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DENUNCIA DE FALSO DIÁCONO / FALSO SACERDOTE

A toda la comunidad católica de Durango, alertamos sobre la presencia en la ciudad de Durango y en algunos municipios de la entidad, de una persona del sexo masculino, de tez blanca y de unos 30 años de edad, de 1.80 mts de altura aproximadamente. En algunas ocasiones utiliza sotana para cometer sus tropelías. Se hace acompañar de una mujer que dice ser religiosa (monjita), pero que suele ser su cómplice.
Su modo de operar, según ya un buen número de denuncias de feligreses de diversos puntos de la ciudad de Durango, consiste en manifestar a las personas de buena voluntad, a quienes previamente localiza de manera dolosa, para abordarlas con el argumento de que es sacerdote y que ha sido nombrado vicario de tal o cual parroquia, para luego proceder a extorsionar abusando de la buena voluntad e ingenuidad de algunos feligreses. Por lo general pide la cantidad correspondiente según él, para comprar sus vestimentas sacerdotales aproximadamente de 2 a 3 mil pesos.
Ante tal situación, la Arquidiócesis de Durango hace un llamado de alerta, para que en cualquier situación semejante ninguna persona se deje engañar y de inmediato denuncie a las autoridades correspondientes los hechos.

No hay desarrollo pleno, ni un bien común universal sin el bien espiritual y moral de las personas

El desarrollo tecnológico está muy relacionado con los medios de comunicación social. Muchos defienden la neutralidad y autonomía de los medios, con respecto a la moral de las personas, esto es absurdo. Cuando sólo se admite la naturaleza estrictamente técnica de los medios, se está favoreciendo una subordinación a los intereses de la economía y del mercado, y la imposición de parámetros culturales ideológicos. Los medios tienen mucho que ver en la determinación de los cambios del modo de percibir y de conocer la realidad y de la misma persona humana. Se necesita reflexionar seriamente sobre la influencia ético-cultural, de los medios en la globalización y en el desarrollo solidario de los pueblos. El sentido y finalidad de los medios de comunicación debe buscarse en su fundamento antropológico, es decir, se pueden humanizar cuando se organizan y se orientan bajo la luz de una imagen de la persona y del bien común y reflejen sus valores universales. El hecho que los medios multipliquen las posibilidades de interconexión y de circulación de ideas, no favorece la libertad, ni globaliza el desarrollo y la democracia para todos. Se necesita que los medios de comunicación estén centrados en la promoción de la dignidad de las personas y de los pueblos animados por la caridad y se pongan al servicio de la verdad, del bien y de la fraternidad natural y sobrenatural.
La bioética es un campo prioritario y crucial en la lucha cultural entre el absolutismo de la técnica y la responsabilidad moral, aquí está en juego la posibilidad de un desarrollo humano e integral. La bioética es un ámbito delicado y decisivo donde se plantea la cuestión fundamental: “si el hombre es un producto de sí mismo o si depende de Dios”. Los descubrimientos científicos en este campo llevan a tomar una decisión entre dos tipos de razón: una razón abierta a la trascendencia o una razón encerrada en la inmanencia. Es una decisión de gran importancia. La racionalidad del quehacer técnico centrada solo en sí misma se revela como irracional, ya que rechaza una orientación de sentido y de valor. La Iglesia afirma que la razón y la fe se ayudan mutuamente. Solo juntas salvan al hombre. “Atraída por el puro quehacer técnico, la razón sin la fe se ve avocada a perderse en la ilusión de su propia omnipotencia. La fe sin la razón corre el riesgo de alejarse de la vida concreta de las personas”.
La cuestión social hoy se ha convertido radicalmente en una cuestión antropológica, ya que implica no solo el modo de concebir, sino de manipular la vida, expuesta por la biotecnología a la intervención del hombre; esto se percibe en la fecundación in vitro, la posibilidad de la clonación y la hibridación humana, donde el absolutismo de la técnica encuentra su máxima expresión. Actualmente hay nuevos escenarios inquietantes para el futuro del hombre, hay nuevos instrumentos de la cultura de la muerte: la plaga trágica del aborto, una sistemática planificación eugenésica de los nacimientos; la eutanasia como manifestación abusiva del dominio sobre la vida. Detrás de estos escenarios hay planteamientos culturales que niegan la dignidad humana y a su vez estas prácticas fomentan una concepción materialista y mecanicista de la vida humana. ¿Cuáles serán los efectos negativos sobre el desarrollo humano de esta mentalidad? Ya se pueden percibir algunas consecuencias: existe una indiferencia ante tantas situaciones humanas degradantes, porque nuestra actitud es indiferente ante lo que es humano y lo que no lo es. ¿Qué es lo que hoy se propone como digno de respeto? Muchos se escandalizan por cosas secundarias pero toleran injusticias; aumentan los pobres en el mundo, mientras que los ricos no escuchan estos lamentos, es que su conciencia es incapaz de reconocer lo humano. “Dios revela el hombre al hombre”; la razón y la fe colaboran a la hora de mostrarle el bien, con tal que lo quiera ver; la ley natural, en la que brilla la razón creadora, indica la grandeza del hombre, pero también su miseria, cuando desconoce el reclamo de la verdad moral.
El espíritu tecnicista considera los problemas y los fenómenos que tienen que ver con la vida interior solo desde un punto de vista psicológico e incluso algo meramente neurológico. De esta manera la interioridad del hombre se vacía y la conciencia del alma humana se pierde progresivamente. El problema del desarrollo está estrechamente relacionado con el concepto que se tenga del alma del hombre, ya que el yo se ve reducido muchas veces a la psiqué, y la salud del alma se confunde con el bienestar emotivo. Esto se origina por la incomprensión de lo que es la vida espiritual. Se corre el peligro de ignorar que el desarrollo del hombre y de los pueblos depende también de las soluciones que se dan a los problemas de carácter espiritual. El desarrollo debe abarcar, además de un progreso material, uno espiritual, ya que el hombre es “uno en cuerpo y alma”, nacido del amor creador de Dios y destinado a vivir eternamente. Lejos de Dios, el hombre está inquieto y se hace frágil. Los indicadores de la sociedad actual lo demuestran: la alienación social y psicológica; las neurosis que caracterizan la sociedad opulenta; una sociedad del bienestar, materialmente desarrollada, pero que oprime el alma; nuevas formas de esclavitud como la droga, y la desesperación; el vacío del alma en que se siente abandonada y que hace sufrir al hombre; todo esto tiene una explicación no solo sociológica o psicológica, sino esencialmente espiritual.
Cuando la técnica se absolutiza produce incapacidad para percibir todo aquello que no se explica con la pura materia. Todos los hombres tienen experiencia de aspectos inmateriales y espirituales de su vida. En todo conocimiento y acto de amor, el alma del hombre experimenta un “más” que se asemeja mucho a un don recibido. También el desarrollo del hombre y de los pueblos alcanza un nivel de altura, si se considera la dimensión espiritual que debe incluir necesariamente el desarrollo para ser auténtico. Para esto se necesitan unos ojos nuevos y un corazón nuevo, que superen la visión materialista de los acontecimientos humanos y que vislumbren en el desarrollo ese “algo más” que la técnica no puede ofrecer. Por este camino se podrá conseguir el desarrollo humano integral, cuyo criterio orientador se halla en la fuerza impulsora de la caridad en la verdad.

Durango, Dgo. 24 Enero del 2010. + Enrique Sánchez Martínez
Ob. Aux. de Durango

Desarrollo de los pueblos: la persona humana, la técnica y el progreso tecnológico

El desarrollo de los pueblos está unido al desarrollo de cada persona. Ésta, tiende por naturaleza a su propio desarrollo, que no se da automáticamente por una serie de mecanismos naturales, sino que depende de la misma capacidad de decidir libre y responsablemente de cada ser humano, y al mismo tiempo no depende solo de su capricho. La libertad está originalmente caracterizada por el ser, con sus propias limitaciones. Ninguno da forma a la propia conciencia de manera arbitraria, todos construyen su propio “yo” sobre la base de un “sí mismo” que nos ha sido dado. El desarrollo de la persona se degrada cuando ésta pretende ser la única creadora de sí misma. De modo análogo, el desarrollo de los pueblos se degrada cuando la humanidad piensa que puede recrearse utilizando solo los “prodigios” de la tecnología. Es importante fortalecer el aprecio por una libertad no arbitraria y si una verdaderamente humanizada; para esto es necesario que el hombre entre en sí mismo y descubra las normas fundamentales de la ley moral natural que Dios ha inscrito en su corazón.
El problema del desarrollo está estrechamente unido al progreso tecnológico. La técnica es un hecho profundamente humano, vinculado a la autonomía y libertad del hombre; en ella se manifiesta y se confirma el dominio del espíritu sobre la materia; le permite al ser humano dominar la materia, reducir los riesgos, ahorrar esfuerzos, mejorar las condiciones de vida; en ella el hombre se reconoce a sí mismo y realiza su propia humanidad, ya que responde a la misma vocación del trabajo humano; la técnica es el aspecto objetivo del actuar humano, cuyo origen y razón de ser está en el elemento subjetivo, es decir, en el hombre que trabaja. Así la técnica nunca es sólo técnica. Manifiesta quien es el hombre y cuáles son sus aspiraciones de desarrollo, expresa la tensión del ánimo humano hacia la superación gradual de los condicionamientos materiales. Por lo tanto, la técnica se inserta en el mandato de cultivar y custodiar la tierra, que Dios ha confiado al hombre y se orienta a reforzar esa alianza entre ser humano y medio ambiente que debe reflejar el amor creador de Dios.
El desarrollo tecnológico alienta la idea de la autosuficiencia de la técnica. Ésta tiene un rostro ambiguo, porque puede entenderse sólo como elemento de una libertad absoluta, que desea prescindir de los límites inherentes a las cosas. La misma técnica se podría transformar en un poder ideológico, que expondría a la humanidad al riesgo de encontrarse encerrada del cual no podría salir para encontrar el ser y la verdad. Cuando el único criterio de verdad es la eficiencia y la utilidad, se niega automáticamente el desarrollo. El desarrollo no consiste principalmente en hacer. La clave del desarrollo está en una inteligencia capaz de entender la técnica y de captar el significado plenamente humano del quehacer del hombre. La técnica atrae fuertemente al hombre, porque lo rescata de las limitaciones físicas y le amplía el horizonte. Pero la libertad humana es ella misma sólo cuando responde a esta atracción de la técnica con decisiones que son fruto de la responsabilidad moral. Es necesaria una formación para el uso ético y responsable de la técnica. Frente a ésta, se debe recuperar el verdadero sentido de la libertad, que no consiste en la seducción de una autonomía total, sino en la respuesta a la llamada del ser, comenzando por nuestro propio ser.
Actualmente en el mundo globalizado se ha desviado la mentalidad técnica con cauces humanistas hacia una tecnificación del desarrollo. El desarrollo de los pueblos frecuentemente es considerado como un problema de ingeniería financiera, de apertura a mercados, de bajadas de impuestos, de inversiones productivas, de reformas institucionales, solo como una cuestión exclusivamente técnica. Estas medidas son importantes y han funcionado en parte, pero el desarrollo nunca estará plenamente garantizado por fuerzas que son automáticas e impersonales, que vienen del mercado y de la política. El desarrollo es imposible sin hombres rectos, sin operadores económicos y agentes políticos que sientan fuertemente en su conciencia, la llamada al bien común. Se necesita la preparación profesional y la coherencia moral. Cuando se da una absolutización de la técnica se produce una confusión entre los fines y los medios. En esta red de relaciones económicas, financieras y políticas, se dan frecuentemente incomprensiones, malestar e injusticia; porque los conocimientos técnicos aumentan, pero sólo en beneficio de sus propietarios, y la situación real de la población que vive casi siempre al margen de estos flujos de riqueza y conocimientos, permanecen inalterados y sin posibilidades reales de emancipación

Durango, Dgo. 17 Enero del 2010. + Enrique Sánchez Martínez
Ob. Aux. de Durango

COLECTA ESPECIAL PARA HAITÍ

AL PRESBITERIO Y A TODOS LOS FIELES DE LA ARQUIDIOCESIS:

Estimados hermanos:

La situación que impera en estos días en Haití, es una oportunidad para que nuestra Iglesia Diocesana se renueve a sí misma al servicio de los necesitados, a imitación de la vida en los primeros días de la Iglesia, en que todo lo ponían en común.

Con las palabras del Santo Padre Benedicto XVI del día 13 de este mes: “Invito a todos a unirse en mi oración al Señor por las víctimas de esta catástrofe y por aquellos que lloran su muerte. Aseguro mi cercanía espiritual a quien ha perdido la propia casa y a toas las personas afectadas, en distintos modos, por esta grave calamidad, implorando de Dios consuelo y alivio en su sufrimiento”.

Y continúa el Papa: “ Hago un llamamiento a la generosidad de todos, para que no falte a estos hermanos y hermanas que viven un momento de necesidad y de dolor, nuestra solidaridad concreta y el apoyo de la comunidad internacional. La Iglesia Católica no dejará de activarse inmediatamente a través de sus instituciones caritativas para responder a las necesidades más urgentes de la población”.

También en nuestra Diócesis tenemos muchas carencias, por diversos motivos, pero la situación de Haití es más grave y apremiante; ruego encarecidamente que se lleve a cabo en todas las Parroquias y Templos de nuestra Diócesis una colecta especial y extraordinaria en alguno de los próximos domingos de este mes.

Que nuestra generosidad se haga patente, dada la distancia geográfica las dificultades para trasladar materiales, nuestra aportación sea únicamente en dinero, y lo recaudado sea depositado en la Tesorería del Arzobispado.

Como católicos debemos empeñarnos en lograr que el Evangelio y los valores que poseemos de solidaridad, generosidad y de bien común, sean tanto conocidos como amados. En nuestra época de “olvido” de Dios; ante las catástrofes naturales, como la de Haití, nos haga convertirnos a Él y a elevar nuestros ojos a su Divina Misericordia.

Esperando contar su aportación, pido al Señor que los bendiga copiosamente.

Durango, Dgo., a 15 de enero de 2010.

Héctor González Martínez
Arzobispo de Durango.

Pbro. José de la Luz Guerrero Haro.
Secretario Canciller.

COLECTA ESPECIAL PARA HAITÍ

A TODOS LOS FIELES DE LA ARQUIDIOCESIS:
Estimados hermanos:
Ante la situación de extrema emergencia que impera con nuestros hermanos de Haití, les motivo a que solidarios con el sufrimiento de este pueblo, y en franca oportunidad de renovación del espíritu de caridad que nos urge a todos en nuestra Iglesia diocesana, especialmente de cara a los más necesitados, con la actitud del Buen Samaritano que es Jesús quien se compadeció de todos, aliviando nuestros sufrimientos, tendamos generosamente nuestra mano a este pueblo hermano.
Con las palabras del Santo Padre Benedicto XVI del día 13 de este mes: “Invito a todos a unirse en mi oración al Señor por las víctimas de esta catástrofe y por aquellos que lloran su muerte. Aseguro mi cercanía espiritual a quien ha perdido la propia casa y a todas las personas afectadas, en distintos modos, por esta grave calamidad, implorando de Dios consuelo y alivio en su sufrimiento”.
Exhorto a todos los católicos de nuestra Arquidiócesis a la solidaridad con el pueblo de Haiti. Que nuestra generosidad se haga patente, que respondamos en la medida de nuestras posibilidades a través de las instituciones que pueden canalizar el apoyo. Nuestra Iglesia local se hará sentir con la organización de una colecta especial y extraordinaria en todas las parroquias y templos de la diócesis, en alguno de los próximos domingos de este mes.
En nuestra época de “olvido” de Dios; ante las catástrofes naturales, como la de Haití, nos haga convertirnos a Él y a elevar nuestros ojos a su Divina Misericordia.

Durango, Dgo., a 15 de enero de 2010.

Héctor González Martínez
+ Arzobispo de Durango.

Desarrollo humano integral: Migración, pobreza, desocupación, finanzas y sindicatos

Cuando se trata del desarrollo humano integral no se debe dejar a un lado estos fenómenos que están ligados a él. El fenómeno de la Migración hoy, impresiona por los problemas que suscita y por los desafíos que plantea, tanto en el nivel nacional como internacional. Es un fenómeno que ha marcado esta época y que requiere una fuerte política de cooperación internacional para afrontarlo. Se necesita una estrecha colaboración entre los países afectados de donde salen y adonde llegan. Ningún país por si solo puede ser capaz de hacer frente a los problemas migratorios actuales. Es un fenómeno complejo. Pero hay que señalar que los trabajadores extranjeros contribuyen de manera significativa con su trabajo al desarrollo económico del país que los acoge, así como a su país de origen a través de las remesas de dinero. Estos trabajadores no pueden ser considerados como una mercancía o mera fuerza laboral y no deben ser tratados como cualquier otro factor de producción. Todo emigrante es una persona humana que posee derechos fundamentales inalienables que han de ser respetados por todos y en cualquier situación.
Pobreza y desocupación. En muchos casos los pobres son el resultado de la violación de la dignidad del trabajo humano, ya sea por que se limitan sus posibilidades, o porque se devalúan los derechos que fluyen del mismo, por ejemplo el justo salario y la seguridad del trabajador y su familia. Juan Pablo II en el año 2000, lanzó un llamamiento para “una coalición mundial a favor del trabajo decente”. ¿Qué significa la palabra decencia aplicada al trabajo? “Significa un trabajo que sea expresión de la dignidad esencial de todo hombre o mujer; un trabajo libremente elegido, que asocie efectivamente a los trabajadores, hombres y mujeres, al desarrollo de su comunidad; un trabajo que haga que los trabajadores sean respetados, evitando toda discriminación; un trabajo que permita satisfacer las necesidades de las familias y escolarizar a los hijos sin que se vean obligados a trabajar; un trabajo que consienta a los trabajadores organizarse libremente y hacer oír su voz; un trabajo que deje espacio para reencontrarse adecuadamente con las propias raíces en el ámbito personal, familiar y espiritual; un trabajo que asegure una condición digna a los trabajadores que llegan a la jubilación”.
En este tema es importante hacer un llamado a las organizaciones sindicales de los trabajadores. Éstas han sido siempre alentadas y sostenidas por la Iglesia. Están llamadas a hacerse cargo de los nuevos problemas de nuestra sociedad. La globalización requiere de los sindicatos, comprometidos en la defensa de los intereses de sus afiliados, que vuelvan la mirada hacia los no afiliados y, en particular, hacia los trabajadores de los países en vías del desarrollo, donde tantas veces se violan los derechos sociales. Las organizaciones sindicales deberán promover la defensa de estos trabajadores, mediante iniciativas apropiadas, en donde resalten las auténticas razones éticas y culturales en los que se fundamentan para ser un factor decisivo para el desarrollo. La Doctrina Social de la Iglesia propone la distinción de papeles y funciones entre sindicato y política. Esta distinción permitirá a las organizaciones sindicales encontrar en la sociedad civil el ámbito más adecuado para su necesaria actuación en defensa y promoción del mundo del trabajo, sobre todo a favor de los trabajadores explotados y no representados.
Las finanzas. Se requiere una renovación de sus estructuras y modos de funcionamiento, después de su mala utilización que ha dañado la economía real. Es necesario que sean un instrumento encaminado a producir mejor riqueza y desarrollo. La economía y las finanzas deben ser utilizadas de manera ética para crear las condiciones adecuadas para el desarrollo del hombre y de los pueblos. Es útil, necesario e indispensable, promover iniciativas financieras en las que predomine la dimensión humanitaria, teniendo como meta del sistema financiero, el sostenimiento de un verdadero desarrollo. Los agentes financieros han de redescubrir el fundamento ético de su actividad para no abusar de los instrumentos sofisticados y no traicionar a los ahorradores. Recta intención, transparencia y búsqueda de los buenos resultados son compatibles y nunca se deben separar, estos se deben practicar en las finanzas.
Se debe regular el sector financiero para salvaguardar a los más débiles e impedir especulaciones, pero también se deben experimentar nuevas formas de finanzas a favorecer proyectos de desarrollo, para educar y promover la responsabilidad del ahorrador. La experiencia de la microfinanciación debe ser reforzada y actualizada, sobre todo en los sectores más vulnerables de la población para protegerlos de la usura y la desesperación. Los más débiles deben ser educados para defenderse de la usura, así como los pueblos pobres han de ser educados para beneficiarse del microcrédito, frenando así, posibles formas de explotación. También en los países ricos la microfinanciación puede ofrecer ayudas para crear iniciativas y sectores nuevos que favorezcan a las capas más débiles de la sociedad.
Para la situación que vive nuestro país, es importante darles cause a estos problemas y vislumbrar un camino que nos conduzca a un auténtico desarrollo humano integral.

Durango, Dgo. 10 Enero del 2010. + Héctor González Martínez
Arz. de Durango

“Es el momento de un cambio de mentalidad efectivo, que nos lleve a adoptar nuevos estilos de vida”

El inicio del año 2010 hace surgir en nosotros una mirada sobre la historia con la fe en la presencia del Señor en ella misma. Por eso iniciamos el año invocando a Dios como “Señor”: como creador providente, como Padre de todos, “Que el Señor te bendiga y te proteja; que el Señor te mire con agrado y te muestre su bondad; que el Señor te mire con amor y te conceda la paz”. Pero también dirigimos la mirada a María, sierva de la Palabra y lugar maravilloso de la Encarnación del Hijo de Dios, que se nos ofrece como modelo para una actitud que los seguidores de su Hijo han de seguir a lo largo del año, es decir, una disposición a conservar en el corazón las maravillas que Dios nos revelará cada día de nuestra vida.
El tiempo humano es tiempo de salvación, como lo expresa el apóstol Pablo “el momento de la salvación es ahora”, hemos entrado en un tiempo que Dios nos ha dado, es el tiempo mejor y definitivo para restaurar la situación humana herida por el pecado. La salvación está en medio de nosotros, ha tomado nuestra condición de vida, para estar sujeto a la limitación humana, para liberarnos de ella y hacerse en todo semejante a nosotros para poder salvarnos.
Pero también al inicio del año la Iglesia nos invita a reflexionar sobre la Paz. Recibamos el mensaje del Papa Benedicto XVI en esta jornada: “si quieres promover la paz, protege la creación”. A causa de la crueldad del hombre con el hombre, hay muchas amenazas a la paz y al auténtico desarrollo humano integral: guerras, conflictos internacionales y regionales, atentados terroristas, violaciones de derechos humanos; en nuestro México no cesa la violencia, los secuestros, asesinatos, la pobreza, la impunidad, etc. Pero también debe preocuparnos los peligros causados por el descuido y el abuso que se hace de la tierra y de los bienes naturales que Dios nos ha dado.
Hoy la Iglesia nos llama la atención con energía sobre la relación entre el Creador, el ser humano y la creación. La crisis ecológica que hoy vivimos “está estrechamente vinculada al concepto mismo de desarrollo y se necesita hacer una revisión profunda y con visión de futuro del modelo de desarrollo, reflexionando además sobre el sentido de la economía y su finalidad para corregir sus disfunciones y distorsiones. Esto lo exige el estado de salud ecológica del planeta, y sobre todo lo requiere la crisis cultural y moral del hombre. La humanidad necesita una profunda renovación cultural; necesita redescubrir esos valores que constituyen el fundamento sólido sobre el cual construir un futuro mejor para todos”. La crisis que el mundo vive nos está obligando a replantear el camino común de los hombres, obligan a un modo de vivir caracterizado por la sobriedad y la solidaridad, con nuevas reglas y formas de compromiso.
Debemos partir del designio del Creador de que todo lo que existe le pertenece y lo ha confiado s los hombres, para ejercer un gobierno responsable sobre la creación, protegiéndola y cultivándola. El ser humano la ha explotado arbitrariamente y el resultado ha sido el deterioro ambiental. Los causantes han sido muchos gobernantes negligentes que no han sido responsables con el medio ambiente, dejándose llevar solo por intereses económicos, sin que existan proyectos políticos que protejan el medio ambiente. Somos testigos de cómo se han contaminado nuestros ríos desde hace muchos años, la ciudad de Durango está contaminada por la emisión de gases sin control, en un futuro no muy lejano vamos a tener serios problemas por el agua, los asentamientos humanos sin planeación ni control, etc.
Para llevarnos a una gestión del medio ambiente y para que los recursos sean sostenibles, estamos llamados a emplear la inteligencia en el campo de la investigación científica y tecnológica y en la aplicación de los descubrimientos en este campo. Necesitamos una “Solidaridad Global”, esencial para orientar el compromiso de cuidar la creación. Es necesario favorecer la investigación orientada hacia el modo más eficaz de aprovechar la potencialidad de la energía solar; se ha de explorar estrategias apropiadas de desarrollo rural centradas en los pequeños agricultores y sus familias; políticas para gestión de los bosques; para el tratamiento de los desperdicios; para contrarestar los cambios climáticos; la lucha contra la pobreza. Para superar la lógica del mero consumo se ha de buscar una auténtica solidaridad, inspirada en los valores de la caridad, la justicia y el bien común.
El deterioro ambiental cuestiona nuestros comportamientos, estilos de vida, modelos de consumo y producción dominantes, que ya son insostenibles. Ha llegado el momento de un cambio de mentalidad efectivo, que nos lleve a adoptar nuevos estilos de vida. Se ha de educar cada vez más para construir la paz a partir de toma de decisiones en el ámbito personal, familiar, comunitario y político. Es tiempo de que la sociedad civil, las organizaciones no gubernamentales y los medios de comunicación social, se sensibilicen y se formen en esta conciencia y se muevan con generosidad y determinación a favor de la ecología.
La responsabilidad de la Iglesia debe ejercerla en el ámbito público, defendiendo la tierra, el agua, el aire, dones de Dios y para proteger al hombre frente al peligro de la destrucción de sí mismo. “Cuando se respete la ecología humana en la sociedad, también la ecología ambiental se beneficia. No se puede pedir a los jóvenes que respeten el medio ambiente, si no se les ayuda en la familia y en la sociedad a respetarse a sí mismos. Los deberes respecto al ambiente se derivan de los deberes para con la persona, considerada en sí misma y en su relación con los demás”.
Para los cristianos proteger el entorno natural para construir un mundo de paz, es un deber irrenunciable y un desafío urgente que hemos de afrontar con renovado empeño.

Durango, Dgo. 03 de Enero del 2010. + Héctor González Martínez
Arz. de Durango

“Una sociedad reconciliada con Dios está más cerca de la paz”

Los acontecimientos que han sucedido en el mundo y a lo largo de nuestro país, nos dejan primero, un ambiente negativo: en nuestro país, la descomposición de la ley y de las actitudes morales de fondo, la experiencia de la guerra, la violencia y la inseguridad; La corrupción de los funcionarios públicos y la impunidad; La delincuencia organizada y el narcotráfico; La pobreza, falta de empleo, encarecimiento de la vida, que provocan la emigración y mayor desigualdad social; El abandono del campo y de los campesinos; el descuido de la ecología y el cambio climático, etc., nos han dejado un panorama desolador.
A nivel de nuestra Iglesia universal, el Papa Benedicto XVI ha expresado las grandes angustias a las que hemos sido expuestos en el 2010: “…hemos sido turbados cuando, precisamente en este año y en una dimensión inimaginable para nosotros, hemos tenido conocimiento de abusos contra menores cometidos por sacerdotes, que trabucan el Sacramento en su contrario: bajo el manto de lo sagrado hieren profundamente a la persona humana en su infancia y le acarrean un daño para toda la vida… Debemos aceptar esta humillación como una exhortación a la verdad y una llamada a la renovación. Sólo la verdad salva. Debemos preguntarnos qué podemos hacer para reparar lo más posible la injusticia cometida. Debemos preguntarnos qué era equivocado en nuestro anuncio, en toda nuestra forma de configurar el ser cristiano, de manera que una cosa semejante pudiera suceder. Debemos encontrar una nueva determinación en la fe y en el bien. Debemos ser capaces de penitencia. Debemos esforzarnos en intentar todo lo posible, en la preparación al sacerdocio, para que una cosa semejante no pueda volver a suceder”. Revisar y reestructurar nuestro Seminario es uno de nuestros retos.
El año que termina también ha estado marcado lamentablemente por persecuciones, discriminaciones, por terribles actos de violencia y de intolerancia religiosa. Especialmente en Iraq y en el Medio Oriente.”Los cristianos son actualmente el grupo religioso que sufre el mayor número de persecuciones a causa de su fe. Muchos sufren cada día ofensas y viven frecuentemente con miedo por su búsqueda de la verdad, su fe en Jesucristo y por su sincero llamamiento a que se reconozca la libertad religiosa. Todo esto no se puede aceptar, porque constituye una ofensa a Dios y a la dignidad humana; además es una amenaza a la seguridad y a la paz, e impide la realización de un auténtico desarrollo humano integral”. El Mensaje de este 1 de enero del 2011, en la Jornada Mundial para la Paz, el Papa Benedicto lo dedica a este tema: “Libertad religiosa, camino para la paz”. En México debemos avanzar en este tema.
El tema de la responsabilidad de los cristianos en este tiempo y la tarea de la Iglesia de anunciar el Evangelio, el Papa Benedicto XVI lo expuso en su visita a Inglaterra: esto nos lleva a un asunto de fondo: la cuestión sobre la verdad y la propia fe. “Alexis de Tocqueville, en su época, había observado que en América la democracia había sido posible y había funcionado porque existía un consenso moral de base que, yendo más allá de las denominaciones individuales, unía a todos. Sólo si existe un consenso semejante sobre lo esencial, las constituciones y el derecho pueden funcionar. Este consenso de fondo procedente del patrimonio cristiano está en peligro allí donde en su lugar, en lugar de la razón moral, se coloca la mera racionalidad finalista de la que he hablado hace un momento. Esto supone en realidad una ceguera de la razón hacia lo que es esencial. Combatir contra esta ceguera de la razón y conservar su capacidad de ver lo esencial, de ver a Dios y al hombre, lo que es bueno y lo que es verdadero, es el interés común que debe unir a todos los hombres de buena voluntad. Está en juego el futuro del mundo”. En este tema la iglesia debe dar su propia contribución.
El mundo, con todas sus nuevas esperanzas y posibilidades, está angustiado por la impresión de que el consenso moral se está disolviendo, un consenso sin el cual las estructuras jurídicas y políticas no funcionan. Debemos dirigir nuestra oración al Dios de la historia y a su Hijo el Señor que se nos ha manifestado como “el Rey justo”; “… que sea como el grito dirigido al Señor, que estaba durmiendo en la barca de los discípulos zarandeada por la tempestad y a punto de hundirse. Cuando su palabra poderosa hubo aplacado la tempestad, Él reprochó a los discípulos por su poca fe (cfr Mt 8,26 y par.). Quería decir: en ustedes mismos, la fe se ha dormido. Lo mismo quiere decirnos también a nosotros. También en nosotros la fe a menudo se duerme. Pidámosle por tanto que nos despierte del sueño de una fe que se ha vuelto cansada y que vuelva a dar a nuestra fe el poder de mover las montañas, es decir, de dar el orden justo a las cosas del mundo.
Al final del Mensaje para la Jornada Mundial de la paz, el Papa Benedicto XVI, señala: “El mundo tiene necesidad de Dios. Tiene necesidad de valores éticos y espirituales, universales y compartidos, y la religión puede contribuir de manera preciosa a su búsqueda, para la construcción de un orden social justo y pacífico, a nivel nacional e internacional. La paz es un don de Dios y al mismo tiempo un proyecto que realizar, pero que nunca se cumplirá totalmente. Una sociedad reconciliada con Dios está más cerca de la paz, que no es la simple ausencia de la guerra, ni el mero fruto del predominio militar o económico, ni mucho menos de astucias engañosas o de hábiles manipulaciones. La paz, por el contrario, es el resultado de un proceso de purificación y elevación cultural, moral y espiritual de cada persona y cada pueblo, en el que la dignidad humana es respetada plenamente. Invito a todos los que desean ser constructores de paz, y sobre todo a los jóvenes, a escuchar la propia voz interior, para encontrar en Dios referencia segura para la conquista de una auténtica libertad, la fuerza inagotable para orientar el mundo con un espíritu nuevo, capaz de no repetir los errores del pasado… Ante todo, hay que dar a la Paz otras armas que no sean las destinadas a matar y a exterminar a la humanidad. Son necesarias, sobre todo, las armas morales, que den fuerza y prestigio al derecho internacional; primeramente, la de observar los pactos. La libertad religiosa es un arma auténtica de la paz, con una misión histórica y profética. En efecto, ella valoriza y hace fructificar las más profundas cualidades y potencialidades de la persona humana, capaces de cambiar y mejorar el mundo…”
Siguiendo al Papa, abramos nuestros ojos, precisamente en la retrospectiva del año que llega a su fin, puede hacerse visible que el poder y la bondad de Dios están presentes de muchas maneras también hoy que iniciamos un nuevo año. Así todos tenemos motivos para darle gracias.

Durango, Dgo., 2 Enero del 2011.

+ Enrique Sánchez Martínez
Obispo Auxiliar de Durango

email:episcopeo@hotmail.com

LA CARIDAD EN LA VERDAD XX Subsidiariedad: principio adecuado para gobernar la globalización y orientarla hacia un verdadero desarrollo humano

La religión cristiana y las otras religiones podrán contribuir al desarrollo solamente si Dios tiene lugar en la esfera pública. La Doctrina Social de la Iglesia ha nacido para reivindicar esta “carta de ciudadanía” de la religión cristiana. La negación del derecho a profesar públicamente la propia religión y a trabajar para que las verdades de la fe inspiren también la vida pública, tiene consecuencias negativas sobre el verdadero desarrollo. La exclusión de la religión del ámbito público y el fundamentalismo religioso, impiden el encuentro entre las personas y su colaboración para el progreso de la humanidad. La vida pública se empobrece y la política adquiere un aspecto opresor y agresivo. Se corre el riesgo de que no se respeten los derechos humanos. Se pierde la posibilidad de un diálogo fecundo y de una provechosa colaboración entre la fe y la razón. La razón necesita siempre ser purificada por la fe y esto vale también para la razón política. A su vez, la religión siempre tiene necesidad de ser purificada por la razón para mostrar su auténtico rostro humano.
El diálogo fecundo entre razón y fe hace más eficaz el ejercicio de la caridad en lo social, además es el marco más apropiado para una colaboración fraterna entre creyentes y no creyentes, para trabajar por la justicia y la paz de la humanidad. Para los creyentes el mundo no es fruto de la casualidad ni de la necesidad, sino de un proyecto de Dios. Así los creyentes tienen el deber de aunar sus esfuerzos con todos los hombres y mujeres de buena voluntad de otras religiones, o con no creyentes, para responder efectivamente al proyecto divino: vivir como una familia bajo la mirada del creador. El Principio de Subsidiariedad es ante todo una ayuda a la persona, a través de la autonomía de los cuerpos intermedios; dicha ayuda se ofrece cuando la persona y los sujetos sociales no son capaces de valerse por sí mismos. Este principio respeta la dignidad de la persona, en la que ve un sujeto siempre de dar algo a los otros; también reconoce la reciprocidad como parte de la constitución íntima del ser humano, este es el antídoto más eficaz contra cualquier forma de asistencialismo paternalista. Es un principio adecuado para gobernar la globalización y orientarla hacia un verdadero desarrollo humano. El gobierno de la globalización debe ser de tipo subsidiario, articulado en múltiples niveles y planos diversos, que colaboren recíprocamente. La globalización necesita una autoridad, sin embargo, ésta deberá estar organizada de modo subsidiario y con división de poderes.
El principio de subsidiariedad debe mantenerse íntimamente unido al principio de la Solidaridad y viceversa, porque una sin la otra, se caería en un particularismo social o en un asistencialismo que humilla al necesitado. Esta es una Regla que debe tenerse en cuanta, sobre todo, cuando se afrontan los temas de las ayudas internacionales al desarrollo. Dichas ayudas, por encima de las intenciones de los donantes, pueden mantener a veces a un pueblo en un estado de dependencia, favorecer dominios locales, ó explotaciones de países. Las verdaderas ayudas económicas deben perseguir otros fines. Se han de conceder implicando no solo a los gobiernos de los países interesados, sino también a los agentes económicos y culturales locales, incluidas las iglesias. El recurso humano es lo más valioso de los países en vías de desarrollo: éste es el auténtico capital que se ha de potenciar para asegurar un futuro halagador en ellos. En lo económico, la ayuda principal que necesitan los países en vías de desarrollo es permitir y favorecer más el ingreso de sus productos en los mercados internacionales. En el pasado las ayudas han servido solo para crear mercados marginales de los productos en esos países. Hay una falta de verdadera demanda de estos productos. Es necesario ayudar a estos países a mejorar sus productos. Algunos temen con frecuencia la competencia de las importaciones de productos agrícolas de los países económicamente pobres. Pero garantizar sus productos significa garantizar su supervivencia a corto o a largo plazo. Un comercio internacional justo y equilibrado en el campo agrícola puede reportar beneficios a todos. Por esto, no solo es necesario orientar comercialmente estos productos, sino establecer reglas internacionales que los sostengan y reforzar la financiación del desarrollo para hacer más productivas esas economías.

Durango, Dgo. 29 de noviembre del 2009. + Héctor González Martínez
Arz. de Durango

“Adoramos al hijo de Dios vivo que se hizo Hijo en una familia humana”

En este tiempo de Navidad, celebramos la fiesta de la Sagrada Familia. Dios, a través de la Encarnación del Hijo de Dios, ha querido asumir uno de los misterios sagrados de la humanidad: la vida familiar. El Hijo de Dios se hizo hombre y esto sucedió en un tiempo y en un espacio. Él adoptó una familia, un hogar, una ciudad, un medio cultural determinado; creció en un entorno social, fue educado en la fe judía, aprendió el oficio de carpintero e hizo amigos. Los años pasados por Jesús en Nazaret fueron de formación, se preparación para su misión. Así lo reconocemos como verdadero hombre, pero sin perder de vista su naturaleza divina.
La Sagrada Familia es una familia que vive la realidad y los sufrimientos de cualquier familia pero al mismo tiempo es un ejemplo para ellas. “El padre reconoce como suyo al Hijo enviado por el Espíritu; tiene que hacerlo para obedecer a Dios y hacer de su Hijo un descendiente de la estirpe de David. La madre ha cedido desde siempre su Hijo al Padre divino. Y el Hijo reconoce de manera natural a este Padre divino. Para esta familia Dios y la obediencia a Dios constituye su centro y su principio de unidad. ”
Al descubrirse esta realidad familiar de la vida de Cristo, nos lleva a una doble orientación: primero a redimir a la familia humana, tan golpeada hoy por el misterio del mal y construir la familia siendo familia, es decir hacer familia. La familia se construye con la colaboración de todos sus miembros, y cumpliendo cada uno sus propias funciones de padre, madre e hijos. Si las funciones o roles se trasponen o tergiversan, no se construye la familia. Por ejemplo, si los padres son los que obedecen los caprichos del hijo o de los hijos, o si los hijos sufren no pocas veces los caprichos de los padres (divorcio, una amante…). El edificio de la familia no se acaba nunca de construir, es una tarea de toda la vida. Es una tarea que exige la colaboración y el sacrificio de unos y otros (esposos, padres, hijos) para hacerse mutuamente todos felices.
Hoy más que nunca la familia está siendo atacada por muchas partes. Pero hasta ahora la institución familiar ha resistido bien. La voz unánime de la Iglesia Católica, desde siempre, de salvar la familia para salvar la sociedad y al hombre, es una voz profética y llena de sabiduría, que hay que escuchar. Ante los ataques frontales contra el matrimonio y la familia en México debemos unirnos todos los fieles a Cristo y gritar más alto para salvar el matrimonio cristiano como fundamento de la familia. Debemos impedir que se sigan haciendo leyes que atenten contra la familia (matrimonios entre homosexuales), ya que no lo quieren la mayoría de los mexicanos (así lo demuestran las encuestas), como sucedió en estos últimos días en el Distrito Federal. Pero hay que salvarla de todos los virus que la destruyen: divorcio, infidelidad, mentalidad hedonista, individualismo egoísta, el aborto. Hay que salvarla promoviendo el sentido de familia, valorando la riqueza humana y espiritual de la familia; formando a los jóvenes en el amor, en la responsabilidad, en la entrega y capacidad de donación.
Pero también, el descubrir a Jesús viviendo dentro de una familia, es una invitación a todo hombre y mujer a formar parte de la familia divina, es decir, llamados a ser hijos de Dios. Y éstos son aquellos que anteponen la relación con su Padre a cualquier compromiso que pueda desviarlos de su voluntad, así como Cristo, hacer las cosas del Padre es lo que debe movernos constantemente; lo son también los que descubren en cada niño que nace, un signo del don del Dios de la vida.
El Papa Benedicto XVI nos invita para que, “junto a la palabra de la Iglesia, se dé el testimonio y el compromiso público de las familias cristianas, en particular para reafirmar la inviolabilidad de la vida humana desde su concepción hasta su ocaso natural, el valor único e insustituible de la familia fundada sobre el matrimonio y la necesidad de medidas legislativas y administrativas que apoyen a las familias en la tarea de engendrar y educar a los hijos, tarea esencial para nuestro futuro común”. La santa Familia de Nazaret es verdaderamente el “prototipo” de cada familia cristiana para que, unida en el Sacramento del matrimonio y alimentada de la Palabra y de la Eucaristía, realice la vocación y misión de ser célula viva de la sociedad y de la Iglesia.

Durango, Dgo. 27 de diciembre del 2009.

+ Héctor González Martínez
Arz. de Durango