ABSTENCIONISMO

Según información del IFE, los datos de la elección del domingo pasado, a nivel estatal fueron: de 42.13 % de participación ciudadana y de 57.87 % de abstención. También según información de la misma fuente, los datos preliminares a nivel nacional son: de 44.68 % de participación ciudadana y de 55.32% de abstención.
Es difícil entender los motivos de los abstencionistas para no votar; es igualmente difícil entender porqué el interés de los partidos se limita al voto duro.
Una explicación puede ser el bajo nivel cultural de tipo cívico; decir ciudad, ciudadano o cívico, hace referencia al interés de la persona por los asuntos de la ciudad o de la sociedad; un buen nivel cultural de la ciudadanía incluye atención, interés y responsabilidad por la buena marcha de la sociedad en sus distintos niveles; pensemos en culturas antiguas como la griega o la romana. En México, la cultura ciudadana es aún de mirada corta o miope, centrada más en alcanzar la satisfacción de intereses parciales o egoístas.
Es más difícil de comprender desde la perspectiva del Cristianismo, porque un alto porcentaje de bautizados se comporta pasiva, apática y abúlicamente en materia electoral. Quizá sea porque considera el Bautismo y el Cristianismo sólo como ritos a cumplir sin compromiso posterior. El bautizado no se siente responsable del gobierno del mundo; sólo espera que los mecanismos cósmicos funcionen mecánicamente bien a su favor.
El Cristianismo se sostiene básicamente en la fe, la esperanza y la caridad, virtudes que campean en las tres grandes Encíclicas de Benedicto XVI. De la tercera, “La Caridad en el Verdad”, tomaré unos pocos renglones para iluminar el compromiso social cristiano.
La caridad, revestida de verdad, muerte y resurrección “es la fuerza principal impulsora del auténtico desarrollo de cada persona y de toda la humanidad, es la vía maestra de la doctrina social de la Iglesia y de la pastoral social” (1); y la actividad política es parte de estas
El amor de caridad, “es una fuerza extraordinaria que mueve a las personas a comprometerse con valentía y generosidad en el campo de la justicia y de la paz. Es una fuerza que tiene su origen en Dios, Amor eterno y Verdad absoluta” (1); y quienes poseen este amor de caridad, son capaces de generosidad y sinceridad grandes por el bien común.
Así pues, para que la actividad política sea auténtica ha de ir revestida de amor de caridad, de verdad, de muerte y resurrección. Y estamos entendiendo por actividad política, toda buena acción humana, conscientemente puesta a favor de los demás, a favor de la “polis” esto es a favor de la ciudad como lugar donde habitamos muchos. Autentica actividad política o amor de caridad social, “donde cada uno encuentra su propio bien asumiendo el proyecto que Dios tiene sobre él, para realizarlo plenamente; en efecto, encuentra en dicho proyecto su verdad, y aceptando esta verdad, se hace libre. Por tanto, defender la verdad, proponerla con humildad y convicción, y testimoniarla en la vida con formas exigentes e insustituibles de caridad” (1).
“La caridad da verdadera sustancia a la relación personal con Dios y con el prójimo; no es sólo el principio de las micro-relaciones, como en las amistades, la familia, el pequeño grupo; sino también de las macro-relaciones sociales, económicas y políticas” (2).
En fin: “la caridad es la vía maestra de la doctrina social de la Iglesia” (2).

Durango, Dgo. 12 de julio del 2009.

Héctor González Martínez
Arz. de Durango.

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