Entradas

Encuentro Mundial de las Familias

El VI Encuentro Mundial de las Familias tuvo como anfitrión a la Arquidiócesis de México, que acogió a más de diez mil personas africanas, americanas, asiáticas y europeas, superando las expectativas. El Cardenal Norberto propuso como objetivo hablar de la familia y sus valores a la luz de la fe.
El Encuentro incluyó Celebraciones litúrgicas y de la Palabra, ponencias magistrales, resonancias practicas, presentación de experiencias mundiales a favor de la familia, exposición y oferta de materiales didácticos y coloquios especiales para jóvenes.
Destacó la asistencia y la participación valiente del Sr. Presidente de la República, llamando la atención su profesión de fe católica y exponiendo principios sobre el valor de la vida y sobre acciones de su gobierno.
El famoso y conocido P. Raniero Cantelamessa con el tema: “Las relaciones y los valores familiares según la Biblia” llamó a redescubrir el ideal bíblico del matrimonio. Ante las propuestas desquiciadas como abolir las distinción de sexos sustituyéndola con la distinción de géneros, o liberar a la mujer de la supuesta esclavitud de la maternidad, nuestros valores cristianos, “resistan estos intentos de sustituir a Dios”; “por ello, no hay que tener miedo de proponer a las parejas de futuros esposos cristianos, orar un poco juntos en la noche de bodas, como Tobías y Sara”
El Cardenal Marc Ouellet, Arzobispo de Québec, Canadá, con el tema “Valores a descubrir y redescubrir” inició señalando que el mundo se encuentra “en una confusión antropológica” en la que corrientes como el constructivismo o la teoría del género, desnaturalizan a la familia y al hombre, sobreponiendo sus deseos a su propia naturaleza, la salida es descubrir y redescubrir los valores”: que la familia busque lo mejor para cada miembro, que cada uno de ellos aspire a la santidad, importancia de la familia como la primera educadora del individuo, el amor conyugal como fundamento de la familia, la misión de la familia definida por el amor.
Frente a la corporeidad, don revalorizado por la vida y frente al tabú generalizado a hablar de sexo en el hogar sobre todo en las familias tradicionales, la Dra. Helen Alvaré reconoció que a partir del Encuentro es buen momento para que la Iglesia hable de sexualidad: “una de las cosas más interesantes de la Iglesia Católica, es su entendimiento tan profundo de lo físico; no nos da miedo ni pena hablar sobre la sexualidad humana, es por el contrario, una bendición”. “El Cristianismo tiene esta riqueza de expresar sus misterios a través de la corporeidad, como es el caso de la Encarnación y la Resurrección, por ello la Iglesia no se avergüenza del cuerpo humano y por el contrario, los fieles tienen la oportunidad de pertenecer al Cuerpo Místico de Cristo a través de su propia persona”.
En la línea de experiencias en apoyo a las familias, destacaron la pastoral parroquial; Equipos Nuestra Señora, de espiritualidad conyugal; Parejas de Cristo, construyendo el Reino de Dios; el Sodalicio de Vida Cristiana, a favor de la santidad familiar; Renovación Cristiana en el Espíritu Santo, el Reino de Cristo, la Familia Educadora en la fe, la Comunidad de S. Egidio, y el Movimiento Familiar Cristiano.
Puntualizando y terminando esta entrega se lamentó que decisiones de unos pocos influyan en la familia, devaluándola.
Ayer sábado fue de testimonios y hoy domingo el Papa clausura con su mensaje. Ojalá que aprovechemos para revalorar la familia mexicana
Durango, Dgo. 18 de enero del 2009. Héctor González Martínez
Arz. de Durango

Año de la Familia

Hace casi seis años que, habiendo regresado a Durango, me preguntaron en rueda de prensa sobre mis propósitos u objetivos en Durango; contesté que no traía nada preparado; que mi objetivo primero sería ver lo que estuviera bien para reforzarlo y ver lo que estuviera mal para enderezarlo.
En consecuencia, como Sucesor de los Apóstoles y Pastor de esta noble Iglesia, emulando al Apóstol Pablo, pasé un año, observando las realidades humanas, sociales y espirituales y la actividad pastoral; recorrí todos los rumbos de nuestra Iglesia local,
Especialmente me llamaron la atención las seis prioridades pastorales: 1.- Evangelización y Catequesis, 2.- Pastoral Litúrgica, 3.- Pastoral Social, 4.- Pastoral Familiar, 5.- Pastoral Juvenil y 6.- Formación de Agentes.
Detecté una profunda religiosidad, una liturgia viva y unos atisbos de Pastoral Social, impulsados por el II Sínodo Diocesano y por los dos Planes Diocesanos de Pastoral. Simultáneamente detecté pasividad, superficialidad, y abulia, sobre todo para la Nueva Evangelización, formar las conciencias y la proyección social de la fe. No observé generosidad y entusiasmo en la realización de tan altas y promisorias metas.
En consecuencia, hace casi cinco años, propuse a los cuadros pastorales un programa, resaltando aspectos apremiantes y entre ellos una Misión Diocesana que despierte el entusiasmo de ser cristianos y la generosidad por evangelizar.
Así, después de un año de preparación, “caminando, caminando”, ya hemos realizado tres Etapas de la Misión Arquidiocesana: 1ª Etapa Kerygmática, 2ª Etapa Bíblica y 3ª Etapa Catequética. Ahora nos aprestamos para una 4ª Etapa como Año de la Familia.
Año de la familia, porque la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, es Familia Trinitaria y en su Nombre estamos bautizados. Año de la Familia, porque la Iglesia es la gran Familia de Dios, y, si en próximos días, la Iglesia Católica se concentra en Ciudad de México celebrando el VI Encuentro Mundial de las Familias, nuestra Misión Diocesana, dedicará todo este año a dicho tema. Año de la familia, para recoger la ancestral tradición de la familia mexicana, que es el aspecto humano-cristiano más afectado por el relativismo y el reduccionismo de la postmodernidad. Año de la familia, para repasar o recoger las raíces tradicionales de la familia mexicana y revitalizarlas con el injerto del Evangelio. Año de la familia, para hacer eco al tema del VI Encuentro mundial de las familias, a saber: “la Familia formadora de los valores humanos y cristianos”.
Pero para ello se necesita enjundia, entusiasmo y hasta valor para dejar el pellejo en las trancas por el Evangelio. Muchos se empeñan en la Misión Arquidiocesana, mientras que otros se contentan con recoger migajas del pasado.
Para enfervorizarnos en la búsqueda de estos objetivos, en la inauguración de la 4ª Etapa, anhelando una Iglesia bonita y sencilla, ayer, viva y dinámicamente, vigorosa y pujantemente proclamamos nuestro Pregón de compromisos.
Y después del Pregón llenos de alegría y optimismo, entonamos el himno de la familia: “que ninguna familia comience en cualquier de repente; que ninguna familia se acabe por falta de amor; la pareja sea uno en el otro de cuerpo y de mente, y que nada en el mundo separe un hogar soñador. ¡Bendecid oh Señor las familias, Amén; Bendecid, oh Señor, la mía también!”
Durango, Dgo. 11 de enero del 2009.
Héctor González Martínez
Arz. de Durango.

Selecciones de Teología 5

Se observa en nuestra Arquidiócesis una tendencia, a navegar entre práctica incoherente, cumplimiento social, prácticas relativistas, sincretistas, supersticiosas, desmitologizantes o reduccionistas (el Dalai Lama, la santa muerte, el niño Fidencio, Jesús Malverde, simbolismo sacramental, etc.), junto con la práctica del Catolicismo.
Hay hermanos que, por falta de formación, sin fijarse en teorías, adoptan las prácticas; hay otros que adoptan interpretaciones y prácticas “lights” cómodas, como es el tema que venimos estudiando.
Pero, en la Iglesia, se vive el misterio trinitario en múltiples formas de comunión eclesial, que significa las relaciones de caridad, paz, comunicación, armonía, afecto, respeto, sinfonía, etc. y que han de practicar los fieles bautizados. La comunión eclesial incluye enseñanza, formas sacramentales, litúrgicas y disciplinares. Lo contrario de la comunión es la excomunión o excomulgarse por herejía o cisma en diversos grados.
La Iglesia en todos sus niveles, tiene en la Eucaristía, la máxima expresión de la comunión; en el Obispo y en el Papa tiene el centro de esta comunión por la caridad. Por este misterio de comunión con el Papa, el Obispo tiene en la Iglesia diocesana el oficio de enseñar, santificar y regir; por lo mismo, también es vigilante de la sana enseñanza doctrinal y teológica. Consecuentemente, en la Arquidiócesis no puede haber un doble magisterio; no somos una iglesia sincretista, luterana o presbiteriana; somos una Iglesia católica laical, presbiteral y episcopal, en comunión con el Papa.
Por tanto, acerca de la relación entre los Sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía, ante las posturas o teorías doctrinales, litúrgicas y disciplinares ha de prevalecer el Magisterio oficial de la Iglesia que enseña: que los pecados leves no interrumpen el estado de gracia y por tanto se puede comulgar hasta por un año, siendo conveniente confesar también los pecados veniales durante el año para mayor perfección cristiana.
El pecado grave interrumpe el estado de gracia e impide celebrar la Misa o comulgar; en situaciones de urgencia o necesidad y no habiendo confesor disponible, extraordinariamente se puede comulgar haciendo un acto de contrición perfecta con propósito firme de confesarse cuanto antes (una semana). Urgencia o necesidad podría ser de celebrar la Misa, de ganar la Indulgencia plenaria, de acompañar en un Matrimonio, Primera Comunión ú Ordenación, etc. Esta excepción no vale para padres o padrinos que viven en amasiato o en adulterio.
En el caso extraordinario de Confesión general o de Unción de enfermos, queda igualmente el deber en conciencia de confesarse personalmente cuanto antes.
Por tanto, los hermanos presbíteros y laicos, que van adoptando posturas fáciles o cómodas y contrarias, vean que se van apartando de la rectitud doctrinal, litúrgica y disciplinaria; o sea solos se van excluyendo de la Comunión eclesial diocesana y católica. Les exhorto a corregir el camino y atender a la sana enseñanza de la Iglesia ya expuesta; primeramente, adoptando la doctrina del Magisterio de la Iglesia; luego, adoptando la práctica coherente.
Queda desaprobada la práctica presbiteral de urgir a los fieles a que pasen a comulgar bastándoles participar en la Misa. Los Presbíteros, no violenten la conciencia de los fieles que se sienten en pecado grave, su obligación es formar su recta conciencia.
Durango, Dgo. 4 de enero del 2009.
Héctor González Martínez
Arz. de Durango

Selecciones de Teología 4

En la entrega del 7 de diciembre, refiriéndome a la teoría sobre la Penitencia y la Eucaristía publicada en 1968 en Selecciones de Teología, expresé que dicha teoría es tema ya repetidamente superado por el Magisterio de la Iglesia. Ofrezco otras muestras.
En el año 1983, el Código de Derecho Canónico asienta: “Quien tenga conciencia de hallarse en pecado grave, no celebre la Misa ni comulgue el Cuerpo del Señor sin acudir antes a la confesión sacramental, a no ser que concurra un motivo grave y no haya posibilidad de confesarse; y en cuyo caso, tenga presente que está obligado a hacer un acto de contrición perfecta, que incluya el propósito de confesarse cuanto antes” (Canon 916).
En abril de 2003, la Enciclica “Ecclesia de Eucharistia” de Juan Pablo II urge reconciliarse para comulgar: “La integridad de los vínculos invisibles es un deber moral bien preciso del cristiano que quiera participar plenamente en la Eucaristía comulgando el Cuerpo y la Sangre de Cristo… La Eucaristía y la Penitencia son dos Sacramentos estrechamente vinculados entre sí. La Eucaristía, al hacer presente el Sacrificio redentor de la Cruz, perpetuándolo sacramentalmente, significa que de ella se deriva una exigencia continua de conversión, de respuesta personal a la exhortación que S. Pablo dirigió a los cristianos de Corinto: ‘en nombre de Cristo os suplicamos: ¡reconciliaos con Dios!” (2Cor 5,20). Así pues, si el cristiano tiene conciencia de un pecado grave está obligado a seguir el itinerario penitencial, mediante el Sacramento de la Reconciliación para acercarse a la plena participación en el Sacrificio eucarístico” (nn. 36-37).
En marzo del 2004, la Instrucción de la Congregación para el culto divino y la disciplina de los Sacramentos, amplía: “Por lo que se refiere al acto penitencial, situado al comienzo de la Misa, este tiene la finalidad de disponer a todos para que celebren adecuadamente los sagrados misterios, aunque carece de la eficacia del Sacramento de la Penitencia, y no se puede pensar que sustituye, para el perdón de los pecados graves, lo que corresponde al Sacramento de la Penitencia. La costumbre de la Iglesia manifiesta que es necesario que cada uno se examine a sí mismo en profundidad, para que quien sea consciente de estar en pecado grave no celebre la Misa ni comulgue el Cuerpo del Señor sin acudir antes a la confesión sacramental, a no ser que concurra un motivo grave y no haya oportunidad de confesarse; en cuyo caso, recuerde que está obligado a hacer un acto de contrición perfecta, que incluye el propósito de confesarse cuanto antes” (80-81).
En febrero del 2007, la Exhortación Apostólica postsinodal Sacramentum caritatis” de Benedicto XVI, exhorta: “No se puede esperar una participación activa en la liturgia eucarística cuando se asiste superficialmente, sin antes examinar la propia vida. Favorece dicha disposición interior, por ejemplo, el recogimiento y el silencio al menos unos instantes antes de comenzar la liturgia, el ayuno y, cuando sea necesario la confesión sacramental. Un corazón reconciliado con Dios permite la verdadera participación… Sin duda, la plena participación en la Eucaristía se da cuando nos acercamos también personalmente al altar para recibir la Comunión. No obstante, se ha de poner atención para que esta afirmación correcta no induzca a un cierto automatismo entre los fieles, como si por el sólo hecho de encontrarse en la Iglesia durante la liturgia se tenga ya el derecho o quizá incluso el deber de acercarse a la Mesa Eucarística”.
Suficientes documentos del Magisterio eclesial a favor de la recta enseñanza.
Durango, Dgo. 28 de diciembre del 2008.
Héctor González Martínez
Arz. de Durango

Selecciones de Teología 3

Habiendo asentado que la teoría sobre la suficiencia ordinaria de la Eucaristía para el perdón de los pecados frente al Sacramento de la Penitencia, es una teoría de 1967 insostenible frente a la repetida enseñanza del Magisterio posterior al Concilio Vaticano II; es teoría ya superada en repetidos documentos de Juan Pablo II y de Benedicto XVI.
Juan Pablo II y Benedicto XVI sí saben Teología y enseñan como doctores eminentes y como tales, superando la teoría de “La Maison-Dieu” en 1967 y poniendo en su centro la enseñanza católica sobre la Penitencia y la Eucaristía.
Así pues, nuevamente leamos a Juan Pablo II, en su Carta del Jueves Santo del 2002; advierte a los Sacerdotes de todo el mundo, que el Sacramento de la Econciliación “pasa, desde hace algunos decenios por una cierta crisis, a la que me he referido más de una vez, queriendo incluso que un Sínodo de Obispos reflexionara sobre ella, y recogiendo después sus indicaciones en la Exhortación apostólica Reconciliación y Penitencia”. La crisis comprende la despreocupación de muchos por el pecado e igualmente el descuido por acercarse a confesarlo personalmente; la crisis alcanza a descuidar el confesionario y preferir la práctica de recibir la absolución general o simplemente preferir comulgar sin confesarse.
Juan Pablo II en su carta a los Sacerdotes, presenta aspectos finos y delicados de este Sacramento de amor, compasión y misericordia, tomando como ejemplo el caso de Zaqueo: “para ilustrar algunas dimensiones específicas de este especialísimo coloquio de salvación que es la confesión sacramental, quisiera proponer hoy como “icono bíblico” el encuentro de Jesús con Zaqueo (Cf Lc. 19,1-10). En efecto me parece que lo que ocurre entre Jesús y el “jefe de publicanos” de Jericó se asemeja a ciertos aspectos de una celebración del Sacramento de la misericordia. Siguiendo este relato breve, pero tan intenso, queremos descubrir en las actitudes y en la voz de Cristo todos aquellos matices de sabiduría humana y sobrenatural que también nosotros hemos de intentar expresar para que el Sacramento sea vivido en el mejor de los modos. Como sabemos, el relato presenta el encuentro de Jesús y Zaqueo, casi como un hecho casual. Jesús entra a Jericó y lo recorre acompañado por la muchedumbre. Zaqueo parece impulsado sólo por la curiosidad al encaramarse sobre el sicómoro. A veces, el encuentro de Dios con el hombre tiene también la apariencia de la casualidad. Pero, nada es casual por parte de Dios”.
“Ahora bien, éste es precisamente el caso de Zaqueo. Todo lo que le sucede es asombroso. Si en un determinado momento no se hubiera producido la “sorpresa” de la mirada de Cristo, quizá hubiera permanecido como un espectador mudo de su paso por las calles de Jericó. Jesús habría pasado al lado, pero no dentro de su vida”.
“Al estar en realidades pastorales muy diversas, a veces puede desanimarnos y desmotivarnos el hecho de que no sólo muchos cristianos no hagan el debido caso a la vida sacramental, sino que, a menudo, se acerquen a los Sacramentos de modo superficial”.
“Para nosotros es imposible valorar cuánto haya penetrado la mirada de Cristo en el alma del publicano de Jericó. Sabemos, sin embargo, que aquellos ojos son los mismos que se fijan en cada uno de nuestros penitentes”.
Vayan estas cuantas delicadas y finas pinceladas de Juan Pablo II, profundizando sobre el Sacramento de la Penitencia, animando a confesores y penitentes a experimentar, aprovechar y disfrutar de la mirada de Jesús hasta lo íntimo de la persona.
Durango, Dgo. 21 de diciembre del 2008.
Héctor González Martínez
Arz.de Durango.

Selecciones de Teología 2

Hace ocho días aludí a la doctrina de J. M. R. Tillard publicada en 1967 en La Maison-Dieu sobre la Eucaristía y la Penitencia, articulo extractado y condensado en 1968 por Selecciones de Teología. Y expresé que era doctrina ya censurada por la Iglesia.
Contrastando con esa doctrina transcribo pues hoy dos párrafos del Santo Padre Juan Pablo II en su Carta a los Sacerdotes para el Jueves Santo del 2002, donde cualquiera puede hacerse claridad en su conciencia para su práctica sacramental. Hermosa y claramente se refiere el Papa a la misión que el Señor nos da de representarle en el Sacrificio Eucarístico y en el Sacramento de la Reconciliación.
“Hay una íntima conexión entre los dos Sacramentos. La Eucaristía, cumbre de la economía sacramental, es también su fuente: en cierto sentido, todos los Sacramentos provienen y conducen a ella. Esto vale de modo especial para el Sacramento destinado a “mediar” el perdón de Dios, el cual acoge de nuevo entre sus brazos al pecador arrepentido. En efecto, es verdad que la Eucaristía, en cuanto representación del Sacrificio de Cristo, tiene también la misión de rescatarnos del pecado. A este propósito, el Catecismo de la Iglesia Católica nos recuerda que “la Eucaristía no puede unirnos a Cristo sin purificarnos al mismo tiempo de los pecados cometidos y preservarnos de futuros pecados” (1393). Sin embargo, en la economía de gracia elegida por Cristo, esta energía purificadora, si bien obtiene directamente la purificación de los pecados veniales, sólo indirectamente incide sobre los pecados mortales, que trastornan de manera radical la relación del fiel con Dios, y su comunión con la Iglesia. “La Eucaristía, dice también el Catecismo, no está ordenada al perdón de los pecados mortales. Esto es propio del Sacramento de la Reconciliación. Lo propio de la Eucaristía es ser el Sacramento de los que están en la plena comunión con la Iglesia (n. 1395)”.
“Reiterando esta verdad, la Iglesia no quiere ciertamente infravalorar el papel de la Eucaristía. Lo que intenta es acoger su significado dentro de la economía sacramental en su conjunto, tal como ha sido diseñada por la sabiduría salvadora de Dios. Por lo demás es la línea indicada perentoriamente por el Apóstol, al dirigirse así a los Corintios: “quien coma el Pan o beba la Copa del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Examínese, pues, cada cual, y coma así el Pan y beba la Copa. Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo” (1Cor 11, 27-29). En la perspectiva de esta advertencia paulina se sitúa el principio según el cual “quien tiene conciencia de estar en pecado grave debe recibir al Sacramento de la Reconciliación antes de acercarse a comulgar” ( Catecismo 1385)”.
Es esta, una enseñanza sabia, límpida y transparente para abrevar a la grey santa de Durango, que me ha sido confiada. Y, habiendo advertido de relativismo o reduccionismo, también ahora proporciono la sana enseñanza de nuestro muy amado Juan Pablo II. Quedo pues tranquilo, según dijo Dios por Ezequiel: “hijo de hombre, te he puesto como vigía para la casa de Israel: si oyes una palabra que salga de mi boca, inmediatamente se lo advertirás de mi parte… si no hablas de tal manera que deje su mala conducta y así salve su vida, ese malvado morirá debido a su falta, pero a ti te pediré cuenta de su sangre. En cambio si se lo adviertes y él no quiere renunciar a su maldad y a su mala conducta, morirá debido a su falta, pero tú habrás salvado tu vida” (Ez 3, 17- 19)
Durango, Dgo. 14 de diciembre del 2008.
Héctor González Martínez
Arz. de Durango

Selecciones de Teología 1

De 1982 a 1988 fui Obispo de Campeche y me toco inaugurar el Seminario Mayor, incluyendo su Biblioteca.
Para este fin solicité a diversas Instituciones apoyo bibliográfico; la UNAM me apoyó con parte de su magnifica bibliografía y la editorial Espasa-Calpe con su Enciclopedia. Solicité a la Santa Sede me obsequiara la Biblioteca de Autores Cristianos y la colección que estaba saliendo de Selecciones de Teología; la Santa Sede me obsequió la colección entera de la BAC.
Pero, en cuanto a Selecciones de Teología, la Santa Sede me contestó que dicha colección no es apta para estudiantes de Teología en los Seminarios y no me la envió. Por ello fue que J.M.R Tillard, en 1967 publicó en la revista francesa “La Maison-Dieu” un articulo sobre “Penitencia y Eucaristía”; artículo que fue extractado y condensado en 1968 por Selecciones de Teología.
Ahora, más de cuarenta años después, acaba de aparecer en Durango en edición separata, con tiraje de 1000 ejemplares, aquel artículo sobre Penitencia y Eucaristía, extractado y condensado por Selecciones de Teología; y circula desde la semana antepasada, bajo la responsabilidad de tres personas de esta ciudad.
Hemos de suponer, que si la trascripción es fiel, la intención del artículo en la “La Maison Dieu” era presentar a sus lectores la reconciliación sacramental dimanando de la Eucaristía sin necesidad del Sacramento de la Penitencia, sobre todo para acercarse a comulgar. Pero, prácticamente viene a consistir en una relativización de la enseñanza católica sobre el Sacramento de la Penitencia.
Quizá también hemos de comprender, que, queriéndolo o no, la intención y la finalidad de esta publicación son propagar y reforzar los síntomas de postmodernidad, relativismo y reduccionismo que afectan un tanto por todas partes; síntomas que ya se notaban en la cristiandad de Durango en los últimos diez años.
Sin duda que viene a ser una relativización y un reduccionismo de la doctrina católica hacia una postura cómoda y “light”, incluso luteranizante; lo muestra la cita de la contraportada de Soren Kierkegard, un teólogo heredero de doctrinas luteranas.
Hago notar que las personas responsables de esta publicación, carecen de formación doctrinal y de misión canónica con licencia para enseñar Teología o para editar lo publicado. No hay autoridad alguna que les haya extendido la “venia docendi” (autorización para enseñar), el “nihil obstat” y el “imprimatur” (el nada obsta y el imprímase) de un censor y de una autoridad eclesiásticos, para publicar e imprimir. Dicho de otra manera: no tienen autoridad para enseñar o publicar temas teológicos, ya censurados por el magisterio de la Iglesia.
Ahora que aparecen abiertamente estas posturas, no debemos sorprendernos; ya nos advirtió S. Pablo: “llegará un tiempo en que los hombres ya no soportarán la sana doctrina, sino que se buscarán maestros a su gusto, hábiles en captar su atención” (2Tim 4,3).
Pero, también añado secundando a S. Pablo: “a pesar de todo, no se hunden los sólidos cimientos puestos por Dios, en los cuales está inscrito: el Señor conoce a los suyos; aléjese de la maldad el que invoca el nombre del Señor. En una casa rica no hay sólo vajillas de oro y plata, sino también de madera y de barro” (2 Tim 2, 19).
Durango, Dgo. 7 de diciembre del 2008.
Héctor González Martínez
Arz. de Durango.

Cristo Rey

El año litúrgico de la Iglesia es lineal, en el sentido que, centrado en Cristo, tiene una alfa o principio marcado por el Adviento; pero en una dirección hacia un punto omega, que es la fiesta de Cristo Rey.
Así resulta que el tiempo cristiano es como una línea recta que se hace circular y se vuelve espiral; volviendo siempre a repasar los misterios avanza hacia su punto trascendente; hacia Cristo que es principio, centro y fin del tiempo litúrgico.
Habiendo pues empezado nuestras celebraciones en el Adviento pasado, hoy, la fiesta de Cristo Rey maraca el fin del presente año litúrgico.
En esta fiesta que corona el año litúrgico, reconocemos a Cristo como el punto álgido y central al final de los tiempos. En Él, la Santísima Trinidad nos ha revelado lo más íntimo de su misterio trinitario y la más alta dignidad humana y trascendental a que está llamada la humanidad.
En Cristo Rey de la humanidad, encontramos el paradigma de nuestro desarrollo humano; porque en él, Dios Uno y Trino nos ha revelado nuestra vocación humana y lo más alto de nuestra condición, a la que podemos llegar a ser. Nuestro ser más en humanidad, no está en el machismo o en transitar por veredas torcidas, como en acumular desordenadamente o en disfrutar ensordecedoramente.
Nuestro ser más, está en injertarnos bien a Cristo y su Evangelio, en asimilar y asumir íntegra e integralmente los valores del Reino como vida y verdad, justicia y paz, gracia, santidad y amor.
Cristo, Rey de la creación entera, es también un estirón para que todas las cosas encuentren en Él su consistencia. Los ambientes y las instituciones en que el hombre vive y se forma han de imbuirse también de espíritu limpio, sano y virtuoso que los hombres respiren para su auténtico desarrollo humano. Las sociedades en las que el hombre trabaja favorezcan condiciones de equidad, de justicia, de honestidad para que promuevan y faciliten que todos se desempeñen a favor del bien común con auténtica realización personal y comunitaria.
Este Reinado de Cristo se establece inicialmente en el interior de cada bautizado, pero, por la proyección de cada uno, está llamado a impregnar los ambientes, las instituciones y las sociedades, para ir haciendo realidad la visión apocalíptica de S. Juan: “vi un cielo nuevo y una tierra nueva, pues el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido y el mar no existe ya. Y vi la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, engalanada como una novia que se adorna para recibir a su esposo. Y oí una voz que clamaba desde el trono: esta es la morada de Dios con los hombres; Él habitará en medio de ellos; ellos serán su pueblo y Él será su Dios con ellos, Él enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte ni lamento, ni llanto ni pena, pues todo lo anterior ha pasado” (Apoc. 21, 1-4).
Este Reinado no se construye por sí sólo o por la sola acción de Cristo; está encaminado a entronizarse en cada corazón, para que cada bautizado haga lo suyo para su debido establecimiento en el vivir de la humanidad. Para ello, hemos de convencernos de su grandeza y de su posibilidad. Ello requiere optimismo y confianza grandes en la fe, la esperanza y la caridad.
Durango, Dgo. 23 de noviembre del 2008.
Héctor González Martínez
Arz.de Durango

Nacionalismo y Religión

Las ideologías de la Modernidad ideológica tienen el carácter de religión sustitutiva y son el paso de la heteronomía a la autonomía del hombre como fundamento de una visión del mundo. No hay una lucha contra la religión, sino un proceso de identificación entre la nación y la religión. Dos ejemplos claros con el Estado de Israel y el fundamentalismo islámico.
Israel tuvo conciencia de ser el pueblo elegido por Dios , la nación santa de la cual habría de nacer el Mesías. Los hebreos que no aceptaron a Jesucristo como el Mesías, esperaban un Mesías ligado del destino histórico de Israel; en los siglos XIX y XX algunos intelectuales identificaron al Mesías con el pueblo hebrero disperso entre los pueblos. Pero no se trataba de una idea meramente religiosa, también incluía romántica y nacionalísticamente el deseo de un Estado judío.
Theódore Herzl (1860-1904) consideraba imposible una completa asimilación de los judíos a las sociedades europeas; su sueño de un Estado hebreo se concretó en 1948, después de intensas negociaciones diplomáticas.
Hoy, permanecen minorías hebreas que tienen una gran conciencia religiosa, aunque el mesianismo de Israel sufrió un fuerte proceso de secularización. Hoy, se puede hablar de un nacionalismo judío que identifica nación con Estado y por lo tanto, análogo al nacionalismo occidental, en que el elemento religioso ocupa un papel importante pero no central.
En cuanto al fundamentalismo islámico, el Islam, que significa “sumisión a Dios”, es un concepto religioso, que implica determinadas formas de organización social, política y cultural. Originado en el siglo VII de las revelaciones divinas de Mahoma. Contiene el Corán, de 114 capítulos; junto al Corán está la Sunna o dichos y hechos de Mahoma. La Sharia, o ley revelada, es un conjunto de prescripciones religiosas y políticas. La religión musulmana tiene cinco pilares: la confesión de fe en Alá, la oración ritual, la limosna legal, el ayuno en el mes de Ramadán y la peregrinación a la Meca.
Elemento central del Islam es la Jihad o guerra santa de tres significados: lucha contra uno mismo para combatir las pasiones, lucha por la expansión y dominio del Islam, con exclusividad y sin admitir la legitimidad de otras religiones, y el combate contra los malos musulmanes; en los últimos años ha tenido una aplicación rigurosa (vgr. 11 de septiembre 2001).
Con distintos acentos el Islamismo se extiende por África del norte, Medio oriente, India, Pakistán, Indonesia, Magreb y especialmente Turquía. Por tanto no se puede identificar a todo el Islam con el fundamentalismo religiosos. Durante largos períodos de su historia el Islam convivió con otras religiones, a pesar de su carácter exclusivista. Por otra parte, merece respeto, una fe profesada aproximadamente por más de mil trescientos cincuenta millones de personas; (mientras que los católicos sumamos en este año mil ciento cincuenta millones aproximadamente).
Además, la fe musulmana, llevada hasta las últimas consecuencias, implica una unión entre poder político y poder religioso, ya que la organización jurídica proviene de la revelación. Este hecho encierra consecuencias graves para el orden internacional y para la salvaguardia de los derechos de las personas humanas.
Durango, Dgo. 16 de noviembre del 2008.
Héctor González Martínez
Arz. de Durango

Nacionalismo Totalitario

El Nacionalismo totalitario se basa en la afirmación de una nación como absoluta, y la consecuente negación de los derechos de las otras naciones. Este Nacionalismo llevó al mundo a la Primera Guerra Mundial.
El año 1918 marca el triunfo de algunos nacionalismos por el viejo anhelo de encontrar una concreción estatal en la realidad. Es considerado nacionalismo de distracción, como obra de los aliados deseando frenar al marxismo revolucionario. Polonia. Rumania, Yugoeslavia y Checoeslovaquia quedaron como presa fácil del nacionalismo alemán hasta 1945 y del nacionalismo ruso hasta 1989.
Libia, Egipto, Turquía, Arabia Saudita, Jordania e Irak alcanzaron la independencia estatal. Aunque a veces bajo protectorados anglo-franceses. En estas áreas, la unidad religiosa del Islam y el Estado de Israel moderaron el nacionalismo estatal, dotando a los pueblos islámicos de una cierta unidad.
Cono consecuencia de la primera guerra mundial, y del desmoronamiento de la ideología liberal, en Europa nacen ideologías nacionalistas de talante totalitario, el nacional-socialismo y el fascismo que llevarán hacia la segunda guerra mundial El nacimiento de estas dictaduras se explican por la fuerte carga de valores que conllevan y por el impulso del sentimiento patriótico herido en Alemania y en Italia a fines de la primera guerra mundial. Estas dictaduras representan el culmen del proceso de secularización en cuanto auténticas religiones secularizadas,
El nacional-socialismo alemán es una ideología política irracional. Adolfo Hitler (1988-1945) dijo: “la nación es la síntesis suprema de todos los valores materiales y espirituales de la raza”; de ahí que el tema central y obsesivo del nazismo es la pureza de la raza. La raza aria, cuyo prototipo es el hombre alemán, no puede mezclar su sangre con la de razas inferiores El Estado nazi es un instrumento de dominio de la raza aria, hacia el interior por medio de una política eugenésica y hacia el exterior ganando el espacio vital para el pueblo alemán, primera etapa de la conquista del mundo por parte de los “puros” de raza y de sangre. La shoa o exterminio de millones de judíos, será una trágica consecuencia de esta ideología.
El fascismo italiano no es racista, pero representa una exacerbación del nacionalismo. Benito Mussolini (1883-1945), propone un nacionalismo que pone al Estado en el centro de la vida de los hombres. Es totalitario, porque concibe al Estado como un Absoluto; el Estado, conciencia inmanente de la nación, supera los estrechos límites de la vida individual; el Estado fascista es un Estado ético, porque se erige en fuente de normatividad moral y jurídica; por lo mismo es militarista, porque la movilización general de la guerra genera virtudes éticas; de ahí el mito de la revivificación del Imperio Romano. Después de la Roma de los Cesares, y de la Roma de los Papas, la Roma fascista será la tercera Roma. Mussolini profetizó que el siglo XX, sería el siglo del fascismo, de la potencia romana, el siglo en que Italia por tercera vez sería la cabeza de la humanidad. Como en el pensamiento leninista, el partido fascista es la vanguardia del proletariado, la minoría consciente que sabe y que quiere en nombre del pueblo.
Otras formas de nacionalismo totalitario, son el franquismo español, el salazarismo portugués y el justicialismo argentino de 1945-1955. En el franquismo hay que distinguir varias influencias ideológicas; el título de fascista vale sobre todo para el falangismo.
Durango, Dgo. 9 de noviembre del 2008. Héctor González Martínez
Arz. De Durango