Episcopeo domingo 22 de abril: «Qué es la Ideología de género»
Para entender mejor hoy la lucha a favor del aborto, de las uniones entre homosexuales, la lucha por la destrucción del matrimonio, de la familia y de la religión, es necesario que estudiemos y comprendamos a fondo lo que hoy se denomina “ideología de género”. Esto es lo que está detrás de los grupos de poder que han logrado llevar a legislar a favor del aborto y de las uniones entre homosexuales. Los candidatos, que aspiran a la presidencia de la República y a los que aspiran a hacer las leyes en México (Diputados y Senadores) deben explicar su posición sobre esta “ideología de género”.
Lo más común es que el término género se utiliza para designar el sexo y distinguir a seres humanos masculinos y femeninos. Otros, desde hace tiempo, han decidido difundir una «nueva perspectiva» del término como «roles socialmente construidos». La IV Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Mujer, realizada en Pekín (1995), fue el escenario elegido por los promotores de la nueva perspectiva para lanzar una fuerte campaña de persuasión y difusión. Desde ese tiempo la «perspectiva de género» ha venido filtrándose en diferentes ámbitos no sólo de los países industrializados, también en los países en vías de desarrollo.
En tal cumbre, la directiva de la Conferencia de la ONU emitió la siguiente definición: «El género se refiere a las relaciones entre mujeres y hombres basadas en roles definidos socialmente que se asignan a uno u otro sexo…El sentido del término género ha evolucionado, diferenciándose de la palabra sexo para expresar la realidad de que la situación y los roles de la mujer y del hombre son construcciones sociales sujetas a cambio»
Se proponía algo diferente: se afirma que no existe un hombre natural o una mujer natural, que no hay conjunción de características o de una conducta exclusiva de un sólo sexo, ni siquiera en la vida psíquica. Así, «la inexistencia de una esencia femenina o masculina nos permite rechazar la supuesta superioridad de uno u otro sexo, y cuestionar en lo posible si existe una forma natural de sexualidad humana».
En dicha Conferencia se impuso este término: «El concepto de género está enclavado en el discurso social, político y legal contemporáneo. Ha sido integrado a la planificación conceptual, al lenguaje, los documentos y programas de los sistemas de las Naciones Unidas, los intentos actuales de varios Estados miembros de borrar el término género en la Plataforma de Acción y reemplazarlo por sexo es una tentativa insultante y degradante de revocar los logros de las mujeres, de intimidarnos y de bloquear el progreso futuro».
Hay que distinguir dos conceptos: el «feminismo de género» y el comúnmente conocido “feminismo de equidad”. El término «feministas de género» fue acuñado en primer lugar por Christina Hoff Sommers en su libro «Who Stole Feminism?» («¿Quién se robó el Feminismo?»): «El feminismo de equidad es sencillamente la creencia en la igualdad legal y moral de los sexos. Una feminista de equidad quiere para la mujer lo que quiere para todos: tratamiento justo, ausencia de discriminación. Por el contrario, el feminismo del género es una ideología que pretende abarcarlo todo, según la cual la mujer norteamericana está presa en un sistema patriarcal opresivo. La feminista de equidad opina que las cosas han mejorado mucho para la mujer; la feminista del género a menudo piensa que han empeorado. Ven señales de patriarcado por dondequiera y piensan que la situación se pondrá peor.
Según algunos críticos del «feminismo de género», éste se basa en una interpretación neo-marxista de la historia. Comienza con la afirmación de Marx, de que toda la historia es una lucha de clases, de opresor contra oprimido, en una batalla que se resolverá solo cuando los oprimidos se percaten de su situación, se alcen en revolución e impongan una dictadura de los oprimidos. La sociedad será totalmente reconstruida y emergerá la sociedad sin clases, libre de conflictos, que asegurará la paz y prosperidad utópicas para todos.
Frederick Engels fue quien sentó las bases de la unión entre el marxismo y el feminismo. En «El Origen de la Familia, la Propiedad y el Estado» (1884) señala: «El primer antagonismo de clases de la historia coincide con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer unidos en matrimonio monógamo, y la primera opresión de una clase por otra, con la del sexo femenino por el masculino».
Según estos críticos, los marxistas clásicos creían que el sistema de clases desaparecería una vez que se eliminara la propiedad privada, se facilitara el divorcio, se aceptara la ilegitimidad, se forzara la entrada de la mujer al mercado laboral, se colocara a los niños en institutos de cuidado diario y se eliminara la religión. Sin embargo, para las «feministas de género», los marxistas fracasaron por concentrarse en soluciones económicas sin atacar directamente a la familia, que era la verdadera causa de las clases.
Hoy ellos afirman la necesidad de destruir la diferencia de clases, más aún la diferencia de sexos: «asegurar la eliminación de las clases sexuales requiere que la clase subyugada (las mujeres) se alce en revolución y se apodere del control de la reproducción; se restaure a la mujer la propiedad sobre sus propios cuerpos, como también el control femenino de la fertilidad humana, incluyendo tanto las nuevas tecnologías como todas las instituciones sociales de nacimiento y cuidado de niños. Y así como la meta final de la revolución socialista era no sólo acabar con el privilegio de la clase económica, sino con la distinción misma entre clases económicas, la meta definitiva de la revolución feminista debe ser igualmente (a diferencia del primer movimiento feminista) no simplemente acabar con el privilegio masculino sino con la distinción de sexos misma: las diferencias genitales entre los seres humanos ya no importarían culturalmente».
Este es el primero de varios “Episcopeos” dedicados a este tema.
Durango, Dgo., 22 de Abril del 2012 + Mons. Enrique Sánchez Martínez
Obispo Auxiliar de Durango
Email: episcopeo@hotmail.com
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