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La ortotanasia es aceptable?

La ¨ortotanasia¨ (del griego ¨orthos¨, recto, justo, que observa el derecho conforme a la razón, que obra con juicio…) designa la actuación correcta ante la muerte por parte de quienes atienden al que sufre una enfermedad incurable o en fase terminal (Cfr. José María Amenós Vidal, “Ortotanasia: tratamiento vital y privilegio terapéutico”)
La ortotanasia no se limita única y exclusivamente a evitar protocolos clínico-quirúrgicos en situaciones lamentables para el enfermo, y de prolongar su precaria existencia cuando existe una declaración de voluntades anticipadas del enfermo y la condición de muerte clínica, sino que se basa por definición en el derecho al tratamiento vital por privilegio terapéutico según el principio de justicia en situaciones de necesidad concurrente, sentido ético básico según el cual todo ser humano debe ser respetado, y su dignidad protegida y amparada por la Ley. Por tanto, su ámbito de protección alcanza sin restricción o distinción alguna a los enfermos graves o terminales. Por consiguiente, es una obligación de los profesionales de la salud respetar el derecho a la vida de los moribundos porque son personas humanas.
La decisión libre y voluntaria de seguir con vida, es un derecho del paciente y de la familia, y más cuando estamos obligados por la ley y en conciencia a respetar el derecho a la vida de la persona moribunda hasta que llegue el trance de su muerte, un verdadero testimonio de fe en defensa de los principios contrarios a la supuesta muerte digna que propugnan los defensores de la eutanasia. Se debe entender que el tratamiento necesario para la salud del enfermo sea adecuado para mantener la vida en situación de urgencia por una compasión bien entendida que no va contra la dignidad de la persona, porque con voluntad y apoyo moral mientras hay vida, hay una esperanza.
El modo correcto de actuar o la rectitud de intención en el cuidado de los enfermos en estado crítico, es dar una esperanza de vida hasta que llegue el trance de la muerte. La solución pasa por dar los cuidados paliativos adecuados a quien pronto va a morir tratándole tanto los sufrimientos físicos, psíquicos, sociales y espirituales, a favor de una asistencia sanitaria más humana para el enfermo.
Todos queremos ser tratados eficazmente del dolor, el sufrimiento y la agonía, tener la ayuda necesaria y no ser abandonados por el médico y el equipo sanitario cuando la enfermedad sea incurable. Queremos ser informados adecuadamente sobre la enfermedad, el pronóstico y los tratamientos que dispone la Medicina, que nos expliquen los datos en un lenguaje comprensible y participar en las decisiones sobre lo que se va a hacer. Queremos recibir un trato respetuoso, estar acompañados de la familia, y sin otras restricciones que las necesarias para la buena evolución de la enfermedad y el buen funcionamiento de la institución hospitalaria. Queremos recibir consuelo humano y espiritual, que nos traten con dignidad y nos permitan ejercer nuestros derechos, el entorno hospitalario debe ser un lugar en el que los enfermos encuentren el apoyo de los profesionales de la salud y del sacerdote para convertir el acto de cuidar al enfermo en una eucaristía o ¨acción de gracias¨.
Hay situaciones muy concretas y excepcionales en las que el médico debe proceder sin necesidad de ¨consentimiento informado¨, es el caso de ¨urgencia vital¨, cuando la no intervención representa un riesgo para el enfermo. La situación conocida como ¨privilegio terapéutico¨ consiste en hacer todo lo humanamente posible por preservar la vida de los enfermos sin necesidad de consentimiento informado, esto es obligatorio y de no hacerlo se infringiría el principio de justicia.
El Catecismo de la Iglesia Católica afirma: “Cualesquiera que sean los motivos y los medios, la eutanasia directa consiste en poner fin a la vida de personas disminuidas, enfermas o moribundas. Es moralmente inaceptable. Por tanto, una acción o una omisión que, de suyo o en la intención, provoca la muerte para suprimir el dolor, constituye un homicidio gravemente contrario a la dignidad de la persona humana y al respeto del Dios vivo, su Creador…(nº 2278) La interrupción de tratamientos médicos onerosos, peligrosos, extraordinarios o desproporcionados a los resultados puede ser legítima. Interrumpir estos tratamientos es rechazar el ‘encarnizamiento terapéutico’. Con esto no se pretende provocar la muerte; se acepta no poder impedirla. Las decisiones deben ser tomadas por el paciente, si para ello tiene competencia y capacidad o si no por los que tienen los derechos legales, respetando siempre la voluntad razonable y los intereses legítimos del paciente (nº 2279). Aunque la muerte se considere inminente, los cuidados ordinarios debidos a una persona enferma no pueden ser legítimamente interrumpidos. El uso de analgésicos para aliviar los sufrimientos del moribundo, incluso con riesgo de abreviar sus días, puede ser moralmente conforme a la dignidad humana si la muerte no es pretendida, ni como fin ni como medio, sino solamente prevista y tolerada como inevitable. Los cuidados paliativos constituyen una forma privilegiada de la caridad desinteresada. Por esta razón deben ser alentados”.

Durango, Dgo., 17 de Julio del 2011.

+ Mons. Enrique Sánchez Martínez
Obispo Auxiliar de Durango

Reflexión dominical Domingo XVI A; 17-VII-2011 La paciencia

Una tendencia espontánea de los hombres y de las mismas religiones es distribuir a las personas en dos categorías: buenas y malas. Se piden bendiciones para sí, para los suyos y para la propia nación; y se lanzan maldiciones sobre los demás como los enemigos o los que son de opinión contraria.

Una lectura superficial de la Biblia, puede dejar la impresión de un Dios impaciente, que quema etapas: Pero, los pasos más notables de la Biblia desvanecen esa impresión. El celoso profeta Elías, muy a su pesar, comprende que Dios no está en el huracán o en el terremoto, sino en la suave brisa, en el soplo más delicado de la brisa. Los Apóstoles Santiago y Juan, llamados en el Evangelio los hijos del trueno, fueron regañados por su deseo de hacer bajar fuego del cielo sobre los samaritanos que no aceptaron a Jesús. Leer más

Ley de voluntad anticipada: Eutanasia, Distanasia, Ortotanasia?

Ante la introducción de la iniciativa de ley en el Congreso del Estado de Durango de la “Ley de Voluntad Anticipada” es necesario hacer un profundo discernimiento ético entre los “conocimientos que se conjugan con la sabiduría de la vida y los conocimientos que nos desvían de esa sabiduría, poniéndose al servicio de la muerte”. Nuestro desafío es realizar tal discernimiento ético a la luz de los valores cristianos en relación con la persona humana, los avances de las ciencias biomédicas y las situaciones de las personas especialmente en el sufrimiento y la muerte. Los valores cristianos son una luz de esperanza y de afirmación de la vida para la humanidad.
En esta iniciativa de ley entran en juego los conceptos de Eutanasia, Distanasia y Ortotanasia, que debemos conocer. Quienes proponen la ley dicen: “…en ningún momento se asemeja a la eutanasia, tema polémico que incluso es considerado como homicidio, pero tampoco es la distanacia, que es el procedimiento para prolongar la vida del paciente terminal con todos los dolores que esto implica y el consecuente desgaste para la familia, sino que es una figura intermedia conocida como ortotanasia”. Pero por otro lado, y en los lugares donde ya se ha aprobado una ley como ésta dicen: “…es una puerta abierta a la eutanasia.. Se deja camino abierto a ciertas omisiones voluntarias que pueden causar la muerte o que buscan de modo directo su aceleración.. existen algunas conductas eutanásicas a las que se daría cobertura legal, como la posible sedación inadecuada, el abandono terapéutico o la omisión de los cuidados paliativos.. una ley donde se confunden los términos.. ya que se carece de una adecuada definición de eutanasia”.
La Distanasia (conocida como encarnizamiento o ensañamiento terapéutico, pues no tiene en cuenta los sufrimientos del moribundo) es el empleo de todos los medios posibles, sean proporcionados o no, para retrasar el advenimiento de la muerte, a pesar de que no haya esperanza alguna de curación. Es lo contrario a la eutanasia. Se conoce como antidistanasia a la actitud de rechazo a la distanasia, compartido por la mayoría de la sociedad, y que en unos casos se convierte en un apoyo a la eutanasia y en otros en defensa de la ortotanasia.
Eutanasia, es la acción u omisión que, para evitar sufrimientos a los pacientes enfermos o terminales, acelera su muerte con su consentimiento o sin él. Eutanasia es la muerte sin sufrimiento físico. Consiste en provocar la muerte de otro por su bien, lo cual conduce necesariamente a acotar las circunstancias y supuestos (mayoritariamente ligados al contexto médico-asistencial) que dan sentido a esta actuación humanitaria, piadosa y compasiva. La eutanasia tiene por finalidad evitar sufrimientos insoportables o la prolongación artificial de la vida a un enfermo. Para que la eutanasia sea considerada como tal, el enfermo ha de padecer, necesariamente, una enfermedad terminal o incurable, y en segundo lugar, el personal sanitario ha de contar expresamente con el consentimiento del enfermo
La ortotanasia o muerte digna, designa la actuación correcta ante la muerte por parte de quienes atienden al que sufre una enfermedad incurable o en fase terminal. Se afirma que es el derecho del paciente a morir dignamente, sin el empleo de medios desproporcionados y extraordinarios para el mantenimiento de la vida. En este sentido se deberá procurar que ante enfermedades incurables y terminales se actúe con tratamientos paliativos (son las atenciones, cuidados y tratamientos médicos y tratamientos farmacológicos que se dan a los enfermos en fase avanzada y enfermedad terminal con el objetivo de mejorar su calidad de vida y conseguir que el enfermo esté sin dolor), para evitar sufrimientos, recurriendo a medidas razonables hasta que la muerte llegue. La ortotanasia nunca pretende deliberadamente el adelanto de la muerte del paciente.
El Beato Papa Juan Pablo II en su Encíclica “Evangelium vitae” afirma: “Se da ciertamente la obligación moral de curarse y de hacerse curar, pero tal obligación debe confrontarse con las situaciones concretas; es necesario valorar si los medios terapéuticos a disposición son objetivamente proporcionados a las prospectivas de mejora. La renuncia a medios extraordinarios o desproporcionados no equivale al suicidio o a la eutanasia; más bien expresa la aceptación de la condición humana ante la muerte” (65).
Un camino adecuado que propone la Iglesia para tal discernimiento es la Bioética. Es un campo prioritario y crucial en la lucha cultural entre el absolutismo de la técnica y la responsabilidad moral. La bioética es la rama de la ética que se dedica a proveer los principios para la correcta conducta humana respecto a la vida, tanto de la vida humana como de la vida no humana (animal y vegetal), así como del ambiente en el que pueden darse condiciones aceptables para la vida. En su sentido más amplio, la bioética no se limita al ámbito médico, sino que incluye todos los problemas éticos que tienen que ver con la vida en general, extendiendo de esta manera su campo a cuestiones relacionadas con el medio ambiente y al trato debido a los animales. Es un “ámbito muy delicado y decisivo donde se plantea con toda su fuerza dramática la cuestión fundamental: si el hombre es un producto de sí mismo o se depende de Dios”.

Durango, Dgo., 10 de Julio del 2011.

Bodas de plata episcopales de Mons. Medel

Sres. Obispos, Auxiliar y Eméritos
Sres. Vicarios Diocesanos y Regionales de Pastoral
Sres. Decanos y Asesores de Movimientos Apostólicos Diocesanos
Sres. Miembros del Consejo Presbiteral
Superiores y Superioras de Ias Casas de Religiosos/as en esta Ciudad.

Muy estimados en Cristo y en nuestra Comunión eclesial:

Les saludo deseándoles gracia y paz en sus corazones y toda clase de satisfacciones en el ejercicio de sus ministerios.

Les comunico que Mons. J. Trinidad Medel está cumpliendo Bodas de plata episcopales y a pesar de sus limitaciones de salud anhela venir a Durango donde entregó años de su ministerio episcopal, para dar gracias con una Eucaristía. Él mismo envió una carta manifestando su deseo e invitando a sacerdotes y fieles.

Dios mediante, él estará en esta ciudad del 19 al 22 de este mes. La Celebración Eucarística será el miércoles 20 en Catedral a las 12.00 horas, seguida de una comida en el Salón Blanco del Club Campestre con una aportación de $300.00. Un grupo de laicos encabezado por el P. Héctor Frías está previendo los preparativos.

Extiendo a ustedes la presente, invitándoles a participar y hacer extensiva la invitación entre los fieles. La caridad y la gratitud nos obligan para con quien dejó retazos importantes de su vida en nuestra Arquidiócesis.

Durango, Dgo., 8 de julio de 2011.

Aftmo. en Xto.

Héctor González Martínez
Arz. de Durango

José de la Luz Guerrero Haro
Secretario-canciller

Reflexión dominical Domingo XV A; 10-VII-2011 La Palabra del Señor

Recordemos que la Santa Misa se compone de dos partes principales llamadas: Liturgia de la Palabra y Liturgia Eucarística. A su vez, la primera parte, se compone de lecturas tanto del Antiguo como del nuevo Testamento. En el AT la Palabra de Dios es sobre todo un hecho y una experiencia; esto quiere decir que Dios hablaba directamente a hombres privilegiados y por su medio hablaba a todo su pueblo. Dios hablaba por medio de los profetas, sus representantes privilegiados; les hablaba en sueños y visiones, en inspiraciones personales; con Moisés hablaba cara a cara. Leer más

XXV ANIVERSARIO DE ORDENACIÓN SACERDOTAL

Quiero compartirles algunas de las reflexiones de la homilía en la celebración de mis XXV Años de vida sacerdotal.
La solemnidad de San Pedro y San Pablo nos hace recordar a estas dos “columnas” de la Iglesia. Es la memoria de los grandes testigos de Jesucristo y, a la vez, una solemne confesión de fe en la Iglesia una, santa, católica y apostólica. Estos dos apóstoles son quizá las más grandes figuras de la Iglesia y pueden ser vistos desde diferentes ángulos. La Palabra de Dios que hoy guía nuestra celebración nos propone varios caminos de reflexión sobre la vida y obras de estos dos grandes apóstoles: Su personalidad, su misión, las luces y sombras de su caminar y de la Iglesia de los primeros tiempos, o de los nuestros, la acción del Señor en ellos y en nosotros….
La obra de San Lucas nos muestra que, en el proyecto revelador del Padre, al tiempo del Hijo sigue el tiempo del Espíritu. Así, si el Evangelio termina con la Ascensión, el verdadero punto de partida del libro Hechos de los Apóstoles está en Pentecostés. Es el tiempo de la Iglesia, el tiempo anunciado por los profetas del Antiguo Testamento: “Derramaré mi espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas… haré prodigios arriba en el cielo y señales abajo en la tierra…” (Hech. 2, 17-19)
El Espíritu Santo es quien dice en nosotros “Jesús es Señor”. «Y nadie puede decir: «¡Jesús es Señor! sino con el Espíritu Santo” (I Cor.12,3). El Evangelio de hoy, en el que se evoca el primado de Pedro, “Sobre esta Piedra edificaré mi Iglesia”, nos recuerda que éste, viene precedido por su confesión de fe en la divinidad del Hijo. Esa confesión es la piedra sobre la que edificará la Iglesia. Una confesión que “Alguien” hace desde él: “¡Dichoso tú, Simón hijo de Jonás! Porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el Cielo”.
Pedro y Pablo, columnas de la Iglesia, continúan estimulándonos a “combatir el combate de la fe” a superar los miedos, complejos, esclavitudes, o prisiones que sufrimos. El secreto parece estar en la capacidad para abrirnos a la acción del Espíritu que en nosotros y desde nosotros sigue repitiendo que “Tú eres el Hijo de Dios”.
Las palabras que Jesús dirige a Pedro, significan que Pedro ha de ser el defensor de la Iglesia contra todas las asechanzas a las que está y estará sometida. La Iglesia está fundamentada en Cristo, (1 Cor 3,11; Ef 2,20), y es eso lo que confiesa Pedro en el evangelio de Mateo. El “atar y desatar” se ha de interpretar en este tenor de defensa de la comunidad, del nuevo pueblo, de la Iglesia. El texto de Mateo, el “tu es petrus” debe recordarnos que Pedro fue elegido por Jesús para el servicio de la salvación de los hombres.
Los seguidores de Jesús que aceptamos el evangelio tenemos como “roca” de salvación la confesión de fe que hace Pedro. Pero no es la confesión de un hombre solitario y cargado de responsabilidad personal para “atar y desatar”, porque tiene las “llaves” del Reino de los cielos. Es la confesión de una Iglesia a la que él representa. Porque la salvación de cada uno de los cristianos o de cualquier hombre o mujer, no dependen de Pedro tampoco, sino de la gracia y la misericordia de Dios, revelada en Jesucristo, y a quien Pedro confiesa.
Siguiendo la homilía pronunciada por el Papa Benedicto XVI, este día en su 60º Aniversario de Ordenación Sacerdotal, extraigo este párrafo de su meditación del texto bíblico, “Ya no os llamo siervos, sino amigos”: “…en estas palabras se encierra el programa entero de una vida sacerdotal. ¿Qué es realmente la amistad? La amistad es una comunión en el pensamiento y el deseo. El Señor nos dice lo mismo con gran insistencia: «Conozco a los míos y los míos me conocen» (Jn 10,14). El Pastor llama a los suyos por su nombre (Jn 10,3). Él me conoce por mi nombre. Y yo, ¿le conozco a Él? La amistad que Él me ofrece sólo puede significar que también yo trate siempre de conocerle mejor; que yo, en la Escritura, en los Sacramentos, en el encuentro de la oración, en la comunión de los Santos, en las personas que se acercan a mí y que Él me envía, me esfuerce siempre en conocerle cada vez más. La amistad no es solamente conocimiento, es sobre todo comunión del deseo. Significa que mi voluntad crece hacia el “sí” de la adhesión a la suya. En efecto, su voluntad no es para mí una voluntad externa y extraña, a la que me doblego más o menos de buena gana. No, en la amistad mi voluntad se une a la suya a medida que va creciendo; su voluntad se convierte en la mía, y justo así llego a ser yo mismo. Señor, ayúdame siempre a conocerte mejor. Ayúdame a estar cada vez más unido a tu voluntad. Ayúdame a vivir mi vida, no para mí mismo, sino junto a Ti para los otros. Ayúdame a ser cada vez más tu amigo”.
Al recordar el día de mi ordenación sacerdotal he sentido el impulso espontáneo de agradecimiento a Dios por lo que han significado para mí estos 25 años. Al mismo tiempo una palabra de reconocimiento de mis fallas, de mis debilidades, de mis pecados. Pero también dirigirles a ustedes una palabra de alegría y de esperanza especialmente a mis hermanos sacerdotes, aclamar juntos la bondad del Señor, por la amistad que Él hoy nos ofrece.

Durango, Dgo., 03 de Julio del 2011.

+ Mons. Enrique Sánchez Martínez
Obispo Auxiliar de Durango

Email: episcopeo@hotmail.com

Reflexión dominical Domingo XIV, A; 1-VII-2011 Amor preferencial por los pequeños

La Liturgia de la Palabra hoy, es un tejido de contrastes, empezando por el profeta Zacarías, que anuncia al Mesías “dominando de mar a mar”, desde una actitud humilde e indefensa, cabalgando en un asno y no en un fogoso caballo de guerra. Su manifestación no es de un fulgurante y triunfal rey guerrero y victorioso, que lleva tras de sí columnas de prisioneros como conquista de guerra. Él es un rey de paz, que rompe los símbolos y los instrumentos de guerra. Su persona y su programa se orientan más bien a la figura del Siervo en Isaías, modelo de los pobres de Yahvé. Es el contraste desconcertante de un rey humilde y sin embargo, Señor del mundo, como aparece el Jesús del primer domingo de ramos, entrando a Jerusalén, como un rey pacífico cabalgando en un humilde asno. Leer más

Cuando se respeta la ecología humana en la sociedad, la ecología ambiental se beneficia

La ecología humana es una necesidad debido a la complejidad de los fenómenos ambientales, y no se puede separar de las decisiones de la sociedad en la búsqueda de la supervivencia humana como valor fundamental, pero tiene que buscar una vida verdaderamente humana y por lo tanto aceptable para los individuos y la sociedad en su conjunto. De ahí la importancia de los aspectos éticos de la ecología humana,
El ser humano, a diferencia del animal, se caracteriza por la no-adaptación con el medio ambiente natural y la consiguiente necesidad de que tiene que crear un ambiente artificial. Este ambiente artificial va desde el ambiente familiar hasta la cultura entendida en su sentido más amplio, es decir, a un mundo que es más específicamente humano y que le da al hombre la posibilidad de una relación rica y positiva con la naturaleza.
El verdadero problema ecológico desde el punto de vista humano, es la relación de la cultura con el medio ambiente natural. De esta relación se derivan los cambios en la naturaleza producidos por la ciencia y la tecnología y, por lo tanto, por el hombre mismo, así como por las estructuras sociales, que se basan en los valores que contienen en sí mismas. Esta es la razón por la cual existe en la relación entre el hombre-sociedad con la naturaleza, la centralidad de los aspectos éticos y la consecuente responsabilidad por parte del entorno cultural como mediador entre el hombre y el medio ambiente natural. Se puede decir que cuando el entorno de la tecnología domina la cultura tiende a envolver el ambiente natural.
Un aspecto importante que no debe perder el hombre es la capacidad de predecir y prevenir, (previsión social) cuando esto suceda el hombre va a destruir la tierra. “Predecir para prevenir”. Es necesario, para la ecología y mas para la ecología humana una cierta previsión en el sentido de mirar hacia adelante las posibles consecuencias de las decisiones y medidas adoptadas en el presente y las tendencias que también vienen del pasado, dando así la posibilidad para evitar daños y desastres naturales. La previsión obra siempre en términos alternativos y, por lo tanto, es necesario ver hacia el futuro las posibilidades, las probabilidades y también las alternativas que se desean. Predecir un solo futuro no es útil, ya que es algo que «aún no ocurrió», por lo tanto se puede hablar de diversos futuros que hay que prever.
La importancia de la previsión es la capacidad de aclarar las distintas posibilidades para el futuro y evitar por lo menos lo peor. En consecuencia, en la previsión del futuro es fundamental la ética y, por lo tanto, los valores en base a los cuales se toman las decisiones que pueden evitar un futuro desastroso. De esta manera surge la responsabilidad de los que hacen previsiones y la necesidad de la ética que indica las responsabilidades de aquellos que deciden y de quienes hacen las predicciones. La previsión abarca la ecología y la ecología humana. Se crea un vínculo entre la previsión y la ecología humana en cuanto para ambos son importantes los valores éticos y la responsabilidad de las decisiones en función de las generaciones futuras.
Entre la ecología humana y la previsión existe una unidad que lleva a la necesidad de la interdisciplinariedad metodológica, así como un análisis riguroso del pasado y del presente. El carácter interdisciplinario sea de la ecología humana como de la previsión social, nos lleva hacia una relación del hombre con la cultura social y hacia una relación entre naturaleza y cultura humana y social.
El Papa Benedicto XVI en Caritas in Veritate, escribe: «El modo en que el hombre trata el ambiente influye en la manera en que se trata a sí mismo, y viceversa”; y recordando la responsabilidad de la Iglesia hacia la creación, añade que: «la degradación de la naturaleza está estrechamente unida a la cultura que modela la convivencia humana: cuando se respeta la ecología humana en la sociedad, también la ecología ambiental se beneficia. Así como las virtudes humanas están interrelacionadas, de modo que el debilitamiento de una pone en peligro también a las otras, así también el sistema ecológico se apoya en un proyecto que abarca tanto la sana convivencia social como la buena relación con la naturaleza” (no. 51).

Durango, Dgo., 26 de junio del 2011.

+ Mons. Enrique Sánchez Martínez
Obispo Auxiliar de Durango

Email: episcopeo@hotmail.com

Responsabilidad ecológica: educar para una auténtica Ecología humana

Se habla mucho de la ecología, pero poco se insiste en la ecología humana. Este tema es de suma importancia para la Doctrina Social de la Iglesia, y sobre todo por la relevancia del cambio climático que nos afecta.
La “ecología” es un término acuñado, desde hace más de un siglo, por el biólogo alemán Ernst Haeckel, para significar “la ciencia del hábitat, el ambiente en el cual viven y actúan los organismos”. El Padre Pedro C. Belträo, ya desde 1985, afirma que la ecología es uno de “los nudos de la crisis actual y del futuro de la humanidad” y resaltaba la Conferencia de las Naciones Unidas de Estocolmo (1972), sobre el “medio ambiente humano”, como el inicio de la toma de conciencia mundial en cuanto al medio ambiente natural y sus límites (Pedro C. Belträo, «Ecología Humana y los valores éticos y religiosos», Pontificia Universidad Gregoriana, Roma, 1985).
La “ecología humana”, nació como estudio biológico, Thomas Huxley (1863), escribió “El puesto del hombre en la naturaleza”, un ensayo ya de ecología humana; en 1959 Otis Dudley en “El estudio de la población humana”, expone el concepto de ecología humana como “el estudio de la interacción entre la población humana y los ambientes naturales controlada por la organización y la tecnología humanas”. En los años 70s, algunos estudiosos comenzaron a indicar la posibilidad de un concepto de ecología humana esbozando la presencia de una relación entre el ambiente natural y la acción humana. Francoise Ramade en Francia, Eugene Odum en USA, Ramon Margalef en España.
La ecología humana llama a una triple responsabilidad del ser humano: hacia sí mismo, hacia el prójimo y hacia todo lo creado. En términos de la ética se podría afirmar que llama a la responsabilidad del respeto de los valores fundamentales, y en términos cristianos, hacia el creador.
Es importante este planteamiento de la ecología humana, porque hace hincapié en la interacción entre las poblaciones humanas y los ambientes naturales en toda su complejidad, que sigue siendo más que relevante para nuestros tiempos. También da la posibilidad de mirar hacia el futuro subrayando en la interacción entre el uso de la tecnología, cada vez más compleja, con la población y el medio ambiente natural. Basta con pensar en la cantidad de las herramientas tecnológicas cada vez más sofisticadas que serán fabricadas y utilizadas por el hombre. La tecnología es creada por el hombre y su ciencia, y al mismo tiempo interactúa con el hombre y la sociedad a la que pertenece. De hecho, el hombre utiliza las estructuras sociales para la creación de las mismas tecnologías para su uso de acuerdo a diferentes criterios.
Las variables de la ecología humana: 1) Ecológica: el ambiente físico (las riquezas minerales, la energía, el agua, el aire, etc.), el ambiente vegetal y animal, en conjunto proporcionan las riquezas naturales renovables. 2) La Población humana o variable demográfica; es el factor de la dinámica demográfica, los hechos y los factores del incremento de la población en el tiempo, los asentamientos humanos y el perfil profesional de las distintas poblaciones. 3) La Tecnología, o la tecnología de la Economía, que refuerza la influencia del ser humano sobre el ambiente natural. 4) La organización social, o mejor ético-social, de la cual forman parte las asociaciones privadas no gubernamentales, las instituciones político-administrativas, las opciones ideológicas y políticas, los valores ético-sociales y los valores ético-religiosos.
En el Mensaje para la Jornada Mundial para la Paz 2010, el Papa Benedicto XVI subraya la importancia que la Iglesia le ha dado a la ecología humana: “La Iglesia tiene una responsabilidad respecto a la creación y se siente en el deber de ejercerla también en el ámbito público, para defender la tierra, el agua y el aire, dones de Dios Creador para todos, y sobre todo para proteger al hombre frente al peligro de la destrucción de sí mismo. En efecto, la degradación de la naturaleza está estrechamente relacionada con la cultura que modela la convivencia humana, por lo que «cuando se respeta la “ecología humana” en la sociedad, también la ecología ambiental se beneficia». No se puede pedir a los jóvenes que respeten el medio ambiente, si no se les ayuda en la familia y en la sociedad a respetarse a sí mismos: el libro de la naturaleza es único, tanto en lo que concierne al ambiente como a la ética personal, familiar y social. Los deberes respecto al ambiente se derivan de los deberes para con la persona, considerada en sí misma y en su relación con los demás. Por eso, aliento de buen grado la educación de una responsabilidad ecológica que salvaguarde una auténtica «ecología humana» y, por tanto, afirme con renovada convicción la inviolabilidad de la vida humana en cada una de sus fases, y en cualquier condición en que se encuentre, la dignidad de la persona y la insustituible misión de la familia, en la cual se educa en el amor al prójimo y el respeto por la naturaleza. Es preciso salvaguardar el patrimonio humano de la sociedad. Este patrimonio de valores tiene su origen y está inscrito en la ley moral natural, que fundamenta el respeto de la persona humana y de la creación” (no. 12).

Durango, Dgo., 19 de junio del 2011. +

Mons. Enrique Sánchez Martínez
Obispo Auxiliar de Durango
Email: episcopeo@hotmail.com

Reflexión dominical La Trinidad, Comunidad de amor; 19-VI-2011

Hoy dice la segunda lectura tomada de S. Pablo: “estén alegres, tiendan a la perfección, anímense mutuamente, tengan los mismos sentimientos, vivan en paz y el Dios del amor y de la paz estará con ustedes… la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo estén con ustedes”.

Estos cuantos versos nos permiten recoger dos datos de la liturgia antigua: 1.- el saludo litúrgico, signo de fraternidad; 2.- el augurio que los cristianos se daban en nombre de la Santísima Trinidad, en cuyo Nombre hemos sido bautizados. Leer más