de Dios (Dt 8,25). Cristo, en el desierto, confirma y subraya esta lección del Antiguo Testamento: “no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4,1-4), y renueva esta enseñanza nutriendo al pueblo de Dios con un pan admirable; el pan que Jesús da es el “Pan de vida”.

             En el Evangelio de S. Juan, la expresión “Pan de vida” se relaciona al árbol de la vida del paraíso, símbolo de la inmortalidad, de la que el pecado privó al hombre. El maná en el desierto no tenía capacidad para restituir esta inmortalidad; pero Jesús la combina con la respuesta de fe. En el pan de vida hay pues un matiz salvífico: Jesús es el árbol verdadero de la vida que comunica la inmortalidad a que tiende el hombre desde el principio y que luego nos resulta posible y accesible por medio de la fe. Pero no solo con la fe, es necesario un pan concreto que exigirá comerlo y que nos unirá al misterio de la cruz.

 

 

MOVIMIENTO DE RENOVACIÓN CARISMÁTICA PRESENTE EN ALGUNAS PARROQUIASDE LA ARQUIDIÓCESIS

Con el firme propósito de continuar con la Misión Diocesana, el movimiento de  la “Renovación Carismática Católica”, realizarán diversas actividades durante el mes de agosto, las cuales buscan principalmente fortalecer la fe de la comunidad católica de Durango. Así lo dieron a conocer Rogelio y Yolanda Gámiz, matrimonio animador del movimiento antes mencionado. “… hacemos una invitación a todos los que deseen formar parte de este gran carisma. Para el mes de agosto tenemos cuatro actividades fuertes, las cuales nos llevarán a la unión con Dios. El día 6 de agosto tendremos una celebración Eucarística con una oración especial de sanación para los enfermos, en la Catedral de Durango. De lunes 6 de agosto al jueves 9 del mismo mes, se estará impartiendo el misterio del  Kerigma, en la parroquia de Nuestra Señora del Rayo, en la colonia El Ciprés, a partir de las 7:30 de la tarde. Para el sábado 4 y el domingo 5 de agosto, el retiro espiritual será en la Parroquia de nuestra Señora de Guadalupe; ubicada en Nuevo Ideal, Durango. Por último, se impartirá el Kerigma el sábado 18 y viernes 19, en la Escuela de Evangelización Católica (Pino Suárez #430 Nte.), a partir de las nueve de la mañana.”  Explicó el matrimonio.

Cabe mencionar que las actividades son gratuitas y puede asistir cualquier laico que desee formar parte de estas experiencias religiosas guiadas por el sacerdote Tomás Cardiel Bacio, coordinador de este movimiento en Durango.

 

PARTICIPA LA ESCUELA DE LA CRUZ DIOCESANA EN ASAMBLEA NACIONAL

La Escuela de la Cruz de la Arquidiócesis de Durango, participará en la VIII Asamblea Internacional de Equipos Coordinadores Diocesanos, en Teocelo, Veracruz, del 6 al 9 de agosto del año en curso. Así lo informó el Sr. Eleuterio Pérez, coordinador de los cruzados. “…a este importante evento asistirán equipos diocesanos de Estados Unidos, El Salvador y algunas otras regiones de Centro América, de todas las diócesis de nuestro país y por supuesto, de nuestra Iglesia local de Durango. Este encuentro tiene como objetivo, observar la evolución de la Escuela en los diversos países donde ahora está funcionando, generar un plan de soluciones para los problemas que surgen en cada sede y planear retiros, curso y actividades propias de este movimiento de la Iglesia católica. Estas asambleas se llevan a cabo cada año”. Finalizó el coordinador.