Entradas

¿Votar o no votar?

Es importante la participación electoral, porque votar es derecho elemental de cada ciudadano a participar en política. ¿Por qué algunas personas votan y otras no? Aunque existe en el mundo una expansión de la democracia, hay países con una democracia más avanzada, también existe una tendencia a la disminución de la participación en las elecciones a través del voto. Existen diversas causas que lo explican. En algunos países existen incentivos administrativos para que la gente salga a votar. Cuidan sobre como a la gente le convendría votar, dándoles facilidades para ello, votaciones en dos días, el día de la elección es festivo y se hacen concesiones en las costos de transporte para los que tengan que trasladarse para votar. Esto ha aumentado la participación electoral. En otros se puede votar de forma adelantada por correo, se colocan casillas especiales en hospitales, casas de asilos, embajadas, etc. El hecho de registrarse y tener una credencial para poder votar, exige un esfuerzo mayor, registrarse o renovar la credencial y después acudir a votar.
En estas próximas elecciones, en nuestro país, se podrían quedar muchos ciudadanos sin votar porque no renovaron su credencial a tiempo, otros no tuvieron tiempo de hacerlo, otros simplemente les implica un esfuerzo y no quisieron hacerlo, parecen que en las elecciones federales de 2012, serán millones los que no votarían ya que no se registraron o no renovarán su credencial.
¿Cuáles son las causas que inclinan a los electores a votar por un partido, por un candidato y no por otro? Existen varias explicaciones. Algunas características sociales de los individuos influyen para que existan niveles altos de participación electoral, y son: altos niveles de ingreso y educación, género masculino y edad madura; las personas con estatus social alto tienen el tiempo, la información, el conocimiento y el dinero para involucrarse en política. En general los jóvenes son quienes menos intenciones tienen de acudir a votar.
Otra explicación de la participación política se explica por el sentimiento de adhesión a un partido político o, como se ha constatado en estos últimos procesos, a un candidato. La identificación partidista que se origina dentro de la familia y posteriormente, en la vida adulta, ayuda a juzgar no sólo si es útil votar sino también por cuál partido o candidato hacerlo. La afinidad partidista es la norma que define lo bueno, lo malo, lo aceptable e inaceptable del mundo político. Generalmente, aquellos ciudadanos que han creado lazos fuertes con algún partido político tienden a participar más que aquellos que no sienten afinidad partidista alguna.

Hoy los ciudadanos tienen una mejor perspectiva acerca de por qué y por quién votar. Se concentran sobre todo en la satisfacción de sus necesidades elementales, la necesidad de terminar con la inseguridad y la violencia, de obtener un trabajo; salvaguardar sus valores, especialmente los familiares. Pero en la práctica, no se está bien informado sobre los partidos y candidatos, tampoco en los beneficios de ir a votar.
La realidad que se vive en estos momentos, es que existe una gran desconfianza en las instituciones y en los procesos electorales; ya no se cree ni se acepta a los partidos políticos ni su ideología; en las campañas se siguen haciendo gastos excesivos. Los ciudadanos no encuentran, en los candidatos, personas que puedan asegurarles una vida más democrática, trabajo digno y solución a los problemas de inseguridad y violencia que se viven. Muchos optan por no participar y no votar. Se sabe del daño que hace a la representatividad una insuficiente participación en las elecciones, porque cuando son pocos los que votan, es el voto de unos cuantos el que define la elección. Quienes resultan electos tienen que enfrentar, además del descontento y la sospecha de quienes no obtuvieron la mayoría, la falta de legitimidad, pues ejercerán legalmente la representación que se les confía, pero sin la necesaria aceptación y el respaldo de la ciudadanía.
Tenemos la oportunidad de ejercer nuestro derecho y nuestro deber como ciudadanos libres de votar por quien pueda ser el mejor gobernador, el mejor diputado/a, el mejor presidente/a municipal. La participación con el voto es una efectiva contribución para una vida más democrática.

Durango, Dgo., 30 de Mayo del 2010.

+ Enrique Sánchez Martínez
Ob. Aux. de Durango
email:episcopeo@hotmail.com

La organización de la sociedad civil y la democracia

Otro tema que asume el “Mensaje Pascual con Motivo del proceso electoral 2010”, es el de las instituciones civiles, que “constituyen el armazón sobre el que se construye el Estado democrático…la salud democrática se mide muchas veces por el funcionamiento de sus instituciones…en la búsqueda de esta buena democracia, las instituciones tienen que estar a la altura de lo que se espera de ellas….tan necesarias para la solidez de la sociedad, representan por mucho un garante en la consecución del valor de la democracia”. Pero ¿qué son las instituciones civiles? Son los grupos organizados de la sociedad que tienen una existencia formal y que no tienen un interés de política partidista y además persiguen objetivos de organización, promoción de sus derechos fundamentales y ayuda a la misma sociedad. Estas instituciones siempre han estado presentes en la sociedad, incluso son anteriores al Estado, como la familia, el pueblo, la nación, etc., además de los nuevos grupos intermedios que han ido apareciendo. Los obispos mexicanos en su Carta Pastoral “Del encuentro con Jesucristo a la solidaridad con todos”, afirman “… es necesario insistir que una democracia, sin un entramado institucional y cultural fundado en valores y principios basados en la dignidad humana, fácilmente degenera en demagogia y en fórmulas políticas contrarias a la libertad y la justicia” (num. 261).
Hoy es muy común oír hablar sobre la Sociedad Civil o de las Organizaciones no gubernamentales, y no se puede negar su existencia, sobre todo por el rol que juegan en la vida democrática de un país. Para garantizar una participación democrática en las elecciones para gobernador, diputados locales y presidentes municipales, es necesaria la presencia de estas organizaciones civiles, sobre todo para promover la participación y ejercer el derecho a votar, además la vigilancia del proceso electoral y evitar posibles fraudes.
La realidad es que constatamos que no hay una conciencia arraigada de participación a través de estas sociedades civiles, pero ante la poca confianza que se tiene en los partidos políticos, el camino más viable es la organización civil. Es el tiempo de la sociedad civil.
El “Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia”, propone una reflexión de valoración de la sociedad civil, haciendo una distinción entre la comunidad política y la sociedad civil. La comunidad política se constituye para servir a la sociedad civil, de la cual deriva. La sociedad civil es un conjunto de relaciones y de recursos, culturales y asociativos, autónomos del ámbito político y del económico, los fines que persigue la sociedad civil alcanza a todos, en cuanto persigue el bien común, del cual es justo que participen todos y cada uno. Se caracteriza por su capacidad de iniciativa, orientada a favorecer una convivencia social más libre y justa, en la que los diversos grupos de ciudadanos se asocian y se movilizan para elaborar y expresar sus orientaciones, para hacer frente a sus necesidades fundamentales y para defender sus legítimos intereses (num. 417).
La comunidad política y la sociedad civil, aun cuando estén recíprocamente vinculadas y sean interdependientes, no son iguales en la jerarquía de los fines. La comunidad política está esencialmente al servicio de la sociedad civil y, como consecuencia, está al servicio de las personas y de los grupos que la componen. “La sociedad civil, por tanto, no puede considerarse un mero apéndice o una variable de la comunidad política: al contrario, ella tiene la preeminencia, ya que es precisamente la sociedad civil la que justifica la existencia de la comunidad política” (num. 418).
El Estado debe aportar un marco jurídico adecuado para el libre ejercicio de las actividades de los nuevos sujetos sociales que van apareciendo (de la sociedad organizada) y estar preparado a intervenir, cuando sea necesario y respetando el principio de subsidiaridad, para orientar al bien común, la relación entre las libres asociaciones activas en la vida democrática.
Si no simpatizas con algún partido político o candidato, puedes organizarte y asociarte con otros para participar activamente en la vida democrática de nuestro país.

Durango, Dgo., 23 de Mayo del 2010.

+ Enrique Sánchez Martínez
Ob. Aux. de Durango
email:episcopeo@hotmail.com

El mundo digital (blogs, sitios web, gadgets, redes sociales) al servicio del Evangelio

Hoy es casi imposible imaginar la existencia de la familia humana sin la presencia de los medios de comunicación social. El Papa Benedicto XVI en “Caritas in veritate” (num. 73), nos invita a hacer una “seria reflexión”, sobre su influjo en la vida social, en la cultura de la globalización y en el desarrollo de los pueblos, porque éstos hoy son capaces de determinar los cambios en el modo de percibir y de conocer la realidad y la misma persona humana. Hay que buscar su fundamento antropológico para hacer una correcta reflexión sobre su sentido y su finalidad. Desde esta perspectiva, los medios pueden ser ocasión de humanización, ya que pueden ofrecer mayores posibilidades para la comunicación y la información y además, se pueden orientar y organizar bajo la luz de la persona y el bien común, reflejando sus valores universales.
“El mero hecho de que los medios de comunicación social multipliquen las posibilidades de interconexión y de circulación de ideas, no favorece la libertad ni globaliza el desarrollo y la democracia para todos. Para alcanzar estos objetivos se necesita que los medios de comunicación estén centrados en la promoción de la dignidad de las personas y de los pueblos, que estén expresamente animados por la caridad y se pongan al servicio de la verdad, del bien y de la fraternidad natural y sobrenatural”. En este sentido los medios están llamados a ser instrumentos en la búsqueda de la justicia, de la libertad y de la unidad de la familia humana.
Los medios no sustituyen las relaciones personales ni la vida comunitaria, jamás podrán sustituir a la familia. Pero nos ofrecen posibilidades inimaginables para promover los valores cristianos. “Nos ofrecen la posibilidad de extender casi sin límites el campo de audición de la Palabra de Dios, haciendo llegar la Buena Nueva a millones de personas”. Por otro lado es uno de los “areópagos” (grupo de personas ajenas al Evangelio) que, como misioneros, debemos evangelizar (Aparecida num. 491).
Este domingo celebramos la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. El Papa Benedicto XVI ha titulado su mensaje: “El sacerdote y la pastoral en el mundo digital: los nuevos medios al servicio de la Palabra”. En el marco del “Año sacerdotal”, “Pone en primer plano la reflexión sobre un ámbito pastoral vasto y delicado como es el de la comunicación y el mundo digital, ofreciendo al sacerdote nuevas posibilidades de realizar su particular servicio a la Palabra y de la Palabra”. Desde hace tiempo, un buen número de sacerdotes ha hecho el esfuerzo de utilizar los medios para desempeñar mejor el servicio pastoral. Es muy común el uso de “periódicos parroquiales”, de “revistas”, de “programas o mensajes en las “estaciones de radio”; también ha aumentado la presencia de los sacerdotes en “programas de televisión”; lo mismo ha sucedido con el uso del “internet”, varias parroquias tienen su sitio en la web. Pero desafortunadamente, aún no hemos entrado de lleno a este mundo digital.
Las nuevas vías de comunicación que se han abierto son un instrumento indispensable para responder a las situaciones que hoy requieren el anuncio del Evangelio, especialmente a los jóvenes. Estos nuevos caminos de comunicación ofrecen la oportunidad de una capacidad de expresión casi ilimitada y abre importantes perspectivas. Ante estas oportunidades nuestra responsabilidad del anuncio del Evangelio no solamente aumenta, sino que se hace más acuciante y reclama un compromiso más intenso y eficaz.
El compromiso de nuestros sacerdotes es adquirir la capacidad de participar en el mundo digital en constante fidelidad al mensaje del Evangelio, solo así podrán ser efectivos animadores de sus comunidades. Deben anunciar el Evangelio valiéndose no sólo de los medios tradicionales, sino también de los que aporta la nueva generación de medios audiovisuales (foto, vídeo, animaciones, blogs, sitios web, redes sociales), que son ocasiones inéditas de diálogo e instrumentos útiles para la evangelización y la catequesis.
El sacerdote podrá dar a conocer la vida de la Iglesia y ayudar a las personas de hoy a descubrir el rostro de Cristo mediante estos medios, esto será posible si aprenden a manejarlos y, sobre todo, con una sólida preparación teológica y una honda espiritualidad sacerdotal, alimentada por la oración. En el contacto con el mundo digital, el presbítero debe trasparentar, más que la mano de un simple usuario de los medios, su corazón de consagrado que da alma no sólo al compromiso pastoral que le es propio, sino al continuo flujo comunicativo de la “red”.
La pastoral en el mundo digital debe mostrar a las personas de nuestro tiempo y a quienes están desorientados que “Dios está cerca, que en Cristo todos nos pertenecemos mutuamente” y ¿Quién mejor que un hombre de Dios, el sacerdote, puede desarrollar y poner en práctica, a través de los nuevos medios digitales, una pastoral que haga vivo y actual a Dios en la realidad de hoy? Es a ellos a quienes les corresponde ofrecer a quienes viven éste mundo “digital” los signos necesarios para reconocer al Señor, darles la oportunidad de educarse para la espera y la esperanza, y de acercarse a la Palabra de Dios que salva y favorece el desarrollo humano integral.
Los nuevos medios ofrecen sobre todo a los presbíteros perspectivas pastorales siempre nuevas y sin fronteras, que los invitan a valorar la dimensión universal de la Iglesia para una comunión amplia y concreta; a ser testigos en el mundo actual de la vida renovada que surge de la escucha del Evangelio de Jesús, el Hijo eterno que ha habitado entre nosotros para salvarnos.
Hermanos sacerdotes ¡no tengamos miedo de este nuevo mundo digital¡ mas bien, tengamos miedo a quedarnos rezagados y no aprovechar lo que estas nuevas vías de comunicación nos ofrecen para cumplir el mandato del Señor. No tengamos miedo de echar las redes en el mar del mundo digital. Además, tenemos a nuestro lado a nuestros fieles laicos, que son expertos en este campo y que siempre estarán dispuestos a navegar, junto con nosotros, por estos nuevos océanos.

Durango, Dgo., 16 de Mayo del 2010.
+ Enrique Sánchez Martínez
Ob. Aux. de Durango
email:episcopeo@hotmail.com

¿En Durango, se vive una auténtica democracia?

La democracia en nuestro Estado, es apenas incipiente, lo que señala el Mensaje de la Arquidiócesis de Durango, nos revela algunos datos de la poca participación y de la poca cultura democrática que vivimos. El campo de la democracia es muy amplio y no se reduce a la sola participación de unos comicios electorales. En el episcopeo del 25 de abril, cité la Encíclica “Centesimus annus” (num. 46), en donde se encuentra una exposición clara y explícita de lo que es la democracia: “La Iglesia aprecia el sistema de la democracia, en la medida en que asegura la participación de los ciudadanos en las opciones políticas y garantiza a los gobernados la posibilidad de elegir y controlar a sus propios gobernantes, o bien la de sustituirlos oportunamente de manera pacífica…Una auténtica democracia es posible solamente en un Estado de derecho y sobre la base de una recta concepción de la persona humana…”
Es oportuno que tengamos claro, cuales son los elementos que contiene un sistema democrático, porque es a donde nos debemos dirigir como sociedad, es de lo que deben hablar y exponer en sus propuestas de gobierno los candidatos y hacia donde nos deben conducir quienes sean elegidos. En una democracia los gobernados deben tener asegurada su participación política (1), es decir debe garantizar la organización de la elección de sus gobernantes a través del voto secreto y libre; pero también la participación de los gobernados en la actuación de quienes ejercen el poder (2) para “controlar” a quienes no cumplan como autoridades, una especie de auditoría ciudadana en la que se le de seguimiento a quienes gobiernan. “El acceso a la información y la liberalización de los medios masivos de comunicación, permiten que la ciudadanía se informe de los errores, excesos, abusos, atropellos, irregularidades y hasta delitos cometidos por sus gobernantes, pero no existe forma de sancionarlos, lo que provoca sentimientos de decepción y frustración. La difusión pública de los escándalos y la ausencia de vías para sancionar a los malos gobernantes, acrecienta la percepción de impunidad, una de las grandes debilidades del Estado mexicano (Conferencia del Episcopado Mexicano. No hay democracia verdadera y estable sin participación ciudadana y justicia social, num. 14).
Otro elemento importante es el Estado de derecho (3) en el que debe estar cimentada la democracia; esto es, que exista una real procuración, impartición y ejecución de la justicia. Si no existe esto, tendrá como efecto la impunidad y las deficiencias en la administración de la justicia, que lleva a incapacidad, irresponsabilidad, corrupción social y hasta infiltración de la delincuencia organizada en las instituciones del Estado, que genera violencia e inseguridad como desde hace años, lo estamos viviendo. Otro pilar de la democracia es una recta concepción de la persona humana (4), y requiere de condiciones, estructuras que garanticen la promoción de las personas, entre otras la educación, la formación de los verdaderos ideales, etc.
El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, afirma: “Una auténtica democracia no es sólo el resultado de un respeto formal de las reglas, sino que es el fruto de la aceptación convencida de los valores que inspiran los procedimientos democráticos: la dignidad de toda persona humana, el respeto de los derechos del hombre, la asunción del «bien común» como fin y criterio regulador de la vida política. Si no existe un consenso general sobre estos valores, se pierde el significado de la democracia y se compromete su estabilidad (num. 407). Tendremos que ser exigentes con los candidatos respecto a estos valores, de si están dispuestos a asumirlos o no. Por eso no solo hay que elegirlos, sino también vigilarlos, es en base a ello como se podrá establecer una vivencia de la democracia.
El Mensaje señala en cuanto a: “El ejercicio de la democracia, fundamentalmente, es un «ordenamiento» y, como tal, un instrumento y no un fin. Su carácter «moral» no es automático, sino que depende de su conformidad con la ley moral a la que, como cualquier otro comportamiento humano debe someterse; esto es, depende de la moralidad de los fines que persigue y de los medios de que se sirve…. Nos encontramos ante una realidad plural, muy desafiante, que tiene distintos orígenes y que nos presentan las variadas actitudes y comportamientos frente a los procesos democráticos, concretamente a las elecciones, que son sólo una de las varias expresiones democráticas…. sin embargo es necesario que se promueva una democracia participativa, basada en la promoción y respeto de los derechos humanos, pues una democracia sin valores, como los mencionados, se vuelve fácilmente una dictadura y termina traicionando al pueblo” (num. 3).
Para los católicos el camino para tomar una decisión y elegir a nuestros gobernantes está claro. Hay que ver a quien de los candidatos realmente le interesa la democracia, quién habla de los derechos de las personas, a quien le interesa la dignidad de los más pobres, de los que no tienen trabajo, de la corrupción en las esferas de gobierno, de la impunidad, de los que han sufrido la violencia e inseguridad, especialmente de esto último nuestro pueblo quiere propuestas y respuestas concretas.

Durango, Dgo., 9 de Mayo del 2010.

+ Enrique Sánchez Martínez
Ob. Aux. de Durango
email:episcopeo@hotmail.com

“La indiferencia, la apatía, el conformismo, laceran gravemente el auténtico valor de la democracia”

La segunda postura que señala el Mensaje de la Arquidiócesis respecto al análisis de la Democracia en nuestro Estado de Durango: “hay quienes desde la indolencia e irresponsabilidad, tampoco se interesa en la participación electoral, absteniéndose de votar… se hace campaña a favor del así llamado ‘voto blanco’, como un abierto repudio a los partidos”. Indolencia se entiende cuando hay incapacidad, o pereza, o desidia, ante la oportunidad que se tiene de elegir a los gobernantes, simplemente como que viven “ajenos”, o como que pretenden huir de la realidad y esconden la cabeza. La tercera postura es “Hay quienes consideran que algunos candidatos solo anhelan el poder por el poder como afán por las ventajas y el lucro económico”: esta convicción también desanima a los ciudadanos a votar, al ver que el único interés de los candidatos es llegar al poder para enriquecerse. Desafortunadamente hemos visto que “casi todos” los que han gobernado, han terminado enriqueciéndose, con propiedades, negocios, cuentas bancarias, personales, a nombre de familiares o socios, etc. Este “casi todo” es como para ver “si hubiera aunque sea un justo”, pero la realidad es que nadie se escapa. Lo más grave es que nuestro pueblo en muchas ocasiones lo acepta y a veces lo justifica diciendo “es que en la campaña gastó mucho dinero, gastó todos sus ahorros y también muchos lo apoyaron”, tiene derecho a aprovecharse y sacar lo que invirtió y hasta mucho mas.
Los obispos mexicanos en la Carta Pastoral “Del encuentro con Jesucristo a la solidaridad con todos”, señalan otra realidad que también existe en nuestro Estado, “… en ciertos ambientes se realizan prácticas intimidatorias que disminuyen gravemente la libertad en el ejercicio del voto. Más aún, en ciertos lugares se reconoce que existe el “voto del miedo”, cuando la ignorancia y las múltiples pobrezas de nuestro pueblo son aprovechadas de un modo deshonesto para promover formas diversas de fraude electoral” (num. 258). Se cuentan muchas historias de cómo los dirigentes de los partidos “obligan” a votar por su candidato.
La democracia también ha sido afectada por los tiempos difíciles que vivimos: existe pasividad provocada por el pesimismo y el miedo ante la inseguridad, no hay empleo; hay desaliento porque no se conoce la realidad o no se pueden enfrentar los problemas. Nos ha afectado la crisis financiera global, especialmente la reducción de las remesas que envían nuestros connacionales de USA, y han agudizado la vulnerabilidad de algunos sectores, especialmente los que dependen de ello; hay conformismo, sumisión. Nos ha afectado también la carestía, la situación del campo que ha sido olvidado, la migración hacia la ciudad, la pobreza, las desigualdades, entre otras cosas, esto ha provocado insatisfacción. Especialmente la violencia, que es un hecho en Durango, agravia a la sociedad y lastima la convivencia social. El aumento del crimen organizado con la presencia de grupos de poder que desafían al Estado, “pareciera que han rebasado todas las instancias de gobierno”; el clima de inseguridad y el deficiente sistema de procuración de justicia; el aumento de la corrupción, la impunidad, han provocado una crisis de sentido ético en nuestra sociedad.
Una característica importante de la democracia es la participación de los ciudadanos en las elecciones ejerciendo del derecho-deber de “votar”. Todo lo que se ha señalado anteriormente, disminuye, frena, desalienta, la participación de los ciudadanos. El año pasado en las elecciones federales solo el 42.13% de los que deberían votar lo hicieron, casi el 58% no votó. Esto nos revela que si en este proceso electoral, persisten el pesimismo, el miedo, el conformismo, la sumisión, indolencia, irresponsabilidad, la democracia en nuestro Estado resultará gravemente dañada. Una vez más se constatará el bajo nivel de cultura ciudadana, nuestro bajo nivel en conciencia democrática. Desgraciadamente constatamos que son los católicos quienes “se comportan de manera pasiva, apática y abúlicamente en materia electoral”; es posible que la evangelización en nuestra arquidiócesis no haya llegado a esos ambientes, o quizá ellos no aceptan que los valores del Evangelio lleguen al ambiente de la política. Esta realidad es también nuestra responsabilidad, es un reto para la misión evangelizadora de la Iglesia.

Durango, Dgo., 2 de Mayo del 2010.

+ Enrique Sánchez Martínez
Ob. Aux. de Durango
email:episcopeo@hotmail.com

“Todo está arreglado, ningún partido o candidato merece la confianza. Así es en Durango?”

El Mensaje de la Arquidiócesis de Durango con motivo de las Elecciones del 2010 en el Estado, contiene temas fundamentales que es necesario resaltar y profundizar. Es necesario no tomar a la ligera, o superficial lo que se dice en el mensaje, quien lo tome de esa manera, no podrá hacer una lectura correcta del mismo. Desde el inicio del documento los obispos queremos hacer resaltar el valor de la Democracia, en este “momento político sin precedentes”, sin duda se refiere a las características de este proceso electoral, pero también a la realidad de pobreza, violencia, falta de empleo, corrupción, desesperanza, miedo, que nuestro pueblo vive. “Contemplamos una gran oportunidad para fortalecer la Esperanza, con la que pretendemos hacer de la democracia un estilo de vida para valorar críticamente las experiencias, aprender de ellas y generar actitudes nuevas que nos permitan decidir el rumbo de nuestra historia”. Estas elecciones “representan para los hombres y mujeres que habitamos este espacio… de nuestro país, interesados en contribuir a la cultura de la democracia, como un importante valor para nuestro pueblo, anhelando que ella sea un valor estable y verdadero y que se vea cimentada en la justicia social, en la que se resalte la auténtica división de poderes y la vigencia del estado de derecho.
Esta es nuestra intención, hacer que quienes van a elegir a sus gobernantes, quieran en verdad la democracia como un estilo de vida, y además que voten por los candidatos que nos puedan conducir por este camino. La realidad de la democracia en el Estado de Durango es aún muy pobre, quizá no hemos iniciado. En general no existe una conciencia política, una cultura de la sociedad para vivir y exigir gobiernos más democráticos. Como que “vivimos al día”, es decir, “Cada vez que se aproximan los comicios electorales, el pueblo despierta a la esperanza, pensando que todo puede cambiar, que las circunstancias pudieran mejorar. Pero… las mayorías permanecen indiferentes y apáticas, resignadas a cargar la pesante loza del conformismo que somete. Realidad nociva que lacera desde hace muchos años el principio del auténtico valor de la democracia…”.
Porqué la indiferencia y la apatía? Porqué el conformismo? Porqué hemos avanzado muy poco en cultura política? El documento presenta actitudes que se han tomado cuando vienen elecciones y plantea fundamentalmente tres posturas contradictorias:
Primero hay “personas que fácilmente se justifican y dan razones para no votar, afirmando manipuleo de los votos, sosteniendo que todo está arreglado y que definitivamente ningún partido o candidato merece la confianza”, es más, hay cierto repudio a los partidos. La verdad es que al ver nuestra historia y a lo que hemos llegado, cuando se ha dado confianza y se ha votado por un partido y un candidato, pero al llegar al poder se olvidaron de las promesas de campaña, jamás regresaron a “cumplir”. La sensación que les queda es que solo fue una manipulación, un engaño. Prueba de ello, y de fecha reciente, varias carreteras secundarias deterioradas por muchos años, que comunican poblaciones numerosas e importantes, cuando iniciaba la campaña, se presentaban los candidatos con máquinas y con discursos para prometer ¡ahora sí, la pavimentación de esta importante carretera! Existen muchas promesas incumplidas a lo largo de los años, han pasado sexenios y gobernantes, se ha cansado nuestro pueblo. Los partidos políticos han perdido credibilidad. Esto es algo muy serio. Lo que fundamentaba su existencia y su acción política ha sido puesta en duda, las ideologías poco a poco han desaparecido o se han ido modificando. Ya no responden a las expectativas de la sociedad. Hoy ellos mismo buscan fincar su presencia y triunfo, por el candidato que presentan, la ideología del partido…. posiblemente ya ni creen en ella. Reflexionaremos en las otras posturas enunciadas en el mensaje.
En “Centesimus annus”, el papa Juan Pablo II, decía: “La Iglesia aprecia el sistema de la democracia, en la medida en que asegura la participación de los ciudadanos en las opciones políticas y garantiza a los gobernados la posibilidad de elegir y controlar a sus propios gobernantes, o bien la de sustituirlos oportunamente de manera pacífica. Por esto mismo, no puede favorecer la formación de grupos dirigentes restringidos que, por intereses particulares o por motivos ideológicos, usurpan el poder del Estado. Una auténtica democracia es posible solamente en un Estado de derecho y sobre la base de una recta concepción de la persona humana. Requiere que se den las condiciones necesarias para la promoción de las personas concretas, mediante la educación y la formación en los verdaderos ideales, así como de la “subjetividad” de la sociedad mediante la creación de estructuras de participación y de corresponsabilidad (No 46).
Tenemos la posibilidad de “elegir, controlar o de sustituir” a los gobernantes que nos aseguren o no, una mayor y auténtica democracia en nuestro Estado de Durango: gobernador, presidentes municipales, diputados locales.

Durango, Dgo., 25 de abril del 2010.

+ Enrique Sánchez Martínez
Ob. Aux. de Durango
email:episcopeo@hotmail.com

Asamblea del Episcopado Mexicano

Los obispos mexicanos reunidos en Asamblea Plenaria nos reunimos esta semana con el objetivo de “revisar y aprobar los programas de las Comisiones Episcopales de la CEM para un eficiente servicio de comunión y colegialidad”, estos programas que se han propuesto, tienen la finalidad de “animar, promover y orienta la pastoral integral en todo el país”, a través de una eficaz interlocución con las comisiones de cada provincia eclesiástica y por supuesto de cada diócesis. Estos programas se han elaborado a la luz de los Estatutos del Episcopado Mexicano, del Mensaje del Sínodo del 2008 “La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia”, todo con el fin de asumir con mayor compromiso la Misión Continental Permanente.
Uno de los aspectos fundamentales de esta reunión y los compromisos que de ella emanan, es el discernimiento, que como pastores del Pueblo de Dios, realizamos a la luz de la Palabra de Dios y de la misión a nosotros confiada. En la homilía de clausura decía Mons. Carlos Garfias: “Nuestro ministerio de obispos de la Iglesia en México…exige demasiado de nosotros… en los aspectos organizativos tan absorbentes, los compromisos múltiples, las necesidades numerosas; pero en la vida de un sucesor de los Apóstoles el primer lugar debe estar reservado para Dios, principio de sabiduría, que nos conduce a discernir nuestra realidad desde la vida del Resucitado y nos permite tener mirada de misericordia e inclusión… solo cuando Dios es parte de nuestra vida podemos interpretar nuestra realidad desde la misericordia que no condena sino salva, cambia y transforma. Desde aquí entonces, discernir es optar y, en concreto, optar por el reinado de Dios… discernir desde esta visión no es otra cosa que aprender a vivir la vida haciendo opciones en la línea más humanizante y humanizadora… hoy tenemos la encomienda seria de discernir la realidad no condenándola sino viendo la manifestación de Dios en esta realidad concreta y muchas veces caótica y angustiante… solo así, teniendo como principio de interpretación de la realidad, la mirada misericordiosa de Dios… es como podremos preservar a la Iglesia Católica, nuestra madre, de tantos embates que está sufriendo, y de la justa purificación que requerimos asumir para vivir”.
Desde este principio, con la ayuda de la Palabra, en la lectio divina y lectio pastoralis, hemos aprobado los programas en las Comisiones Episcopales, con sus diferentes Dimensiones, a saber: 1. Pastoral Profética, 2. Pastoral Litúrgica, 3. Pastoral Social, 4. Vocaciones y Ministerios, 5. Diálogo Interreligioso y Comunión, 7. Pastoral de la Comunicación, 8. Solidaridad Intraeclesial. Estos programas se concretarán en las Provincias Eclesiásticas y de ahí a las diferentes Diócesis del país.
Concluimos la Asamblea en la fraternidad, en la comunión y en la colegialidad como pastores del Pueblo de México, dispuestos a seguir al Maestro, al Señor Resucitado, que está con nosotros, sosteniéndonos en el camino.
Necesitamos discernir como Arquidiócesis en Durango, la realidad que vivimos, y desde ella, asumir también nuestro compromiso pastoral y misionero. El camino trazado es volver nuestra atención al Resucitado para, desde la experiencia vivificante del encuentro con Él, asumir nuestros planes pastorales y emprenderlos una vez más. La Misión Diocesana que iniciamos hace algunos años y que ahora vive su Etapa de la Familia, se encuadra en la Misión Continental a la que estamos invitados y que debemos asumir con mayor entrega y compromiso, con mejor ánimo y motivación. Los obispos queremos ser los primeros en ser los “servidores de Jesucristo para su Pueblo”, los primeros en dar testimonio de la vida nueva que Jesús nos ha traído, los primeros en anunciar el triunfo de Jesús sobre la muerte, sobre el pecado.

Durango, Dgo., 18 de abril del 2010. + Enrique Sánchez Martínez
Ob. Aux. de Durango
email:episcopeo@hotmail.com

Las elecciones del 2010, una gran oportunidad para Durango?

Fieles a la misión que nos ha sido confiada por Cristo, los obispos de la Arquidiócesis de Durango hemos publicado un “Mensaje Pascual con motivo del proceso electoral del 2010 en la Arquidiócesis”. Como pastores atentos al rebaño, a sus necesidades, a sus problemas, constantemente hemos ayudado a nuestros fieles a reflexionar y profundizar sobre los valores fundamentales en lo que se refiere a la convivencia social y cuando es el momento de elegir a nuestros gobernantes. Nuestro objetivo es “motivar a los fieles ciudadanos a la participación responsable” y nuestra aportación es: desde la realidad de cómo se presenta la situación socio-política, subrayar los principios éticos en los que debemos fijarnos y que deberán estar presentes tanto en los partidos como en los candidatos a lo largo de la contienda electoral, sobre todo cuando nos expongan los proyectos de cómo pretenden mejorar la situación de nuestro Estado, si el voto les favorece; hacer algunas recomendaciones a todos los que participan: ciudadanos, autoridades electorales, partidos políticos, candidatos aspirantes a gobernar, la sociedad civil y en especial a los sacerdotes, a la luz de la doctrina de Cristo y del rico magisterio social que posee la Iglesia.
Muchos ven en el proceso de este año, y así también los vemos nosotros, “un momento político sin precedentes, de connotaciones inéditas”, pero ¿realmente es así?, ¿realmente es el momento de hacer cambios en el cómo ha sido gobernado nuestro Estado?, ¿es el momento de hacer de la democracia un estilo de vida, de verdad?, nuestro pueblo necesita que haya cambios, ¿pero los quiere?, ¿quién quiere esos cambios? Hay serias dudas acerca de esto, por la forma de cómo se fueron formando las coaliciones, las negociaciones entre ellos, las divisiones internas de los partidos, las salidas de los que no alcanzaron un lugar como candidatos, etc. Es cierto de que en toda democracia debe haber negociaciones, acuerdos. Pero la experiencia de nuestro pueblo, los ojos críticos de muchos no lo ven así, han pasado muchas elecciones, muchas promesas, muchos proyectos de campaña, y la realidad no se ha modificado, los signos negativos han aumentado, la pobreza, el desempleo, la corrupción, solo unos cuantos se enriquecen, la violencia y la inseguridad, la migración en busca de trabajo, etc. Parece que los esfuerzos que se han hecho no son suficientes, porque los problemas fácilmente rebasan lo realizado, se necesita un esfuerzo y un compromiso extraordinario de todos.
Cada proceso electoral es una gran oportunidad de cambio y de renovación de nuestro compromiso por mejorar la calidad de nuestra vida. En el mensaje abordamos varios temas que son fundamentales. En la primera parte que es el análisis de la realidad: la democracia, la participación ciudadana y el abstencionismo, los desequilibrios económicos de la globalización, una economía dependiente de los recursos estatales, la violencia y la inseguridad, el crimen organizado, el pesimismo y el miedo de nuestro pueblo, la pobreza, la carestía y los bajos salarios, la crisis de sentido ético que lleva a la corrupción, a la impunidad. En la segunda parte que es la iluminación doctrinal, los temas son: principio de laicidad y el rol de la Iglesia, la democracia, la participación ciudadana, la transparencia en las elecciones, etc. En la tercera parte abordamos temas fundamentales como: la participación ciudadana, las asociaciones de la sociedad civil, el abstencionismo, el voto, los candidatos y los partidos políticos, los medios de comunicación social, la participación de los sacerdotes, las autoridades electorales. Pero faltan otros temas que también son importantes y que hoy afectan nuestro futuro, como: la educación, la cultura, la ecología, especialmente el cuidado del agua y la contaminación, el cuidado de nuestras familias, los derechos humanos y la libertad religiosa, etc.
Los invitamos a escuchar la voz de sus pastores, es el pastor el que está atento al lobo que quiere hacer daño a las ovejas, especialmente a la más débil, a la enferma y que necesita cuidados. Los invitamos a “participar” activamente en la elección de los próximos gobernantes de nuestro Estado y seamos responsables de ello. Pidamos claridad en proyectos y compromiso ético de los candidatos, para poder votar por ellos.

Durango, Dgo., 4 de abril del 2010.
+ Enrique Sánchez Martínez
Ob. Aux. de Durango
email:episcopeo@hotmail.com

Los Derechos y Deberes del hombre y de los pueblos

Unido al tema de los derechos se encuentra el de los deberes del hombre, que el Magisterio de la Iglesia lo ha señalado constantemente. Hay que recordar la recíproca complementariedad entre derechos y deberes, indisolublemente unidos, sobre todo en la persona humana que es su sujeto titular. Este vínculo presenta también una dimensión social: En la sociedad humana, a un determinado derecho natural de cada hombre corresponde en los demás el deber de reconocerlo y respetarlo. Constantemente la Iglesia ha subrayado la contradicción que existe en una afirmación de los derechos que no conlleve una responsabilidad: Por tanto, quienes, al reivindicar sus derechos, olvidan por completo sus deberes o no les dan la importancia debida, se asemejan a los que derriban con una mano lo que con la otra construyen (Cfr. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia).
El campo de los derechos del hombre se ha extendido a los derechos de los pueblos y de las Naciones, pues lo que es verdad para el hombre lo es también para los pueblos. El Magisterio recuerda que el derecho internacional se basa sobre el principio del igual respeto, por parte de los Estados, del derecho a la autodeterminación de cada pueblo y de su libre cooperación en vista del bien común superior de la humanidad. La paz se funda no sólo en el respeto de los derechos del hombre, sino también en el de los derechos de los pueblos, particularmente el derecho a la independencia.
Los derechos de las Naciones no son sino los “derechos humanos” aplicados a este nivel de la vida comunitaria. La Nación tiene un derecho fundamental a la existencia; a la propia lengua y cultura, mediante las cuales un pueblo expresa y promueve su “soberanía” espiritual; a modelar su vida según las propias tradiciones, excluyendo, naturalmente, toda violación de los derechos humanos fundamentales y, en particular, la opresión de las minorías; a construir el propio futuro proporcionando a las generaciones más jóvenes una educación adecuada.
La solemne proclamación de los derechos del hombre se ve contradicha por una dolorosa realidad de violaciones, guerras y violencias de todo tipo: en primer lugar los genocidios y las deportaciones en masa; la difusión por doquier de nuevas formas de esclavitud, como el tráfico de seres humanos, los niños soldados, la explotación de los trabajadores, el tráfico de drogas, la prostitución; también en los países donde están vigentes formas de gobierno democrático no siempre son respetados totalmente estos derechos.
Existe desgraciadamente una distancia entre la “letra” y el “espíritu” de los derechos del hombre a los que se ha tributado frecuentemente un respeto puramente formal. La Doctrina Social, considerando el privilegio que el Evangelio concede a los pobres, no cesa de confirmar que los más favorecidos deben renunciar a algunos de sus derechos para poner con mayor liberalidad sus bienes al servicio de los demás y que una afirmación excesiva de igualdad puede dar lugar a un individualismo donde cada uno reivindique sus derechos sin querer hacerse responsable del bien común.
La Iglesia, consciente de que su misión, esencialmente religiosa, incluye la defensa y la promoción de los derechos fundamentales del hombre, estima en mucho el dinamismo de la época actual, que está promoviendo por todas partes los derechos de las personas.
El compromiso pastoral de la Iglesia se desarrolla en una doble dirección: de anuncio del fundamento cristiano de los derechos del hombre y de denuncia de las violaciones de estos derechos. El anuncio es siempre más importante que la denuncia, y esta no puede prescindir de aquél, que le brinda su verdadera consistencia. La Iglesia confía sobre todo en la ayuda del Señor y de su Espíritu que es la garantía más segura para el respeto de la justicia y de los derechos humanos y para contribuir a la paz, para promover la justicia y la paz, para hacer penetrar la luz y el fermento evangélico en todos los campos de la vida social; a ello se ha dedicado constantemente la Iglesia siguiendo el mandato de su Señor.
Hoy iniciamos la Semana Santa con la celebración de la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, así también hoy nosotros lo proclamamos ¡Bendito el que viene en nombre del Señor¡. Que las celebraciones centrales de nuestra fe cristiana nos animen a vivir el Evangelio en nuestras familias y en nuestros ambientes, con sobriedad, con alegría y en unidad y paz cristianas.

Durango, Dgo. 28 de Marzo del 2010. + Enrique Sánchez Martínez
Ob. Aux. de Durango
email:episcopeo@hotmail.com

“La fuente última de los derechos humanos no se encuentra en la mera voluntad de los seres humanos, en la realidad del Estado o en los poderes públicos, sino en el hombre mismo y en Dios su Creador”

En este momento es de suma importancia hablar sobre los Derechos Humanos, ya que estos concretizan la realidad de la persona humana. Existe una problemática actual al plantear el fundamento de los derechos y cuáles son tales derechos. Es importante hablar de este tema, sobre todo por el momento que se vive en México; existen en nuestro país hechos concretos que exigen la vigencia de los derechos humanos: es un hecho el empobrecimiento de nuestra nación, este último año de crisis han aumentado drásticamente el número de pobres y más aún el número de mexicanos en extrema pobreza; otro hecho en nuestro país es la marginación social económica y cultural; otro hecho palpable es la inseguridad y la violencia; otro hecho es la discriminación; otro hecho en el que se manifiesta más clara y profunda la negación de los derechos humanos, es la negación de la libertad y de las libertades, la libertad de conciencia, de pensamiento, a la libertad de comunicación con los demás, libertad de expresión, libertad de organización social, etc. Últimamente se discute sobre el estado laico, y sobre la legitimidad de intervención de la Iglesia en las cuestiones sociales, algo que no se puede entender sin la libertad religiosa que es un derecho humano fundamental y universal.
La Iglesia ve en estos derechos la extraordinaria ocasión que nuestro tiempo ofrece para que se consoliden, y así, la dignidad humana sea reconocida más eficazmente y promovida universalmente como característica impresa por Dios Creador en su criatura. El Magisterio de la Iglesia no ha dejado de evaluar positivamente la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, proclamada por las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, que Juan Pablo II ha definido “una piedra miliar en el camino del progreso moral de la humanidad”.
La raíz de los derechos del hombre se debe buscar en la dignidad que pertenece a todo ser humano. Esta dignidad, connatural a la vida humana e igual en toda persona, se descubre y se comprende, ante todo, con la razón. El fundamento natural de los derechos aparece aún más sólido si, a la luz de la fe, se considera que la dignidad humana, después de haber sido otorgada por Dios y herida profundamente por el pecado, fue asumida y redimida por Jesucristo mediante su encarnación, muerte y resurrección.
Estos derechos son “universales e inviolables y no pueden renunciarse por ningún concepto”. Universales, porque están presentes en todos los seres humanos, sin excepción alguna de tiempo, de lugar o de sujeto. Inviolables, en cuanto “inherentes a la persona humana y a su dignidad” y porque “sería vano proclamar los derechos, si al mismo tiempo no se realiza todo esfuerzo para que sea debidamente asegurado su respeto por parte de todos, en todas partes y con referencia a quien sea”. Inalienables, porque “nadie puede privar legítimamente de estos derechos a uno sólo de sus semejantes, sea quien sea, porque sería ir contra su propia naturaleza”.
Los derechos del hombre exigen ser tutelados no sólo singularmente, sino en su conjunto: una protección parcial de ellos equivaldría a una especie de falta de reconocimiento. Estos derechos corresponden a las exigencias de la dignidad humana y comportan, en primer lugar, la satisfacción de las necesidades esenciales (materiales y espirituales) de la persona: “Tales derechos se refieren a todas las fases de la vida y en cualquier contexto político, social, económico o cultural. Son un conjunto unitario, orientado decididamente a la promoción de cada uno de los aspectos del bien de la persona y de la sociedad… La promoción integral de todas las categorías de los derechos humanos es la verdadera garantía del pleno respeto por cada uno de los derechos”. Universalidad e indivisibilidad son las líneas distintivas de los derechos humanos: “Son dos principios guía que exigen siempre la necesidad de arraigar los derechos humanos en las diversas culturas, así como de profundizar en su dimensión jurídica con el fin de asegurar su pleno respeto”.
Las enseñanzas del Papa Juan XXIII, del Concilio Vaticano II, del Papa Pablo VI, han ofrecido amplias indicaciones acerca de la concepción de los derechos humanos delineada por el Magisterio de la Iglesia. El Papa Juan Pablo II ha trazado una lista de ellos en la encíclica “Centesimus annus” (No. 47): “El derecho a la vida, del que forma parte integrante el derecho del hijo a crecer bajo el corazón de la madre después de haber sido concebido; el derecho a vivir en una familia unida y en un ambiente moral, favorable al desarrollo de la propia personalidad; el derecho a madurar la propia inteligencia y la propia libertad a través de la búsqueda y el conocimiento de la verdad; el derecho a participar en el trabajo para valorar los bienes de la tierra y recabar del mismo el sustento propio y de los seres queridos; el derecho a fundar libremente una familia, a acoger y educar a los hijos, haciendo uso responsable de la propia sexualidad. Fuente y síntesis de estos derechos es, en cierto sentido, la libertad religiosa, entendida como derecho a vivir en la verdad de la propia fe y en conformidad con la dignidad trascendente de la propia persona”.
El primer derecho enunciado en este elenco es el derecho a la vida, desde su concepción hasta su conclusión natural, que condiciona el ejercicio de cualquier otro derecho y comporta, en particular, la ilicitud de toda forma de aborto provocado y de eutanasia. Se subraya el valor eminente del derecho a la libertad religiosa: “Todos los hombres deben estar inmunes de coacción, tanto por parte de personas particulares como de grupos sociales y de cualquier potestad humana, y ello de tal manera, que en materia religiosa ni se obligue a nadie a obrar contra su conciencia ni se le impida que actúe conforme a ella en privado y en público, solo o asociado con otros, dentro de los límites debidos”. El respeto de este derecho es un signo emblemático “del auténtico progreso del hombre en todo régimen, en toda sociedad, sistema o ambiente”.

Durango, Dgo. 21 de Marzo del 2010. + Enrique Sánchez Martínez
Ob. Aux. de Durango
email:episcopeo@hotmail.com