Episcopeo «Para evangelizar el Espíritu Santo nos da unidad y comunión, oración, valentía y confianza»
En nuestra Arquidiócesis de Durango, iniciamos un proceso de renovación personal y pastoral, al que nos ha convocado nuestro Pastor y Arzobispo Don Héctor González Martínez, quien nos ha hecho un fuerte llamado a comenzar el proceso de Iniciación Cristiana en todas las parroquias , capellanías y templos de nuestra iglesia diocesana. Un llamado a iniciar “un proceso serio de Evangelización y catequesis como valor fundamental para lograr nuevos cristianos. Y así construir en serio el Reino de Dios”.
“La Iniciación cristiana no es una moda optativa ni un entretenimiento. Será tarea ardua que nos pedirá cambios personales y pastorales; requerirá entusiasmo y empeño de parte de todos para ser y formar discípulos de Cristo y Misioneros del Evangelio”
Ante este reto que se nos presenta a todos: obispos, sacerdotes, fieles laicos, movimientos y grupos eclesiales, religiosas y religiosos, es bueno que reflexionemos en las palabras del Papa Francisco.
Evangelizar es la misión de la Iglesia, no solo de unos pocos, sino la mía, la tuya, nuestra misión (porque) todo el mundo debe ser evangelizador, ¡sobre todo con la vida! El Papa Pablo VI, aseguraba que «el Espíritu Santo, hoy igual que en los comienzos de la Iglesia, actúa en cada evangelizador que se deja poseer y conducir por Él, y pone en los labios las palabras que por sí solo no podría hallar»(Evangelii nuntiandi, 75)
¿Quién es el verdadero motor de la evangelización en nuestra vida y en la Iglesia? Para evangelizar, es necesario abrirse de nuevo al horizonte del Espíritu de Dios, sin temer a lo que nos pida y adónde nos lleve. Él nos permitirá vivir y dar testimonio de nuestra fe, e iluminará los corazones de aquellos que nos encontremos.
Uno de los efectos del Espíritu Santo, que guía e inspira la proclamación del evangelio, es la unidad y la comunión. En Pentecostés, a diferencia de la historia de la Torre de Babel, el Espíritu suscitó en los apóstoles el efecto de «salir para anunciar su palabra (con) un nuevo idioma, el del amor que el Espíritu Santo derrama en nuestros corazones” (Rm. 5,5).
Al ser un lenguaje que todos pueden entender y acoger en la vida y en todas las culturas, este lenguaje del Espíritu, el evangelio, es el lenguaje de la comunión, que invita a superar la cerrazón y la indiferencia, divisiones y conflictos.
El día de Pentecostés, Pedro, lleno del Espíritu Santo, se puso de pie y «en voz alta» (Hch. 2,14), y «con franqueza» (v. 29) anunció la buena noticia de Jesús. Este es otro efecto del Espíritu Santo: el coraje, para anunciar la noticia del Evangelio de Jesús a todos, con confianza en sí mismo (parresía), en voz alta, en todo tiempo y en todo lugar.
Todos los evangelizadores deben permitir que se liberen nuevas energías para la misión por la acción del Espíritu Santo, nuevas formas para proclamar el mensaje de la salvación, un nuevo valor. Porque evangelizar, anunciar a Jesús, nos da alegría, nos lleva hacia arriba. Lo contrario a esto, que es el egoísmo, nos da amargura, tristeza, nos lleva hacia abajo.
Según el Catequista universal, es importante que ante la realidad de una nueva evangelización que vive la Iglesia, esta tarea siempre deba comenzar con la oración. Solo la relación fiel e intensa con Dios permite salir de la propia cerrazón y anunciar el evangelio con parresía.
Sin la oración, nuestras acciones se vuelven vacías y nuestro anunciar no tiene alma y no está animado por el Espíritu. Debemos renovar cada día la confianza en el Espíritu Santo, confiando en que Él obra en nosotros, que Él está dentro de nosotros, nos da el fervor apostólico, que nos da la paz, nos da la alegría y valentía.
Durango, Dgo., 26 de Mayo del 2013 + Mons. Enrique Sánchez Martínez
Obispo Auxiliar de Durango
Email: episcopeo@hotmail.com
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