Episcopeo 24 de junio del 2012

Juan el Bautista un profeta para nuestro tiempo

Se respira ya aire de fin de curso, del inicio de una nueva estación. Acaba de celebrarse el solsticio de verano. Hemos alcanzado el máximo de luz. A partir de ahora los días irán menguando y las noches crecerán lentamente. En este tiempo de cambio de la naturaleza, también nosotros vivimos un tiempo de cambio constante. Terminamos e iniciamos etapas de nuestra vida, en lo personal, en la familia, en la sociedad, en todos los ámbitos. Pero no avanzamos sin rumbo, desorientados. Jesús se nos propone “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”, es decir es el faro que debe orientar nuestras vidas. Así también el Bautista nos dijo: “Yo no soy quien pensáis, sino que viene detrás de mí uno a quien no merezco desatarle las sandalias”.

El profeta Isaías (49,1-6) presenta el segundo cántico del Siervo. El punto de partida y de llegada del servidor son las “islas”, los “pueblos lejanos” o las “naciones”, esto es, proclama un mensaje universal. Detalla su vocación: el profeta ha sido llamado desde el vientre materno y se relaciona su ministerio con la palabra, aunque puede estar simplemente utilizando diversas imágenes (palabra, flecha) para hablar del carácter de su misión. Pero también habla del fracaso de la misión ante el pueblo. Pero deja hablar a Dios que le dirige unas palabras de consuelo y le encomienda la misión dirigida a Israel y después a todas las naciones.

En Hechos de los Apóstoles 13, 22-26, anuncia el mensaje de salvación que se cumple en la muerte y la resurrección de Jesús, de quien dan testimonio las escrituras y donde se engarza, como un elemento más, Juan Bautista. Se trata de una figura del Antiguo Testamento que testimonia este mensaje de salvación con el bautismo de conversión y también con sus palabras y su vida.

El Evangelio de San Lucas (1, 57-66.80). Una vez que María visita a Isabel y exulta de alegría, encontramos el nacimiento milagroso del Bautista. El ambiente de alegría que rodea las promesas de Dios cumplidas en Zacarías, signo de la llegada de los nuevos tiempos mesiánicos. El nombre de Juan aparece como divinamente inspirado (por el acuerdo entre la madre y el padre) e indica la excepcional personalidad de Juan y su misión, de ahí que el auditorio se sorprenda, puesto que la costumbre era llamar al hijo como al padre y se extrañe aún más al recuperar Zacarías el habla.

Juan y Jesús son los protagonistas de su pueblo. Su vocación y su misión son el plan de salvación de Dios. El profeta Isaías se admira al contemplar la historia de Dios en la vida del Siervo. Comienza ésta cuando aún no ha nacido y crece como si fuera expresión de Dios. A la historia y misión del siervo se añaden nuevos matices cuando nos acercamos al evangelio. La figura del siervo se concreta: Juan Bautista. En torno al prodigio divino de su nacimiento aparecen la alegría y el asombro. A Isabel le llegan muestras de cariño por parte de sus vecinos y parientes dado que se trata de una obra de Dios.

Así se nos lleva hasta la cuestión del nombre, que se convierte en la trama central. Las discrepancias, las faltas de acuerdo, refuerzan el sentido. Y sucede la obra extraordinaria de Dios: Zacarías escribe el nombre del niño y comienza a hablar de nuevo. En el nombre está el designio de Dios y la misión a la que se llama a su siervo. Como entonces, ahora ya no es su nombre Zacarías, sino Juan, porque pertenece a Dios. Hasta el final permanece el temor y el misterio pues la vida del niño crece de acuerdo a los planes divinos. Vive en el desierto donde prepara la nueva tierra de Dios, como ya lo hicieron los antiguos israelitas, y se presenta a su pueblo para dar razón de lo más inesperado: Dios en persona se hace presente en la tierra.

La salvación universal y la luz de las gentes del siervo de Isaías toman carne en Jesús. La historia latente en este nombre desplegará nuevos significados de la presencia del cielo en la tierra con su muerte y su resurrección. Para la vida del creyente, con su propia historia que Dios conoce y sondea, recibe la misión para su pueblo: dar testimonio de la luz.

Durango, Dgo., 24 de Junio del 2012                       + Mons. Enrique Sánchez Martínez

                                                                                         Obispo Auxiliar de Durango

Email: episcopeo@hotmail.com

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