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LA CARIDAD EN LA VERDAD XIX

El desarrollo, las religiones y las culturas, la relacionalidad y unidad de la familia humana
La pobreza más profunda que experimenta el hombre es la “soledad”; la pobreza material también nace del aislamiento, del no amar y ser amados. También son provocados por el rechazo del amor de Dios. El hombre está alienado cuando vive solo o se aleja de la realidad, cuando renuncia a pensar y creer en un fundamento. La humanidad toda está alienada cuando se entrega a proyectos exclusivamente humanos, a ideologías y utopías falsas. La intensa interacción humana debe transformarse en verdadera comunión. El desarrollo de los pueblos depende sobre todo de se reconozcan como parte de una sola familia, que colabora con verdadera comunión.
Es preciso un nuevo impulso del pensamiento para comprender mejor lo que implica ser familia. La interacción de los pueblos se debe desarrollar bajo el signo de la solidaridad. Esto obliga a una profundización crítica y valorativa de la categoría de la relación.
La criatura humana se realiza en las relaciones interpersonales. El hombre se valoriza no aislándose sino poniéndose en relación con otros y con Dios. Esto vale también para los pueblos. Estas relaciones requieren una visión metafísica de la relación entre las personas. En este sentido la razón encuentra inspiración y orientación en la revelación cristiana, que dice que la comunidad de los hombres no absorbe en sí a la persona anulando su autonomía, sino que la valoriza, ya que la relación entre persona y comunidad es la de un todo hacia otro todo. De esta manera la unidad de la familia humana no anula de por sí a las personas, los pueblos o las culturas, sino que las hace más transparentes los unos con los otros, más unidos en su legítima diversidad.
El tema del desarrollo coincide con el de la inclusión relacional de todas las personas y de todos los pueblos en la única comunidad de la familia humana, construida en la solidaridad, sobre la base de los valores de la justicia y la paz. La relación entre las Personas de la Trinidad en la Sustancia divina, iluminan la relacionalidad del mundo. La Trinidad es absoluta unidad, en cuanto las tres Personas son relacionalidad pura. La transparencia recíproca entre las Personas divinas es plena y el vínculo de una con otra total porque constituyen una absoluta unidad y unicidad. Dios nos quiere asociar a esa realidad de comunión: “para que sean uno, como nosotros somos uno” (Jn 17, 22). La Iglesia es signo e instrumento de esa unidad. A la luz del misterio revelado de la Trinidad, se comprende que la verdadera apertura no significa dispersión centrífuga, sino compenetración profunda. Esto se manifiesta en las experiencias humanas comunes del amor y de la verdad (por ejemplo como sucede en el matrimonio cristiano).
La revelación cristiana sobre la unidad del género humano, presupone una interpretación metafísica del humanum, en la que la relacionalidad es elemento esencial. Otras culturas y religiones enseñan la fraternidad y la paz. Pero no faltan actitudes religiosas y culturales en las que no se asume plenamente el principio del amor y de la verdad, frenando e impidiendo así el verdadero desarrollo humano. El mundo de hoy está influido profundamente por algunas culturas de trasfondo religioso, que no llevan al hombre a la comunión, sino que lo aíslan, incitándolo solo a la búsqueda del bienestar individual. Hay una proliferación de itinerarios religiosos de pequeños grupos y de individuos, lo mismo que el sincretismo religioso, estos pueden ser factores de dispersión y de falta de compromiso. El proceso de globalización ha afectado negativamente porque favorece el sincretismo, alimentando formas de religión que alejan a las personas unas de otras, en vez de hacer que se encuentren y las apartan de la realidad. Existen parcelas culturales y religiosas, que encasillas la sociedad en castas sociales estáticas, en creencias mágicas que no respetan la dignidad de la persona, en actitudes de sumisión a fuerzas ocultas. Aquí, el amor y la verdad encuentran dificultad para afianzarse, perjudicando el auténtico desarrollo.
El desarrollo necesita de las religiones y de las culturas de los pueblos, pero es necesario un adecuado discernimiento. La libertad religiosa no significa indiferentismo religioso y no comporta que todas las religiones sean iguales. Este discernimiento es necesario para la construcción de la comunidad social en el respeto del bien común, sobre todo para quien ejerce el poder político; y deberá basarse en los criterios de la caridad y de la verdad y el de “todo el hombre y todos los hombres”. La revelación cristiana tiene es sí misma este criterio ya que es una religión del “Dios que tiene un rostro humano”.

NAVIDAD 2009

“Les anuncio una gran alegría, les ha nacido hoy un salvador, que es el Cristo Señor”
Celebramos la Navidad: ¡dejémonos sorprender por el misterio revelado y adorémoslo en los benditos brazos de María, quien lo presenta al mundo! El Dios inaccesible se ha hecho don, regalo para cada uno de nosotros, se ha hecho presente en su Palabra que es su Hijo Jesús. De esta manera nos asegura su amor, nos invita a la amistad con Él y se manifiesta una vez más en medio de nosotros.
El nacimiento de Jesús, hace dos mil años, se realizó la ciudad de David, es fue el cumplimiento de la promesa mesiánica. También vino al mundo en un momento concreto de la historia universal, confluyendo así la historia humana y la historia de la salvación. El niño Dios es llamado el Salvador, el Mesías, el Señor, el Portador de la Paz, en contraste a lo que sucedía en el imperio romano. Jesús nació de padres pobres y no tiene un lugar digno para reclinar la cabeza, solo tiene a José y a María quienes le ofrecen lo que tienen: “lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre”. Además este acontecimiento es anunciado solemnemente por el Ángel y le hacen coro el ejército de ángeles del cielo y sus destinatarios son los pastores, representantes del mundo pobre y marginado invitándolos a la alegría desbordante porque es Jesús quien ha nacido.
Contemplemos ahora, la llegada sorprendente del Señor, en medio de todas las situaciones humanas que vivimos y que siembran el desaliento y la angustia. También hoy como hace dos mil años hay signos de contradicción y dominación, no por un emperador como dominador del mundo, sino por una tentación constante a la secularización y al hedonismo y por una dictadura del relativismo que tiene sometida hoy a la humanidad y que “no reconoce nada como definitivo y considera como última medida sólo el propio yo y sus deseos”. Surgen constantemente falsos Mesías, con propuestas de vida nueva, democracia, justicia, libertad, pero que tienen como único criterio el poder, sus propios intereses y su propia verdad.
El mundo pobre y marginado no ha desaparecido, hay más pobres y más pobreza, más inseguridad y violencia. Los obispos en México hemos visto y “Nos desgarra la sangre derramada: la de los niños abortados, la de las mujeres asesinadas, las víctimas de secuestros y asaltos y extorsiones, los que han caído en la confrontación entre las bandas, los que han muerto en la lucha contra el crimen organizado y los que han sido ejecutados con crueldad y con una frialdad inhumana. Nos interpela el dolor y la angustia, la incertidumbre y el miedo de tantas personas que lloran la pérdida de seres queridos. Nos cuestiona más que la indignación y el coraje natural, lo que empieza a brotar en el corazón de muchos mexicanos: la rabia, el odio, el rencor, el deseo de venganza y de justicia por propia mano”.
En contraposición a lo que hoy sucede, Jesús viene como el verdadero príncipe de la paz para todos y quien lo recibe en la humildad de niño en el pesebre, recibe por medio de Él el amor total y definitivo de Dios que transforma completamente la vida y la hace don para los hermanos y fermento de justicia en la sociedad. Hoy Él nos visita y se hace uno de nosotros para liberarnos del temor, de la muerte, de la violencia, de la pobreza, del egoísmo, de la injusticia, de la impunidad y mentira. Mantengamos una actitud de escucha, porque el Dios que “habló de muchas formas en el pasado”, se ha expresado en esta “Palabra”, que es una persona viva, un acontecimiento, su Hijo único.
Dirijamos hoy una mirada de fe al misterio del Niño que nace de María por obra del Espíritu Santo, y descubramos en Él no sólo un mensaje de palabras sino a la misma Palabra hecha carne (Evangelio). Jesús nos dice con su presencia que somos amados tal como somos, a pesar de nuestros pecados, a pesar de nuestras debilidades, incluso nos ama más por eso. Llevemos este anuncio a todos los que nos encontremos y digamos: “¡Vamos, corramos a Belén para que veamos lo que el Señor nos ha manifestado!”

Durango, Dgo. 20 de diciembre del 2009.

+ Héctor González Martínez
Arz. de Durango

LA CARIDAD EN LA VERDAD XXI

Ley natural: base de toda colaboración social constructiva y desarrollo económico

La cooperación para el desarrollo debe ser una gran ocasión para el encuentro cultural y humano y no solo económico. Pero los países económicamente desarrollados deben tener en cuenta la identidad cultural propia y ajena, con sus valores humanos, si esto no sucede, no podrán entablar dialogo alguno con los países pobres. Las sociedades tecnológicamente avanzadas no deben confundir el propio desarrollo tecnológico con una presunta superioridad cultural, no deben olvidar su historia. Las sociedades en crecimiento deben permanecer fieles a lo que hay de verdaderamente humano en sus tradiciones, evitando que se superpongan automáticamente a ellas las formas de la civilización tecnológica globalizada. En todas las culturas existe una Ley Natural, querida por el Creador. Es una ley moral universal y es un fundamento sólido de todo diálogo cultural, religioso y político. Esto ayuda a la diversidad de culturas para que no se alejen de la búsqueda común de la verdad, del bien y de Dios. De esta manera, la adhesión a esa ley escrita en los corazones es la base de toda la colaboración social constructiva. En todas las culturas hay costras que limpiar y sombras que despejar. La fe cristiana, que se encarna en las culturas, puede ayudarlas a crecer en la convivencia y en la solidaridad universal para el desarrollo comunitario.
La ayuda al desarrollo de los países pobres debe considerarse un verdadero instrumento de creación de riqueza para todos. Los estados económicamente más desarrollados harán posible por destinar mayores porcentajes de su producto interno bruto para ayudas al desarrollo; también con políticas internas de asistencia y seguridad social y con la participación activa de las personas y de la sociedad civil. Es posible mejorar los servicios sociales y asistenciales; ahorrar recursos, eliminando derroches y rentas abusivas, para destinarlos a la solidaridad internacional.
Una posibilidad de ayuda para el desarrollo podría venir desde la llamada subsidiaridad fiscal, que permitiría a los ciudadanos decidir sobre el destino de los porcentajes de los impuestos que pagan al Estado y destinar un porcentaje a la solidaridad para el desarrollo.
Una solidaridad internacional que promueva el desarrollo, se manifiesta en un mayor acceso a la educación. Con este término se designa no solo a la instrucción o a la formación para el trabajo, necesarias para el desarrollo, sino sobre todo a la formación completa de la persona. Pero hay un problema: para educar es preciso saber bien quien es la persona humana, conocer su naturaleza. Si se tiene una visión relativista de la naturaleza, esto plantea serios problemas a la educación, sobre todo al aspecto moral. Cediendo al relativismo, todos se empobrecen más, con consecuencias negativas para la eficacia de la ayuda a las poblaciones más necesitadas.
Un ejemplo de la importancia de este problema es el fenómeno del turismo internacional, que puede ser un notable factor de desarrollo económico y crecimiento cultural, pero que también puede transformarse en una forma de explotación y degradación moral. La situación actual ofrece oportunidades para que los aspectos económicos del desarrollo se combinen con los culturales y educativos, a veces así es, pero en otras el turismo internacional es una experiencia deseducativa, tanto para el turista como para los locales. Se dan situaciones de conductas inmorales y hasta perversas, como el llamado turismo sexual, al que se sacrifican muchos seres humanos, incluso de tierna edad. Además esto ocurre, muchas veces con el respaldo de los gobiernos locales y con el silencio de aquellos otros de donde proceden los turistas y con la complicidad de los operadores del sector turístico. El turismo internacional se plantea de manera consumista y hedonista, como una evasión, esto no favorece a un verdadero encuentro entre personas y culturas. Hay que pensar en un turismo distinto, capaz de promover un verdadero conocimiento recíproco, que nada quite al descanso y a la sana diversión, esto se puede lograr a través de una relación más estrecha con las experiencias de cooperación internacional y de iniciativas empresariales para el desarrollo.

Durango, Dgo. 13 de diciembre del 2009.

+ Héctor González Martínez
Arz. de Durango

LA CARIDAD EN LA VERDAD XVIII

Desarrollo económico, ambiente natural y recursos energéticos no renovables
El desarrollo económico está muy relacionado con los deberes del hombre con el ambiente natural. Éste es un don de Dios para todos y su uso debe ser una responsabilidad para con los pobres, para las generaciones futuras y para con toda la humanidad. El creyente reconoce la naturaleza como el maravilloso resultado de la intervención creadora de Dios y que el hombre debe utilizar para satisfacer sus legítimas necesidades materiales e inmateriales, respetando el equilibrio de la creación misma. Si no se tiene esta visión, se termina por considerar la naturaleza con un tabú intocable, o se abusa de ella. Ambas posturas no son conformes con la visión cristiana de la naturaleza.
La naturaleza es expresión de un proyecto de amor y de verdad. Es un de Dios como ámbito de vida para los seres humanos. Nos habla del creador (Rm 1,20) y de su amor a la humanidad. Está destinada a encontrar la “plenitud” en Cristo al final de los tiempos (Ef 1,9-10). Por tanto ella misma es una vocación. La naturaleza está a nuestra disposición, no como un “montón de desechos esparcidos al azar”, sino como un don del creador para que el hombre la cultive y la salvaguarde (Gn 2,15). Es contrario al verdadero desarrollo considerar la naturaleza como lo más importante que la persona misma. Esta postura llevaría a un neo paganismo o panteísmo: la salvación del hombre no puede venir únicamente de la naturaleza. Tampoco lo contrario, “su completa tecnificación” es aceptable, el ambiente natural no solo es materia disponible a nuestro gusto, sino obra admirable del Creador, y por lo mismo tiene una finalidad y criterios para un uso inteligente y no instrumental y arbitrario. Reducir la naturaleza a un conjunto de simples datos fácticos, esto nos llevará a una violencia para con el ambiente provocando conductas que no respetan la naturaleza del hombre mismo. La naturaleza no sólo es materia, también es espíritu, por tanto, rica en significados y fines trascendentes. El hombre interpreta y modela el ambiente natural mediante la cultura, y ésta a su vez, es orientada por la libertad responsable y ésta por la ley moral. Así, los proyectos para un desarrollo humano integral no pueden ignorar a las generaciones sucesivas, deberán ser solidarias a la justicia intergeneracional.
El cuidado y salvaguardia del ambiente han de tener en cuenta los problemas energéticos. El acaparamiento por parte de algunos estados, grupos de poder y empresas, de los recursos energéticos no renovables, es un grave obstáculo para el desarrollo de los países pobres. Estos no tienen medios económicos ni para adquirir fuentes energéticas, ni para financiar la búsqueda de fuentes nuevas y alternativas. Los recursos naturales en los países pobres causan explotación y conflictos entre las naciones y en su interior, con graves consecuencias de muerte, destrucción y mayor degradación. La comunidad internacional debe encontrar los modos institucionales para ordenar el aprovechamiento de los recursos no renovables, con la participación de los países pobres y así planificar conjuntamente el futuro.
Hay una urgente necesidad moral de una renovada solidaridad en las relaciones entre los países en vías de desarrollo y países altamente industrializados. Las sociedades tecnológicamente avanzadas pueden y deben disminuir el propio gasto energético. Por otro lado se puede mejorar la eficacia energética y progresar en la búsqueda de energías alternativas. Es necesaria una redistribución planetaria de los recursos energéticos, así algunos países que no los tienen puedan acceder a ellos. Su destino no puede dejarse en manos del primero que llega o depender de la lógica del más fuerte. Los problemas sobre los recursos energéticos, para ser enfrentados de manera adecuada, requieren de parte de todos, una responsable toma de conciencia de las consecuencias que afectarán a las nuevas generaciones, especialmente a los jóvenes. Ellos reclaman tener parte activa en la construcción de un mundo mejor.
Durango, Dgo. 15 de noviembre del 2009. + Héctor González Martínez
Arz. de Durango

LA CARIDAD EN LA VERDAD XVII

Ética económica en las finanzas y en las empresas

La economía tiene necesidad de la ética para su correcto funcionamiento, pero de una ética amiga de la persona. Se habla mucho de ética en el campo económico, bancario y empresarial. Han surgido centros de estudio y programas formativos de business ethics; se difunde el sistema de certificaciones éticas; los bancos proponen cuentas y fondos de inversión “éticos”; se desarrolla una “finanza ética”. Todo esto es apreciado y debe apoyarse. Sin embargo conviene elaborar un criterio de discernimiento válido, pues se nota un cierto abuso del adjetivo “ético”, hasta el grado de pasar por éticas decisiones y opciones contrarias a la justicia y al verdadero bien del hombre.

La ética económica depende mucho del sistema moral de referencia. La Doctrina Social de la Iglesia ofrece una aportación específica, que se funda en la creación del hombre a “imagen de Dios” (Gn 1,27), algo que comporta la inviolable dignidad de la persona humana, así como el valor trascendente de las normas morales naturales. Una ética económica que prescinda de estos dos pilares, tendría el peligro de perder su propio significado y prestarse a ser instrumentalizada. Es necesario no recurrir a la palabra “ética” de una manera ideológicamente discriminatoria. Hay que esforzarse, no solo para que surjan sectores o segmentos éticos de la economía o de las finanzas, sino para que toda la economía y las finanzas sean éticas y lo sean por el respeto de exigencias intrínsecas de su propia naturaleza.

Relación entre empresa y ética. Han ido surgiendo una amplia zona intermedia entre los dos tipos de empresas (las que buscan el beneficio y las de sin ánimo de lucro), que está compuesta por empresas tradicionales que suscriben pactos de ayuda a países pobres; fundaciones promovidas por empresas concretas; grupos de empresas con objetivos de utilidad social; un vasto mundo de agentes de la economía civil de comunión. No es sólo un “tercer sector”, sino de una nueva y amplia realidad de empresas. Lo más importante es que esta “zona” de empresas, se dispongan para concebir la ganancia como un instrumento para alcanzar objetivos de humanización del mercado y de la sociedad. Ojalá que estas nuevas formas de empresa encuentren en todos los países un marco jurídico y fiscal adecuado. Así, hacen evolucionar el sistema hacia una asunción más clara y plena de los deberes por parte de los agentes económicos.

Lo anterior hay que llevarlo a cabo en países excluidos o marginados de la economía global. Hay que implementar proyectos de subsidiariedad muy bien diseñados y gestionados que promuevan los derechos y donde también se asuman las responsabilidades. En las iniciativas para el desarrollo debe quedar a salvo el principio de la centralidad de la persona humana. Los programas de desarrollo deben ser flexibles, y las personas que se beneficien deben implicarse directamente en su planificación y ser protagonistas de su realización. Es necesario aplicar criterios de progresión y acompañamiento, ya que no hay recetas universalmente válidas. “Constructores de su propio desarrollo, los pueblos son los primeros responsables de él. Pero no lo realizarán en el aislamiento”. Las soluciones se han de ajustar a la vida de los pueblos y de las personas concretas, con la respectiva prudencia para cada caso.

La cooperación internacional necesita personas que participen en el proceso de desarrollo económico y humano mediante: solidaridad de la presencia, el acompañamiento, la formación y el respeto. Desde esta óptica, los organismos internacionales deberían preguntarse sobre la eficacia real de sus aparatos burocráticos y administrativos. En este punto se desea que los organismos internacionales y las organizaciones no gubernamentales se esforzaran por una transparencia total, informando a los donantes y a la opinión pública sobre los fondos recibidos, sobre el verdadero contenido de dichos programas y sobre los gastos de la institución misma.

Durango, Dgo. 8 de noviembre del 2009.

+ Héctor González Martínez
Arz. de Durango

LA CARIDAD EN LA VERDAD XVI

Derechos, deberes, crecimiento demográfico, vida y familia

La solidaridad universal como derecho y beneficio para todos es también un deber. Actualmente muchos pretenden que no deben nada a nadie, si no es a sí mismos; que solo son titulares de derechos y no maduran en su responsabilidad por el desarrollo integral propio y ajeno. Es importante urgir una nueva reflexión sobre los deberes que los derechos presuponen. De manera contradictoria, unos reivindican derechos de manera arbitraria y exigen a las estructuras públicas que los reconozcan y promuevan; en otros lugares hay derechos elementales que se ignoran y violan en gran parte de la humanidad, sobre todo en las sociedades opulentas, como carencia de comida agua potable, instrucción básica, cuidados sanitarios elementales, en el mundo subdesarrollado y las periferias de las ciudades. Esto sucede por que al reivindicarse los derechos individuales desvinculados de los deberes, se desquician y se exigen de manera ilimitada y carente de sentido. La exacerbación de los derechos conduce al olvido de los deberes. Los deberes delimitan los derechos porque remiten a un marco antropológico y ético. Así los deberes refuerzan los derechos y reclaman que los defienda y promuevan. Si los derechos del hombre se fundamentan solo en las deliberaciones de una asamblea de ciudadanos, fácilmente podrán ser cambiados y esto conlleva a un relajamiento de la conciencia común del deber de respetarlos. Los derechos y deberes, exigen que la comunidad internacional asuma como un deber ayudar a los países en desarrollo a “ser artífices de su destino”, es decir que asuman a su vez deberes.
Los conceptos de derechos y deberes respecto al desarrollo, deben tener en cuenta los problemas relacionados con el crecimiento demográfico. Aspecto importante para el desarrollo porque afecta los valores irrenunciables de la vida y de la familia. No es correcto considerar el aumento de la población como la primera causa del subdesarrollo, aún desde el punto de vista económico. En los países económicamente desarrollados hay signos de crisis en una disminución preocupante de la natalidad; lo mismo por la disminución de la mortalidad infantil y el aumento de la edad media de vida. Es cierto que se ha de prestar la debida atención a una procreación responsable. La Iglesia que se interesa por el verdadero desarrollo del hombre, exhorta a que se respeten los valores humanos en el ejercicio de la sexualidad, que no puede quedar reducida a un mero hecho hedonista y lúdico; la educación sexual no se puede limitar a una instrucción técnica, con la única finalidad de protegerse del riesgo de procrear. Esto empobrece y descuida el significado profundo de la sexualidad. Frente a estos derechos y deberes, se debe resaltar la competencia primordial que tienen las familias respecto al Estado y sus políticas restrictivas, así como una adecuada educación de los padres.
La apertura moralmente responsable a la vida es una riqueza social y económica. Grandes naciones han podido salir de la miseria gracias al gran número y a la capacidad de sus habitantes. También, naciones en un tiempo florecientes, ahora pasan por una fase de incertidumbre, de decadencia a causa del bajo índice de la natalidad. La disminución de los nacimientos, a veces por debajo del “índice de reemplazo generacional”, pone en crisis incluso a los sistemas de asistencia social, aumenta los costes, merma la reserva del ahorro, reduce la disponibilidad de trabajadores cualificados y disminuye la reserva de “cerebros”. Además las familias pequeñas, o muy pequeñas a veces, corren el riesgo de empobrecer las relaciones sociales y de no asegurar formas eficaces de solidaridad. Estas situaciones son síntomas de escaza confianza en el futuro y de fatiga moral. Es una necesidad social y económica, seguir proponiendo a las nuevas generaciones la hermosura de la familia y del matrimonio, su sintonía con las exigencias más profundas del corazón y de la dignidad de la persona. De esta forma, los Estados están llamados a establecer políticas que promuevan la centralidad y la integridad de la familia, fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, célula primordial y vital de la sociedad.

Durango, Dgo. 1 de noviembre del 2009.

+ Héctor González Martínez
Arz. de Durango

LA CARIDAD EN LA VERDAD XV

La autoridad política, la iniciativa empresarial y la globalización

La iniciativa empresarial, debe asumir cada vez más un significado polivalente. Nos hemos acostumbrado a pensar exclusivamente en el empresario privado de tipo capitalista y en el directivo estatal. La iniciativa empresarial se ha de entender de modo articulado. El ser empresario tiene un significado humano, no solo como algo profesional. Es propio ver el trabajo como “actus personae”, así todo trabajador tiene la posibilidad de dar la propia aportación a su labor. Pablo VI decía, “todo trabajador es un creador”. Por lo mismo existen varios tipos de empresas, más allá de la pura distinción entre “privado” y “público” y cada una requiere y manifiesta una capacidad de iniciativa empresarial específica. Pero, hay que tener en cuenta el significado amplio de iniciática empresarial. De manera amplia ésta favorece el intercambio y la mutua configuración entre los diversos tipos de iniciativa empresarial.
También la autoridad política tiene un significado polivalente que no se puede olvidar. Se debe promover una autoridad política repartida y que ha de actuar en diversos planos. El mercado no elimina el papel de los estados, más bien obliga a los gobiernos a una colaboración recíproca más estrecha. Hoy no se puede hablar de la desaparición del Estado. En la situación de crisis actual el Estado está destinado a crecer, recuperando muchas competencias, Hay naciones donde el Estado sigue siendo un elemento clave para se desarrollo. En el plano internacional, en la búsqueda de soluciones a los problemas actuales, se debe, apoyar en primer lugar, la consolidación de los sistemas constitucionales, jurídicos y administrativos en los países en donde sea necesario. Las ayudas económicas deberían ir acompañadas de medidas destinadas a reforzar las garantías propias de un Estado de derecho, un sistema de orden público y de prisiones, respetuoso de los derechos humanos y consolidar instituciones verdaderamente democráticas. La autoridad política en el ámbito local, nacional e internacional, es uno de los cauces privilegiados para poder orientar la globalización económica.
La globalización. Hay que rechazar una actitud fatalista de éste fenómeno. Ha de entenderse como un proceso socioeconómico, aunque no es su única dimensión. Atrás de este proceso existe una humanidad cada vez más interrelacionada, hay personas y pueblos para los que la globalización debe ser de utilidad y desarrollo. La superación de las fronteras no es sólo un hecho material sino también cultural. Hay que rechazar una visión determinista de la globalización. Es una realidad humana y puede ser fruto de diversas corrientes culturales que hay que discernir. La verdad de la globalización como proceso y su criterio ético fundamental vienen dados por la unidad de la familia humana y su crecimiento en el bien. En este sentido hay que favorecer una orientación cultural personalista y comunitaria, abierta a la trascendencia, del proceso de integración planetaria. A priori, la globalización no es ni buena ni mala, será lo que la gente haga de ella. Debemos ser sus protagonistas, no las víctimas, guiados por la Caridad y la verdad. Este proceso, ofrece la posibilidad de una gran redistribución de la riqueza a escala planetaria como nunca se había visto antes; si se gestiona mal puede incrementar la pobreza y la desigualdad. Se deben corregir las disfunciones que causan nuevas divisiones entre los pueblos y en su interior.
La transición que el proceso de globalización comporta, conlleva grandes dificultades y peligros, que solo se podrán superar si se toma conciencia del espíritu antropológico y ético que en el fondo impulsa la globalización hacia metas de humanización solidaria. La globalización es un fenómeno multidimiensional y polivalente, que exige ser comprendido en la diversidad y en la unidad de todas sus dimensiones, incluida la teológica.

Durango, Dgo. 25 de octubre del 2009.

+ Héctor González Martínez
Arz. de Durango

LA CARIDAD EN LA VERDAD XIV

La gratuidad fomenta la solidaridad, la justicia y el bien común
Juan Pablo II hablaba de la problemática de la economía y advertía de la necesidad de un sistema basado en tres instancias: el mercado, el Estado y la sociedad civil. La sociedad civil es el ámbito apropiado para una economía de la gratuidad y de la fraternidad. La vida económica debe ser comprendida como una realidad de múltiples dimensiones, en todas ellas, debe haber respeto a la reciprocidad fraterna.
En la época de la globalización, la actividad económica no puede prescindir de la gratuidad, que fomenta y extiende la solidaridad y la responsabilidad por la justicia y el bien común. Es una forma concreta y profunda de democracia económica. Solidaridad es que todos se sientan responsables de todos y no se puede dejar solo en manos del Estado. Se requiere un mercado en el cual puedan operar libremente, con igualdad de oportunidades, empresas que persiguen fines institucionales diversos. Deben participar la empresa privada y los diferentes tipos de empresas públicas, también organizaciones productivas que persiguen fines mutualistas y sociales. De la interacción de las diferentes empresas se espera una combinación de comportamientos y una atención más sensible a una civilización de la economía. Aquí Caridad en la verdad significa la necesidad de dar forma y organización a las iniciativas económicas que quieren ir más allá de la lógica del intercambio.
Cuando la lógica del mercado y la lógica del Estado mantienen el monopolio de sus respectivos ámbitos de influencia, se debilita la participación y el sentido de pertenencia de los ciudadanos. La victoria sobre el subdesarrollo requiere una apertura progresiva en el contexto mundial a formas de actividad económica caracterizada por la gratuidad y la comunión. El binomio mercado-Estado corroe la sociabilidad, mientras que las formas de economía solidarias crean sociabilidad. El mercado de la gratuidad no existe y las actitudes gratuitas no se pueden prescribir por ley. Tanto el mercado como la política tienen necesidad de personas abiertas al don recíproco.
Las actuales dinámicas internacionales requieren cambios profundos en el modo de entender la empresa. El riesgo más importante es que la empresa responsa casi exclusivamente a las expectativas de los inversores en detrimento de su dimensión social. Cada vez son menos las empresas que dependen de un único empresario y de un único territorio.
La deslocalización de la actividad empresarial ha modificado en el empresario varias cosas: la responsabilidad respecto a los trabajadores, los proveedores, los consumidores, el medio ambiente, a la sociedad más amplia, enfocándose más a favor de los accionistas. Se va difundiendo cada vez más la convicción según la cual la gestión de la empresa no puede tener en cuenta únicamente el interés de los propietarios sino también el de todos los otros sujetos que contribuyen a la vida de la empresa.
Se ha notado el crecimiento de una clase cosmopolita manager, que en la mayoría de los casos responde solo a las pretensiones de los accionistas. Pero existen muchos managers que se percatan cada vez más de los profundos lazos de su empresa con el territorio en que desarrolla su actividad.
Pablo VI invitaba a valorar el daño que la transferencia de capitales al extranjero, por puro provecho personal, ocasiona a la propia nación. Juan Pablo II advertía que invertir tiene siempre un significado moral, además de económico. Esta doctrina mantiene hoy su validez aunque se piense que invertir solo es un hecho técnico y no humano ni ético. Se ha de evitar que el empleo de recursos financieros esté motivado por la especulación y ceda a la tentación de buscar únicamente un beneficio inmediato. La deslocalización puede hacer el bien, ya que lleva consigo inversiones y formación, en la población del país que la recibe. No es lícito deslocalizar solo para aprovechar condiciones favorables o para explotar sin aportar a la sociedad local una verdadera contribución a un sólido sistema productivo y social.

Durango, Dgo. 18 de octubre del 2009.

+ Héctor González Martínez
Arz. de Durango

LA CARIDAD EN LA VERDAD XIII

La lógica mercantil no es suficiente para resolver todos los problemas sociales de la actividad económica, debe estar ordenada a la consecución del bien común, éste es responsabilidad de la comunidad política. Por tanto, separar la gestión económica de la acción política, es causa de graves desequilibrios.
La actividad económica no es antisocial, por esto el mercado no es el campo donde el más fuerte destruye o domine al más débil. La sociedad no debe protegerse del mercado. Cuando el mercado se orienta en sentido negativo, no es por sí mismo, sino por cierta ideología que lo guía hacia allá. Así, la economía y las finanzas pueden ser mal utilizadas cuando quien los gestiona lo hace de manera egoísta. Así se transforman medios de por si buenos en perniciosos. Esto lo produce la razón oscurecida del hombre, no el medio en cuanto tal.
Se pueden vivir relaciones auténticamente humanas de amistad y de sociabilidad, de solidaridad y de reciprocidad, dentro de la actividad económica, esto lo ha afirmado constantemente la Doctrina Social de la Iglesia. El sector económico no es ni éticamente neutro ni inhumano o antisocial por naturaleza. Es una actividad el hombre, y por esto, debe ser articulada e institucionalizada éticamente.
El gran desafío que tenemos es mostrar que no solo no se pueden olvidar o debilitar los principios tradicionales de la ética social, como la transparencia, la honestidad y la responsabilidad, sino que en las relaciones mercantiles el principio de gratuidad y la lógica del don, pueden y deben tener espacio en la actividad económica ordinaria. Es una exigencia del hombre en el momento actual, pero también es una exigencia de la caridad y de la verdad al mismo tiempo.
La Doctrina Social de la Iglesia ha sostenido que la justicia afecta a todas las fases de la actividad económica y tiene que ver con el hombre y sus derechos. Toda la actividad económica tiene consecuencias de carácter moral. Es necesario que en el mercado se dé cabida a actividades económicas de sujetos que optan libremente por ejercer su gestión movidos por principios distintos al del mero beneficio, sin renunciar por ello a producir valor económico. Muchas iniciativas de este tipo vienen son de grupos religiosos y laicos y demuestran que en verdad esto es posible.
En la globalización, la economía refleja modelos competitivos vinculados a culturas muy diversas entre si, esto lleva a que el comportamiento económico y empresarial que se desprende de ello, tiene en común el respeto de la justicia conmutativa. Sin dudad, para ello, es necesario el contrato para regular las relaciones de intercambio. Pero también necesita leyes justas y formas de redistribución guiadas por la política, además de obras caracterizadas por el espíritu del don.

Durango, Dgo. 11 de octubre del 2009.

+ Héctor González Martínez
Arz. de Durango

CONVOCATORIA A LA VII ASAMBLEA DIOCESANA

Estimados hermanos Sacerdotes, Religiosos, Religiosas, Seminaristas y Agentes de Pastoral Laicos de nuestra Diócesis.

En el marco del año sacerdotal, me es grato CONVOCAR a nuestra VII Asamblea Diocesana de Pastoral, a realizarse los días 13 y 14 del mes de Noviembre en la ciudad de Durango, dicha Asamblea tiene por objetivo:

“Evaluar el proceso del Plan de Pastoral en sus Prioridades y la Misión Diocesana, a la luz de los documentos pastorales del Magisterio, para proyectar nuestro caminar eclesial”.

A todos se nos ha confiado de un modo especial la tarea de suscitar y animar la misión Arquidiocesana de pastoral, así como el trabajo de las prioridades, ya que éstas no se pueden suprimir. Sabemos que es importante la fuerza solidaria de la comunión fraterna y el reanimarnos con alegría en nuestro quehacer diocesano.

Esperamos contar con su participación en esta VII Asamblea que dará inicio el viernes 13 a las 16.00 hrs. y concluirá el sábado 14 a las 18:00 hrs. La sede será en el Palenque de las instalaciones de la Feria. El costo de inscripción es de $1,500.00 pesos por Parroquia. La dinámica de hospedajes y trabajo previo para los laicos va anexo a esta circular.

Que María primera evangelizadora del mundo y de México les aliente y bendiga en el camino de ir al encuentro de nuestros hermanos llevando la Buena Nueva de Cristo.

Durango, Dgo., a 5 de octubre de 2009

Héctor González Martínez
Arzobispo. De Durango

Pbro. Lic. Manuel Olvera González
Vicario Diocesano de Pastoral