EPISCOPEO: «Proceso electoral 2012: hacia la consolidación de nuestra democracia»

En este momento de plena campaña electoral debemos profundizar en los temas que son importantes para llegar a las urnas el próximo primero de julio y elegir a quienes, en conciencia, deberán representarnos y a quien deberá ser el presidente/a de México.

            Uno de los temas, quizá el más importante, es la democracia. Desde hace años en nuestro país ha ido consolidándose un sistema democrático como “la mejor opción para la construcción y desarrollo de una sociedad equitativa en México”. La democracia ofrece la posibilidad de establecer y fortalecer las estructuras adecuadas para generar las condiciones de vida de todo mexicano, acordes a su dignidad como persona, amada por Dios, y lo lleven al compromiso y donación a los demás para la construcción de bien común. Leamos el pensamiento de la Iglesia: El Papa León XIII, en su encíclica Au Milieu des Sollicitudes (1892): El igualitarismo radical es percibido como un peligro que amenaza a la democracia misma en el sentido del respeto mutuo, lo cual conducirá a la Iglesia a afirmar la democracia como la vía que permitirá superar tal situación de malestar social causada por el autoritarismo socialista. “En teoría, se puede o no preferir la democracia, pero en la práctica se debe aceptar… como un poder estable es en todo caso necesaria,  si se establece o se restablece; aceptarla no es solamente algo permitido sino exigido e incluso impuesto por la necesidad del bien social.”

            Pío XII en su Radiomensaje de la Navidad, “Benignitas et humanitas” (1944), se compromete con la democracia porque, por falta de ésta, se desencadenó la guerra. Para que la democracia sea sana propone un contacto estrecho entre los ciudadanos y el gobierno; un alto grado de participación; el respeto de los demás, una amplia aceptación de diferencias e inclusive de desigualdades, aunque no de injusticia, y el asegurar el ejercicio de la autoridad. La democracia es, en fin, la garantía práctica de derechos y de libertades esenciales. El Papa Juan XXIII, en su encíclica Pacem in Terris (1963), en el contexto de la guerra fría, pone en el centro de la reflexión política los derechos del hombre y la contestación del autoritarismo, considerando tres elementos en la democracia: el respeto de los derechos del hombre; la moderación del ejercicio de la autoridad; y el equilibrio entre los poderes. “Si el poder se apoya exclusiva o principalmente en la amenaza y el temor de las sanciones penales o en la promesa de recompensas, su acción no logra suscitar la búsqueda del bien común. Si la autoridad no actúa oportunamente en materia económica, social o cultural, se desarrollan desigualdades, o bien se acentúan, a tal punto que los derechos fundamentales de la persona no alcanzan verdadera eficacia y que el logro de los deberes correspondientes queda comprometido. La participación política es fundamental. A favor del Estado de derecho.”

            El Concilio Vaticano II en la constitución pastoral Gaudium et Spes (1965), establece la importancia del respeto y de la promoción de los derechos del hombre para que el orden político jurídico sea saludable. La participación es una exigencia fundamental. Se promueve la democracia pero el respeto de los derechos del hombre es la primera condición. Se acepta el pluralismo religioso y político: “En efecto, si la autoridad pública, desbordando su competencia oprime a los ciudadanos, que éstos no rechacen aquello que objetivamente se requiere para el bien común, pero que les sea siempre permitido defender sus derechos y los de sus conciudadanos contra los abusos del poder.” El Papa  Juan Pablo II dirá de los sistemas totalitarios: “han reducido los derechos de los ciudadanos, negándose a reconocer las prerrogativas inviolables del hombre”. Con la energía que lo caracteriza, se alzará contra el marxismo y las dictaduras, y abogará a favor de regímenes democráticos y de la participación, así como por el Estado de derecho. Así, afirma del totalitarismo en su forma marxista-leninista, que considera que los hombres están exentos de error y pueden, por lo tanto, arrogarse el ejercicio de un poder absoluto.

            En la encíclica Centesimus Annus (1991) afirma: “La Iglesia aprecia el sistema de la democracia, en la medida en que asegura la participación de los ciudadanos en las opciones políticas y garantiza a los gobernados la posibilidad de elegir y controlar a sus propios gobernantes, o bien la de sustituirlos oportunamente de manera pacífica. Por esto mismo, no puede favorecer la formación de grupos dirigentes restringidos que, por intereses particulares o por motivos ideológicos, usurpan el poder del Estado. Una auténtica democracia es posible solamente en un Estado de derecho y sobre la base de una recta concepción de la persona humana. Requiere que se den las condiciones necesarias para la promoción de las personas concretas, mediante la educación y la formación en los verdaderos ideales, así como de la «subjetividad» de la sociedad mediante la creación de estructuras de participación y de corresponsabilidad”.

            Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (2004): Una auténtica democracia no es sólo el resultado de un respeto formal de las reglas, sino que es el fruto de la aceptación convencida de los valores que inspiran los procedimientos democráticos: la dignidad de toda persona humana, el respeto de los derechos del hombre, la asunción del “bien común” como fin y criterio regulador de la vida política. Si no existe un consenso general sobre estos valores, se pierde el significado de la democracia y se compromete su estabilidad. Dicen los obispos de México (2012): “En esta etapa crucial de la historia de nuestra sociedad mexicana, anhelamos despertar y alentar en todos los ciudadanos, la vital importancia de recuperar juntos la confianza social en las instituciones, en los ámbitos público y privado; para ello, es necesario restablecer con firmeza y responsabilidad conjunta, nuestro modo de proceder, en base a los principios éticos”.

Durango, Dgo., 15 de Abril del 2012

+ Mons. Enrique Sánchez Martínez

Obispo Auxiliar de Durango

Email: episcopeo@hotmail.com

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