Nacionalismo Objetivo
La visión del nacionalismo anterior, llamado subjetivo, es muy distinta del nacionalismo objetivo que arrastrará a las dos guerras mundiales.
En el nacionalismo objetivo, la nación no es fruto de una libre elección sino herencia que contiene una tradición colectiva, de contenido cultural o material concreto en la raza y en la sangre. Desarrolla una teoría racista, esencia del nacionalsocialismo.
Autores más representativos son Arthur de Gobineau (1816-1882) y Houston Stewart Chamberlain (1855-1927). Gobineau, en su Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas, sostiene un determinismo étnico que define la condición de una nación: “la cuestión étnica domina los problemas de la historia y de la desigualdad de las razas, y basta para explicar el encadenamiento del destino de los pueblos”. La raza superior debe dominar sobre las inferiores. Vacher de Lapouge señala los elementos característicos de la raza superior: individuos altos, rubios y de cráneo dolicocéfalo.
Estas teorías encontrarán más acogida en Alemania, donde las difundirán Chamberlain y Richard Wagner. Para Chamberlain, el elemento decisivo de la superioridad de una nación, es la toma de conciencia de dicha superioridad: “lo esencial es poseer la raza en la propia conciencia”.
En Estados Unidos, a mitad del siglo XIX, el imperialismo americano justificará la guerra contra los aborígenes, contra México y contra el resto del Continente argumentando la superioridad de la sangre anglosajona y de la religión protestante sobre los pueblos mestizos y católicos. El problema de la esclavitud que llevará a la Guerra de Secesión, manifiesta la tendencia racista de algunos elementos de la cultura americana.
En Francia, Charles Maurras (1868) y Marurice Barrés (1862-1923), se apartan del nacionalismo subjetivo y defienden un nacionalismo integral; pusieron el interés nacional como prioridad política y antropológica exclusiva. Murras afirmaba: “ante todo, Francia”, lo que imponía la necesidad de una acción francesa rápida y eficaz. Barres, pedía la unión de pensamiento y sentimiento en torno a la nación por encima de la divisiones individualistas y liberales: las generaciones anteriores y el suelo ancestral eran el cemento de la unidad nacional; en su obra “Los desarraigados”, sostenía que los hombres pierden su integridad moral y espiritual fuera de la tradición nacional: los individuos eran fruto de la historia y de la herencia biológica; el fundamento de la nación son la tierra y sus muertos. La afirmación de la identidad nacional provocó un sentimiento de xenofobia: el extranjero es el otro, lo diverso, fuente de sospechas y enemigo de la nación. Actitudes que se manifestarán con fuerza, en el movimiento antisemita.: los judíos son lo extranjero por antonomasia, aunque viviendo dentro de la patria. La inserción de los judíos en las sociedades del siglo XIX, no fue fácil.
En el imperio ruso, se desencadenaron persecusiones violentas contra los hebreos. En Polonia, la presencia de una comunidad judía numéricamente importante suscitó incomprensiones.
El antisemitismo, ejerció mayor influencia y mayores consecuencias históricas en Alemania. Richard Wagner hablaba del “peligro hebreo”; Heinrich von Treitschke tituló un libro “Los hebreos son nuestra desgracia”; en 1930, en las vísperas del nacionalsocialismo, Alfred Rosenberg resumía las teorías racistas en “El mito del siglo veinte”.
Durango, Dgo. 28 de septiembre del 2008.
Héctor González Martínez
Arz. de Durango