Episcopeo 20 mayo 2012


“Anunciar a Cristo al mundo a través del Silencio y de la Palabra”

Hoy celebramos la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales y puntualmente la Iglesia nos acompaña en la reflexión con su doctrina y acompañamiento en este complejo mundo de los medios. El mensaje es para todos pero en especial está dirigido a los comunicadores sociales. En esta ocasión el Papa nos invita, aparentemente a algo inusual, nos propone profundizar sobre un aspecto importante de la comunicación humana: el silencio y la palabra. Hay que aprender a decir las palabras adecuadas y también cuando se debe callar.

Primero nos invita a lograr un equilibrio entre el silencio y la palabra, es un requisito para lograr un auténtico diálogo y profunda cercanía entre las personas, cuando el equilibrio falta, hay separación, deterioro en la relación entre las personas.

Hay que guardar silencio para escuchar a los demás, a quien está frente a mí, a quienes amamos, para conocernos a nosotros mismos, para pensar y comprender lo que decimos, para saber con claridad qué esperamos de los demás, para no aferrarnos solo a nuestras palabras e ideas. En el silencio se desarrollan otros aspectos de la comunicación entre las personas: los no verbales como los gestos, la expresión del rostro y del cuerpo, etc. En el silencio se puede expresar la alegría, pero también las preocupaciones y el sufrimiento

En nuestra sociedad, por el desarrollo de los medios de comunicación, los mensajes y la información son abundantes. La comunicación está orientada por preguntas en busca de respuestas. A través de las redes sociales muchos buscan consejos, sugerencias, informaciones y respuestas. La Red se está transformando cada vez más en el lugar de las preguntas y de las respuestas; más aún, constantemente hombres y mujeres son bombardeados por respuestas a interrogantes que nunca se había planteado, y por necesidades que no había sentido.

Constantemente, en las redes sociales, muchos se plantean las preguntas últimas de la existencia humana ¿quién soy yo?, ¿qué puedo saber?, ¿qué debo hacer?, ¿qué puedo esperar? Es importante acoger a las personas que se formulan estas preguntas, a través del diálogo, la palabra, el intercambio, invitándolos a la reflexión y al silencio.

Este incesante flujo de preguntas pone de manifiesto que el ser humano no queda satisfecho con el solo intercambio de opiniones vanas y superficiales, escépticas y de experiencias de vida, quiere y busca la verdad. Las redes sociales y otros lugares del internet pueden ayudar a vivir estos momentos de reflexión y de auténtica interrogación, y encontrar, en el mundo del internet, espacios de silencio, ocasiones de oración, meditación y de compartir la Palabra de Dios.

La soledad y el silencio son espacios privilegiados para encontrarse consigo mismo y con Dios que es la Verdad y que da sentido a todas las cosas. Dios habla también sin palabras, nos habla por medio de su silencio, así se manifiesta en la cruz de Cristo, cuando el Hijo de Dios experimenta el silencio de Dios en la experiencia de la lejanía de su Padre. En esos momentos de oscuridad Él le habla en el misterio de su silencio. En el silencio de la cruz habla la elocuencia del amor de Dios vivido hasta el don supremo.

Si Dios habla al hombre también en el silencio, el hombre igualmente descubre en el silencio la posibilidad de hablar con Dios y de Dios. “Necesitamos el silencio que se transforma en contemplación, que nos hace entrar en el silencio de Dios y así nos permite llegar al punto donde nace la Palabra, la Palabra redentora”. De la contemplación nace con toda su fuerza interior la urgencia de la misión, la necesidad imperiosa de “comunicar aquello que hemos visto y oído”, para que todos estemos en comunión con Dios (cf. 1 Jn 1,3). La contemplación silenciosa nos sumerge en la fuente del Amor, que nos conduce hacia nuestro prójimo, para sentir su dolor y ofrecer la luz de Cristo, su Mensaje de vida, su don de amor total que salva.

En la contemplación silenciosa surge aquella Palabra eterna por medio de la cual se hizo el mundo, y se percibe el plan de salvación que Dios realiza a través de palabras y gestos en toda la historia de la humanidad y que culmina en la persona de Jesús de Nazareth. Él nos hace conocer el verdadero Rostro de Dios Padre. La pregunta fundamental sobre el sentido del hombre encuentra en el Misterio de Cristo la respuesta capaz de dar paz a la inquietud del corazón humano. Es de este Misterio de donde nace la misión de la Iglesia, y es el que impulsa a los cristianos a ser mensajeros de esperanza y de salvación, testigos de aquel amor que promueve la dignidad del hombre y que construye la justicia y la paz.

En la sociedad actual y en los grupos que la forman, en las relaciones interpersonales, con los amigos, en la familia, en los grupos y movimientos de Iglesia, pero sobre todo en los comunicadores (televisión, periódico, radio, internet, etc.), se necesita aprender a guardar silencio, callar, contemplar, escuchar a Dios y a sus semejantes, y aprender a hablar para comunicar mejor.

 

Durango, Dgo., 20 de Mayo del 2012                      + Mons. Enrique Sánchez Martínez

Obispo Auxiliar de Durango

Email: episcopeo@hotmail.com

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